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N.º 20 - TOMO 582 - 10 DE JULIO DE 2018

REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY

DIARIO DE SESIONES

DE LA

CÁMARA DE SENADORES

CUARTO PERÍODO DE LA XLVIII LEGISLATURA

20.ª SESIÓN ORDINARIA

PRESIDEN LA SEÑORA LUCÍA TOPOLANSKY Presidente y EL SEÑOR JUAN CASTILLO Tercer vicepresidente

ACTÚAN EN SECRETARÍA: LOS TITULARES, JOSÉ PEDRO MONTERO Y HEBERT PAGUAS, Y LA PROSECRETARIA, SILVANA CHARLONE

SUMARIO

1) Texto de la citación

2) Asistencia

3) Asuntos entrados

4) Pedido de informes

– El señor senador Mieres solicita se curse un pedido de informes con destino al Ministerio de Salud Pública y, por su intermedio, a la Administración de Servicios de Salud del Estado, relacionado con el servicio de ambulancias del hospital de Melo, departamento de Cerro Largo.

• Oportunamente fue tramitado.

5), 12) y 16) Proyectos presentados

– La señora presidenta de la Cámara de Senadores presenta un proyecto de resolución por el que se aprueba la Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución Presupuestal de la Cámara de Senadores correspondiente al ejercicio 2017.

• Pasa a la Comisión de Presupuesto.

– Varios señores senadores presentan un proyecto de ley por el que se declara de interés nacional la conmemoración de los cien años de la inauguración del Palacio Legislativo, ocurrida el 25 de agosto de 1925.

• Pasa a la Comisión de Educación y Cultura.

– Varios señores senadores presentan un proyecto de ley por el que se establecen medidas preventivas para instituciones que impliquen trato directo con niñas, niños, adolescentes, personas con discapacidad y personas mayores en situación de dependencia.

• Pasa a la Comisión de Constitución y Legislación.

6) y 8) Solicitudes de licencia e integración del Cuerpo

– El Senado concede las licencias solicitadas por los señores senadores Amorín y Castillo.

– Quedan convocados los señores senadores Viera y Vellozas.

7) Inasistencias anteriores

– Por secretaría se da cuenta de las inasistencias registradas a las anteriores convocatorias.

9) Democracia y redes sociales

– Manifestaciones del señor senador Otheguy.

• Por moción del señor senador, el Senado resuelve enviar la versión taquigráfica de sus palabras a la Presidencia de la República, a la Agencia para el Desarrollo del Gobierno de Gestión Electrónica y la Sociedad de la Información y del Conocimiento –Agesic– y a las autoridades de todos los partidos políticos con representación parlamentaria.

10) Julián Esmir Grosso Acosta. Pensión graciable

– Por moción de la señora senadora Tourné, el Senado resuelve declarar urgente y tratar de inmediato el proyecto de ley por el que se le concede.

• Sancionado. Se comunicará al Poder Ejecutivo.

11), 14) y 17) Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile

– Proyecto de ley por el que se lo aprueba.

• Aprobado. Se comunicará a la Cámara de Representantes.

13) Cien años del Rotary Club de Montevideo

– Solicitud del señor senador Bordaberry para realizar una exposición de veinte minutos sobre el tema, en fecha a convenir.

• Concedida.

15) Prórroga de la hora de finalización de la sesión

• Por moción de la señora senadora Tourné, el Senado resuelve prorrogar la hora de finalización de la sesión hasta agotar el tema en consideración.

18) Levantamiento de la sesión

1) TEXTO DE LA CITACIÓN

«Montevideo, 6 de julio de 2018

La CÁMARA DE SENADORES se reunirá en sesión ordinaria el próximo martes 10 de julio, a las 09:30, a fin de informarse de los asuntos entrados y considerar el siguiente

Orden del día

1.º) Discusión general y particular de un proyecto de ley por el que se aprueba el Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile, suscrito en Montevideo el 4 de octubre de 2016.

Carp. n.º 749/2017 - rep. n.º 670/18

2.º) Informe de la Comisión de Asuntos Administrativos relacionado con la solicitud de venia remitida por el Poder Ejecutivo a fin de destituir de su cargo a una funcionaria del Ministerio de Industria, Energía y Minería.

Carp. n.º 1093/2018 - rep. n.º 669/18

Hebert Paguas Secretario - José Pedro Montero Secretario».

2) ASISTENCIA

ASISTEN: los señores senadores Asiaín, Ayala, Besozzi, Bianchi, Bordaberry, Camy, Carrera, Coutinho, De León, Delgado, García, Garín, Lacalle Pou, Larrañaga, Martínez Huelmo, Michelini, Mieres, Moreira, Mujica, Otheguy, Passada, Payssé, Peña, Pintado, Saravia, Silveira, Tourné, Viera y Xavier.

FALTAN: con licencia, los señores senadores Alonso, Amorín, Aviaga, Cardoso y Heber.

3) ASUNTOS ENTRADOS

SEÑORA PRESIDENTE.- Habiendo número, está abierta la sesión.

(Son las 09:33).

–Dese cuenta de los asuntos entrados.

(Se da de los siguientes).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «El Poder Ejecutivo remite un mensaje por el que comunica la promulgación de un proyecto de ley por el que se aprueba la Decisión del Consejo Mercado Común n.º 21/09, referida a las listas de compromisos específicos de los Estados partes del Mercosur, suscrita en Montevideo, República Oriental del Uruguay, el 7 de diciembre de 2009.

Asimismo, remite un mensaje por el que comunica que se ha designado al economista Guzmán Elola Curuchaga en calidad de director en el Directorio del Banco de la República Oriental del Uruguay.

–AGRÉGUENSE A SUS ANTECEDENTES Y ARCHÍVENSE.

La Cámara de Representantes remite aprobado un proyecto de ley por el que se le concede una pensión graciable al señor Julián Esmir Grosso Acosta.

–A LA COMISIÓN DE ASUNTOS LABORALES Y SEGURIDAD SOCIAL.

Además, comunica que ha aprobado un proyecto de ley por el que se designa Profesor Leonidas Larrosa el liceo de Villa Velázquez, departamento de Rocha, dependiente del Consejo de Educación Secundaria, Administración Nacional de Educación Pública.

–AGRÉGUESE A SUS ANTECEDENTES Y ARCHÍVESE.

La Comisión de Asuntos Administrativos eleva informada una solicitud de venia remitida por el Poder Ejecutivo a los efectos de destituir de su cargo a una funcionaria del Ministerio de Industria, Energía y Minería.

La Comisión de Asuntos Internacionales eleva informado un proyecto de ley por el que se aprueba el Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile, suscrito en Montevideo el 4 de octubre de 2016.

–HAN SIDO REPARTIDOS Y ESTÁN INCLUIDOS EN EL ORDEN DEL DÍA DE LA SESIÓN DE HOY».

4) PEDIDO DE INFORMES

SEÑORA PRESIDENTE.- Dese cuenta de un pedido de informes.

(Se da del siguiente).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «El señor senador Pablo Mieres, de conformidad con lo establecido en el artículo 118 de la Constitución de la república, solicita se curse un pedido de informes con destino al Ministerio de Salud Pública y, por su intermedio, a la Administración de los Servicios de Salud del Estado, relacionado con el servicio de ambulancias del hospital de Melo, departamento de Cerro Largo.

–OPORTUNAMENTE FUE TRAMITADO».

(Texto del pedido de informes).

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5) PROYECTOS PRESENTADOS

SEÑORA PRESIDENTE.- Dese cuenta de un proyecto de resolución presentado.

(Se da del siguiente).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «La señora presidente de la Cámara de Senadores presenta, con exposición de motivos, un proyecto de resolución por el que se aprueba la Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución Presupuestal de la Cámara de Senadores correspondiente al ejercicio 2017.

–A LA COMISIÓN DE PRESUPUESTO».

(Texto del proyecto de resolución presentado).

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6) SOLICITUDES DE LICENCIA E INTEGRACIÓN DEL CUERPO

SEÑORA PRESIDENTE.- Se comunica que la licencia concedida a la señora senadora Aviaga por los días 3 al 17 de julio inclusive por motivos personales, habiendo presentado la señora senadora el certificado médico correspondiente al mencionado período, queda otorgada al amparo del literal A) del artículo 1.º de la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004.

7) INASISTENCIAS ANTERIORES

SEÑORA PRESIDENTE.- Dando cumplimiento a lo que establece el artículo 53 del Reglamento de la Cámara de Senadores, dese cuenta de las inasistencias a las anteriores convocatorias.

(Se da de la siguiente).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- A la sesión ordinaria del 4 de julio faltó con aviso el señor senador Iturralde.

8) SOLICITUDES DE LICENCIA E INTEGRACIÓN DEL CUERPO

SEÑORA PRESIDENTE.- Léase una solicitud de licencia llegada a la Mesa.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Montevideo, 9 de julio de 2018

Señora presidente de la

Cámara de Senadores

Lucía Topolansky

De mi mayor consideración:

A través de la presente, solicito al Cuerpo me conceda licencia al amparo del artículo 1.º de la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004, por motivos personales, los días 10 y 11 del mes en curso.

Sin otro particular, saludo a la señora presidente muy atentamente.

José Amorín. Senador».

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–17 en 19. Afirmativa.

Queda convocado el señor Tabaré Viera, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

Léase otra solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Montevideo, 9 de julio de 2018

Señora presidente de la

Cámara de Senadores

Lucía Topolansky

Presente

De mi consideración:

Por este medio solicito al Cuerpo me conceda licencia al amparo de la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004, por asuntos particulares, los días 16, 17 y 19 del corriente.

Sin más, saludo atentamente.

Juan Castillo. Senador».

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–20 en 21. Afirmativa.

Se comunica que los señores Eduardo Lorier, Doreen Ibarra y Óscar Andrade han presentado nota de desistimiento informando que por esta vez no aceptan la convocatoria a integrar el Cuerpo, por lo que queda convocada la señora Elena Vellozas, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

9) DEMOCRACIA Y REDES SOCIALES

SEÑORA PRESIDENTE.- El Senado ingresa a la media hora previa.

Tiene la palabra el señor senador Otheguy.

SEÑOR OTHEGUY.- Señora presidenta: muy brevemente, vamos a compartir en el Senado una síntesis de un artículo que publicamos a principios de junio en La Diaria y que titulamos «Democracia y redes sociales».

La democracia enfrenta varias amenazas en el siglo xxi. Una de ellas –desde nuestro criterio– son las campañas electorales tendientes a vaciarse de contenido para convertirse en campañas de marketing; y también –más recientemente– la utilización de las redes sociales para desplegar estrategias de desinformación. A poco de cumplirse las dos primeras décadas del siglo xxi, es un dato de la realidad el fortalecimiento del proceso de expansión de las redes sociales. Asimismo, es incuestionable que este desarrollo modificó la forma de relacionarse entre las personas.

La comunicación desde un dispositivo y a través de distintas plataformas es personal, grupal, social, empresarial, política, académica y de todas formas imaginables. Difundimos todo tipo de comunicación –relevante o no– y, ante todo, somos receptores de una inagotable fuente de información o desinformación.

No es nuestra intención profundizar en todas las calles que se bifurcan en un tema como las redes sociales y su uso. Queremos reflexionar sobre un tema de actualidad, el de las noticias falsas –fake news– y su incidencia en los procesos electorales.

Veamos algunos ejemplos de distintos tratamientos del tema. El presidente de Francia anunció a principios de año que lanzará un proyecto de ley para combatir las noticias falsas durante el período electoral. En México, el Instituto Nacional Electoral firmó acuerdos con diversas plataformas digitales para difundir información oficial y orientar al electorado antes de iniciar el proceso electoral que culminó recientemente. En Malasia se aprobó una propuesta legislativa para prohibir la difusión de noticias falsas, considerándola un delito, existiendo ya en estos tiempos personas condenadas por estos hechos.

Estos son solo algunos ejemplos de diferentes Estados que advierten un problema profundo de difícil resolución, que además tiene la particularidad de que no solo se debe encontrar respuestas de contención interna –nuevamente podemos citar el caso de Estados Unidos y la supuesta intervención de Rusia en las elecciones norteamericanas–, sino que también existen acusaciones de intervención rusa en las elecciones de Francia, Alemania y Ucrania; e incluso antes, la propia Rusia había acusado a Occidente de ser promotor de las «revoluciones de colores» en Ucrania y en Georgia.

Más allá de los casos mencionados, es pertinente detenerse en el tratamiento que la Unión Europea ha realizado del tema. Ante la proximidad de la elección del Parlamento Europeo –en el 2019–, existe el temor fundado de que las noticias falsas difundidas en redes sociales puedan ser utilizadas para generar una tendencia o resultado determinado. Ante estos hechos, la Comisión Europea creó un grupo de expertos precisamente para combatir esta cuestión. El enfoque debe ser multidimensional, en primer lugar, porque ofrece una perspectiva más amplia al concepto de noticias falsas y, además, plantea algunas medidas no punitivas para abordar el tema.

El grupo de expertos reconoce que, aunque no necesariamente ilegal, la desinformación puede sin embargo ser perjudicial para los ciudadanos y la sociedad. Se define como «falsa», «imprecisa» o «engañosa» la información diseñada, presentada o promovida con la intención de causar daño o beneficio. Con la finalidad de asegurar respuestas apropiadas en concordancia con los principios de libertad de expresión, libertad de prensa y pluralismo, el grupo de expertos recomienda un abordaje integral.

América del Sur no está ajena a estos acontecimientos. Destacamos las medidas que se están tomando en estos días en Brasil para mitigar el efecto de las noticias falsas. El Tribunal Supremo Electoral firmó un acuerdo –similar al caso mexicano– con plataformas tecnológicas para las elecciones de octubre.

Si las futuras contiendas electorales pueden ser definidas por estrategias de empresas de comunicación que inescrupulosamente despliegan campañas de desinformación –cosa que ya está sucediendo–, se estaría provocando un profundo daño a la política, a los partidos políticos y a la democracia.

La consultora Gartner, especializada en tecnología informática, afirma –en base a sus estudios– que en el año 2022 el mundo occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas. Sin duda, esta es una auténtica amenaza a la democracia.

Señora presidenta: hemos mantenido reuniones con representantes de la Agencia para el Desarrollo del Gobierno de Gestión Electrónica y la Sociedad de la Información y del Conocimiento, Agesic. Sabemos que el tema también se ha planteado en la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Representantes.

Creemos que el Estado y los partidos políticos debemos asumir este tema con responsabilidad.

Por lo expuesto, solicito que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada a la Presidencia de la República, a la Agencia para el Desarrollo del Gobierno de Gestión Electrónica y la Sociedad de la Información y del Conocimiento –Agesic– y a las autoridades de todos los partidos políticos con representación parlamentaria.

Muchas gracias.

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar el trámite solicitado por el señor senador.

(Se vota).

–24 en 25. Afirmativa.

10) JULIÁN ESMIR GROSSO ACOSTA. PENSIÓN GRACIABLE

SEÑORA PRESIDENTE.- Corresponde ingresar al orden del día.

SEÑORA TOURNÉ.- Pido la palabra para una cuestión de orden.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA TOURNÉ.- Señora presidenta: solicito que se distribuya, se declare urgente y se considere de inmediato el proyecto de ley por el que se concede una pensión graciable al señor Julián Esmir Grosso Acosta, dada la situación de vida de esta persona.

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar el trámite solicitado.

(Se vota).

–25 en 25. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Repártase.

(Así se hace).

–Se pasa a considerar el asunto cuya urgencia acaba de ser votada: «Proyecto de ley por el que se concede una pensión graciable al señor Julián Esmir Grosso Acosta. (Carp. n.º 1122/2018 - rep. n.º 673)».

SEÑORA PRESIDENTE.- En discusión.

Tiene la palabra la miembro informante, señora senadora Tourné.

SEÑORA TOURNÉ.- Señora presidenta: muy brevemente –porque lo necesario es aprobar esta pensión graciable–, quiero traer al plenario de la cámara algunas consideraciones sobre Julián Esmir Grosso Acosta, a quien tal vez muchos de ustedes conozcan como Julio Julián.

Se trata de un músico y autor uruguayo con una larga trayectoria vinculada al carnaval; de un legendario director de murgas, muchas de ellas muy conocidas en nuestro entorno, como Momolandia, Araca la Cana y La Bohemia. Julio Julián integró, asimismo, otros conjuntos como Los Adams, fue director y también creador de una de las letras más emblemáticas del carnaval uruguayo cantada por nuestra querida murga Falta y Resto, también de larga trayectoria.

Para finalizar y como forma de homenaje, quiero señalar que tal vez deberíamos reflexionar, cuando consideramos el tema de las pensiones graciables, sobre los tiempos en que las tratamos, porque en este caso el Poder Ejecutivo la envió en tiempo y se demoró mucho en ser tratada por la Cámara de Representantes. Hoy en día –ojalá me equivoque– Julio Julián podrá gozar por poco tiempo de esta concesión. Reitero que deberíamos reflexionar un poco sobre cómo concedemos las pensiones graciables y los mecanismos que nos damos para ello. En este caso, es absolutamente necesaria porque este creador uruguayo tuvo un enorme quebranto de salud; tanto es así, que su hijo tuvo que dejar de trabajar para acompañarlo.

Sobre todo para un cantautor, como lo es Julio Julián, el haber perdido la memoria así como la posibilidad de expresarse y de moverse es algo terrible.

Quiero recordar, a modo de homenaje, algunas estrofas de la hermosísima canción A una mano paloma. Dice así:

«Era una niña paloma mi mano

Batiendo alas quebraba el silencio

Llegando hasta el cielo de aquel escenario

La mascarada envolvía la brisa

Sembraba en migas de pan en canciones

Sus voces tornaban grotesca la risa

Se transformaba en un cálido viento

El aleteo de muchas palomas

Felices de haber conseguido alimento

Después se iban... Quedaba el silencio

Del escenario la murga partía

Y aquella paloma herida volvía

Y se transformaba en un cálido viento

El aleteo de muchas palomas

Felices si han conseguido alimento

Y no se irán. Ya no habrá más silencio

Del escenario la murga no parte

Y manos paloma hoy pueden quedarse».

Ojalá que esta mano que hoy estamos tendiendo llegue a tiempo.

Muchas gracias, señora presidenta.

SEÑOR MIERES.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR MIERES.- Señora presidenta: todos conocemos a Julio Julián. La señora senadora Tourné hizo referencia a su destacada trayectoria como músico popular e impulsor de cosas que van a quedar en la memoria de todos los uruguayos. Pero es inevitable también hacer alusión a los tiempos y a las demoras en el tratamiento de estos asuntos, porque la situación de Julio Julián, desde el punto de vista de su realidad económica, no es de ahora. El señor representante Daniel Radío –de nuestro partido– presentó una minuta de comunicación para solicitar esta pensión graciable, pero no hace dos meses, ni tres, ni cuatro, ni un año ni dos, sino que hace casi seis años –en setiembre de 2012–, en el período de gobierno anterior, cuando ya la situación de Julio Julián, desde el punto de vista económico, era muy grave.

Esa minuta de comunicación durmió en el Poder Ejecutivo durante cinco años –¡cinco años!–, porque allí, desde 2012 hasta el 31 de julio de 2017, no se trató ni se resolvió. Recién en julio de 2017 –¡cinco años después!– el Poder Ejecutivo la envió al Parlamento como propuesta de resolución, y aquí volvió a dormir en la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Representantes durante todo este tiempo. Fue necesario que ocurriera el grave accidente de salud que tuvo Julio Julián para que, ante la insistencia del señor representante Radío, se considerara, ahí sí, a una velocidad vertiginosa, y pudiera pasar al Senado donde, a través de un trámite urgente, se convirtiera en una pensión graciable; pero esto cuando ya –como bien decía la señora senadora Tourné– la posibilidad de que Julio Julián tenga ese beneficio va a ser, lamentablemente, por poco tiempo.

Creo que la demora en el tratamiento de estas pensiones graciables es de las cosas sobre las que tenemos que reflexionar, porque habla mal de la capacidad de resolver estos temas humanos por parte del sistema político institucional del Estado uruguayo.

Por cierto que la votaremos con mucha convicción, pero también con mucha pena por la demora ocurrida.

Gracias, señora presidenta.

SEÑOR PINTADO.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR PINTADO.- Quiero decir que conocí a Julio Julián, quien fue parte de la generación –que el otro día recordábamos– que luchó contra la Dictadura, y esto no tiene nada que ver con una cuestión de edad. La lucha se libró en distintos campos: en los sindicatos, en los centros de estudio, en la cultura, y uno de esos protagonistas fue Julio Julián. Recuerdo que la Asociación de Funcionarios del Casmu –de la que fui integrante– le cedió su local para que allí ensayara Momolandia, la murga que durante la Dictadura encabezó este cantautor uruguayo. Después hubo una serie de recitales en Montevideo y en Las Piedras, donde teníamos un grupo que en principio se llamó Música para Nuestra Gente y posteriormente Trasfoguero, que también lo tuvo como figura principal.

Entiendo los reclamos con respecto a las demoras en el tratamiento de estos asuntos pero, más allá de que tengo una opinión favorable al respecto, me resulta difícil entender que tengamos que recurrir al mecanismo de la pensión graciable para reconocer la trayectoria y el aporte a la sociedad uruguaya que ha hecho mucha gente. Recuerdo la situación de un tenor que también pasó por esta peripecia durante muchos años, y creo que murió en la miseria, sin que el Estado uruguayo hubiera tenido capacidad de reacción. Lo mismo ha sucedido con deportistas, algunos sobrelaureados y otros nunca reconocidos.

Me parece que tendríamos que reflexionar para conseguir un mecanismo más eficiente y efectivo, que nos quite ese protagonismo que a veces tenemos en la sensibilidad pero también en cierta vanidad de nuestra parte a la hora de proponer nombres, porque podemos cometer injusticias y referirnos solo a la situación de los que conocemos, de los que queremos o de los que han trascendido un poco más, pero hay cientos –por no decir miles– de artistas, deportistas y gente destacada en todo el país –algunos de ellos que no conocemos– que merecerían, de parte del Estado, algún reconocimiento más institucional y menos extraordinario que la pensión graciable. De esa forma, esta distinción, más que como una cuestión de apoyo económico, se dejaría como un modo de reconocimiento al honor, al desempeño y al trabajo.

