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N.º 4 - TOMO 563 - 15 DE MARZO DE 2017

REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY

DIARIO DE SESIONES

DE LA

CÁMARA DE SENADORES

TERCER PERÍODO DE LA XLVIII LEGISLATURA

4.ª SESIÓN ORDINARIA

PRESIDEN EL SEÑOR RAÚL SENDIC Presidente y LA SEÑORA CAROL AVIAGA Tercera vicepresidenta

ACTÚAN EN SECRETARÍA: LOS TITULARES, JOSÉ PEDRO MONTERO Y HEBERT PAGUAS, Y LOS PROSECRETARIOS, SILVANA CHARLONE Y LUIS CALABRIA

SUMARIO

1) Texto de la citación

2) Asistencia

3) Asuntos entrados

4) Proyectos presentados

– Los señores senadores Ayala, De León, Garín, Lorier, Martínez Huelmo, Michelini, Otheguy, Pardiñas y Pintado presentan un proyecto de ley por el que se declara el 13 de enero como Día de la Primera Bandera de José Artigas.

• Pasa a la Comisión de Educación y Cultura.

 – El señor senador Bordaberry presenta un proyecto de ley por el que se propone el derecho del trabajador a desconectarse del trabajo fuera del horario laboral.

• Pasa a la Comisión de Asuntos Laborales y Seguridad Social.

5) Pedidos de informes

– El señor senador Saravia solicita se curse un pedido de informes de fecha 14 de marzo, con destino al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y por su intermedio a la Dirección Nacional de Medio Ambiente, relacionado con la extracción de arena en la localidad de Barra del Chuy, departamento de Rocha.

– El señor senador Lacalle Pou solicita se curse un pedido de informes, con destino al Ministerio del Interior, relacionado con la investigación de un hurto cometido el pasado 22 de noviembre de 2016 en una vivienda de la localidad de Parque del Plata, departamento de Canelones.

• Oportunamente fueron tramitados.

6) Solicitudes de no archivo de carpetas

• Por moción de los miembros de la Comisión de Vivienda y Ordenamiento Territorial, el Senado resuelve no archivar la carpeta n.º 263/2015.

• Por moción de los miembros de la Comisión de Constitución y Legislación, el Senado resuelve no archivar las carpetas n.os 99/2015, 100/2015, 101/2015, 105/2015, 106/2015, 109/2015, 110/2015, 117/2015, 118/2015, 119/2015, 122/2015, 123/2015, 125/2015, 126/2015, 129/2015, 130/2015, 132/2015, 135/2015, 136/2015, 160/2015, 161/2015, 162/2015, 163/2015, 164/2015, 165/2015, 166/2015, 189/2015, 204/2015, 222/2015, 251/2015, 254/2015, 262/2015, 287/2015, 292/2015, 335/2015, 359/2015, 363/2015, 378/2015, 394/2015, 409/2015, 444/2016, 446/2016, 449/2016, 452/2016, 453/2016, 499/2016, 500/2016, 501/2016, 503/2016, 504/2016, 506/2016, 507/2016, 508/2016, 512/2016, 513/2016, 526/2016, 538/2016, 605/2016, 606/2016, 627/2016, 694/2016 y 726/2016.

• Por moción de la señora senadora Aviaga, el Senado resuelve no archivar la carpeta n.º 617/2016, a estudio de la Comisión de Industria, Energía, Comercio, Turismo, y Servicios.

7) Inasistencias anteriores

– Por secretaría se da cuenta de que no se registraron inasistencias a la última convocatoria.

8), 16), 20) y 22) Solicitudes de licencia e integración del Cuerpo

– El Senado concede las licencias solicitadas por los señores senadores De León, Moreira, Cardoso, Besozzi, Lacalle Pou, Delgado y Amorín.

– Quedan convocados los señores senadores Simois, Saravia, Piñeyrúa, Argimón y Olano.

9) Bicentenario de la Resistencia Artiguista de Villa Guadalupe y Paso Cuello

– Manifestaciones del señor senador Garín.