Asimismo, quiero recordar que hemos votado leyes para que los artistas puedan obtener su jubilación y contar con cierto amparo en la seguridad social, pero eso es para las generaciones posteriores a la aprobación de esas iniciativas, no para las de antes. A veces, en ese mundo bohemio de creación, los artistas no toman muy en cuenta los aspectos que tienen que ver con todos estos temas, porque están concentrados en expresar lo que sienten y lo que mejor le pueden aportar a la sociedad uruguaya.

Por lo tanto, ya que estamos expresándonos en tono de reflexión, creo que deberíamos dar un paso más y encontrar un mecanismo de reconocimiento que vaya más allá de la recorrida por los laberintos de la burocracia estatal, a fin de no llegar tarde, como sucede en este caso.

Muchas gracias, señora presidenta.

SEÑORA PAYSSÉ.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA PAYSSÉ.- Mi intervención será breve, casi a modo de fundamento de voto.

Independientemente de los protagonismos que se quieran asignar al rápido tratamiento de este tema, me congratulo de que lo estemos considerando, habida cuenta de quién es Julio Julián, nombre por el que todos lo conocemos.

Como bien se dijo cuando se hizo referencia a su trayectoria, Julio Julián es un integrante de la vieja guardia de la Falta, la que junto con otras murgas fue protagonista fundamental en el ámbito de la cultura para la apertura democrática o como se le quiera llamar. Fueron épocas difíciles y complejas, en las que la cultura estaba vedada, pero se encontraban las formas para que a través de distintas expresiones –en este caso, la murga– se pudiera transmitir un mensaje más que esperanzador hacia la comunidad.

Recuerdo aquellas instancias en El Tanque Sisley, donde tres o cuatro murgas daban un mensaje no solo esperanzador sino de compromiso con la democracia. En esa época ya cantábamos A una mano paloma y unas cuantas cosas más, pero lo importante es que se vote esta pensión graciable.

Quiero decir que comparto lo que se dijo anteriormente, pero también deseo recordar al Cuerpo que hace pocos días votamos aquí el proyecto de ley por el cual se declara el Día del Artista de Carnaval. Es una reivindicación de ese componente de la sociedad uruguaya, de esa cultura muchas veces desconocida y olvidada en lo que respecta a los derechos que tiene.

Me parece muy importante que el Senado apruebe esta pensión graciable ahora, porque tiene que ver con la vida de una persona que se la jugó, pero también porque responsablemente se la está otorgando a alguien que se la merece.

Gracias, señora presidenta.

SEÑORA PRESIDENTE.- Se pasará a tomar la votación en la forma de estilo.

Repártanse las bolillas de votación.

(Así se hace).

–Dese cuenta del resultado de la votación correspondiente a la pensión graciable a conceder al señor Julián Esmir Grosso Acosta.

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- Han sufragado veintisiete integrantes del Cuerpo. Veinticinco lo han hecho por la afirmativa.

SEÑORA PRESIDENTE.- En consecuencia, el resultado de la votación es: Afirmativa.

Léase el artículo 2.º.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Artículo 2.º.- Precísase que la erogación resultante será atendida por Rentas Generales».

SEÑORA PRESIDENTE.- En consideración.

Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.

(Se vota).

–24 en 24. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Queda sancionado el proyecto de ley, que se comunicará al Poder Ejecutivo.

(No se publica el texto del proyecto de ley sancionado, por ser igual al considerado).

11) ACUERDO DE LIBRE COMERCIO ENTRE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY Y LA REPÚBLICA DE CHILE

SEÑORA PRESIDENTE.- El Senado ingresa al orden del día con la consideración del asunto que figura en primer término: «Proyecto de ley por el que se aprueba el Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile, suscrito en Montevideo el 4 de octubre de 2016. (Carp. n.º 749/2017 - rep. n.º 670/18)».

SEÑORA PRESIDENTE.- En discusión general.

Tiene la palabra la miembro informante, señora senadora Xavier.

SEÑORA XAVIER.- Señora presidenta: como se ha dicho, el Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile fue suscrito en la ciudad de Montevideo, en octubre de 2016. Debemos destacar que el mensaje del Poder Ejecutivo llega a la Asamblea General el 29 de diciembre de 2016 y que el 30 de enero de 2017 se le da ingreso en la Cámara de Senadores.

El proyecto de ley consta de un preámbulo y veinte capítulos.

En el mensaje del Poder Ejecutivo se destaca que los acuerdos comerciales de última generación amplían su enfoque más allá del acceso a los mercados de bienes y servicios y que exceden aquellos acuerdos asumidos en la Organización Mundial del Comercio. Abordan materias que tienen que ver con el bienestar de los pueblos y adoptan compromisos que refieren a asuntos medioambientales, a la igualdad de género, a la reglamentación laboral, a la coherencia regulatoria, a la transparencia y a la anticorrupción.

Se señala asimismo que, por primera vez, Uruguay traslada sus posiciones nacionales a un amplio abanico de materias, tales como coherencia regulatoria, comercio electrónico, medioambiente, transparencia, anticorrupción, género y pymes.

En cuanto a los antecedentes, es importante destacar que este acuerdo viene a sumarse a un conjunto de antecedentes normativos a los que haremos referencia.

En el 2008 se suscribe un acuerdo de asociación estratégica, celebrado entre Uruguay y Chile –lo suscriben los presidentes Vázquez y Bachelet–, que fuera ratificado en Uruguay mediante la Ley n.º 18639, de 30 de diciembre de 2009. A partir de allí hemos venido ratificando instrumentos a nivel parlamentario que nuestros poderes ejecutivos han firmado oportunamente.

En materia de fortalecimiento económico-comercial, se suscribieron protocolos adicionales al Acuerdo de Complementación Económica –ACE n.º 35–, que permitieron profundizar la cobertura de bienes, incorporando zonas francas a los territorios que pueden usar las preferencias arancelarias y acelerando los cronogramas de desgravación. Por ello es muy importante tener claro que el universo arancelario actual se encuentra en el 100 % de la preferencia arancelaria. Por otra parte, el tratado comercial retoma lo ya alcanzado en el Acuerdo de Complementación Económica –ACE n.º 35–, del año 1996, entre el Mercosur y Chile.

Es relevante señalar, en cuanto a la relación bilateral con Chile, que ya se cuenta con tres acuerdos que se complementan con el tratado de libre comercio, que son instrumentos que les brindan a los exportadores uruguayos un marco jurídico por demás favorable para concretar negocios. Ellos son el Acuerdo de Promoción y Protección de Inversiones, firmado en 2010 y ratificado en 2011 por el Parlamento –un acuerdo moderno que establece las reservas por listas negativas–, el Acuerdo sobre Compras Públicas, firmado en 2009 y ratificado en 2012 –hay múltiples empresas uruguayas que se benefician de este acuerdo en el marco de las compras públicas–, y el acuerdo para evitar la doble imposición tributaria firmado en 2016 y aprobado por la Ley n.º 19548 en 2017 y que aún está a estudio del Parlamento de Chile.

A continuación, voy a detallar los aspectos más relevantes del acuerdo, porque el aspecto técnico es parte del informe que le corresponde a la miembro informante.

El capítulo 1, «Disposiciones iniciales y definiciones generales», refiere fundamentalmente a disposiciones administrativas. Establece definiciones que comprenden el acuerdo, distintos acuerdos sobre la OMC, antidumping, valoración aduanera, medidas sanitarias y fitosanitarias, subvenciones y medidas compensatorias, salvaguardias, propiedad intelectual y comercio de servicios.

Respecto del capítulo 2, «Comercio de bienes», el acuerdo no innova en la materia. Como decíamos, los cronogramas de desgravación del ACE para bienes ya han finalizado, brindando el 100 % de margen de preferencia arancelaria al comercio bilateral. En el anexo 2.4 se detallan las reservas de Uruguay en importación de vehículos usados, las importaciones exclusivas realizadas por la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Pórtland y la prohibición de importación de vinos en envases que excedan un litro de capacidad. Por su parte, las restricciones a la importación de Chile son las relativas a la importación de vehículos usados.

Es importante mencionar que los principales productos que Uruguay exporta a Chile son: carne bovina, productos farmacéuticos y concentrados de bebidas. Por su parte, los principales productos importados desde Chile son: plásticos, papel, cartón y cítricos.

El capítulo 3, «Facilitación del comercio», consta de trece artículos que refieren a procedimientos aduaneros y facilitación del comercio, publicación, oportunidad para formular observaciones antes de la entrada en vigencia de las resoluciones aduaneras de aplicación general, resoluciones anticipadas, revisión y apelación, despacho de bienes, automatización, aceptación de copias, ventanillas únicas de comercio exterior, sistema de administración o gestión de riesgos, operador económico autorizado, cooperación y asistencia mutua en materia aduanera y confidencialidad. En esta materia, la normativa de Uruguay está mucho más avanzada que la chilena, lo que permite que se consolide la ambición nacional en el texto.

En este aspecto nos parecen relevantes algunas modificaciones que se han hecho en la normativa uruguaya –si bien no forman parte del tratado, viene al caso informar al respecto–, lo que facilitará disposiciones de este tratado. Es relevante destacar el proceso de transformación estructural que ha desarrollado la Dirección Nacional de Aduanas, así como la implementación de la VUCE, es decir, la ventanilla única de comercio exterior.

La modernización de la Dirección Nacional de Aduanas se llevó a cabo a través de distintas líneas estratégicas: mejora de los procesos y los procedimientos, actualización de la normativa institucional y organizativa, mejora de los recursos humanos y materiales, infraestructura y equipamiento. Asimismo, como recordarán las señoras y señores senadores, se aprobó el nuevo Código Aduanero, en ajuste con la legislación aduanera del Mercosur.

Por su parte, la ventanilla única de comercio exterior –que se crea formalmente a través de la Ley n.º 19149, de 11 de noviembre de 2013– facilita el comercio exterior, optimizando y unificando a través de medios electrónicos la información y documentación en un solo punto de entrada para cumplir con todos los trámites de importación, exportación y tránsito. El acuerdo permitirá culminar la interoperabilidad de la ventanilla chilena y generar mejores ahorros de costos y procesos para Uruguay y Chile.

Como decíamos, este detalle no es menor a la hora de comprender la posibilidad de que algunas disposiciones de este tratado se vean facilitadas, así como otras instancias comerciales con otros países.

En el capítulo 4, «Pequeñas y medianas empresas», se da la posibilidad a las pymes uruguayas que accedan, a través de las páginas web de Uruguay XXI y de la Plataforma Nacional de Inteligencia Comercial, del Ministerio de Relaciones Exteriores, a información amigable que describirá aquellas disposiciones del tratado relevantes para ellas. El intercambio de experiencias en el marco del Comité de Pymes ofrecerá a nuestro país la oportunidad de familiarizarse y aprender de las mejores prácticas chilenas en el apoyo a las pymes exportadoras. Sin duda, Uruguay tendrá así, por el camino que lleva recorrido Chile, ventajas para ese aprendizaje.

Las disposiciones del capítulo 5, «Medidas sanitarias y fitosanitarias», tienen el objetivo de fomentar la transparencia y el intercambio de información anticipada. También se prevé algo que para Uruguay es muy importante: la creación de un Comité de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias como foro de discusión de problemas relacionados con el desarrollo o aplicación de medidas que afecten o puedan afectar el comercio de ambos países. En los acuerdos comerciales bilaterales Uruguay siempre intenta que se prevea el funcionamiento de un comité específico para tratar los temas relacionados con las habilitaciones sanitarias y fitosanitarias, aspecto que resulta crucial en materia de acceso a mercados, en particular con nuestro perfil exportador.

En el capítulo 6, «Obstáculos técnicos al comercio», se consagra que Uruguay y Chile harán compatibles, en el mayor grado posible, sus procedimientos de evaluación de conformidad. De esta forma, podrán abatirse los costos del comercio al promover que un producto no deba ser objeto de dos procedimientos de evaluación de conformidad cuando es exportado de un mercado a otro.

El capítulo 7, «Comercio transfronterizo de servicios», consta de doce artículos, que refieren a: definiciones, ámbito de aplicación, trato nacional, trato de la nación más favorecida, etcétera. Cabe recordar que Uruguay es miembro fundador de la OMC, y uno de los principios básicos del comercio internacional es la cláusula de la nación más favorecida, que exige que cuando un país brinda un trato más beneficioso que otro Estado miembro –tanto en el comercio de bienes como de servicios–, debe extendérselo al resto de la membresía de la OMC. Con el fin de exceptuarse de esta obligación y asegurarse de que una ventaja que se otorga a un país o grupo de países no se extienda al resto de los miembros de la OMC, hay que cumplir con los requisitos establecidos en el artículo 24 del GATT y el artículo 5 del AGCS. Por ello, en los tratados o acuerdos de libre comercio debe notificarse al organismo multilateral que se está bajo la excepción de los artículos mencionados –cosa que hemos hecho para prevenir esta situación– con el fin de demostrar que los beneficios otorgados solamente están vigentes entre las partes signatarias del acuerdo. En caso de que los acuerdos comerciales negociados no cumplan con la normativa de la OMC, ahí sí se termina brindando a toda la membresía beneficios que en realidad estaban pensados solamente para un socio comercial. Esta es una de las cláusulas que motiva mucho debate, por lo que me parecía importante destacar que en este tratado se cumplió con esas disposiciones de la OMC y, por lo tanto, los beneficios son entre los dos países signatarios.

El resto de los artículos del capítulo 7 tiene que ver con el acceso a los mercados, presencia local, medidas disconformes, reglamentación nacional, reconocimiento mutuo, denegación de beneficios, transparencia, pagos y transferencias.

Se exceptúan del acuerdo dos sectores muy sensibles para ambos países: las telecomunicaciones y los servicios financieros, in totum. Sobre este punto cabe señalar que tanto Uruguay como Chile ya han asumido obligaciones para el comercio de servicios en dos acuerdos: en el Protocolo sobre el Comercio de Servicios entre Mercosur y Chile –suscrito en el marco del ACE 35 y vigente desde abril de 2012–, que contiene compromisos para los cuatro modos de prestación por lista positiva, y en el Acuerdo sobre Inversiones Uruguay-Chile, que incluye obligaciones para la presencia comercial en servicios por lista negativa, vigente desde marzo de 2012. Obviamente, en este caso, al tratarse de servicios, se negocia por lista negativa. En definitiva, este capítulo recoge los compromisos negociados en el Protocolo de Servicios entre Mercosur y Chile para los modos de comercio transfronterizo, consumo en el exterior y salida temporal.

El capítulo 8, «Comercio electrónico», brinda claridad y transparencia, y ayuda a la previsibilidad del marco normativo nacional, otorgando dinámica a la industria del software de nuestro país que tiene, sin duda, enorme importancia. Consta de catorce artículos, que refieren a los siguientes puntos: definiciones, ámbito de aplicación y disposiciones generales, derechos aduaneros, marco legal para las transacciones electrónicas, autenticación electrónica y firmas electrónicas, protección al consumidor en línea, protección de la información personal, administración del comercio sin papel, principios sobre el acceso y el uso de la Internet para el comercio electrónico, transferencia transfronteriza de información por medios electrónicos, ubicación de las instalaciones informáticas, comunicaciones electrónicas comerciales no solicitadas, cooperación y cooperación en asuntos de ciberseguridad. Con relación a esta temática, tanto la Agesic como la VUCE, el Ministerio de Industria, Energía y Minería, el Ministerio de Economía y Finanzas, y el Banco Central del Uruguay, han dado el visto bueno a las disciplinas negociadas considerando que cumplen con los requisitos que rigen en Uruguay para esa materia.

El capítulo 9, «Política de competencia», no pone en riesgo ninguna actividad monopólica a cargo del Estado uruguayo. Consigna que Chile cooperará con Uruguay en lo que refiere a la adopción y aplicación de normativa sobre promoción y defensa de la competencia. Se establece que a sola instancia de Uruguay se podrán iniciar consultas sobre prácticas anticompetitivas de empresas chilenas que afecten adversamente el comercio o las inversiones bilaterales. Huelga decir la significación que tiene este capítulo.

En el capítulo 10, «Propiedad intelectual», se retoma la normativa multilateral sobre la materia. Dada la similitud de ambos marcos jurídicos, se logró incorporar al texto tanto la normativa nacional como la chilena. El capítulo consta de doce artículos relativos a los siguientes temas: definiciones, disposiciones generales, trato nacional, objetivos, principios, compromisos de las partes en materia de ciertas medidas de salud pública, acuerdos internacionales, agotamiento de los derechos de propiedad intelectual, dominio público, aplicación del acuerdo a materias existentes, cooperación, indicaciones geográficas y denominaciones de origen, y entendimiento respecto al reconocimiento o protección de indicaciones geográficas y denominaciones de origen en acuerdos internacionales. Cabe precisar que no hubo acuerdo en que el ámbito de aplicación incluya tres materias: derechos de autor, marcas y patentes.

En un anexo se consigna la lista de indicaciones geográficas y denominaciones de origen presentadas en forma conjunta por Uruguay y Chile, o que serán incorporadas al acuerdo según recomendación de la Comisión de Libre Comercio, a la que haremos referencia más adelante. También, con respecto a las indicaciones geográficas se negoció hacer únicamente referencia a las denominaciones homónimas, a fin de salvar la situación del reconocimiento del pisco en este acuerdo con Chile. Además, se deja salvaguardada la posibilidad de este mismo reconocimiento para indicaciones geográficas homónimas solicitadas por otros países.

En materia de compromisos internacionales, Uruguay se negó a aceptar la adhesión automática al tratado sobre el registro de patentes –el llamado PCT que tenemos a consideración en la Comisión de Asuntos Internacionales–, por lo que en el texto se establece que se realizarán los mejores esfuerzos para adherir al PCT pero que en ningún caso este compromiso es vinculante a la aprobación del tratado por parte de otro poder del Estado. Además, el acuerdo no modifica ni restringe el acceso a la salud, a la educación, a la ciencia, a la tecnología, al conocimiento, a la cultura ni a los datos de prueba, según lo establecido por la normativa vigente.

Ese tratado que, repito, aún tenemos a estudio, fue firmado en la década de los setenta, y creo que debe ser el más veterano de los tratados a consideración de este Parlamento sin haber sido ratificado.

El capítulo 11, «Laboral», consta de quince artículos, que son los siguientes: definiciones, objetivos, compromisos compartidos, derechos laborales, no derogación, aplicación de la legislación laboral, trabajo forzoso u obligatorio, responsabilidad social corporativa, cooperación, concientización pública y garantías procesales, comunicaciones públicas, participación pública, disposiciones institucionales, consultas laborales, y no aplicación de solución de diferencias. El acuerdo consolida la legislación laboral que rige actualmente en nuestro país. En virtud del principio de no derogación, se asegura que las partes no adopten prácticas de dumping social para impulsar su competitividad internacional. En temas de cooperación, los representantes tanto de los trabajadores como de los empleadores tendrán la posibilidad de expresar sus reclamos a la hora de diseñar la agenda bilateral. En cuanto a la participación pública, en el Consejo Laboral del Acuerdo podrán presentar sus puntos de vista con respecto a los asuntos relacionados con este capítulo que afecten el comercio bilateral. En este caso ha sido muy importante, sin duda, que el acuerdo consolide la legislación laboral que rige en nuestro país dado que el nivel de protección de nuestros trabajadores es superior al del Estado parte del tratado.

En el capítulo 12, «Medio ambiente», se genera un marco sólido para alentar a que las empresas radicadas en Uruguay adopten voluntariamente principios de responsabilidad social corporativa que estén relacionados con el medioambiente. Entre las obligaciones que las partes asumen con respecto a su participación, se destacan: atender sus solicitudes de información, responder sus solicitudes de celebración de consultas con la otra parte, e incluir a personas con experiencia relevante en estos asuntos en mecanismos consultivos nacionales cuya finalidad sea recabar opiniones sobre la implementación de este capítulo.

El capítulo 13, «Cooperación», es transversal a todos los del acuerdo. Chile es reconocido como país modelo y vanguardista de la región en materia de cooperación internacional. Dada la experiencia en cooperación Sur-Sur y la conformación del Comité de Cooperación creado por este capítulo, otros comités temáticos creados en el acuerdo podrán acudir a este para cumplir con sus fines. Sin duda, la experiencia acumulada de Chile en materia de cooperación Sur-Sur es muy importante para un país como el nuestro que ha incrementado su renta, pasando a tener una renta media alta.

En el capítulo 14, «Género y comercio» –que fue incorporado por la expresidenta Bachelet–, se promueve la generación de un incentivo adicional para la difusión al interior de la sociedad uruguaya de las leyes, regulaciones, políticas y prácticas relativas a equidad e igualdad de género, así como la creación de un marco privilegiado para que, a través de la cooperación entre las partes, se aumenten las capacidades de las mujeres para acceder y beneficiarse plenamente de las oportunidades generadas por este acuerdo, tales como el fomento de las habilidades y competencias de las mujeres en el ámbito laboral, empresarial y social; la promoción de la inclusión y la educación financiera; y el fomento del emprendimiento femenino.

Respecto del capítulo 15, «Coherencia regulatoria», se prevé que comenzará a regir a partir del tercer año de la entrada en vigor del acuerdo y que el ámbito de aplicación será acordado de común acuerdo entre las partes. Este capítulo consta de diez artículos, referidos a los siguientes temas: definiciones, disposiciones generales, ámbito de las medidas regulatorias cubiertas, procesos o mecanismos de coordinación y revisión, implementación de las principales buenas prácticas regulatorias, Comité de Coherencia Regulatoria, cooperación, notificación de implementación, relación con otros capítulos, y no aplicación de solución de diferencias.

El capítulo 16, «Transparencia y anticorrupción», nos parece de extraordinaria relevancia para este modelo de acuerdos. Trata, básicamente, de la publicación de leyes, regulaciones, procedimientos y resoluciones administrativas vinculadas con el acuerdo, de manera que sean puestas a disposición de la otra parte, y permite a las personas interesadas familiarizarse con ellas. Se reafirma la determinación de cada parte de eliminar el soborno y la corrupción en el comercio internacional, así como la importancia de la participación tanto del sector público como del sector privado en la lucha contra la corrupción. Cabe consignar que estas disposiciones están en consonancia con la Ley n.º 18381, sobre el derecho de acceso a la información pública y con la actual política de transparencia que el Gobierno lleva adelante.

En el capítulo 17, «Administración del acuerdo», se establece una Comisión de Libre Comercio –a la que ya hicimos referencia–, que estará presidida por ambas Cancillerías y se convoca a los ministerios sectoriales en función de la materia de que se trate en cada reunión. Dicha comisión tendrá por objetivo velar por el cumplimiento del acuerdo, evaluar los resultados logrados en la aplicación, así como contribuir a la solución de diferencias y supervisar la labor de comités, subcomités y grupos de trabajo.

En el capítulo 18, «Solución de diferencias» –así como en el anterior sobre administración del acuerdo–, se prevén muchas instancias que no son inicialmente las del litigio en organismos de solución de controversias internacionales, sino que se llega a ellos después de todo un mecanismo. Surgida una diferencia, la parte reclamante tiene dos opciones: recurrir al Tribunal Arbitral previsto en este acuerdo –o en cualquier otro acuerdo comercial del que Uruguay y Chile sean parte– o, como segunda opción, recurrir al sistema de solución de diferencias de la OMC. La elección de uno de estos dos foros será excluyente del otro; o sea, cuando se opta por un camino, luego no hay reversión. Cabe consignar que la vía normal para la solución de una controversia en el ámbito bilateral siempre es el Tribunal Arbitral. Como país, sabemos bien lo que conlleva ir a litigar en el ámbito internacional de la OMC, desde los costos que implica hasta las complejidades que conlleva. Los pasos del sistema bilateral son: primero, consultas de buena fe; segundo, intervención de la Comisión de Libre Comercio; tercero, establecimiento del Tribunal Arbitral ad hoc –tres miembros, uno por cada parte y el tercero de común acuerdo–; y cuarto, en caso de incumplimiento del laudo arbitral, se puede solicitar una compensación o suspenderse los beneficios que da el TLC.

En el capítulo 19, «Excepciones y disposiciones generales», nuestro país se reserva el derecho de reglamentar o de generar potenciales discriminaciones al comercio fundamentadas en políticas públicas legítimas de protección a los ciudadanos, del medioambiente, en casos de defensa nacional, entre otras temáticas.

El capítulo 20, «Disposiciones finales», refiere a aspectos administrativos, a la entrada en vigor, a la denuncia y al depósito. Se dispone que la entrada en vigor del presente acuerdo estará sujeta al cumplimiento de los procedimientos legales internos de cada Estado parte. Las disposiciones prevén que entrará en vigor a partir de los noventa días corridos contados a partir de que la Secretaría General de la Aladi notifique a las partes haber recibido la última comunicación, informando el cumplimiento de los requisitos establecidos en la legislación interna. Asimismo, establece la posibilidad de denunciar el acuerdo, que dejará de producir sus efectos luego de transcurridos ciento ochenta días de la notificación entre las partes. Se dispone que la Secretaría General de Aladi es la depositaria del presente acuerdo.

Con respecto a la situación de este tratado en la República de Chile, queremos consignar que ya ha sido aprobado por la Cámara de Diputados, que en el día de hoy será considerado en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, luego pasará a la Comisión de Hacienda y finalmente al plenario para su sanción definitiva.

En síntesis, creemos que el Acuerdo de Libre Comercio entre Uruguay y Chile se enmarca dentro del Acuerdo de Asociación Estratégica celebrado entre ambos países en el año 2008 por los presidentes Vázquez y Bachelet, transformado en ley en 2009.

Es muy importante que en estos tratados incorporemos algunas medidas a las que hacíamos referencia, que complementan tanto el comercio de bienes como de servicios.

Tomando en cuenta las consideraciones mencionadas, la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Senadores recomienda, por unanimidad de presentes, convalidarlo mediante la aprobación del proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo.

Muchas gracias.

SEÑORA PRESIDENTE.- Damos la bienvenida a los alumnos de 6.º año del Colegio El Clemente.

12) PROYECTOS PRESENTADOS

SEÑORA PRESIDENTE.- Dese cuenta de un asunto entrado fuera de hora.

(Se da del siguiente).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «Varios señores senadores presentan, con exposición de motivos, un proyecto de ley por el que se declara de interés nacional la conmemoración de los cien años de la inauguración del Palacio Legislativo, ocurrida el 25 de agosto de 1925.

–A LA COMISIÓN DE EDUCACIÓN Y CULTURA».

(Texto del proyecto de ley presentado).

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13) CIEN AÑOS DEL ROTARY CLUB DE MONTEVIDEO

SEÑORA PRESIDENTE.- Dese cuenta de otro asunto entrado fuera de hora.

(Se da del siguiente).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «El señor senador Bordaberry, de conformidad con lo establecido en el artículo 171 del Reglamento del Senado, solicita autorización para realizar una exposición verbal por el término de veinte minutos para referirse al tema “Cien años del Rotary Club de Montevideo”».

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar la autorización solicitada por el señor senador Bordaberry.

(Se vota).

–23 en 24. Afirmativa.

14) ACUERDO DE LIBRE COMERCIO ENTRE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY Y LA REPÚBLICA DE CHILE

SEÑORA PRESIDENTE.- Continúa la consideración del primer punto del orden del día.

SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR BORDABERRY.- Señora presidenta: creo que hoy es un día de alegría porque finalmente el Uruguay está dando otro paso firme con relación a la orientación de su política internacional.

Hoy estamos aprobando un tratado de libre comercio, lo que no es poca cosa. Si bien el efecto sobre el comercio en sí entre Uruguay y Chile va a ser casi cero –porque en las relaciones comerciales prácticamente está todo desgravado–, se está reconociendo el valor de un instrumento esencial para nuestra vida económica.

La situación geográfica y geopolítica del Uruguay nos ha impuesto desde siempre la necesidad de dirigir la mirada hacia otros destinos y mercados. «Pradera, frontera y puerto», nos definió hace mucho tiempo un historiador. Eso hemos sido siempre: pradera, frontera y puerto, y lo seguiremos siendo. Un país que hoy produce alimentos para nueve o diez veces más que su población, que tiene capacidad de producir para más de treinta o cuarenta millones de personas, necesariamente debe mirar fuera de sus fronteras en lo que respecta al comercio.

Aquel viejo sueño que surgió luego de la guerra de Corea, cuando el mundo se cerraba y se pensaba que aislándose y protegiendo el mercado interno se lograría el desarrollo, ya no se sustenta desde el punto de vista de la teoría y menos aún desde la práctica porque ya fracasó hace tiempo. Optar entre un mercado de 3:200.000 uruguayos y uno que incluye el resto del mundo, para un país con esa producción y esa situación geopolítica no debería ser, siquiera, motivo de discusión. Sin embargo, hay aprensión; parece que se tuviera miedo de avanzar en el sentido correcto.

Tuve el honor de participar representando al país en las negociaciones del último gran tratado de libre comercio que celebró el país, en el año 2003, durante el Gobierno del doctor Jorge Batlle, con México. Ese tratado de libre comercio fue aprobado exclusivamente gracias al vínculo personal que tenían los entonces presidentes Jorge Batlle y Vicente Fox. El acuerdo se logró a nivel de presidentes, por lo que quienes luego lo negociábamos teníamos la seguridad de que iba a ser aprobado.

En cuanto a los efectos de ese tratado de libre comercio, cabe recordar que los estudios de Uruguay XXI demostraron que fue muy positivo. Algunos años nosotros les hemos vendido más y otros, nos han vendido más ellos, pero esas son las reglas de juego. De todos modos, cuando se evaluaron los primeros diez años de vigencia del tratado –reitero que manejo cifras de un trabajo que hizo Uruguay XXI–, se pudo comprobar que pasamos de 37:000.000 de importaciones y 136:000.000 de exportaciones, a 308:000.000 y 284:000.000. Quienes solo tienen en cuenta los años en que la balanza comercial fue negativa para el país, se equivocan; deberían analizar todo el plazo. De eso se trata y, según los datos del propio Banco de México, las exportaciones fueron mayores que las importaciones que tuvimos.

¿De qué se trata todo esto? De ampliar el comercio, porque eso repercute en el crecimiento de bienes, lo que a su vez genera trabajo y empleo.

Se debe tener en cuenta, además, que en medio del período estudiado para esa evaluación del tratado de libre comercio con México tuvo lugar la crisis de 2008, que nos afectó muchísimo; si eso no hubiera ocurrido, los resultados hubieran sido aún mejores. Pero lo cierto es que ha facilitado mucho las exportaciones, desde la zona franca de Colonia, de cueros curtidos de bovinos y también de madera contrachapada. Gracias al tratado de libre comercio con México, cuando ocurrió la crisis de la construcción, luego del lío con Lehman Brothers, Fannie Mae y Freddie Mac en Estados Unidos, las empresas que exportaban madera contrachapada encontraron un mercado libre de aranceles que les permitió subsistir. Hoy se anuncia en la prensa que esa empresa que tuvo problemas, que está en Tacuarembó, acaba de ser vendida; fue la operación número diecisiete de ventas y fusiones de empresas en América del Sur el año pasado. No es poca cosa para un país como el Uruguay. ¿Cómo pudo mantenerse esta empresa? Porque tuvo un mercado alternativo. Este es el gran valor que tiene un tratado de libre comercio.

Algunos dicen: «Vamos a tener un tratado de libre comercio y ¡vaya a saber si efectivamente podremos vender o no hacia esos mercados!». En verdad, sí, porque la mera posibilidad de poder vender a otros mercados en caso de que alguno cierre, ya tiene un valor enorme. El ejemplo que mencioné de la venta de madera contrachapada fue lo que le permitió seguir a la compañía maderera; y luego, en 2013, cuando se retomaron las ventas a Estados Unidos por la recuperación del mercado de la construcción, México siguió siendo el segundo destino de esas exportaciones. Llegado el momento, la empresa se vende, entra dinero y se sigue trabajando.

¡Qué importante fue ese tratado! Es una de las tantas cosas en las que el expresidente de la república, doctor Jorge Batlle, mostró su visión, de la misma forma que lo hizo en ocasión de aprobar el tratado de protección de inversiones con Finlandia. Si hubiera escuchado aquellos cantos de la oposición que decían que no había que aprobar ese acuerdo con Finlandia, ¿qué hubiera pasado hoy? No tendríamos la planta de UPM en Fray Bentos, ni la planta de celulosa en Conchillas, ni la planta de pueblo Centenario en Durazno, única expectativa de inversión en la que el actual Gobierno ha puesto toda su esperanza. ¡Vaya si son importantes los tratados de libre comercio! ¡Vaya si nos perdimos una gran oportunidad de firmar un tratado de libre comercio con los Estados Unidos! No nos lo perdimos porque Estados Unidos no lo quisiera; no nos lo perdimos porque pusiera demasiadas exigencias; ¡nos lo perdimos porque todavía había algunos entrampados en los años sesenta, que antepusieron sus ideologías al interés y el bienestar de todos los uruguayos!

¡Y pasó el tren! Y después volvió a pasar el tren.

Por suerte, hoy en día, tras muchas discusiones, después de que muchos demoraran en aceptar este instrumento, estamos acá para aprobarlo. Donde esté Jorge Batlle nos estará mirando y estará riendo. Con seguridad, como lo hacía todo el tiempo, estará diciendo: «¡Está clavado!». Así es: está clavado que este es el camino y que es muy bueno que hoy el oficialismo deje atrás esa posición, baje esas banderas que atacan el libre comercio y las relaciones comerciales país a país, y apruebe este tratado. Tal como dijimos antes, quizás no tenga tanto efecto desde el punto de vista arancelario porque está todo desgravado, pero el Senado de la república le está diciendo a todos que los tratados de libre comercio son el camino que debemos seguir de aquí en más: con Chile, con México, con Estados Unidos, con Cuba, con Vietnam, con el que sea. ¡Este es el camino! De lo contrario, nos estaremos quedando atrás, dejando a todos nuestros productores e industriales una mochila: la de tener que pagar aranceles para entrar a mercados donde los productores, industriales y exportadores de otros países no lo hacen.

Algunos justifican la aprobación de este tratado diciendo: «Vamos a aprovechar que Chile tiene cuarenta o cincuenta tratados de libre comercio con otros países» –creo que son cincuenta y cinco, pero no recuerdo bien y quisiera ser preciso porque últimamente me las cobran, aunque al fijar el rango-meta de la inflación nunca le embocan– «para ingresar a esos mercados». Eso es algo bastante tirado de los pelos, entre otras cosas porque tendríamos que dar trabajo a los chilenos para que efectivamente nuestros bienes exportados tengan origen chileno, cuando nosotros tenemos que pensar en dar trabajo a los uruguayos y no a los chilenos. Pero, además, este es el camino que está planteando la Unión Europea porque tiene beneficios que ya nadie niega: genera mayor competitividad, más y mejores empleos, permite reducir y hasta eliminar las barreras arancelarias y no arancelarias. Todos sabemos que no todos los sectores de la economía se benefician por igual desde el principio, pero a largo plazo se benefician todos, sin duda.

Al momento de aplaudir la firma de este tratado de libre comercio con Chile, que se aprobará hoy en el Senado, lo más importante es señalar cuál es el camino por venir. Lamentablemente, el ALCA no caminó, pero creo que a partir de tratados de libre comercio como este podremos construir un gran ALCA desde el pie, desde abajo. Celebremos tratados de libre comercio con México, con Chile, con Estados Unidos, y construyamos una gran área de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego. ¡Ese debe ser el camino! Podemos construirlo pretendiendo lograr una gran área con un tratado multilateral, o quizás lo mejor sea ir haciendo tratados entre todos hasta que un día nos encontremos con que todos estamos desgravados. Lo construiremos de esa forma, aprobando tratados modelos, de última generación –como este–, que no solamente atiendan los temas arancelarios, sino también temas como la corrupción, la protección del medioambiente, la competitividad, el comercio electrónico y la modernidad.

Esperemos que el país siga este camino y que todos nos demos cuenta de que es imprescindible. Si el Mercosur no avanza con la Unión Europea, avancemos nosotros con la mayor cantidad de tratados de libre comercio posible. Hoy estamos dando ese paso; hoy, en Uruguay, tratado de libre comercio deja de ser una mala palabra para la amplia mayoría de los partidos políticos representados en este ámbito; hoy, todos, oposición y oficialismo, reconocemos la bondad de los tratados de libre comercio. Supongo que si lo estamos aprobando es porque todos somos conscientes de la bondad de este tipo de tratados. Y es bueno que una vez más, desde el oficialismo, se arríen esas banderas dogmáticas en contra de esos acuerdos; es bueno que una vez más, desde el oficialismo, se cambie de posición. Es muy bueno, como lo es también el cambio de posición en una cantidad de otros temas por los que ayer se nos criticaba, se nos denostaba, por los cuales quienes los defendíamos éramos acusados desde vendepatrias hasta defensores del imperialismo. ¡Hoy por suerte se ha cambiado! Ya las concesiones de obra pública y las privatizaciones dejaron de ser malas palabras; ya el agravamiento de penas para atacar la inseguridad dejó de ser mala palabra; ya el enfrentar las crisis cumpliendo con las obligaciones dejó de ser mala palabra. Hoy, acá, de nuevo, quienes sostenían hace muchos años la necesidad de este tipo de acuerdos, dejaron de ser denostados por eso.

Vaya mi recuerdo y mi memoria muy especial al doctor Jorge Batlle, criticado y denostado. Era un liberal, un amante de la libertad que, como tal, promovía y pretendía lograr –y lo logró– acuerdos de este tipo, con la certeza de que ese era el camino para crear el bienestar de los uruguayos. Tenía la certeza de que ese destino de puerto, pradera y frontera –puerto que brinda servicios, pradera que produce y frontera al mundo, como es el Uruguay– iba a seguir ampliando las fronteras, brindando servicios y, sobre todo, colocando, en igualdad de condiciones con otros países, la producción de su pradera y el resultado de la inteligencia de sus hombres.

Muchas gracias.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Señora presidenta: hoy es un día de celebración. Celebramos el primer TLC de país a país ratificado por este Parlamento en trece años de gobierno del Frente Amplio. Es un día realmente muy importante, además, porque creemos que nuestro país tiene que ser la salida atlántica de la Alianza del Pacífico.

(Ocupa la presidencia el señor senador Juan Castillo).

–El Gobierno uruguayo ha recibido la bendición del plenario del Frente Amplio y por eso estamos aquí. Quiero ser preciso en señalar que el plenario del Frente Amplio resolvió, en primer lugar, apoyar la ratificación del tratado suscrito por nuestro Gobierno y el Gobierno de Chile; en segundo término, transmitir esta resolución a la bancada parlamentaria –o sea, dar la autorización–, y, por último, encomendar a los órganos del Frente Amplio, y en especial a la agrupación nacional de gobierno de esa fuerza política, el seguimiento de la evolución e implementación de los acuerdos, buscando procesarlos, previa y adecuadamente, en clave frenteamplista. Esto sería como decir: «De acá en más, firmen todo lo que de alguna manera no colida con la clave frenteamplista».

Señor presidente: debo decir, con total franqueza, que creo que es muy poco republicano –y me hago cargo de lo que digo– todo este episodio. ¡Un Gobierno no puede estar subordinado al plenario de un partido político! Esto no lo digo yo, sino el propio ministro de Economía y Finanzas. En momentos en que el plenario del Frente Amplio aplazaba la discusión del tema, el ministro Astori señaló: «No se puede discutir en un Plenario el TLC con Chile, porque ya está aprobado por los dos Gobiernos (Uruguay y Chile); y el Gobierno lo analizó y lo aprobó. Si el Plenario mandatara a los legisladores (a votar en contra) sería un error garrafal». Reitero que esto lo manifestó el ministro Astori.

Me parece que se ha colocado al país, al Gobierno electo –nada más y nada menos que por mayorías absolutas– y a ustedes mismos como bancada parlamentaria, en situación de sujeción a lo que dice un órgano que, en última instancia, será representativo de un partido pero no de la soberanía nacional. Ustedes, el Frente Amplio, pueden darse el gobierno que quieran, pero al país no.

Voy a citar simplemente la expresión de un sector de la coalición oficialista, Banderas de Líber, que el 9 de mayo emitió una declaración que señalaba: «El Frente Amplio llegó al límite. La tensión entre la ficción y la realidad hizo explosión en el último plenario nacional llevando la situación a lo inaceptable. La situación preocupa y entristece. […] Una opción de élite, fundada en el vanguardismo fracasado históricamente, miope políticamente y con una interpretación equivocada de la realidad, empuja al pueblo uruguayo al estancamiento, se rifa los logros de los últimos tres Gobiernos y pone al Frente Amplio al borde de la fractura». Eso se decía desde adentro del propio Frente Amplio.

Este TLC debería abrir las puertas a la Alianza del Pacífico, a Estados Unidos y al mundo porque nos asocia a uno de los países más serios de la región, que ha tenido una continuidad de su política internacional más allá de las alternancias de los distintos partidos en ejercicio del Gobierno, pues sin importar la pertenencia de sus distintos presidentes, hubo un hilo conductor en esa política internacional. Nos asocia a un país que, al cabo de los años, ha tenido la capacidad de crear su propia red de acuerdos comerciales, a lo que muchos analistas se refieren como una OMC propia que, como lo señaló el señor senador Bordaberry, es un modelo a seguir porque el mundo va hacia ahí y no para otro lado. Esta es la realidad; esta es la contundente e incontrovertible realidad.

El comercio exterior es sinónimo de inversión y trabajo para los uruguayos. Acceder a nuevos mercados en condiciones arancelarias preferentes es hoy una condición necesaria –aunque no suficiente– para el desarrollo de nuestro potencial productivo y comercial.

Obsérvese, señor presidente, lo que significó el tratado entre Uruguay y Finlandia –¡que tanto se cuestionó!–, cuyas consecuencias tanto abultan hoy en el producto del país. Fue cuestionado al punto de que no se lo votó, y sin embargo terminó generando una incidencia económica realmente gravitante en el país. Esto fue señalado por todos de manera indiscutible.

SEÑOR MICHELINI.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR LARRAÑAGA.- Tal vez dentro de un ratito, señor senador.

SEÑOR MICHELINI.- Es para referirme precisamente a este tema.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Le concedo con mucho gusto la interrupción al señor senador.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Puede interrumpir el señor senador Michelini.

SEÑOR MICHELINI.- Señor presidente: me extraña esto.

Respecto al tratado de inversiones con Finlandia, el cuestionamiento que hizo la izquierda –razón por la cual dio su voto negativo– era que las controversias se definían en tribunales internacionales y no en los nuestros. Se podrá estar de acuerdo o no con ello, pero lo cierto es que no cuestionábamos la esencia de los acuerdos económicos y de inversiones, sino dónde se dirimían los conflictos.

¿Por qué insistimos tanto en que se tratara de tribunales uruguayos? Porque cuando una empresa extranjera acuerda con una uruguaya llevar adelante una actividad, puede salir todo bien o puede salir todo mal. Si sale mal y los tribunales son en Nueva York, como un juicio allá arranca en los USD 50.000 o USD 60.000, aunque la empresa uruguaya tenga razón, aquellas que no están en condiciones de pagar esa suma y más –porque no se sabe hasta qué monto se puede llegar–, muchas veces terminan haciendo acuerdos leoninos para evitar un mal mayor.

Se podrá estar o no de acuerdo con nosotros, pero que no se diga que estuvimos en contra de todo lo que es el tratado con Finlandia. ¡No! Estuvimos en contra de algunas circunstancias que podían poner a nuestra gente en mayores dificultades.

Ahora bien, una vez que se votó el tratado, haciendo honra a la seguridad jurídica, le sacamos el mayor provecho. ¡Bueno sería que después de tenerlo no le sacáramos el mayor provecho!