• Por moción del señor senador, el Senado resuelve enviar la versión taquigráfica de sus palabras al Gobierno departamental de Canelones, a los Municipios de Canelones y Santa Lucía, al Ministerio de Educación y Cultura, a la Unión de Aparcerías y Sociedades Tradicionalistas del Uruguay y a la prensa del departamento de Canelones.

10) Derecho al Plan Ibirapitá

– Manifestaciones del señor senador Bordaberry.

• Por moción del señor senador, el Senado resuelve enviar la versión taquigráfica de sus palabras al Banco de Previsión Social, a la Presidencia de la República, al Plan Ibirapitá y al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

11) Competitividad para el sector productivo nacional

– Manifestaciones del señor senador Da Silva.

• Se vota negativamente la solicitud del señor senador relativa al envío de la versión taquigráfica de sus palabras.

12) Tragedia en albergue de Guatemala

– Manifestaciones de solidaridad de la señora senadora Tourné.

13) Postergación del numeral primero del orden del día

• La presidencia informa que como no se han planteado propuestas, se posterga la consideración del numeral primero del orden del día.

14), 17), 19), 21) y 23) Órganos electivos nacionales y departamentales, y de dirección de los partidos políticos

– Por moción del señor senador De León, el Senado resuelve alterar el orden del día y considerar de inmediato el proyecto de ley por el que se declara de interés nacional la participación equitativa de ambos sexos en su integración.

• Aprobado. Se comunicará a la Cámara de Representantes.

15) Prórroga de la hora de finalización de la sesión

• El Senado resuelve prorrogar la hora de finalización de la sesión hasta cuando el Cuerpo entienda que tiene que hacerlo.

18) Sesión extraordinaria

• Por moción de los señores senadores Tourné, Carámbula, Amorín, Michelini, Mieres, Heber, Larrañaga, Garín y De León, el Senado resuelve reunirse en forma extraordinaria el próximo martes 21, a las 10:00, a fin de considerar el proyecto de ley por el que se establecen modificaciones a la Ley n.º 15921, de 17 de diciembre de 1987, sobre zonas francas.

24) Levantamiento de la sesión

• El Senado resuelve levantar la sesión pues, como se había acordado, el segundo punto del orden del día se va a tratar en la sesión extraordinaria de la próxima semana.

1) TEXTO DE LA CITACIÓN

«Montevideo, 14 de marzo de 2017

La CÁMARA DE SENADORES se reunirá en sesión ordinaria el próximo miércoles 15 de marzo, a las 09:30, a fin de informarse de los asuntos entrados y considerar el siguiente

Orden del día

1.º) Elección de miembros de la Comisión Permanente del Poder Legislativo (artículo 127 de la Constitución de la república).

Discusión general y particular de los siguientes proyectos de ley:

2.º) por el que se establecen modificaciones a la Ley n.º 15921, de 17 de diciembre de 1987, sobre zonas francas.

Carp. n.º 271/2015 - rep. n.º 400/2016 - rep. n.º 400/2016 - anexo I

3.º) por el que se establece la participación equitativa de ambos sexos en la integración de los órganos electivos nacionales y departamentales y de dirección de los partidos políticos.

Carp. n.º 584/2016 - rep. n.º 409/2017 - rep. n.º 409/2017 - anexo I

Hebert Paguas Secretario - José Pedro Montero Secretario».

2) ASISTENCIA

ASISTEN: los señores senadores Alonso, Amorín, Argimón, Ayala, Bianchi, Bordaberry, Camy, Carámbula, Da Silva, De León, Garín, Heber, Lacalle Pou, Larrañaga, Martínez Huelmo, Michelini, Mieres, Moreira, Mujica, Otheguy, Pardiñas, Passada, Payssé, Pesce, Piñeyrúa, Pintado, Saravia, Topolansky y Tourné; y con posterioridad ingresa el señor senador García.

FALTAN: con licencia, los señores senadores Besozzi, Cardoso, Coutinho, Delgado, García y Xavier; y con aviso, la señora senadora Olano.

3) ASUNTOS ENTRADOS

SEÑOR PRESIDENTE.- Habiendo número, está abierta la sesión.