Debemos decir las cosas como son. Para un partido como el Partido Nacional, que como ustedes mismos dicen, siempre estuvo en las cuchillas, es muy importante contar la historia como es, porque a veces el relato tratan de hacerlo los vencedores.

En este caso –vuelvo a repetir–, el problema no era de sustancia, sino en lo relativo a los tribunales y a las controversias. Entonces, que no se diga que estamos en contra de los tratados «desde siempre». ¡No! Teníamos un problema con las controversias; lo expusimos, lo dijimos, lo expresamos, y perdimos; ahora honramos nuestros compromisos y le sacamos el mayor provecho.

Digo esto para poner las cosas en su lugar.

Ahora se dice: «El mundo va para allá». También se dijo –lo dijimos; yo también lo expresé– que el mundo iba para el Mercosur, ¡y vaya si hemos sufrido al Mercosur! Si hubiésemos escuchado un poco más a las pequeñas voces que se opusieron –no era la mía, pero provenía de gente de izquierda– a ese acuerdo en que la gran mayoría iba en determinada dirección porque el mundo iba en ese sentido, de pronto hubiéramos generado una cláusula con alguna salvaguarda.

Eso de que todo tiene que ser unánime, de que todos tenemos que pensar igual, y al que no piensa igual ¡que le caigan los rayos del cielo!, no es la democracia ni la libertad, señor presidente. Que yo esté convencido de que este tratado es bueno no significa que el que plantee dudas sea un hereje. ¡Bueno fuera que siguiéramos ese camino!

Agradezco la interrupción al señor senador.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Puede continuar el señor senador Larrañaga.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Señor presidente: vuelvo a ratificar que me siento admirador del señor senador Michelini. Siento una profunda admiración por él porque reivindica de manera manifiesta que es el supercampeón del chichón: ¡es capaz de cabecear cuanta piedra tiene! Realmente reivindico eso en un gesto de admiración. Se trata de un jugador imprescindible para el Frente Amplio porque defiende ¡todo! ¡Es excepcional! ¡Godín! ¡Ojalá tuviéramos a Michelini en la selección uruguaya, junto a Godín y Giménez, porque así seríamos inexpugnables! ¡No hubiéramos perdido! Estaríamos disputando hoy la semifinal.

Pero, además, todo lo que dijo ¡es errado! ¡Está equivocado! ¡Está profundamente errado! En primer lugar, no solo no votaron el tratado de protección de inversiones con Finlandia, sino que además después hicieron campaña en contra. ¡Campaña en contra! ¡Tanta campaña en contra hicieron, que nos costó un lío internacional con el entonces presidente argentino! ¡Tanta campaña en contra hicieron que tuvieron que dar una enorme voltereta en marzo-abril de 2005 para desandar el camino del no al tratado de protección de inversiones y decir sí! En ese momento apareció un informe noruego, de tres o cuatro páginas, que entregaron a los representantes de los distintos partidos para justificar que entonces sí había que darle apoyo.

Nos habla de que una empresa tiene que gastar USD 50.000 o USD 60.000 en un tribunal internacional, cuando tuvimos que ir a La Haya, donde gastamos no sé cuántos liceos en el pago de los honorarios. ¡No! ¡Está errado! ¡Admirado senador Michelini: está errado!

Y está más errado todavía cuando habla de la defensa del interés nacional, cuando resulta que ahora le han dado a UPM ¡todo! ¡Le han dado todo en el marco de un secretismo total! ¡Por favor!

Por eso tengo que hacer esta exposición, porque admiro a Michelini. ¡Tengo derecho a reivindicar mi admiración al señor senador Michelini! ¡Tengo todo el derecho a hacerlo y lo seguiré haciendo! Lo digo públicamente, porque confesar la admiración en los pasillos y no hacerlo en el plenario me parece que es una tontería.

Ahora, ¡está totalmente errado! Está totalmente errado porque dijeron una cosa ¡pero hicieron otra! ¡Esa es la historia!

Creo que también hay una depreciación de cómo observamos los hechos desde la oposición.

Me pidió una interrupción el señor senador Michelini y se la concedí porque siempre sale con una frondosa argumentación que después sirve para contrargumentar en forma absoluta y ¡total! ¡Pero el camino seguido por el Gobierno es errático, impregnado de ideología, en contra del pensamiento del presidente de la república, del Poder Ejecutivo, del ministro de Economía y Finanzas! Esa es una realidad grande como el país, o como la selección uruguaya, para hablar en términos futbolísticos.

Me parece que este tratado de libre comercio que hoy estamos aprobando –¡aprobando!– es un instrumento en la buena línea, en la mejora de la rentabilidad y la competitividad, que son condiciones necesarias para el desarrollo productivo. En esto, señor presidente, creo que hay mucho por hacer, diría que todo. Por ejemplo Chile –el de Piñera, pero también el de Bachelet, el de Lagos, el de Aylwin y el de Frei– tiene una regla y una disciplina fiscal que son un ejemplo a seguir, que insinuó el Gobierno en 2005 y después hizo lo que el plenario quiso hacer y se pulverizó esa regla fiscal. Lamentamos que el equipo económico, que tanto ha peleado por este acuerdo, no siga con la misma intensidad la cuestión fiscal chilena. Esta es una lección también, que nos deja una oportunidad de aprender para poder mejorar la gestión en beneficio de todos los uruguayos.

Con toda franqueza, siento que el señor presidente firmó convencido este tratado, que el Poder Ejecutivo lo firmó convencido. ¡Hace casi dos años! Más allá de las fechas que la señora miembro informante mencionaba en cuanto al ingreso al Parlamento nacional para su aprobación, de país a país han pasado dos años. Y creo que una parte del Frente Amplio lo está votando hoy como favor y considero que esto perjudica la imagen que hemos dado del país, hacia adentro y hacia afuera.

Estuve repasando para esta sesión lo que dijeron los chilenos sobre este TLC, y voy a hacer mención al informe de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados de Chile. En ocasión de que compareciera el equipo de la Cancillería chilena, el director de Asuntos Económicos Bilaterales de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales, Pablo Urría, afirma que «este acuerdo» –cito textual– «surgió de una propuesta de Uruguay que quiere profundizar la relación económica con Chile, por estar limitado por el Mercosur» –eso dijo la contraparte– «de manera de contar con una marco jurídico más completo para regular todas las relaciones económicas comerciales. Pusimos allí todos los temas en los que no hay un acuerdo vigente y se incluyó a los servicios. Añade que Uruguay representa un mercado que queremos potenciar, por ello este tratado se extiende a nuevas materias como propiedad intelectual, temas ambientales y laborales». Y seguía –quiero marcar el papel que exhibimos como país– «… en Uruguay la denominación tratado de libre comercio espanta y explica la reacción de ellos, pero hay que verlo con calma porque el comercio ya está regulado y el comercio de servicios es todo oportunidades». Y termina indicando «… que está consciente del problema interno de Uruguay y que es un desafío solucionar el tema de una relación vigente de Chile con cuatro países y eso se deja intacto».

Entonces, señor presidente, me parece que firmamos este acuerdo y después colocamos la imagen del país, la suerte comercial, las oportunidades para el trabajo y la producción nacional en un órgano totalmente ajeno a la Constitución nacional, en un órgano partidario, haciendo valer su opinión por sobre los intereses del país. Por eso hemos tenido esta complicación que, de no haber existido, hubiera apurado los tiempos en ambos países para contar con una respuesta mejor en lo que significa una herramienta para el desarrollo económico, humano y social de nuestros pueblos.

Muchas gracias, señor presidente.

SEÑOR PINTADO.- Pido la palabra para contestar una alusión.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR PINTADO.- Señor presidente: la verdad es que me siento muy honrado de que se estudie permanentemente la estructura orgánica y el modo de resolución que tiene el Frente Amplio. Por mi parte, si se me lo requiere, aportaría los estatutos, los reglamentos y toda la evolución que ha tenido la organización del Frente Amplio, pero no son el tema en cuestión. Hoy estamos aquí, no para discutir cómo el Frente Amplio resuelve sus asuntos, sino para discutir –como dice el primer punto del orden del día– en general y en particular el Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile.

Es cierto, personalmente comparto lo que señalaba el señor ministro Astori en cuanto a que un Gobierno no puede estar subordinado a un partido político. Eso es verdad, reitero, pero el partido político tiene todo el derecho del mundo a resolver los mejores caminos para tomar las resoluciones que entienda convenientes. A mí me asombra el asombro, porque eso se contradice con la propia historia de un país que fue gobernado, en la mayor parte del tiempo, por fracciones mayoritarias de un partido en acuerdo con fracciones minoritarias de otro, no solo antes de la Dictadura, sino también después. Incluso, dentro del partido algunos abandonaban el gobierno de la fracción mayoritaria en momentos electorales, y ahí ya no se subordinaba el gobierno a un partido sino a la fracción de un partido. En esos casos, en la etapa electoral los Gobiernos entraban en una especie de freno, de inacción, que todos vivimos y que es parte de nuestra historia.

Yo advierto, además, otra contradicción, porque se nos acusa permanentemente de ser los laderos del Gobierno con nuestra mano de yeso, de no discutir ninguna de las resoluciones que vienen y de ser casi un brazo extendido del Poder Ejecutivo, pero cuando nos ponemos a analizar algún proyecto, se nos dice que estamos en contra. La verdad es que no se entiende. Y máxime cuando el resultado final es que vamos a apoyar al Gobierno y la resolución que tomó. Entonces, los mecanismos de consulta que tiene cada partido para resolver, no es el tema en discusión. Algunos consultan a tres o cuatro asesores; otros, a toda nuestra estructura orgánica, y otros, a los comités ejecutivos. ¿Hay algún reglamento o alguna norma en la Constitución que diga cómo deben tomar las resoluciones los partidos políticos? ¡No lo hay!

El Frente Amplio se tomó su tiempo, y el resultado es el que estamos exhibiendo. Lo que siento –lo digo desde el corazón– es que hay decepción porque el escenario que se preparaba era otro. Hay decepción porque una resolución culmina, en los hechos, con lo que otros previeron que no iba a pasar –con el respaldo del partido político a la decisión que tomó su propio Gobierno–; y por eso se plantean todas estas cuestiones. Pero que se nos atribuya que estamos votando esto de favor y no como resultado de una discusión que dimos –que pudo haber sido lenta y llevado tiempo–, no lo admitimos.

Quiero finalizar mi intervención, señor presidente, diciendo que tengo muchos años de actividad parlamentaria. Pido que lean las versiones taquigráficas de las consideraciones que, como miembro informante, expuse en la Cámara de Representantes para no votar el tratado con Finlandia. ¡No voy a decir nada más! ¡Ahí está la verdad!

Este no es el primer tratado –puedo afirmarlo porque hace mucho tiempo que integro la Comisión de Asuntos Internacionales– que, luego de más de dos años de firmado, terminamos votando. En algunos casos ha pasado más de una legislatura para votar un tratado que Gobiernos anteriores habían firmado, y acá no pasó absolutamente nada. El resultado final es que el Frente Amplio tomó la resolución de apoyar el tratado de libre comercio. ¡Esa es la única verdad incontrastable!

Muchas gracias.

SEÑOR LACALLE POU.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR LACALLE POU.- Recién escuchaba a la miembro informante hacer consideraciones sobre el TLC, capítulo por capítulo, y la verdad es que es el tipo de discusiones que uno quiere ver en el Parlamento, que a uno le hubiera gustado ver en los últimos trece años, y que quiere ver en los años que vienen: debatir –como se hizo en comisión parcialmente, y aquí en sala– hacia dónde va el país.

En estos tiempos, desde aquella famosa frase de que «dejamos pasar el tren» dicha en el primer Gobierno del Frente Amplio, hasta –para mí– una medida totalmente inentendible de no sentarse a discutir el contenido de un acuerdo –me estoy refiriendo al TISA–, no hemos tenido este tipo de discusiones. Lo que uno espera de un Gobierno –y cuando hablo del Gobierno me estoy refiriendo a dos poderes: al Poder Ejecutivo y al que ratifica, el Poder Legislativo– es que tengamos estas instancias.

¡No soy un enamorado de los TLC! Soy un enamorado del bienestar de mi país, fin último de toda mi acción. ¡El país no puede estar cerrado al mundo! Creo que esa es la discusión que tenemos que dar y que está subyacente aquí. Ideológicamente, mucha gente piensa –está en todo su derecho– que en el mundo moderno un país puede subsistir cerrado sobre la base del proteccionismo y desarrollando su propio circuito cerrado, vital y económico. ¡Eso es lo que está subyacente acá! Estamos otros que creemos que el Uruguay tiene excelentes posibilidades por su población, su cultura, su demografía, su ubicación geopolítica y su institucionalidad, y que el mundo moderno está hecho para que seamos más prósperos, para que nuestra gente sea más próspera.

Entonces, la verdad es que a mí me importa muy poco el plenario del Frente Amplio. Respeto las instituciones que cada partido político se da porque no es de mi incumbencia. ¡No me importa lo que dice el canciller de la república! ¡No me importa lo que dice el ministro de Economía y Finanzas! ¡No me importa la telecomedia que se genera en un partido político porque no es mi materia! Mi materia es que avance el país y el responsable último es todo el Frente Amplio. Si avanzamos, es todo el Frente Amplio, y si no avanzamos, es todo el Frente Amplio porque la ciudadanía, por tercera vez, les dio la mayoría absoluta. Allí reside la capacidad, el engranaje para que el país avance. Ahora bien, ¿tener mayoría absoluta es sinónimo de no escuchar a los demás? No necesariamente; sí es un escudo que ha utilizado el Frente Amplio.

¿Por qué hablo de este tema? Porque en las relaciones exteriores, cuando todos nos movemos al mundo, es fundamental –quizás también en muchas otras materias: en la educación, en la seguridad social, en la política de defensa– que haya una cohesión más generalizada, que sea una política nacional y no solo una política de gobierno. La diferencia radica en que tenga una base mucho más amplia que la partidaria, y eso es lo que reclamamos. Por eso, a nosotros hoy nos es grato que el Uruguay avance, sea cual sea el resorte. No estamos hablando de gran cosa, ¿verdad?, no estamos hablando de un gran avance porque ya tenemos tratados firmados con Chile, sino de dar una señal al mundo. Uruguay permaneció cerrado, durante trece años, salvo –¡salvo!– con los amigos. Hemos dicho, más de una vez, que la política internacional del Uruguay en los últimos tiempos ha estado claramente identificada con una ideología.

SEÑORA XAVIER.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR LACALLE POU.- ¡No!

De lo contrario, no se hubiera votado una noche, de la nada, un acuerdo con Venezuela. ¿Lo recuerdan? Venía el presidente Chávez y se le había comprado un regalo. ¿Y en qué terminó la relación con Venezuela? En incumplimientos, en aliarnos con un régimen autoritario que violenta, un día sí y otro también, los derechos humanos. ¡En eso terminamos!, en la triste historia de acollararnos a un régimen como el de Chávez y el de Maduro. Ah, perdón… ¡mucha gente terminó con mucha plata! Eso también es cierto, y eso lo tiene la justicia penal.

El apuro no surgió del Partido Nacional, el apuro lo afirmó el presidente de la república. ¿Quién dijo: «Me da vergüenza mirar a la cara a la presidenta Bachelet»? ¿Quién fue que dijo eso? ¡Fue el presidente Vázquez! ¡Fue el presidente del Frente Amplio, que debería representarnos a todos! Ante la afirmación: «Me da vergüenza, cada vez que me encuentro con la presidenta Bachelet, porque el Parlamento no ratifica el tratado de libre comercio», la reacción natural de los partidos de la oposición fue decir: «Vamos a ofrecer los votos al Frente Amplio». ¡Es lógica! Ni siquiera es una jugada política menor. ¡No fuimos nosotros los que estimulamos esa reacción!

Por eso, preocupa si –no creo lo que dijo el presidente de la república en cuanto a que había tal apuro; ¡no lo había!– siempre una cohesión partidaria se antepone al interés nacional. Ahí es donde entra el conflicto: los partidos como instrumentos para realizar el bien nacional y no los partidos como fin último. Ahí también tenemos otra diferencia: no importa perjudicar al Estado, al país; no importa atrasarlo, importa cohesionar y en eso, seguramente, el Partido Nacional sea mucho más liberal. Es un partido que tiene algunas discusiones, pero siempre con el afán constructivo que lleva al límite las discusiones porque el instrumento es el medio y no el fin en sí mismo. Por esa razón, uno termina entendiendo más al Partido Nacional en esos temas, y por eso uno se siente cómodo en el Partido Nacional, que es un partido inclusivo y no excluyente como nos tienen acostumbrados otros nacionalismos, que son los que se cierran.

¡El mundo es así! ¡Hay que fijarse, en la OMC, la cantidad de tratados que se han realizado en el mundo! ¡Hay que escuchar a la gente que sabe de estos temas! ¡Hay que dedicar una hora al contador Enrique Iglesias para que nos ilustre con su trayectoria y su experiencia! ¡Hay que dedicar tiempo a los embajadores profesionales, en lugar de echarlos porque no nos gusta su participación! ¡Hay que abrir la cabeza!

Uruguay siempre se caracterizó por una Cancillería, por un servicio exterior que tenía una línea de interés nacional y no ideológico.

Decir que perdimos trece años es llover sobre mojado. Ya está, ya pasaron. Y decir que dilapidamos trece años de bonanza económica, única en la historia, también es llover sobre mojado. Hay responsables políticos. Así como los hay en dilapidar la fortuna nacional, los hay en aislamiento internacional; ¡los hay!

Se dice: «Más y mejor Mercosur», y yo comparto esa afirmación. El error es creer que más y mejor Mercosur es no poder abrirnos del barrio. Ah, bueno, si le pegamos al vecino, vamos a pelearnos con él. Si le decimos que estamos en contra de las papeleras y a la primera de cambio, porque hablamos con los empresarios, decimos que está todo arreglado, es una cachetada al vecino. ¡Obviamente, es un cachetada al vecino! Si en noviembre de 2016 decimos que vamos a firmar un TLC con China, desde China, sin hablar con los vecinos, es otra cachetada al vecino.

A mí me tiene sin cuidado quién gobierna en Argentina, quién gobierna en Brasil, quién gobierna en Chile y quién gobierna en Paraguay. No me interesa, siempre y cuando no perjudiquen a mi país. En realidad, la visión positiva es: me interesa, siempre y cuando no frenen el crecimiento de nuestra nación, que se ha hecho a los codazos entre los grandes. Y eso es lo que tenemos que estar discutiendo. Eso es lo que Uruguay tiene que ver hacia el futuro: un país con excelencia, un país con buena producción, un país boutique, un país con intelecto, un país con desarrollo, un país que geopolíticamente está ubicado en el corazón y en la entrada al Cono Sur.

¿Vamos a seguir discutiendo, durante años, lo que tenemos que hacer o vamos a movernos rápidamente? El mundo moderno exige países sin mochilas. El mundo moderno exige moverse rápidamente. Allí donde se genera la demanda es hacia donde va la oferta.

Yo no creo en acuerdos internacionales hasta que la muerte nos separe. Obviamente que no creo en eso porque, como me decía el contador Iglesias, el mundo es como un gran plato de fideos que, al moverlo, se entrelaza de forma distinta, según fenómenos económicos, según fenómenos climáticos, según guerras, según estrategias aliadas de reediciones de distintas guerras frías y, lamentablemente, según regímenes democráticos o dictaduras que terminan aplanando pueblos enteros. Allí está el ser nacional, allí está nuestra definición.

Es por eso que reivindico el informe de la señora senadora Xavier. Me hubiera gustado vivir muchos más de esos. De todas maneras, como soy un hombre de mañana y no de pasado –simplemente, miro por el espejo retrovisor de la historia para saber qué es lo que no quiero y también para saber qué patrones quiero repetir– espero que esta firma de hoy, que esta ratificación de hoy sea la que Uruguay adopte –más vale tarde que nunca–, sin perjuicio de quién rija los destinos para el bien nacional en los próximos tiempos.

Muchas gracias.

SEÑOR OTHEGUY.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑORA XAVIER.- ¿Me permite una interrupción?

SEÑOR OTHEGUY.- Con mucho gusto, señora senadora.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Tiene la palabra la senadora Xavier.

SEÑORA XAVIER.- Pido disculpas al señor senador por tener que interrumpirlo al comienzo de su intervención, pero me parece que uno no puede dejar pasar algunas cosas. Y no digo esto en mi condición de miembro informante, que corresponde que haga el informe que elaboré, sino en mi condición de integrante de la bancada frenteamplista.

Yo digo: ¡Qué bueno que hoy piensen que todo debe ser con amplitud, con participación de todo el sistema político! Es un cambio sustantivo, porque durante el Gobierno del Partido Nacional se le dijo a esta fuerza política –que era casi la mitad de la bancada parlamentaria– que no podía integrar organismos de contralor porque no compartíamos la línea económica. Y, efectivamente, no la compartíamos. Ahora bien, ¿eso nos inhibía de tener una representación en los organismos de contralor? Lo digo solo a modo de ejemplo porque no quiero desviar la atención.

Lo único que quiero decir es que saludo el avance en el posicionamiento del Partido Nacional, según ha expresado el señor senador Lacalle Pou, y sigamos en esa sintonía.

El otro aspecto que quiero mencionar es que nosotros vamos a seguir discutiendo cada tratado. El hecho de votar este tratado –al igual que lo hicimos en su momento con el tratado con México– no quiere decir que todos los tratados sean buenos, que no haya que analizar cada uno de ellos.

Lamento decirles que no hay libre comercio, los reyes no nos trajeron libre comercio, y no hay comercio justo; lo que hay son acuerdos buenos, convenientes, y acuerdos que no lo son. Y un país que tiene tan mínimo desarrollo industrial, como el nuestro, que requiere mucha mayor diversificación de su matriz de producción, tiene que estudiar cada uno de los tratados –sí, señor– porque siempre va a haber impactos. Nosotros creemos que los impactos son moderados y positivos en este tratado.

Ahora bien, vamos a tener claro que, por ejemplo, cuando ingresamos al Mercosur –tema que discutimos mucho– hubo pérdida de miles de puestos de trabajo. Eso no se dio en una realidad como la de hoy, que nos marca que los puestos de trabajo están siendo superados por la tecnología de manera hasta imperceptible en algunos casos. Además, la capacidad que tienen países como los nuestros de desarrollar mucho más valor agregado a su producción para poder frenar ese avance es mucho más lenta que la forma en que se avanza en esa revolución 4.0 a nivel mundial.

Entonces, esa advertencia de que vamos a estudiar cada caso no quiere significar dilatorias. Y cuando yo digo que el 30 de enero de 2017 ingresó el asunto al Senado, fue en esa fecha. Acá no hay ninguna dilatoria. Y ¿saben qué? Yo saludo la discusión en mi fuerza política y ojalá todas las fuerzas políticas hubieran discutido el tema democráticamente. Lo digo porque esto es discutir estrategia de desarrollo. Esto no significa que todos los TLC vayan a ser votados por esta fuerza política sin el análisis que corresponda. Creemos que los beneficios de este tratado no pueden verse desligados de este momento, de esta coyuntura mundial. Tampoco puede desconocerse la apertura de mercado que tuvo este país, aunque no todos impliquen beneficios arancelarios. Cuando este Gobierno frenteamplista comenzó a trabajar la política de inserción internacional, diversificó sus exportaciones y sus destinos. Lo hizo de manera mucho más significativa de lo que se venía haciendo, ya que había unos ochenta países de destino y ahora estamos superando los ciento cuarenta. No verifiqué este número en el último tiempo.

Entonces, me parece que no se puede comparar y decir que por este tratado nosotros cambiamos la óptica de inserción comercial internacional y vamos a hacer lo mismo que hizo Chile. No, señores; Chile tiene otra historia. Chile se abrió al mundo durante la época dictatorial y lo que las fuerzas progresistas evaluaron en su momento era que volver a cerrarse significaba un doble costo para la ciudadanía. Es en esos términos, en términos de desarrollo estratégico y en términos de ventajas de nuestra gente es que tenemos que evaluar cada uno de los tratados.

Por tanto, a partir de hoy no se trata de santificar ni de demonizar los TLC. Se aprobará con nuestro voto –por lo menos, el de nuestra fuerza política– aquello que creamos que constituye un avance.

Gracias, señor presidente. Gracias, señor senador.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Puede continuar el señor senador Otheguy.

SEÑOR OTHEGUY.- Yo creo que esta discusión es importante.

SEÑOR LACALLE POU.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR OTHEGUY.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Puede interrumpir el señor senador.

SEÑOR LACALLE POU.- Gracias; olvidé tener el gesto con la señora senadora Xavier.

En el 2005 Uruguay comerciaba con 155 países y ahora lo hace con 163. Vamos a usar bien los números: no eran 80 países, sino 155, y ahora son 163.

Simplemente quería decir eso, gracias.

SEÑOR PRESIDENTE (Juan Castillo).- Puede continuar el señor senador Otheguy.

SEÑOR OTHEGUY.- Si alguien más necesita una interrupción, pido que lo hagan saber con antelación.

Creo que esta es una discusión importante, en clave de algunas cosas que planteó el señor senador Lacalle Pou y que comparto. Me parece que lo importante aquí es tener una mirada estratégica acerca de lo que pretendemos de un Uruguay inserto en el mundo, porque no hay otro camino que pensar al Uruguay inserto en el mundo.

¿A veces tenemos encorsetamientos ideológicos para dar estos debates? Sí, y también los tiene la oposición. Lo quiero dejar bien claro: los tenemos nosotros y también la oposición. Podríamos hacer un largo listado de las veces en que no prima una visión que ponga en el centro qué estrategia-país queremos y cómo insertarnos en el mundo, sino los encorsetamientos ideológicos. Y creo, además, que en alguno de estos temas debemos tratar de correr los encorsetamientos ideológicos para tener una visión más pragmática.

Ya he repetido esto: creo que hay algunos integrantes de la oposición que tienen una especie de fascinación –repito: ¡fascinación!– acerca de cómo funciona el Frente Amplio y, entonces, mezclan plenario, mesa política y secretariado. En lo personal, me he ofrecido –sin problemas– para tener una charla un día y explicar el funcionamiento del Frente Amplio.

Creo que la democracia necesita partidos políticos fuertes, señor presidente. No hay democracia de calidad sin partidos políticos también de calidad. ¿Qué es, desde mi punto de vista, un partido político de calidad? Es un partido con una vigorosa democracia interna y una amplia participación ciudadana. No creo que pueda haber un partido político con fortalezas si no tiene una amplia participación ciudadana y una profunda democracia interna. ¿Esto da más trabajo? Sí, lo da; la democracia da más trabajo y cuesta más dinero. Hay países que prefieren tener un rey y este resuelve todo, no se discute nada, pero no es ese el modelo al que me adscribo ni al que adhiere mi fuerza política.

Tratamos de defender una profunda democracia interna, una amplia participación y eso da trabajo, pero nuestro modelo nunca ha sido el de acuerdos cupulares o de élite. No creemos en partidos políticos vigorosos que se rijan por acuerdos de élite o cupulares. Y sí, esto da más trabajo, pero estamos convencidos de que es el camino y lo vamos a seguir reivindicando como un principio y una fortaleza, no como una debilidad. Para nosotros esa democracia interna, esa amplia participación ciudadana, es una fortaleza y no una debilidad.

Creo que es dogmático e ideológico decir que todos los acuerdos comerciales son la panacea; eso es tan ideológico como decir lo contrario. Hoy el mundo no va por el camino que, supuestamente, muchos hemos reivindicado aquí; el libre comercio no campea en el mundo; es lo contrario. Hay un fuerte impulso proteccionista, liderado –entre otros– por la principal potencia mundial, y esa es una realidad a la que nos enfrentamos.

México firmó un TLC con Estados Unidos hace mucho tiempo y los resultados de ese TLC no han sido positivos para México y mucho menos positivos son hoy, con Trump al frente del Gobierno norteamericano. ¿Qué le habría pasado a nuestro país si hubiéramos firmado un acuerdo comercial con Estados Unidos cuando el señor senador Bordaberry lo planteó y se discutió en el Uruguay? Hubiéramos desarrollado una estructura económica con una fuerte dependencia de Estados Unidos y hoy tendríamos un lío gigantesco. Hoy el Uruguay estaría en un lío monumental, con consecuencias impredecibles en materia industrial y de trabajo, porque hoy Estados Unidos le está bajando la llave a todos los acuerdos comerciales que firmó en los últimos treinta años, y está recorriendo otro camino.

Por lo tanto, creo que es un profundo error sostener que todos los acuerdos comerciales son buenos, que son la panacea. Me parece que hay que analizarlos caso a caso para ver cómo impactan –positiva o negativamente– en base a una visión-país estratégica que tenemos que ir construyendo y discutiendo, y que en algún momento deberemos poner arriba de la mesa. Quizás la campaña electoral sea la oportunidad para que estos temas se debatan, porque Uruguay pradera-frontera-puerto in aeternum no creo que sea la visión que debamos tener para el futuro en una sociedad que avanza hacia industrias intensivas en conocimiento y no en mano de obra. Este es un debate pertinente, que probablemente esté en la coyuntura electoral.

Creo que el Gobierno ha desplegado una estrategia de inserción internacional y la Cancillería ha desplegado una estrategia de relaciones internacionales que comparto y que creo positiva para el país, porque nos ha permitido crecer en mercados con los que hoy tenemos intercambio comercial. Sin duda que el principal desafío es cómo mejoramos el acceso a esos mercados, pero siempre las relaciones internacionales –y creo que en ese sentido el Gobierno ha transitado de manera adecuada– tienen que lograr un equilibrio –que es complejo de alcanzar– entre los valores y principios que una nación tiene –porque una nación expresa, justamente, valores y principios– y los intereses del país. Transitar por ese equilibrio no es sencillo y creo que el Uruguay lo ha hecho con inteligencia en estos últimos años.

(Ocupa la presidencia la señora Lucía Topolansky).

–A veces se nos critica por el hecho de que no se hagan pronunciamientos políticos sobre determinados temas, que no se saquen declaraciones. No creo que una cancillería o un Estado deban tener incontinencia verbal o epistolar; no me parece buena cosa. Los partidos políticos podemos pronunciarnos sobre un conjunto de cosas que son parte de la gente y del debate, pero creo que los Gobiernos y los Estados tienen que tener otra mesura en este sentido. Me parece que en eso el Gobierno ha actuado con inteligencia y corrección. Creo que el camino es la apertura comercial y la profundización de la inserción internacional del Uruguay.

A veces discutimos que en el mundo escasean algunas cosas, como los recursos naturales, y hablamos de los problemas del agua, etcétera. En lo personal, me preocupa que en el mundo hoy estén escaseando otras cosas, señora presidenta. Creo que están escaseando valores que tienen que ver con esta visión de integración internacional de los países.

Hay un libro que se llama La paz perpetua, de Kant. La búsqueda de la paz es permanente, creo que un deber que tenemos como sociedad universal, planetaria, es tratar de alcanzar la paz en un mundo cada vez más convulsionado por problemas de violencia y de una convivencia de baja calidad.

Kant planteaba cuatro condiciones fundamentales para conseguir la paz perpetua: la primera era la democracia política; la segunda, la ciudadanía universal –¡si será este un problema hoy en el mundo, que no se considera a las personas como ciudadanos del planeta!–; la tercera, una gobernanza mundial, y la cuarta, el comercio. La cuarta condición, repito, era el comercio, la libertad comercial. Si tuviéramos la capacidad de sostener la democracia como forma de convivencia, si tuviéramos la capacidad de considerar a las personas como ciudadanos del planeta, si tuviéramos la capacidad de tener un marco regulatorio global que se respetara –a diferencia de lo que sucede hoy–, y si pudiéramos comerciar sin limitaciones, tendríamos un mundo mucho mejor, mucho más pacífico que el que tenemos hoy. Ese es un gran desafío.

Creo que estos temas son importantes y, sin duda, en este sentido tenemos que implícitamente ir pensando el Uruguay del futuro, del siglo xxi. Tenemos que tratar de no traer una y otra vez las supuestas inconsistencias que sobre estos temas ha habido, porque eso aplica para un lado y para el otro. Aclaro que eso no me asusta –me parece que está bien y que es también parte de nuestras tradiciones y procesos políticos–, pero me gustaría mucho más que, cuando tenemos estos temas en nuestra agenda, aprovechemos la oportunidad para discutir sobre el futuro, sobre los desafíos que tiene el Uruguay hacia adelante.

Muchas gracias, señora presidenta.

SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para contestar una alusión.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR BORDABERRY.- Señora presidenta: quizás no fui del todo claro cuando hablé. Obviamente, los tratados de libre comercio, con el país que sea, tienen momentos buenos y malos; el secreto es mantener las aperturas a determinados mercados con bajos aranceles y, de esa forma, cuando un mercado está en problemas se puede recurrir a otro. Uno se pregunta qué habría pasado si nos hubiéramos tomado el tren que nos ofreció Estados Unidos en su momento, cuando el entonces presidente Vázquez recibió al entonces presidente Bush en Anchorena; el presidente Vázquez quería firmar, pero su partido no lo dejó: esa es la realidad. Quizás hubiéramos gozado de diez o doce años de gran crecimiento económico. Y si al llegar el señor Trump hubiera dicho que iba a cambiar, tendríamos que haber seguido firmando tratados de libre comercio con otros mercados para seguir accediendo.

En el año 2005 el que se tomó el tren fue Australia: suscribió el acuerdo con Estados Unidos y para el 2022 va a estar totalmente desgravado el ingreso de sus productos agrícolas. Entonces, quiero comparar al productor agropecuario, golpeado en el Uruguay hoy, con el productor agropecuario australiano, que tiene un mercado de acceso sin aranceles para el 2022, cosa que nosotros no tenemos. Eso es dinero que entra al país y mayor competitividad para el productor, porque cuando hablamos de competitividad también hablamos de estas cosas. La gente tiende a decir que la competitividad es el dólar, el costo de la energía o el combustible; sí, lo es, pero la competitividad también es el arancel que se cobra para ingresar a los mercados. Entonces, bienvenido sea un tratado de libre comercio con Estados Unidos, bienvenido sea un tratado de libre comercio con Chile, bienvenido sea un tratado de libre comercio con el país que sea. Según me han dicho, Vietnam tiene un tratado de libre comercio con Estados Unidos ¡y vaya si Vietnam y Estados Unidos estuvieron enfrentados! Sin embargo, hoy tienen un tratado de esa naturaleza. Lo que hay que hacer es desideologizar estas cosas y poner primero el interés del país. Eso es lo que hay que hacer.

Según dicen, hoy el presidente Trump tiene problemas con China y México, aunque con este último es más un tema migratorio que de aranceles. De todas maneras, Estados Unidos tiene actualmente tratados de libre comercio con Australia, Baréin, Canadá, México, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Israel, Jordania, Corea, Marruecos, Nicaragua, Omán, Panamá, Perú y Singapur. Todos esos países están creciendo. Ahora, si el problema es Estados Unidos –porque evidentemente al oficialismo siempre le cuesta un poco más Estados Unidos–, empecemos por otros países, vayamos a otros lugares y concretemos de una vez por todas esa apertura de mercados porque hay un principio básico en esto: los países no tienen amigos; tienen intereses. Esa es la realidad.

Veamos la realidad de nuestra política exterior, no en este Gobierno, sino en el anterior y en el anterior. Fue una política exterior de amiguismo. En el año 2005 nos dijeron: «Ahora que en la región todos los Gobiernos son progresistas y de izquierda, nos va a ir muy bien». ¿Tenemos que repasar de vuelta la relación con la señora de Kirchner? Desde la época de Perón, cuando cerró la frontera, que no teníamos tan mala relación con Argentina.

Entonces, en definitiva, no es cuestión de «Estados Unidos sí» o «Estados Unidos no»; es: «Nos cobran para ingresar» o «No nos cobran para ingresar». Tratemos de que no nos cobre nadie, señora presidenta.

Muchas gracias.

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Señora presidenta: tengo que hacer varios introitos antes de pasar a lo que pensaba decir.

No se vota de favor, señora presidenta. Eso hay que decirlo de una buena vez y para siempre acá en sala: no se puede estar permanentemente haciendo presunciones, cosa que el Reglamento prohíbe. Es una presunción decir que se vota de favor. ¿De dónde se deduce? Además, está prohibido hacer alusiones de esa manera simplemente para quedar, en la discusión, siempre del lado soleado de la calle, como dice una famosa canción de jazz. Esta es una discusión antigua, señora presidenta.

Estaba pensando en que, sobre la cláusula de la nación más favorecida, hubo un episodio en 1837, cuando los británicos pedían cláusula de nación más favorecida en un tratado con Uruguay. En realidad, para la gran nación que era en aquel tiempo Inglaterra, la nación globalizante del planeta –un tercio de las tierras del mundo formaban parte de su imperio–, era poco menos que declarar que este país acotado y recién independizado se iba a transformar en una factoría de los ingleses, porque la cláusula de nación más favorecida era para comerciar solamente con ellos. En aquella época era así. Por supuesto que, con el GATT y la OMC, la cláusula de nación más favorecida tomó otra dimensión.

Tampoco hay que exagerar con estos temas, señora presidenta, ni mirar desde el olimpo. En 1959 en el Uruguay se abandonó el régimen de sustitución de importaciones. Eso significó, a nivel de comercio exterior, un cambio sustancial en la vida de la república. Por lo tanto, no se puede decir que es solamente el frenteamplismo el que a veces tiene alguna rispidez interna con respecto a estas cuestiones; había que ver –simplemente lo aludo como un hecho histórico– lo que en el año 1960 decía el Partido Colorado acerca de la reforma monetaria y cambiaria. Yo recuerdo escuchar en la radio –era muy pequeño, pero escuchaba mucho la radio– a Maneco Flores Mora, a Zelmar, a todos los líderes del coloradismo, quienes eran durísimos contra aquella ley, la ley de Azzini, de la cual después el país no regresó. Vinieron otra vez los colorados, los blancos, y luego el Frente Amplio, pero nadie regresó al régimen anterior de sustitución de importaciones. Es más, se mejoró porque se avanzó en la libre convertibilidad del tipo de cambio, que antes se fijaba políticamente y era ruinoso en el intercambio porque había mucho atraso; obviamente, esto era manejado por el Banco República, y luego por el Banco Central. También se avanzó en los valores internacionales para la producción básica; no había mucha información, señora presidenta. Creo que todas estas modificaciones fueron acompañadas, además, por movimientos administrativos en cuanto al despacho de mercaderías y a la admisión temporaria, prevista en una ley del año 1923. Es decir que en esta materia Uruguay siempre intentó adaptarse a lo que pasaba afuera, teniendo en cuenta que se trata de un país de pequeña dimensión y poco volumen de producción, siempre tomador de precios. Por lo tanto, como se ha dicho, me parece que hacemos bien en discutir estos temas, que tienen una larga historia en el país, pero debemos tener la inteligencia de hacerlo sin herirnos; son cuestiones para razonar y no para herirnos ni prejuzgar, de forma un tanto maliciosa a mi modo de ver.

En cuanto al tren, se ha hablado mucho, pero a mi entender solo se trató de una ficción. La Resolución n.º 32 del año 2000, del Mercosur, no fue un instrumento del Gobierno del Frente Amplio. Entiendo que el Gobierno de la época habrá considerado necesario avalar esa resolución del Mercosur, pero ya estaba vigente cuando pasó el tren. Hay que recordar bien que en ese momento era muy complicado decir que no al Mercosur y subirnos alocadamente a ese tren, puesto que el 30 % de nuestras exportaciones tenían a la región como destino. Bastante dolor de cabeza nos costó adaptarnos al Mercosur una vez que se creó, en 1991, pero también hay que pensar que las cosas en esta materia no pueden hacerse de manera intempestiva.

Con relación al comercio con Venezuela, ya se discutió y vinieron los números al Parlamento. Recuerdo que en una sesión de la Comisión Permanente hablamos de este asunto y, para definir la conveniencia del comercio con ese país, me alcanzó con la opinión del representante Roselli, de Colonia –un hombre serio–, quien dijo en la prensa que la industria láctea de Tarariras –creo que esa es su ciudad de origen– le debía mucho a Venezuela y al comercio con ese país; se le debía tanto como la construcción de las plantas gracias al plus en los precios que implicaba el comercio con Venezuela. No es necesario recordar lo expresado por los Penner, de Young, quienes estuvieron en el Parlamento y dijeron: «Critiquen a Venezuela, pero no mucho, porque a nosotros siempre nos cerraron las cuentas». No tengo los números actualizados y no sé si se habrá saldado, pero creo que lo que quedó debiendo Venezuela ronda los USD 30:000.000, y hay que recordar que en aquella época Venezuela pasó al quinto lugar en cuanto a volumen de exportaciones de Uruguay. Podríamos hablar en otro momento –ya que fui el informante al respecto– del anexo n.º 4 del tratado con Venezuela, que contenía grandes ventajas para Paraguay y Uruguay, pero no es el tema de hoy y no voy a profundizar en él. Sí quiero decir que fue algo muy ventajoso y, sinceramente, deseo que Venezuela recupere su economía para poder contar nuevamente con ese mercado.

Por otra parte, se mencionó que a nivel de la Justicia había una denuncia en cuanto a los negocios con Venezuela, y quiero decir que ese expediente ya está archivado, a solicitud de la jueza o del fiscal. Me interesa aclarar esto para que no quede sobrevolando por ahí.

Tengo varias cosas para decir, pero no quería pasar esto por alto.

En primer lugar, además de la descripción precisa y ajustada que suma el informe de la senadora Xavier, nos presenta un acuerdo que ha sido negociado a carta cabal, es decir, honradamente, por parte del Frente Amplio. Todos los acuerdos, del tipo que sean, parten de la buena fe de las partes y eso se debe tener presente en todo momento. El Gobierno llegó a este acuerdo con buena fe, al igual que los chilenos, en el entendido de que se trata de un instrumento útil para una negociación internacional. Lo mismo podemos decir de las reglas a las que se han atenido las partes y que son la base del comercio internacional. Me refiero a las reglas de la OMC, que han sido adoptadas por Uruguay y que, por lo tanto, son la base de cualquier negociación comercial y de servicios, en este caso aplicadas para Uruguay y Chile. Recordemos que aquí hemos votado la venia para un embajador ante la OMC –no estoy seguro de si sigue siendo Gustavo Vanerio–, donde se negocia, y sin duda, se trata de negociaciones muy duras. ¡No es fácil negociar las cuotas de carne para la Unión Europea! Se trata de verdaderos logros. Quizás el Parlamento, que está muy alejado de esos temas –lamentablemente; más tarde me referiré a eso–, debería hacer un seguimiento de estos asuntos para que no nos sorprendan. Y los partidos políticos deberían hacer lo mismo, porque me parece que por este lado del comercio exterior al país le va la vida.

Como bien dijo la señora senadora Xavier, este acuerdo ya estaba preanunciado a partir de otros que, oportunamente, tanto Uruguay como Chile firmaron y aprobaron. Para entender esto alcanzaba con comprender el artículo 4.º del Acuerdo de Asociación Estratégica entre Chile y Uruguay, que se ratificó por la Ley n.º 18639 del año 2009. Allí se dice: «Las Partes se comprometen a continuar ampliando los alcances del Acuerdo de Alcance Parcial de Complementación Económica MERCOSUR-Chile (ACE N° 35), suscrito el 25 de junio de 1996, vigente, con el fin de ir profundizando sus relaciones económicas y comerciales, así como a seguir impulsando iniciativas bilaterales, con miras a perfeccionar la zona de libre comercio entre Chile y Uruguay en materia de bienes, servicios, inversiones, y compras gubernamentales». Como se puede ver, esto estaba preanunciado desde 1996.