(Son las 09:36).

–Dese cuenta de los asuntos entrados.

(Se da de los siguientes).

SEÑORA PROSECRETARIA (Silvana Charlone).- «La Presidencia del Senado comunica al Cuerpo que el señor senador Pedro Bordaberry pasará a integrar la Comisión de Presupuesto en lugar del señor senador Daniel Bianchi.

–TÉNGASE PRESENTE.

La Comisión de Constitución y Legislación eleva informado un proyecto de ley por el que se establece la participación equitativa de ambos sexos en la integración de los órganos electivos nacionales y departamentales y de dirección de los partidos políticos.

–HA SIDO REPARTIDO Y SE ENCUENTRA INCLUIDO EN EL ORDEN DEL DÍA DE LA SESIÓN DE HOY.

La Comisión de Vivienda y Ordenamiento Territorial, de conformidad con lo establecido en el artículo 163 del Reglamento del Senado, solicita que no pase al archivo la carpeta n.º 263/2015.

La Comisión de Constitución y Legislación, de conformidad con lo establecido en el artículo 163 del Reglamento del Senado, solicita que no pasen al archivo las siguientes carpetas: n.os 99/2015, 100/2015, 101/2015, 105/2015, 106/2015, 109/2015, 110/2015, 117/2015, 118/2015, 119/2015, 122/2015, 123/2015, 125/2015, 126/2015, 129/2015, 130/2015, 132/2015, 135/2015, 136/2015, 160/2015, 161/2015, 162/2015, 163/2015, 164/2015, 165/2015, 166/2015, 189/2015, 204/2015, 222/2015, 251/2015, 254/2015, 262/2015, 287/2015, 292/2015, 335/2015, 359/2015, 363/2015, 378/2015, 394/2015, 409/2015, 444/2016, 446/2016, 449/2016, 452/2016, 453/2016, 499/2016, 500/2016, 501/2016, 503/2016, 504/2016, 506/2016, 507/2016, 508/2016, 512/2016, 513/2016, 526/2016, 538/2016, 605/2016, 606/2016, 627/2016, 694/2016 y 726/2016.

La señora senadora Carol Aviaga, de conformidad con lo establecido en el artículo 163 del Reglamento del Senado, solicita que no pase al archivo la carpeta n.º 617/2016, a estudio de la Comisión de Industria, Energía, Turismo y Servicios.

–SE VA A VOTAR LUEGO DE LEÍDOS LOS ASUNTOS ENTRADOS».

4) PROYECTOS PRESENTADOS

SEÑOR PRESIDENTE.- Dese cuenta de un proyecto presentado.

(Se da del siguiente).

SEÑORA PROSECRETARIA (Silvana Charlone).- «Los señores senadores Patricia Ayala, Leonardo de León, Daniel Garín, Eduardo Lorier, Rubén Martínez Huelmo, Rafael Michelini, Marcos Otheguy, Yerú Pardiñas y Enrique Pintado presentan, con exposición de motivos, un proyecto de ley por el que se declara el 13 de enero como Día de la Primera Bandera de José Artigas.

–A LA COMISIÓN DE EDUCACIÓN Y CULTURA».

(Texto del proyecto de ley presentado).

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SEÑOR PRESIDENTE.- Dese cuenta de otro proyecto presentado.

(Se da del siguiente).

SEÑORA PROSECRETARIA (Silvana Charlone).- «El señor senador Pedro Bordaberry presenta, con exposición de motivos, un proyecto de ley por el que se propone el derecho del trabajador a desconectarse del trabajo fuera del horario laboral.

–A LA COMISIÓN DE ASUNTOS LABORALES Y SEGURIDAD SOCIAL».

(Texto del proyecto de ley presentado).

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5) PEDIDOS DE INFORMES

SEÑOR PRESIDENTE.- Dese cuenta de un pedido de informes.

(Se da del siguiente).

SEÑORA PROSECRETARIA (Silvana Charlone).- «El señor senador Jorge Saravia solicita, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 118 de la Constitución de la república, se curse un pedido de informes, de fecha 14 de marzo, con destino al Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y, por su intermedio, a la Dirección Nacional de Medio Ambiente, relacionado con la extracción de arena en la localidad de Barra del Chuy, departamento de Rocha.