Por otra parte, hay que decir que nuestro canciller, señor Rodolfo Nin Novoa, estuvo reunido con la comisión en dos oportunidades para tratar pura y exclusivamente este asunto. La primera fue cuando se estaban dando los últimos retoques al acuerdo por parte de ambas Cancillerías, en el año 2016. Se trató de una reunión conjunta que hicimos en el edificio anexo del Poder Legislativo con los señores representantes nacionales, pero el acuerdo aún no estaba firmado. La Cancillería tuvo la deferencia de venir a informar al Parlamento. Cabe destacar que se actuó dentro de las potestades constitucionales que tiene el Poder Ejecutivo para avanzar en esta materia. La segunda reunión se llevó a cabo en la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado, el 16 de marzo del año 2017. Todo esto lo tengo asimilado porque desde que integraba la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes he estado en contacto con la secuencia de acuerdos previos con Chile; inclusive, respecto a algunos de ellos actué como miembro informante. En realidad, no me puedo sentir sorprendido por este acuerdo, pero también hay que decir que tres administraciones del Frente Amplio han ido sumando diversos instrumentos con Chile, que es un Estado asociado del Mercosur. Esos acuerdos, que durante las tres administraciones del Frente Amplio se fueron laudando, son una tendencia hacia este que estamos aprobando en el día de hoy. Ya dije que en 1996 llegamos a un acuerdo con Chile vía Aladi y, por supuesto, eso nos da la perspectiva de esta relación tan intensa con el país trasandino.

Por otra parte, señora presidenta, por lo que se ha dicho en sala y por los ríos de tinta que han corrido en todo este año en que hemos estado discutiendo este asunto, no puedo soslayar el hecho de que este tema fue examinado por nuestro partido Frente Amplio, en lo que para muchos parece ser un hecho inédito y, además, criticable. Ante esas críticas por la discusión que se dio en el Frente Amplio diré, en primer lugar, que nuestra fuerza política no ha sustraído nada a la Constitución ni al Parlamento, como algunos repiten, a mi modo de ver, erróneamente. Por el contrario, el Frente Amplio, como cualquier otra fuerza política, tiene todo el derecho de estudiar cualquier proyecto y de mandatar a sus legisladores. En el Frente Amplio eso se llama unidad de acción y, en otros partidos, asunto político. Cuando un partido decide tomar una medida de esta naturaleza, sus legisladores están mandatados, guste o no a quienes estamos aquí presentes. Estamos mandatados porque el asunto político en los partidos históricos juega: cuando uno de ellos decide algo, se hace, y si alguien no está de acuerdo espera afuera y entra el suplente. Me gustaría saber dónde se dice que un partido político no puede examinar un tratado. Esta lectura que estoy haciendo va a varias bandas: arriba, aquí y al costado. En ninguna parte de la Constitución –que es lo único que nos mandata como uruguayos– dice que un partido político no pueda examinar un tratado.

Además, habría que preguntarse desde cuándo nos sentamos aquí a título personal. ¿Cuántos nos presentaremos el año que viene en listas que estén encabezadas por un lema que diga «A título personal»? No, las cosas no son así. El año que viene, todo el que quiera sentarse aquí tendrá que estar en una lista de un partido político. Entonces, ¿los partidos pueden conformar la integración del Parlamento, pero no examinar un asunto que deberán votar los parlamentarios que llegaron aquí integrando sus propias listas? Suena absurdo e incoherente, señora presidenta. Y no se trata de que algunos tengamos un sentido más republicano que otros. Precisamente, opinar de manera contraria a lo que estoy diciendo, ¡eso sí que no es republicano! O capaz que hay dos versiones del republicanismo. ¡La nuestra es la que he expresado! Nosotros siempre estamos a favor de la Constitución, de la ley y de la partidocracia. Todos los presentes sabemos lo que pasó cuando eso no existió en el Uruguay.

Es decir que el Poder Ejecutivo concluye y suscribe tratados, pero para ratificarlos necesita la aprobación del Parlamento. El artículo 168 de la Constitución de la república, en su numeral 20, es claro y separa en dos partes la mecánica para internalizar un instrumento internacional.

El Parlamento y los partidos políticos son la sustancia del sistema democrático; por lo tanto, cuestionar el camino que ha seguido el Frente Amplio es un argumento muy precario, muy pobre. Tenemos derecho a examinar el tratado.

Señora presidenta: quiero decir, también, que los parlamentarios y los partidos políticos no cortan sus vínculos al día siguiente de la elección. Por eso, los partidos pueden y deben examinar aquello que entiendan de su interés. ¡Bueno sería que no fuera así! Así, pues, coincido totalmente con las expresiones de la señora senadora Xavier en cuanto a que nuestra fuerza política va a seguir examinando estas cosas. Me parece que esto es algo muy importante. El Frente Amplio ha hecho bien en estudiar el texto que estamos considerando; es una conducta de civismo; es muy importante. Estos son asuntos públicos que no pueden ser ajenos a ningún ciudadano y mucho menos a los partidos políticos, que tienen la responsabilidad de presentar a los legisladores en cada elección, ¡en el único acto de participación real que tiene la gente en el Uruguay, que es la elección! ¡Ese es el gran acto de participación que encomienda la Constitución! Entonces, ¡es obvio que los partidos pueden estudiar un acuerdo!

Sé que nuestro país, históricamente, ha tenido diferentes actitudes en materia internacional. En varias oportunidades, no solo el Frente Amplio sino también otros partidos han dicho: «¿Usted va a ir a la cámara? No; un momento; espere; vamos a reunir a la convención, al directorio o al comité ejecutivo nacional, y veremos qué pasa». La historia del país es muy rica en esta materia y no podemos empobrecerla cobrándonos cuentas chicas.

El siguiente punto de mi intervención es de carácter circunstancial.

Es sabido, señora presidenta, que el Senado se apresta a modificar su Reglamento y, con plena confianza en los señores senadores que están trabajando en ello, propongo un cambio de rótulo para la Comisión de Asuntos Internacionales, creo que debería pasar a llamarse Comisión de Asuntos Internacionales y Comercio Exterior.

SEÑOR BORDABERRY.- ¡Apoyado!

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Es claro que el Parlamento debe aggiornarse y tener vinculación, en tiempo real, con las corporaciones empresariales y de trabajadores, en un comercio internacional que es muy dinámico. Ante esta realidad, como Parlamento no podemos ni debemos permanecer estáticos. Esta es una institución, señora presidenta, que llegó para quedarse; por lo tanto, hay que afinar su funcionamiento. Los señores legisladores y los partidos políticos que aquí están deben atender este juego.

Hay que acercarse más a este tema clave del comercio exterior y el Parlamento debe hacer algo más específico a ese respecto, porque en ello al país le va la vida. Repito: al país le va la vida.

Alguien dijo que Uruguay está produciendo para treinta o cuarenta millones de habitantes. Se podrá imaginar, señora presidenta, que si mañana bloquearan todo nuestro comercio exterior no sabríamos qué hacer. Tendríamos la mayor de las crisis, por no poder exportar, por no poder vender, por no poder negociar. Entonces, este es un tema de vida o muerte para el Uruguay.

De modo que dejo este sencillo planteo de cambio de nombre de la Comisión de Asuntos Internacionales, con la esperanza de que alguno de los miembros de la asesora que tiene a estudio la modificación del Reglamento del Senado analice esa posibilidad.

En lo que respecta a futuras acciones del Parlamento, voy a detenerme, brevemente, en los grupos de amistad interparlamentaria. El Parlamento tiene cuarenta y cinco grupos de esta naturaleza y me parece que sería bueno, de cara a la próxima legislatura, ir pensando en una transformación para que pasen a actuar como embajadores respectivos e, inclusive, trabajar para conseguir beneficios comerciales en la relación bilateral de que se trate. Parece algo nimio, sin embargo es de gran potencialidad. Recuerdo que muchísimas delegaciones que han venido a Uruguay lo han hecho con legisladores y, al mismo tiempo, han operado con su grupo de amistad interparlamentaria como promotores en los temas comerciales. Entonces, nosotros deberíamos reformular todo el trabajo de nuestros grupos de amistad interparlamentaria y hacerlos funcionar de manera complementaria a la actividad de la Cancillería, a la actividad privada y en contacto cotidiano con los partidos aquí representados. No para viajar, sino para trabajar aquí, en la sede. Tenemos embajadas, entre ellas, la de la Unión Europea, de modo que existen muchísimas posibilidades para que los legisladores trabajemos en esta materia.

¿Por qué menciono estas pequeñas «grageas» internas? Porque considero que la gestión parlamentaria debe acompañar las nuevas realidades del comercio exterior, señora presidenta. No podemos esperar, pasivamente, a que el Poder Ejecutivo mande las iniciativas para después decidir si las apoyamos o no. Hay que acompañar el movimiento general de todo el país hacia el comercio internacional, que es vital para el Uruguay.

El privado exporta y el Estado cobra impuestos, y con ese caudal que fluye se construye la riqueza del país y, por supuesto, la inversión en un sinnúmero de temas.

El Parlamento trabaja mucho, señora presidenta, pero debe abrirse a nuevos enfoques, como el del comercio exterior –que estoy proponiendo–, actividad que busca recursos genuinos, empleo y desarrollo para el futuro de nuestro país.

Ahora quisiera referirme a un aspecto práctico. Es sabido que los Estados desbrozan, abren el camino del comercio exterior mediante instrumentos internacionales cuya naturaleza nunca está focalizada en que sea el Estado el que se haga cargo de comerciar, de exportar o de importar. Nadie conoce una trading que se llame «Cámara de Senadores» o «Comisión de Asuntos Internacionales de Cámara de Representantes». No hay una trading así; no existe eso. La función del Estado es abrir los caminos y, después, viene la actividad privada a hacer la inversión, a abrir la fábrica, a dar empleo, a pagar impuestos, etcétera. Por lo tanto, quiero que se comprenda realmente la importancia que le doy a este tema. El Estado abre el camino para que, a partir de estos instrumentos, la actividad privada invierta. ¡Esa actividad privada que ha sido la gran olvidada –quiero decirlo con todas las palabras– en todo este trayecto, incluso en este Parlamento! La Unión de Exportadores del Uruguay –a la que me voy a referir especialmente en unos instantes– estuvo aquí, en la cámara, por otro tema, pero hizo una breve alusión a este asunto. En definitiva, la idea es que la actividad privada pase a explotar las posibilidades que surjan como resultado de las negociaciones entre los signatarios.

Como decía, la Unión de Exportadores vino al Parlamento a hablar de muchísimos temas, al tiempo que se manifestó totalmente a favor del acuerdo que estamos considerando. Y voy a leer textualmente las expresiones vertidas en la Comisión de Asuntos Internacionales el pasado 14 de junio, que figuran en la página veintiocho de la respectiva versión taquigráfica. En concreto, se dijo: «El nombre –sea TLC o cualquier otro– no es bueno en sí mismo por ser un acuerdo comercial; es bueno en la medida en que satisfaga los intereses nacionales. Pero, justamente, tenemos que enfocarnos en los contenidos y en qué es lo positivo para el Uruguay y no necesariamente en la forma de negociar. Digo esto porque se hizo mucho hincapié en las listas positivas y negativas como argumento que descalifica un acuerdo, cuando en realidad negociar por listas positivas y negativas es una forma de negociar, no es el contenido del acuerdo. Cada parte puede preservar sectores que le son estratégicos, sensibles y decir que sobre eso no está dispuesto a negociar y que solo lo hará en determinadas condiciones.

Ahora bien, como por un tema de escala generalmente Uruguay no puede imponer sus condiciones de negociación –la Unión Europea negocia su formato, Estados Unidos el suyo y los países asiáticos el suyo–, tiene que buscar la forma de contemplar sus intereses adaptándose a ese formato negociador».

Al principio de esta intervención –que en su momento no leí– se expresaba: «Nosotros vemos que la aprobación del TLC con Chile tiene mucho que ver con la confiabilidad de Uruguay para negociar y el mensaje de senda de inserción internacional que quiere transitar. Si bien el comercio de bienes» –como se dijo aquí, en sala– «ya está desgravado entre Uruguay y Chile, y todos sabemos que no aporta en ese sentido,» –alguien ha dicho que no mueve la aguja– «sí es una señal hacia el mundo de que Uruguay está dispuesto a negociar –no cualquier cosa sino siempre preservando el interés nacional– y a avanzar en la inserción internacional».

Señora presidenta: ahora quiero referirme a un aspecto de estos acuerdos que es importante para los signatarios.

En el capítulo 17 se establece una comisión encargada de administrar el acuerdo, que velará por su cumplimiento y evaluará la correcta aplicación de sus disposiciones. Si el Parlamento desea saber cómo funciona el acuerdo y cómo marcha su implementación, podrá convocar oportunamente a la Cancillería para recibir la información de parte del funcionario que revista en la referida comisión y que representa a la cartera.

El capítulo 18 del acuerdo alude a la solución de diferencias. Ante todo, queremos señalar que, por lo general, en el Parlamento no reparamos en que todos los documentos internacionales poseen este dispositivo por el que cualquiera de los signatarios tiene derecho a buscar acuerdos ante el disenso que pudiera surgir respecto a la aplicación e interpretación del documento en cuestión. En este caso, estamos ante un largo capítulo que brinda garantías para que el instrumento no fracase y, por el contrario, avance; de su lectura he entendido que tiene esa finalidad.

Ahora bien; supongamos, señora presidenta, que todo fuera una trampa, que esto fuera la maldad expresada en un acuerdo –no es el caso; simplemente estoy razonando por el absurdo–, Chile o Uruguay pueden acudir al capítulo 20 y denunciar el acuerdo de manera unilateral, con lo cual este deja de tener efecto ciento ochenta días después de la notificación correspondiente. Acotemos que ningún país serio signa para denunciar, eso es algo extremo que opera como última garantía.

El acuerdo contiene, también –como no podía ser de otro modo–, la posibilidad de realizar enmiendas.

Señora presidenta: es verdad que el libre comercio no existe y que el comercio internacional está absolutamente regulado; entonces, para dar los siguientes pasos –como ha expresado muy bien la señora miembro informante– hay que analizarlos.

Ahora voy a referirme a otro aspecto, señora presidenta.

La semana pasada autorizamos al señor presidente de la república a concurrir a una reunión de la Alianza del Pacífico, adonde Uruguay, como país miembro del Mercosur, va en calidad de observador. Esto es muy importante. Lo es porque en la cuenca del Pacífico está China, que hoy es nuestro principal cliente. En esa cuenca está, también, la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), un organismo internacional compuesto por varios países –Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Birmania, Singapur, Tailandia, Filipinas, Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental–, que aglutina seiscientos millones de habitantes y, además, tiene 5,7 billones de dólares de PBI. A esto debemos agregar que en la cuenca del Pacífico se mueven Japón, China, Estados Unidos, Canadá, la zona del Pacífico de los países americanos, Australia y Nueva Zelanda. Esa es la cuenca del Pacífico, señora presidenta. Un país como Uruguay, que vive de la diaria –de hacer la diaria, porque los países de nuestra dimensión vivimos así–, ¿va a negarse a ir hacia la región del Pacífico?

SEÑORA PRESIDENTE.- Disculpe, señor senador, pero ha llegado a la Mesa una moción para que se prorrogue el tiempo de que dispone.

Se va a votar.

(Se vota).

–19 en 19. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Puede continuar el señor senador Martínez Huelmo.

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Muchas gracias, señora presidenta y señores senadores.

Es más que obvio que la unidad continental, que a tantos nos preocupa – muchos compañeros del Frente Amplio estamos constantemente preocupados por esto–, se dará –sin lugar a dudas– en el acercamiento del Mercosur con la Alianza del Pacífico. El que sueñe con una América dividida por la cordillera de los Andes está fabulando. Hay modos y hay negociaciones, y Uruguay quiere entrar en esa dinámica pero con el Mercosur, no por lista propia, porque dada la envergadura y el volumen de nuestro país, pensar en la lista propia tendría sus consecuencias.

Pero queremos ir ahí. ¡No nos asustan los rótulos! Lo digo aquí con total responsabilidad política porque, a esta altura del partido, se ha dicho mucha cosa. Quienes hemos estado en la comisión hemos sido los que menos hemos hablado de estos temas. Los rótulos que se han puesto a la Alianza del Pacífico, diciendo que es el neoliberalismo y cosas por el estilo, son un cuento que no resiste el mínimo análisis. Cuando analizamos los números de la Alianza del Pacífico, vemos que representan el 35 % del producto bruto de América Latina, con un mercado potencial de 217:000.000 de habitantes en el continente, aquí, a la vuelta.

Por lo tanto, obviamente, este tema hay que pensarlo bien. Daremos los pasos que sean necesarios y, de ahora en adelante, cuando hablemos sobre todo esto lo haremos a calzón quitado, como se dice vulgarmente. Las posiciones que hemos escuchado en el pasado no van a detenernos ni a silenciarnos.

Por último, señora presidenta, quiero dejar una constancia.

Hace unos años, a raíz del Mercosur, conocí al señor José Luis Gioja, quien entonces era gobernador de la provincia de San Juan y actualmente, según creo, es presidente del Partido Justicialista de la República Argentina. Este prestigioso dirigente político argentino me dio un documento que hablaba del túnel de agua negra, una obra estratégica del Mercosur que fue avalada por el Tratado de Maipú, firmado por Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet. Representa la vocación de Argentina de mirar al Pacífico, sabiendo que tarde o temprano hay que hacerlo. El túnel va por debajo de la cordillera de los Andes, transformando la dificultad que representa ir por arriba y brindando la posibilidad de ir permanentemente, todo el año, ya sea por ferrocarril o por carretera. Así, se establecería el famoso corredor bioceánico que –diría– está en la agenda de las cancillerías del Cono Sur. Este túnel se extendería desde Coquimbo hasta el puerto de aguas profundas de Brasil. Uruguay, señora presidenta, no puede quedar debajo de la mesa de este proyecto que tiene una importancia estratégica fundamental en el marco de la interconexión estratégica regional de nivel de infraestructura. A propósito de esto, quiero recordar que la señora senadora Ayala, cuando fue intendenta del departamento de Artigas, firmó un documento para establecer el puente de las tres fronteras que, junto con la hidrovía del este y otros elementos estratégicos de obra pública, conectan con esta obra que está pensada para las futuras décadas.

Con esto quiero decir, señora presidenta –y ya finalizo mi intervención–, que no podemos ahogarnos en un vaso de agua. De aquí a un siglo, la cuenca del Pacífico seguirá teniendo más del 50 % del comercio mundial; la región entera va a ir hacia allí; seremos un gran pasaje para otro continente que se está desarrollando en gran escala, que es África; por lo tanto, me parece que el Parlamento debe seguir trabajando en todos estos asuntos con una visión estratégica y política que prime entre todos los miembros y partidos que conforman el Parlamento, orientando siempre las discusiones y acciones a favor y en beneficio de la república.

Era cuanto quería expresar, señora presidenta.

SEÑOR MIERES.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR MIERES.- Señora presidenta: creo que es absolutamente indudable que nuestro país tiene una vocación –entendida como tal– de llamado a la apertura comercial, pero eso está en la naturaleza de nuestra estructura productiva. Por las características de nuestro aparato productivo y de nuestra economía, Uruguay no solo debe buscar, sino que necesita como el agua la apertura comercial.

Siempre cito una frase del canciller Rodolfo Nin Novoa porque creo que ilustra muy bien, y en pocas palabras, el porqué de nuestra situación. Uruguay es un país que produce alimentos para treinta millones de personas, quizás más, y somos tres millones y medio. Por lo tanto, el destino ineludible de nuestra producción es la exportación. Y si el destino ineludible de nuestro aparato productivo es la exportación, mejorar las condiciones para realizar exportaciones es un objetivo de primer orden para el país. Por lo tanto, es imprescindible avanzar en acuerdos que liberalicen el comercio y que permitan que nuestros productos ingresen en las mejores condiciones a terceros mercados. Además, lo que está ocurriendo es que los países que compiten con el nuestro –no voy a abundar en datos que están al alcance de cualquiera–, es decir que producen los mismos bienes que nosotros, están avanzando a una velocidad superlativa. Particularmente, estoy hablando de Australia y Nueva Zelanda, que hoy tienen un panorama muchísimo más favorable en materia de comercio exterior que el que tiene Uruguay, y le venden a esos mercados las mismas cosas que nosotros les vendemos y que queremos vender. Por esa razón, es muy grave la demora con que se trabaja en este país para establecer la apertura de mercados y del comercio.

Además, señora presidenta, nuestra competitividad está viviendo tiempos de crisis, cosa que es visible en todo sentido. Creo que aquí nadie puede negar –sea gobierno u oposición– que tenemos un problema grave de competitividad en nuestro aparato productivo. Por las restricciones que presenta nuestra situación económica actual, por el déficit fiscal, por los niveles de endeudamiento, por el peso de las tarifas públicas que en gran medida se construyen para incrementar la recaudación del Estado debido a las urgencias del déficit fiscal y del endeudamiento, y por el peso impositivo, el camino de la apertura comercial internacional es un camino que impacta directamente sobre la competitividad. Algunos de los señores senadores que me precedieron en el uso de la palabra ya expresaron que abrir mercados implica bajar o eliminar aranceles, lo cual equivale a reducir impuestos a costo de un tercer país y no del propio.

Entonces, un Gobierno que enfrenta una situación de crisis en materia de competitividad debería ser el gran impulsor –a toda velocidad– de acuerdos de apertura comercial que permitan reducir o eliminar aranceles de manera urgente porque, además, nuestros competidores van mucho más rápido que nosotros. Por eso, me parece muy bueno que el presidente Vázquez concurra a la Cumbre de la Alianza del Pacífico. Me parece que es una señal obvia, el país ya tendría que estar formando parte de la Alianza del Pacífico de manera plena. Esta es otra decisión que, lamentablemente, como tantas otras, va a un ritmo de carreta.