–OPORTUNAMENTE FUE TRAMITADO».

(Texto del pedido de informes).

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SEÑOR PRESIDENTE.- Dese cuenta de otro pedido de informes.

(Se da del siguiente).

SEÑORA PROSECRETARIA (Silvana Charlone).- «El señor senador Luis Lacalle Pou solicita, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 118 de la Constitución de la república, se curse un pedido de informes con destino al Ministerio del Interior, relacionado con la investigación de un hurto cometido el pasado 22 de noviembre de 2016 en una vivienda de la localidad de Parque del Plata, departamento de Canelones.

–OPORTUNAMENTE FUE TRAMITADO».

(Texto del pedido de informes).

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6) SOLICITUDES DE NO ARCHIVO DE CARPETAS

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar la solicitud de la Comisión de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, de la que se diera cuenta durante la lectura de los asuntos entrados, por la que pide mantener a estudio la carpeta n.º 263/2015.

(Se vota).

–18 en 20. Afirmativa.

Se va a votar la solicitud de la Comisión de Constitución y Legislación, de la que se diera cuenta durante la lectura de los asuntos entrados, por la que pide mantener a estudio las carpetas allí indicadas.

(Se vota).

–18 en 20. Afirmativa.

Se va a votar la solicitud de la señora senadora Aviaga, de la que se diera cuenta durante la lectura de los asuntos entrados, por la que pide mantener a estudio de la Comisión de Industria, Energía, Turismo y Servicios la carpeta n.º 617/2016.

(Se vota).

–19 en 20. Afirmativa.

7) INASISTENCIAS ANTERIORES

SEÑOR PRESIDENTE.- Dando cumplimiento a lo que establece el artículo 53 del Reglamento de la Cámara de Senadores, dese cuenta de las inasistencias a las anteriores convocatorias.

(Se da de la siguiente).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- En la sesión ordinaria del 14 de marzo no se registraron inasistencias.

8) SOLICITUDES DE LICENCIA E INTEGRACIÓN DEL CUERPO

SEÑOR PRESIDENTE.- Léase una solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO.- (Hebert Paguas).- «Montevideo, 14 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

Presente

De mi mayor consideración:

A través de la presente, solicito al Cuerpo me conceda licencia al amparo del artículo 1.º de la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004, por motivos particulares, el día 15 de marzo de 2017.

Sin otro particular, saludo al señor presidente muy atentamente.

Leonardo de León. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–19 en 20. Afirmativa.

Se comunica que los señores Julio Calzada, Beatriz Ramírez, Felipe Carballo, Cristina Lustemberg y Saúl Aristimuño han presentado nota de desistimiento, informando que por esta vez no aceptan la convocatoria a integrar el Cuerpo, por lo que queda convocada la señora Mabel Simois, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

Léase otra solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «Montevideo, 15 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

A través de la presente, solicito al Cuerpo que usted preside me conceda licencia los días martes 4, miércoles 5 y jueves 6 de abril de 2017.

Motiva dicha solicitud la invitación que recibiera de la organización Commonwealth of Learning, en asociación con la Universidad de Campinas, para participar de la Americas Regional Consultation on Open Educational Resources, a realizarse en San Pablo, Brasil, del 3 al 4 de abril de 2017.

Solicito dicha licencia al amparo del literal D) del artículo 1.º de la Ley n.º 17827. Solicito también se convoque a mi suplente respectivo.

Sin otro particular, saludo a usted muy atentamente.

Constanza Moreira. Senadora».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–19 en 20. Afirmativa.

Se comunica que los señores Rafael Paternain, Virginia Cardozo y Federico Preve han presentado nota de desistimiento, informando que por esta vez no aceptan la convocatoria a integrar el Cuerpo, por lo que se solicitará a la Corte Electoral una nueva proclamación a fin de integrar el Cuerpo.