Si bien, por lo expuesto, votamos con convicción este tratado de libre comercio con Chile, no podemos ocultar que lo hacemos con mucha preocupación porque lo que dice este proceso es muy negativo para lo que debería ser una política internacional vigorosa, firme, enérgica y rápida. En primer lugar, nos preocupa el tiempo que demoró este proceso. El Gobierno hizo muy bien los deberes, ya que en el año 2016 –hace ya más de dos años– le pidió al Parlamento, a las dos cámaras, la posibilidad de comparecer –el senador Martínez Huelmo hizo referencia a ello– para explicar los contenidos del tratado que se estaba gestando entre Uruguay y Chile. Lo hizo antes de firmar, para que se pudieran levantar todas las objeciones de parte de las distintas bancadas parlamentarias antes de la firma. Se explicó con total extensión cuáles eran los contenidos. Tuvimos una sesión de la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado y de su homóloga de la Cámara de Representantes, en donde la Cancillería presentó el proyecto de tratado antes de la firma para, justamente, favorecer luego el proceso de ratificación parlamentaria. Los legisladores de todos los partidos tuvimos la oportunidad de preguntar, escuchar, plantear observaciones, etcétera, etcétera. Luego, a fines del año 2016, se firmó. Uno supone que si el Gobierno firmó el tratado después de haberlo presentado al Parlamento y en el Parlamento el partido de gobierno tiene mayoría parlamentaria, esto sería un trámite simple y rápido. Sin embargo, fue todo lo contrario; fue un parto, algo absolutamente engorroso.

El año pasado me tocó presidir la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado. En dos oportunidades la Cancillería nos llamó para preguntarnos si se votaba o no el tratado de libre comercio con Chile que había sido firmado por el Gobierno uruguayo a fines del año 2016. Es decir que durante todo el año 2017 el tratado de libre comercio estuvo trancado en la Comisión de Asuntos Internacionales porque la bancada de gobierno se negaba a considerarlo, sabiendo –además, se dijo públicamente– que los votos estaban. Los votos de la bancada de gobierno que estaban a favor del tratado, más los votos de todos los partidos de la oposición que estaban a favor del tratado hubieran permitido votarlo hace un año. Es decir que se podría haber aprobado hace un año.

Un año es mucho tiempo, señora presidenta. Estamos en un momento en que los procesos de comercialización funcionan muy dinámicamente. En un año nuestros competidores avanzaron mucho más que nosotros para votar esto que todos sabemos que es más simbólico que real, que el efecto en materia de comercio internacional es de menor impacto, pero es una señal, un símbolo de cuál es la voluntad política del país en materia de avance comercial.

La segunda razón de preocupación es el motivo de esta demora: la división del Gobierno y del partido de gobierno. Hay quienes aquí manifestaron sentirse agraviados porque se dijo que estaba fuera de lugar que el partido de gobierno asumiera personería para resolver el tema en sus ámbitos institucionales partidarios, en vez de dejar avanzar las posiciones parlamentarias. Cabe aclarar que quien dijo esas cosas fue el canciller de la república; no un legislador de la oposición. El canciller Nin Novoa, en mayo de este año declaró a la prensa que el plenario del Frente Amplio no tenía facultades para decir al Gobierno cómo tiene que negociar. Señora presidenta: fue el propio canciller del partido de gobierno quien estaba cuestionando el accionar del plenario. Lo digo para aquellos que han dicho acá que no hay que meterse en estos asuntos. Quien lo hizo fue el canciller del Gobierno. Y dijo más, porque afirmó: «Que el plenario decida sobre el tratado es una visión equivocada de la realidad» y «carece de validez jurídica».

Todo eso dijo el canciller sobre este proceso eterno que llevó adelante el Frente Amplio mientras trancaba la posibilidad de votar el tratado en el Parlamento, a pesar de que estaban los votos para hacerlo.

Ese es otro aspecto, señora presidenta. ¡Me importa un pito cómo se resuelva el predominio de la mirada interna partidaria! No me interesan las clases que ofreció darnos el señor senador Otheguy; conozco cómo funciona porque estuve dentro y sé de las tortuosas maneras de resolver los asuntos. Pero eso no me importa; es problema del Frente Amplio. Lo que no es tema del Frente Amplio y pasa a ser un problema es que eso perjudica al país y ahí sí nos compete a nosotros discutirlo, porque los trancazos internos del Frente terminan trancando al país, a pesar de que la mayoría de los representantes del pueblo tendríamos los votos suficientes como para avanzar más rápido. ¡Eso sí es doloroso, es preocupante, es grave y es lo que ha hecho que el canciller –del partido de gobierno– le dijera a sus propios compañeros de partido que estaban sustrayendo una voluntad que pertenecía al Gobierno y no a las estructuras internas del aparato del Frente Amplio! Por eso la preocupación, porque no es que el Gobierno haya superado la división, ¡está dividido! ¡No nos hagamos trampas! El Frente Amplio sigue dividido sobre estos temas de política internacional; sigue dividido a tal punto que aprobar este tratado, que no mueve la aguja, fue una tarea eterna.

Además, nosotros escuchamos, vemos, leemos la prensa y conocemos las decisiones. El Frente Amplio se agravia porque eventualmente nos metemos con su interna, pero lo cierto es que la hacen explícita y la exhiben a lo largo y ancho de todos los medios de comunicación, así que sabemos que esto se votó por excepción. En realidad, la discusión sobre la política de apertura comercial sigue dividiendo al Frente Amplio, radical y fatalmente, entre quienes creen que es poco menos que optar por una política neoliberal y aquellos que tienen una mirada razonable acerca de que nuestra vocación es la apertura al mundo. Sin embargo, estos últimos –que son minoría en el aparato militante del partido de gobierno–, además, no están dispuestos a votar con los partidos de oposición para que el país avance. Eso es motivo de gran preocupación para nosotros, porque el país debería votar otras cosas; deberíamos acordar otras cosas, ir mucho más rápido y avanzar en tratados de acuerdos internacionales con terceros países a la velocidad de nuestros competidores. ¡Eso es lo que está en cuestión porque el Gobierno está dividido! No olvidemos que esta votación ha sido planteada en el partido de gobierno –lo leí en la prensa– como una excepción. La Cancillería y su política de comercio internacional, que tiene que ver con la línea de apertura comercial al mundo, con la que coincidimos –no así con la que tiene que ver con las democracias en otros países del continente, ¡por favor, esa nos avergüenza!–, sigue colgada del pincel.

Nunca vamos a encontrar un ejemplo similar al que vivimos en el año 2015 en este plenario, cuando se interpeló al ministro de Relaciones Exteriores por el retiro preventivo del TISA. Él estaba de acuerdo con el interpelante, y sin embargo debía defender una decisión que había tomado su partido en contradicción con la política de gobierno. ¡Algo que creo que nunca más vamos a vivir en el sistema político uruguayo! ¡Un canciller cuestionado por una decisión que tomó muy a su pesar, y que no podía defender! Él mismo afirmó que no podía defender una posición que entendía equivocada, pero su partido lo había obligado a tomarla. ¡Así estamos! Y en el medio, de rehén, están el país, el aparato productivo, el crecimiento de la economía y el empleo de los uruguayos, porque no se puede dejar de vincular el problema de la competitividad con el del empleo. La mejor competitividad que podemos alcanzar implica la apertura del país al mundo.

Por lo tanto, vamos a votar con convicción este tratado, pero también con una enorme preocupación, porque el que crea que en esta materia hay un antes y un después, y que a partir de ahora la política internacional que han impulsado el canciller y su equipo va a entrar en un régimen de fluidez total, no entendió lo que pasó. Acá se habilitó una excepción y así se dijo; dentro del partido de gobierno siguen existiendo diferencias que no han sido solucionadas y que van a afectar las posibilidades de crecimiento del país. Estamos trancados, bloqueados en un asunto que es parte de la vocación más profunda del Uruguay; me refiero a la necesidad de la apertura comercial para que nuestro país pueda crecer y prosperar de una manera más fuerte y más rápida.

Muchas gracias, señora presidenta. Es todo lo que quería decir.

15) PRÓRROGA DE LA HORA DE FINALIZACIÓN DE LA SESIÓN

SEÑORA TOURNÉ.- Pido la palabra para una cuestión de orden.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA TOURNÉ.- Formulo moción para que se prorrogue la hora de finalización de la sesión hasta agotar el tema en consideración.

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar la moción formulada.

(Se vota).

–21 en 21. Afirmativa. UNANIMIDAD.

16) PROYECTOS PRESENTADOS

SEÑORA PRESIDENTE.- Dese cuenta de un asunto entrado fuera de hora.

(Se da del siguiente).

SEÑORA PROSECRETARIA (Silvana Charlone).- «Varios señores senadores presentan, con exposición de motivos, un proyecto de ley por el que se establecen medidas preventivas para instituciones que impliquen trato directo con niñas, niños, adolescentes, personas con discapacidad y personas mayores en situación de dependencia.

–A LA COMISIÓN DE CONSTITUCIÓN Y LEGISLACIÓN».

(Texto del proyecto de ley presentado).

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17) ACUERDO DE LIBRE COMERCIO ENTRE LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY Y LA REPÚBLICA DE CHILE

SEÑORA PRESIDENTE.- Continúa la discusión del primer punto del orden del día.

SEÑOR PINTADO.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR PINTADO.- Señora presidenta: la verdad es que cada legislador resuelve como mejor entiende los procedimientos que seguirá, con quién votará y con quién no.

Estamos ante una especie de radiografía de lo que es el Frente Amplio, que nunca ocultó que tiene diferencias internas. ¡Qué novedad! ¿Qué somos los frenteamplistas desde nuestro nacimiento? ¡Unión en la diversidad! Pero no somos el único caso en la política nacional de un partido que tiene expresiones diferentes –¡y no solo expresiones, sino acciones diferentes!–, y no solo antes sino también ahora. ¡Algunas de ellas, incluso, son antagónicas! Pero se hace un drama nacional porque nosotros tenemos la forma de votar y de resolver que entendemos más conveniente. ¡Vaya que si fuéramos conscientes de que estábamos lesionando el interés nacional habríamos actuado con otra premura! Las opiniones del canciller –muchas de ellas compartibles– son también las que un frenteamplista da a otros compañeros frenteamplistas; son parte del debate interno. Yo no me meto en los debates de los otros partidos.

Cuando se tiene más de un legislador en cada cámara se corre el riesgo de contar con más de una opinión. ¡Claro que cuando la voz es una sola siempre es unánime! Pero cuando hay más de uno, el riesgo existe.

Ahora bien, se nos dice que el tratado no mueve la aguja, pero que si no lo resolvemos el país entra en una hecatombe, en una desgracia nacional terrible. Sin embargo, aunque hoy lo votemos aquí y mañana lo haga la Cámara de Representantes, el tratado no entrará en vigencia. ¿Saben por qué? Porque, al parecer, nuestros hermanos chilenos tampoco tienen demasiado apuro, puesto que –como bien informó la señora senadora Xavier– recién lo va a tratar una comisión y luego va a pasar al plenario. Quiere decir que vamos más o menos a tono.

Como decía, Chile tampoco está tan apurado; creo que cada Parlamento se toma el tiempo que entiende conveniente. Nosotros no tenemos una Constitución como la de Estados Unidos, en la que los senadores y el Parlamento son parte de la negociación de esos tratados, y los fast track son concesiones que el Parlamento le da al Poder Ejecutivo. La única función que nos da nuestra Constitución es decir sí o no. Por lo tanto, es la propia Constitución la que nos pone en un brete porque no admite modificaciones, cambios ni atención a ciertas correcciones; simplemente tenemos la cruda y dura responsabilidad de decir sí o no. Por eso nos tomamos nuestro tiempo.

Coincido con las opiniones que se han señalado –aunque no siempre lo expresan en sus acciones de la misma manera– en cuanto a que los tratados de libre comercio no son ni buenos ni malos per se, sino que eso depende de su contenido. Es como lo del libre mercado: hay gente que idolatra la libertad de mercado, pero si no se le ponen ciertas restricciones terminamos en un mundo tan desigual que unos pocos siguen acumulando muchísimo más que la gran mayoría. Entonces, lo importante es el contenido de estos tratados.

Lo otro importante son los resultados. Aquí se quiere presentar al Frente Amplio como un partido que durante su Gobierno ha cerrado el país a los estrechos límites de sus fronteras internas, y eso ¡es mentira! ¿Saben a cuántos mercados accedíamos en el año 2005? A sesenta. ¿Saben a cuántos accedemos ahora? A ciento sesenta. Eso lo dice el propio informe de la Cancillería, a la que tanto se está idolatrando en estos momentos, lo cual me parece muy bien.

¿Qué es lo que ocurre con este tratado? Profundiza acuerdos que teníamos previamente escritos, tanto del Mercosur con Chile como de Uruguay con Chile.

SEÑOR LACALLE POU.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR PINTADO.- Cuando finalice. Podría pagarle con la misma moneda, en venganza por lo que le hizo a la señora senadora Xavier, pero no quiero hacerlo.

Señora presidenta: este es un acuerdo con un país sudamericano, lo que para mí no es menor. Estoy convencido de que la estrategia de unir a las naciones latinoamericanas y del Caribe, como plantea el artículo 6.º de la Constitución de la república –que exhorta a trabajar por la integración y resalta la vocación en tal sentido–, es conveniente para nuestra gente, y se logra, antes que nada, con la libre circulación de personas y de mercancías en todos los sentidos y en toda la amplitud. En mi opinión, la verdadera integración será sustentable si la gente siente que le pertenece y se identifica con ella. Nadie se va a sentir integrado al Mercosur si cada vez que tiene que cruzar una frontera debe presentar documentos y hacer mil trámites, como si perteneciera a otra galaxia. La integración consiste en la libre circulación de personas y de mercancías, en comunicaciones accesibles y al mismo precio en toda la región, en una infraestructura que otorgue conectividad –tanto aérea, como terrestre o marítima– en todos los rubros, que acerque a los pueblos con una plataforma para todos los demás ítems de la integración. Europa pudo integrarse porque tiene conectividad, porque tiene fronteras abiertas consigo misma. Yo no creo en la integración mediante aranceles; ¡no creo! Y hay que agregar otro rasgo que en la actualidad tienen que tener los fenómenos integracionistas: esa integración debe estar basada en la libertad para alcanzar el desarrollo de los más débiles, y no en trabas arancelarias y no arancelarias para que los más fuertes consoliden o incrementen sus posiciones dominantes.

Este nuevo tratado con Chile va en la línea de construir, levantando o eliminando barreras y creando lazos indiscutibles que nos encaminen hacia una integración sudamericana o latinoamericana –la mayor integración que pueda haber–, no por una idea o una utopía, sino porque eso es bueno para la negociación con otros bloques en el plano internacional y para el futuro de nuestra gente. Ahora bien, el hecho de que votemos este tratado –y que los chilenos aceleren su votación en consecuencia–, que lo ratifiquemos y que se entreguen los instrumentos, con todos los pasos que se dan cada vez que se aprueba un tratado entre dos países, no tiene efectos mágicos. No quiero vender al pueblo uruguayo la idea de que esto va a tener un efecto mágico. Es una herramienta más, una oportunidad más, que hay que aprovechar y acrecentar.

Coincido en que tenemos que trabajar en la línea de lograr menos desventajas que nuestros competidores en cuanto a los accesos a mercados. Por eso, en lo que me es personal, creo que hay que avanzar con China. Algunos se asustan y dicen que tengamos cuidado porque nos van a invadir los productos chinos, pero en realidad ya estamos en esa situación. Entonces, quiero acceder a esos mercados con las mejores condiciones, sin cuestiones ideológicas de por medio. En la medida de lo posible, también quiero avanzar con Rusia en tratados que tengan que ver con el comercio y también con la política. Todo ello nos permitirá avanzar en una estrategia que el país ha consolidado, que es no depender de un solo mercado. ¿O nos olvidamos que hasta no hace mucho tiempo había una frase muy extendida que decía que si Argentina o Brasil se resfriaban, Uruguay se agarraba pulmonía? Bueno, Brasil y Argentina están en una situación muy difícil, de escaso crecimiento, con inflación, con problemas económicos –lo que no me alegra para nada–, pero ¡por suerte!, como Uruguay ha reducido esa extrema dependencia que tenía con los mercados limítrofes, va sobrellevando la situación, no sin impactos, pero con impactos muy reducidos y limitados. Es la estrategia de vender nuestros productos a todo el mundo y en toda la región la que nos pone a salvo de esas cosas.

Igualmente, tenemos que seguir mejorando en calidad y en cantidad. Yo no me resigno a que solo pensemos en un Uruguay que no agrega valor a su producción. Las herramientas que tenemos a disposición serán una oportunidad si las aprovechamos; hoy, más que nunca, el mundo nos da la oportunidad de crecer en terrenos de desarrollo en los que antes no podíamos avanzar, porque el conocimiento –que no ocupa lugar desde el punto de vista material– ocupa un lugar estratégico en la generación de riqueza. El tiempo para que la producción esté cuanto antes en los mercados compradores y el conocimiento aplicado –que no ocupa lugar, reitero– son herramientas que tenemos que fomentar para ser competitivos y aprovechar al máximo las oportunidades que nos brindan estos tratados. Pero hay que hacerlo sin dramatismo. El mundo no se termina ni empieza por la actitud que tengamos hoy. En los hechos, hoy accedemos a muchos más mercados que en el año 2005 y estamos considerando este tratado de libre comercio. ¿Con nuestras imperfecciones? Sí, pero también con nuestros procesos democráticos. ¿Son perfectibles? Siempre lo son, pero son los que nos hemos dado y, a juzgar por los resultados, la verdad es que no me lamento demasiado de tenerlos.

El señor senador Lacalle Pou me había solicitado una interrupción y, a diferencia de lo que hizo con la señora senadora Xavier, se la voy a conceder.

SEÑORA PRESIDENTE.- Puede interrumpir el señor senador.

SEÑOR LACALLE POU.- Gracias señora presidenta y gracias, senador Pintado.

A diferencia del señor senador, que no elogió a nadie de la oposición, yo sí elogié dos veces a la señora senadora Xavier. Lo digo para tener las cuentas claras.

También hay que tener las cuentas claras en lo que voy a mencionar por segunda vez: la bancada del Frente Amplio insiste en manejar datos equivocados, erróneos; los utilizó el ministro Murro hace poco tiempo y ahora los usan los legisladores del Frente Amplio, por segunda vez, en esta sesión. Los datos que voy a mencionar no fueron elaborados por mí, sino que fueron extraídos por la Dirección Nacional de Aduanas de la agencia Uruguay XXI.

En 2005 Uruguay comerciaba con 155 países y ahora lo hace con 163; vamos a dejarlo claro porque, de lo contrario, toda la perorata y el discurso carecen de sentido. No eran 60 ni 80; eran 155 y ahora son 163. Lo que pasa es que hay que terminar de entender de una vez por todas que el Uruguay no se fundó, no se independizó ni nació por generación espontánea el 1.º de marzo de 2005, así como tampoco se va a terminar el 1.º de marzo de 2020.

Muchas gracias.

SEÑORA PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Pintado.

SEÑOR PINTADO.- No voy a entrar en una guerra de cifras. Si algo he pensado siempre, hasta cuando asumí funciones de gobierno –y quienes fueron intendentes me lo han escuchado decir–, es que la historia no comienza cuando llego ni termina cuando me voy, y eso corre también para el Frente Amplio.

Y más allá de la diferencia numérica, hay un dato claro; la tendencia ha sido la de acceder a nuevos mercados, y hemos abierto la economía para llegar a nuevos destinos. ¿Qué quiere decir eso? Que lo que se había dicho sobre que íbamos a cerrar las fronteras, a estar encerrados en nosotros mismos y bla, bla, bla –lo mismo que el cuentito de que en Rusia se iban a comer a los niños crudos–, es otra de esas verdades que se manejaron sobre nosotros y que no ocurrió. Se empiece por donde se empiece, el resultado es que nosotros accedimos a más mercados que los que teníamos en 2005. Con mayoría parlamentaria, con mayoría automática, con todas las dificultades internas, con nuestras diferencias de opinión y con todo lo que se ha defenestrado aquí, hemos llevado al país adonde está. No lo hacemos solos, pero esa es la línea que nos hemos trazado, ese es el camino por el que estamos yendo, con mayores o menores dificultades.

Muchas gracias.

SEÑOR MUJICA.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR MUJICA.- Señora presidenta: lamento estar de acuerdo, porque ese parece ser un karma; cada vez que en este Senado estamos de acuerdo, ¡adiós!, se dan los peores debates. Entonces, me parece que no hay que estar de acuerdo para que los debates sean transables. Esto lo digo un poco jocosamente, pero quien lleve la cuenta percibirá que el estilo que hemos asumido es el de «estoy de acuerdo, pero… bla, bla, bla».

El libre comercio no existe en el mundo; ¡vaya paradoja! Aquella intención que se corporizó hace tanto tiempo en Punta del Este y que dio origen a la OMC ha sido un fracaso rotundo. Se deben estar discutiendo más de cuatrocientos tratados –parciales, bilaterales y multilaterales– de libre comercio. Lo que parecía una panacea del globo ha fracasado por diversas razones. El comercio que más está creciendo en el mundo es aquel del cual no se habló acá: el comercio interno de las grandes corporaciones trasnacionales. En proporción, ese es el comercio que más crece actualmente, lo que indica cómo se mueve el mundo. Se están creando estos seres fantásticos, que no tienen himno, no tienen bandera, pero están y no están en todas partes, son determinantes y tienen un peso tremendo.

Este mundo es paradojal. Hasta hace poco teníamos una China cerrada por la cortina de bambú, que no quería abrirse a nadie; y teníamos un Estados Unidos que nos pregonaba la libertad de comercio y la apertura comercial por el mundo entero. Y en un abrir y cerrar de ojos nos cambiaron toda la literatura, todas las coordenadas. Ahora China es la abanderada del libre comercio y Estados Unidos lanza una campaña de carácter proteccionista cuyas consecuencias todavía no podemos medir. Dicho sea de paso, hoy la soja tiene el precio más bajo de la última década en el mercado de Chicago, y esto recién empieza. Quien crea que la contradicción que se ha desatado en el mundo es un problema de los grandes países ricos y no se dé cuenta de que puede haber cambios que nos golpeen estructuralmente, no mide la gravedad del momento político que vive el comercio mundial. ¿Por qué digo esto? Porque soy viejo y sé que los precios internacionales han sido determinantes en la historia política del Uruguay.

El Partido Colorado, que gobernó durante noventa años, perdió las elecciones en la época de Luis Batlle como consecuencia directa del efecto económico que tuvo la caída en picada del precio de la carne y de la lana en forma conjunta. Ese fue un problema dramático que signó toda nuestra historia. Hasta allí nos dábamos el lujo, equivocadamente, de que nos consideraran una especie de Suiza de América, etcétera, etcétera. Toda esa siesta, donde hubo momentos en los que llegamos a tener el per cápita de Bélgica o de Francia, se terminó, y no solo para Uruguay sino para toda la zona del Río de la Plata, porque también fue un motor de lo que le aconteció a la Argentina.

Concuerdo con quienes han dicho que el comercio exterior es fundamental para el Uruguay; no es solo fundamental, sino que termina siendo determinante, nos guste o no nos guste. Sé que no hay una respuesta definitiva, no hay un tratado infinito que nos solucione todos los problemas. Solo la diversificación puede establecer un margen de relativa seguridad. Si dependo cien por ciento de uno muy grande y me da la espalda, estoy expuesto a un colapso; pero si estoy más repartido en el mundo, puedo estar en condiciones de soportar un poco más. No podemos cambiar la esencialidad del mundo; este es un problema estratégico que tiene el Uruguay. Así, pues, considero que hay que hacer la mayor cantidad posible de acuerdos o alianzas –pueden ser tratados u otra cosa–, y nunca depender cien por ciento de uno solo.

Por otro lado, debemos tener piedad por la vida de los partidos. Para quienes no conocen la historia, les digo que el Uruguay es un país de frentes. El Partido Nacional y el Partido Colorado, que están entre los partidos más viejos de América, siempre fueron frentes; tuvieron corrientes internas en un sentido y en el otro, que disputaron entre ellas y tuvieron gigantescos desacuerdos. Recuerdo a una parte del Partido Nacional respaldando a Franco y otra militando en los comités prodefensa de la república española; recuerdo una parte del Partido Nacional que editorializaba contra Perón, y otra que sencillamente lo apoyaba. Pero no por eso dejaban de ser partido. Recuerdo la historia del Partido Nacional y del Partido Nacional Independiente, como recuerdo perfectamente las contradicciones entre la Lista 14 y la Lista 15 del Partido Colorado.

Esa es la esencia de la política de nuestro país: vivir resolviendo conflictos. ¡Esa es nuestra historia! ¡Pero es precisamente eso lo que les dio vigencia y permanencia en el tiempo a los partidos políticos! Nunca fuimos partidos al estilo europeo con un catecismo establecido, sino partidos que conjugaban y llevaban en sus entrañas contradicciones; contradicciones que empiezan con Oribe y Acevedo; contradicciones que se encuentran en cada rincón de la historia del Partido Nacional y también del Partido Colorado. ¡¿Por qué asombrarse de que nuestro frente demore tiempo, tenga discusiones y algunos estén para aquí y otros para allá, si esa es nuestra política como nación?! ¡Debemos aprender a conjugar eso! Desde ese punto de vista, tal vez sea esta la esencia de la democracia uruguaya. Naturalmente que cuesta y somos más lentos. ¡Es cierto! Pero no critiquéis en otros lo que está en todas las casas.

Voy a poner ejemplos concretos de hoy. Rusia le cortó la entrada de carne de cerdo a Brasil, y Brasil nos tiene inundados de picaña: ingresan un millón de kilos por semana. Los polleros están ladrando porque la carne de los pollos de Canelones no puede competir con la picaña. Y hay otras cosas que no quiero decir. Por supuesto, tenemos tratados y adoptamos medidas que aplicamos a nuestros productores, pero tal vez no podemos hacer lo mismo a los brasileros. ¿Por qué empezó esto? Este tipo de contradicción siempre aparece. Hablo con un ministro cubano y le pregunto: «¿Cuánto pagan ustedes la carne de pollo?». Y me responde: «USD 500 la tonelada». Sucede que en Estados Unidos, que tiene bloqueada la isla, se come mucha pechuga, pero le sobran las patas, por lo que remata los muslos a USD 500 la tonelada. Entonces, le digo a los cubanos: «¡Ni piensen en producir pollo! ¡Con ese precio, ni se preocupen!». ¡Pero Estados Unidos tiene bloqueada a Cuba! ¡El mundo real del comercio algunas veces se mueve por los tratados, pero otras veces lo hace por las conveniencias! Cuando entramos en un mercado no nos están aplaudiendo; ¡el que estaba adentro nos está esperando con una pedrada para hacernos trampa! ¡Es así!

El comercio tiene aspecto de guerra. Durante dieciocho años intentamos vender nuestras naranjas a Estados Unidos, haciendo toda clase de gestiones. Un día, por casualidad, apareció una embajadora rara, que estuvo poco tiempo pero se puso la camiseta y lo consiguió. No hubo trabajo diplomático ni nada, sino que con su influencia personal logró destrabar una negociación en la que hacía dieciocho años todos los Gobiernos fracasaban. ¿Por qué cuento estas cosas? Para sutilizar un poco más el debate.

¿Que este es un tema que negocian las cancillerías? ¡Sí! ¿Que se mueve por los tratados? ¡Sí! Pero hay que tener políticas concretas, además, y hasta relaciones personales. ¡Hay que tener gente de mucho oficio para tratar con los veterinarios que vienen de Rusia a comprar carne! Si no tenés el sello de los veterinarios, ¡marchaste! Y eso no lo arreglan las cancillerías, sino los veterinarios uruguayos que conocen ese juego. Y así sucesivamente. El comercio internacional es mucho más complicado de lo que parece.

Por eso entiendo que la aprobación de este tratado es una buena señal. Sé que el comercio va para el Pacífico. Quisiera que algún día pudiéramos entrar a China con las mismas condiciones en que lo hacen Australia y Nueva Zelandia, porque estamos perdiendo un dineral por lo que pagamos de aranceles. Sé que Brasil no quiere y que tenemos una contradicción entre integrar el Mercosur y arreglar un tratado con China. Se trata de una contradicción que tiene Uruguay: China es el primer cliente y Brasil el segundo. ¿Cómo combinamos eso? Es un problema que va a tener siempre Uruguay y no se arregla con gritos, sino que es necesario negociar a nivel diplomático todo lo que se pueda.

Finalmente, lo que dije antes: como política, creo que el comercio exterior es el aire para un pequeño país como el nuestro; desgraciadamente, cada vez más tiende a quedar en manos de los intereses trasnacionales. Ahora bien, se requiere diplomacia, pero también mucha voluntad y trabajo de los privados. ¿Por qué nadie se pregunta cómo fue que el Grupo Otegui logró durante muchos años ser el único vendedor a Irán? Algunos dicen: «Ah, porque tenía contactos». ¡Bien! ¡Aplausos para el Grupo Otegui que los pudo aprovechar! Porque alguna línea tenía, si no, no hubiéramos vendido.

Todo eso y mucho más forma parte de las condiciones del mercado internacional. Por eso, es necesario que el Gobierno que viene –que no sé cuál será– tenga mucha sutileza y capacidad de negociación interna. Pienso que esta locura que ha desatado el Gobierno norteamericano va a tener consecuencias históricas y duras. El mundo va a tener una sacudida que nos va a tocar con una depreciación de los productos que vendemos, y más que nunca vamos a precisar, al menos, una mínima unidad nacional para enfrentar esas circunstancias. ¡Ojalá me equivoque!

Muchas gracias.

SEÑOR GARCÍA.- Pido la palabra para contestar una alusión política.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR GARCÍA.- Señora presidenta: lo que voy a decir a continuación se lo dije hace unos años al señor senador Mujica, mano a mano, en la Fiesta del Río en Santa Lucía. Era el mes de marzo y el señor senador Mujica era ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. En esa ocasión recuerdo que le dije: «Mujica, no dé clases de Partido Nacional».

SEÑORA PRESIDENTE.- Señor senador, le recuerdo que no puede hacer alusiones personales.

SEÑOR GARCÍA.- Le dije al señor senador Mujica que no diera clases de Partido Nacional porque lo único que tuvo allí fue una pasantía y no la aprobó porque era menor de edad, era inimputable. Y lo peor de todo es que lo que no aprendió cuando pasó por el Partido Nacional fue el valor de la libertad. Así que, ¡clases de Partido Nacional no, señor senador!

SEÑORA PRESIDENTE.- Señor senador, ya le dije dos veces que no puede hacer alusiones personales, por lo que, aunque la sesión esté grabada en video, mientras no se cambie el Reglamento, revisaré la versión taquigráfica.

Si no se hace uso de la palabra, se va a votar en general el proyecto de ley.

(Se vota).

–15 en 30. Empate.

SEÑOR MICHELINI.- Solicito la reconsideración.

SEÑORA PRESIDENTE.- Se va a votar la reconsideración.

(Se vota).

–30 en 30. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Se va a votar nuevamente en general el proyecto de ley.

(Se vota).

–30 en 30. Afirmativa. UNANIMIDAD.

SEÑOR LACALLE POU.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR LACALLE POU.- Señora presidenta: obviamente, la primera votación no fue casual, porque el Frente Amplio aseguró que luego de este proceso, tenía los votos. Lo cierto es que no están los votos; no estuvieron los votos del Gobierno para este proceso. Hace un año, la oposición ofreció los votos para aprobar el TLC con Chile. ¿Qué se nos dijo? Que no; que primero lo iba a resolver el Gobierno. ¿Cómo terminamos? Volvimos para atrás un año y es la oposición la que garantiza que hoy se pueda aprobar el TLC con Chile.

¡Cosas de la vida, señora presidenta!

SEÑOR CASTILLO.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR CASTILLO.- Señora presidenta: luego de tanto debate y discusiones, de tantas alusiones directas e indirectas, en esta sesión y ante la opinión pública en general, hemos votado a favor del TLC con Chile, a pesar de mantener legítimas dudas en cuanto a su oportunidad.

Durante los últimos meses, nuestra organización política, el Frente Amplio –hoy tan admirada como envidiada en varias intervenciones–, se dio el tiempo para decidir democráticamente, como siempre hemos hecho y como tenemos derecho a hacerlo los frenteamplistas. Es en el debate que se da a lo largo y ancho del país donde se ven los diferentes posicionamientos de importantes figuras, ya sean responsables del Gobierno o militantes de base, que valen lo mismo. De esta forma el Frente Amplio ha demostrado que tiene capacidad suficiente para resolver y debatir sus propias diferencias.

Ante esa situación, nosotros, los comunistas, queremos dejar la siguiente constancia.

En primer lugar, ratificamos nuestra creencia de que la inserción internacional de Uruguay, fundamentalmente la de carácter económico, no debe darse mediante la modalidad de tratados de libre comercio pues, al igual que el premio nobel de economía Joseph Stiglitz, consideramos que lo único que buscan estos tratados son grandes beneficios para las empresas multinacionales de los países desarrollados, que crean el mito del libre comercio cuando en realidad subsidian y protegen sus productos.

En segundo término, entendemos que estos tratados de nueva generación –al igual que los anteriores– son una nueva ofensiva del capital trasnacional contra el trabajo, porque lejos de generar empleo nacional lo pueden perjudicar nuevamente.

Por otra parte, no se debe olvidar que este tratado de libre comercio se firma con Chile, país que sigue siendo uno de los más desiguales del continente en el reparto de la riqueza. También es un dato de la realidad que esta inserción comercial chilena, basada en tratados de libre comercio, hace que el 75 % de sus exportaciones refieran a productos primarios, casi todos vinculados al cobre, sin valor agregado, y que solo un 6 % estén vinculadas a productos de alta y mediana tecnología.

Tenemos el fundado temor de que una vez aprobado uno de estos tratados, los nuevos puedan generar un retroceso en lo relativo a la liberación comercial de nuestro país. En la década de los noventa, el movimiento popular uruguayo enfrentó exitosamente la agenda neoliberal de nuestro país, que consistía en la apertura irrestricta de nuestra economía a los capitales extranjeros y en la privatización de los activos estratégicos, incluidas las empresas públicas, lo que fue impedido por el voto popular.

Para nosotros, que trabajamos con los compañeros en nuestra fuerza política, es claro que el camino a seguir es el debate y la discusión, porque no creemos en una democracia que se reduzca a un voto en cada período electoral y que las decisiones sean tomadas por la cúpula dirigente. La unidad es con la gente, con las bases diversas de nuestra sociedad. Es en esa unidad que hemos aprendido a solventar la defensa de nuestras opiniones.

Por todo lo expuesto, estamos convencidos del rumbo que hemos elegido.

Muchas gracias.

SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR BORDABERRY.- Señora presidenta: hemos votado afirmativamente y creemos que la aprobación de este proyecto de ley se ha concretado, una vez más, gracias a los votos de los partidos de la oposición. Si bien la votación no ha sido nominal, está claro que falta una señora senadora del Frente Amplio en sala, por lo que, sin los votos de la oposición, esto no se habría aprobado.

Nuevamente decimos que lo votamos porque hemos puesto por delante el interés del país, es decir, porque consideramos que la aprobación de este tipo de acuerdos comerciales nos permitirá acceder a otros mercados para nuestros productos y así aumentar la colocación del fruto del trabajo de nuestra gente.

Una vez más, los partidos de la oposición, tan criticados últimamente, estamos dando una muestra de que ponemos primero el interés del país, mientras que otros no lo hacen.

SEÑOR MIERES.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Antes de dar la palabra al señor senador quiero recordar que todavía no hemos llegado a la votación en particular del proyecto de ley.

Tiene la palabra el señor senador Mieres.

SEÑOR MIERES.- Señora presidenta: simplemente quiero ratificar la convicción de que era necesario votar este tratado y de que hubiera sido mucho más beneficioso para el país si se hubiera hecho hace un año. Aquí quedó demostrado que se podría haber logrado sin que fuera necesaria la unanimidad del Frente Amplio para su aprobación.

Por otro lado, queremos reiterar la preocupación que manifestamos en nuestra exposición con respecto a que esto era algo excepcional porque vemos que no lo es tanto, puesto que el trancazo dentro del partido de gobierno con respecto a estos temas es de tal magnitud que ni siquiera luego de todo un proceso interno logran tener la mayoría para aprobar esta idea. ¡Si estará en cuestión la política internacional que impulsa la Cancillería en materia de apertura comercial –y que nosotros apoyamos–, que ni siquiera después de todo este proceso el partido de gobierno logra los votos para aprobar este tratado!

SEÑOR DELGADO.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR DELGADO.- Señora presidenta: por esta vía vamos a dejar constancia de que hemos votado afirmativamente este tratado de libre comercio con Chile, convencidos –tanto ahora como hace poco más de dos años– de lo que firmó el presidente de la república.

Esto genera a Uruguay oportunidades comerciales –a nuestro juicio, no genera perjuicios sino oportunidades– y abre el horizonte y da apertura comercial a un país que cada vez está más cerrado. Hoy, en el ranking internacional de apertura comercial nuestro país está en el lugar 140 de 170 países. Para ser más competitivos necesitamos ampliar nuestro acceso a esquemas preferenciales. Según el Banco Mundial, nuestro país accede solo al 7 % del mercado global bajo la modalidad de tratado de libre comercio, la media es del 40 % y Chile está cerca del 80 %. Esta es una oportunidad y así lo hemos manifestado varias veces.

Hemos dado nuestro voto favorable. No somos expertos en «frentología» –como se ha dicho acá–, pero quien ha impedido hasta el momento aprobar el tratado de libre comercio con Chile ha sido la bancada del partido de gobierno, el partido de gobierno o el Frente Amplio. Quien hoy no tuvo los votos –más allá de la resolución orgánica para sacar este tratado de libre comercio– ha sido la bancada del Frente Amplio, y la oposición, convencida de lo que está haciendo, le da los votos para que este tratado pueda ser ratificado por el Parlamento. Creo que a todos nos debe dejar la enseñanza –y lo digo con humildad– de que no podemos ser rehenes de la interna de mayorías que tenga un partido o de la guerra interna de un partido político. Está bueno que en estos temas grandes que traspasan los Gobiernos y que generan oportunidades de desarrollo, tratemos de abrir la cabeza, los oídos y la mente. Debemos entender que las ideas no son buenas o malas en función de si vienen del Gobierno o de la oposición y que es bueno que podamos sentarnos a negociar con perspectivas de largo plazo.

Por eso, hemos votado convencidos. Entendemos que, como oposición, hemos contribuido a que hoy se ratifique este proyecto porque, si no, estaría fracasando en el Senado de la república.

Muchas gracias.

SEÑORA XAVIER.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA XAVIER.- Señora presidenta: en el trámite de tratados, acuerdos y convenciones vamos a seguir reclamando que los Parlamentos estemos directamente informados con la temática que ello supone. En más de una oportunidad hemos tenido el honor de representar al Parlamento uruguayo y así nos lo han hecho saber quienes gestan estos temas. En este caso es un acuerdo comercial pero, como dije, puede ser de otra materia.

Hace muy poco tiempo en la Comisión de Asuntos Internacionales recibimos a legisladores del EFTA –European Free Trade Association, es decir, la Asociación Europea de Libre Comercio, el acuerdo entre Suecia, Liechtenstein, Suiza e Islandia– que nos visitaron porque en Argentina había una negociación Mercosur-EFTA y aprovecharon a recorrer los países miembros del Mercosur, para saber directamente, mano a mano, qué pensaba la expresión plural de la ciudadanía uruguaya que se representa en el Parlamento.

Quiero ese tipo de debates; quiero el tipo de debates que promueve, por ejemplo, el primer ministro canadiense, que tiene desplegadas cuatro consultas sobre acuerdos internacionales –una de ellas es el posible acuerdo Mercosur-Canadá–, creo que también con las organizaciones sociales, las sindicales y las empresariales. Si realmente estamos convencidos de que este tipo de cosas tiene que estar en función del beneficio de la gente y de una estrategia, eso supone determinadas cuestiones que efectivamente ayuden al desarrollo y no desindustrialicen ni empobrezcan a los países.

Como queda claro que el comercio no es libre, mucho menos es justo, tenemos que ser muy responsables en el acuerdo, la ratificación y la evaluación de este tipo de instrumentos. Ojalá llegue el momento en el cual podamos tener rápidamente la transparencia de la información, tanto en este como en otros tratados; eso significaría dotar de mayores capacidades a la Cancillería y contar con organismos competentes –como Uruguay XXI–, con la robustez que aún pueden adquirir en mayor grado.

Por eso reivindico el mecanismo partidario de debate que nos dimos y vamos a reclamar –sea a nuestra Cancillería o en algún momento a la Cancillería de otro partido– que se nos dé la información correspondiente porque creemos que hace a la profundidad de los temas y a la responsabilidad que tenemos los legisladores.

Gracias, señora presidenta.

SEÑOR SILVEIRA.- Pido la palabra para fundar el voto.

SEÑORA PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR SILVEIRA.- Señora presidenta: voy a ser breve.

Me sumo a las manifestaciones vertidas en cuanto a la riqueza que aporta un debate de este tipo.

Para nosotros ha significado una buena oportunidad –tal como acá se ha dicho– porque nos permite demostrar que aquellas actitudes con las que decimos que estamos dispuestos a contribuir, realmente se acompasan con la realidad. Tal como dijimos el otro día cuando tratábamos el tema del código, no son muy comunes estas oportunidades en las que podemos demostrar la intención de contribuir.

Es cierto y razonable lo que aquí se ha dicho en cuanto a que hay tener determinadas precauciones en este tema; evidentemente, si bien los tratados van abriendo caminos a los países que los suscriben, van complejizando mucho el comercio internacional porque cada tratado que se hace entre países afecta en alguna medida a otros que, a su vez, buscan resguardarse. Evidentemente, la forma más correcta para el desarrollo del comercio mundial son las grandes organizaciones que por este sistema terminan recibiendo, en realidad, el sedimento de todo aquello que los tratados no pueden resolver. Entonces, se pasa –casi diría– lo que sobra a la organización mundial y los países acuerdan entre sí aquellas cosas que les son más favorables.

Esto justifica el hecho de tener una actitud mesurada, de estudio, de razonabilidad, de tomar precauciones con respecto a las oportunidades que el país procura. Decimos enfáticamente que eso es razonable, pero aprobar un acuerdo en trece años nos parece exagerado; se tomaron demasiadas precauciones. Evidentemente, no creo que los otros países, que han suscrito ocho o diez tratados en ese tiempo, sean los que están mal. A eso se reduce la cuestión. Acá hay otros temas, no solamente el de tomar precauciones para no cometer errores.

Gracias.

SEÑORA PRESIDENTE.- En discusión particular.

Léase el artículo único del proyecto de ley.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Artículo único.- Apruébase el Acuerdo de Libre Comercio entre la República Oriental del Uruguay y la República de Chile, suscrito en Montevideo, República Oriental del Uruguay, el 4 de octubre de 2016».

SEÑORA PRESIDENTE.- En consideración.

Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.

(Se vota).

–27 en 27. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Queda aprobado el proyecto de ley, que se comunicará a la Cámara de Representantes.

(No se publica el texto del proyecto de ley aprobado, por ser igual al considerado).

18) LEVANTAMIENTO DE LA SESIÓN

SEÑORA PRESIDENTE.- No habiendo más asuntos, se levanta la sesión.

(Así se hace, a las 13:39, presidiendo la señora Lucía Topolansky y estando presentes los señores senadores Asiaín, Ayala, Besozzi, Bianchi, Bordaberry, Carrera, Castillo, Coutinho, De León, Delgado, Garín, Lacalle Pou, Martínez Huelmo, Michelini, Mieres, Moreira, Mujica, Otheguy, Passada, Payssé, Pintado, Saravia, Silveira, Tourné, Viera y Xavier).

LUCÍA TOPOLANSKY Presidente

José Pedro Montero Secretario

Hebert Paguas Secretario

Adriana Carissimi Canzani Directora general del Cuerpo de Taquígrafos

Control División Diario de Sesiones del Senado

Diseño División Imprenta del Senado

Linea del pie de página
Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.