Léase otra solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «Montevideo, 14 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

Presente

De mi mayor consideración:

De acuerdo con lo establecido en la Ley n.º 17827, de fecha 14 de setiembre de 2004, solicito al Cuerpo se sirva concederme el uso de licencia por el día de mañana 15 de marzo de 2017, por motivos personales.

Sin otro particular, saludo a usted muy atentamente.

José Carlos Cardoso. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–19 en 19. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Queda convocado el señor Jorge Saravia, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

Léase otra solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «Montevideo, 14 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

Por la presente, solicito ante la Cámara de Senadores licencia por obligaciones notorias –literal D), Ley n.º 17827– para el día 16 de marzo del corriente año de acuerdo con la invitación adjunta.

Sin más, lo saludo atentamente.

Guillermo Besozzi. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–18 en 19. Afirmativa.

Se comunica que los señores Omar Lafluf, Adriana Peña, Eber da Rosa y Jorge Gandini han presentado nota de desistimiento, informando que por esta vez no aceptan la convocatoria a integrar el Cuerpo, por lo que queda convocada la señora Ana Lía Piñeyrúa, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

Léase otra solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «Montevideo, 14 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

De acuerdo con lo establecido en la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004, solicito al Cuerpo que usted preside se sirva concederme el uso de licencia para el día 16 de marzo de 2017, por motivos personales.

Sin más, lo saludo muy atentamente.

Luis Lacalle Pou. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–18 en 19. Afirmativa.

Queda convocado el señor Jorge Saravia, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

Léase otra solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (Hebert Paguas).- «Montevideo, 14 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Don Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

A través de la presente, solicito al Cuerpo me conceda licencia al amparo del artículo 1.º de la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004, por motivos personales, por el día 15 de marzo del corriente, y se convoque al suplente respectivo.

Sin otro particular, saludo muy atentamente.

Álvaro Delgado. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–20 en 20. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Se comunica que los señores Alejandro Draper, Mercedes Antía y Armando Castaingdebat han presentado nota de desistimiento, informando que por esta vez no aceptan la convocatoria a integrar el Cuerpo, por lo que queda convocada la señora Beatriz Argimón, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

9) BICENTENARIO DE LA RESISTENCIA ARTIGUISTA DE VILLA GUADALUPE Y PASO CUELLO

SEÑOR PRESIDENTE.- El Senado ingresa a la media hora previa.

Tiene la palabra el señor senador Garín.

SEÑOR GARÍN.- Señor presidente: queremos hacer alusión a la conmemoración del Bicentenario de la Resistencia Artiguista de Villa Guadalupe y Paso Cuello frente a la invasión portuguesa, que se llevará adelante en el trascurso de estos días.

Es importante mencionar este evento ya que nuestro joven país está viviendo, a nivel institucional, desde el año 2011, diferentes celebraciones con motivo del bicentenario del proceso de independencia. Siempre debemos contribuir a fortalecer nuestra identidad a partir de la conmemoración de fechas históricas que traen al presente saberes y peripecias vividas por compatriotas, especialmente en la lucha artiguista, la que nos ha dejado un país independiente. Más adelante mencionaremos a quienes contribuyeron en su fortalecimiento, como es el caso de Wilson Ferreira Aldunate. A propósito, en esta fecha tan especial saludamos a toda la colectividad del Partido Nacional.

Recordar los hechos históricos de la gesta artiguista deja espacio para una reflexión nacional que siempre es útil para reafirmar nuestra identidad y profundizar el ideario de libertad y democracia.

Es sabido por todos que al frente del proceso de independencia de nuestro país estuvo el general José Artigas; un general del pueblo que tuvo la particularidad de organizar, conducir y sostener un proceso libertador en el que buena parte de su adhesión estuvo fuertemente vinculada al ideario artiguista. Un ideario basado en los conceptos de igualdad, de libertad y de autodeterminación de los pueblos, y de la construcción de una patria grande latinoamericana, le permitió mantener, a lo largo de una década, la lucha permanente y la construcción de la Provincia Oriental.

Si bien podemos decir muchas cosas sobre Artigas en su época de apogeo, algunas de ellas quedan claramente referidas en hechos bien conocidos por todos: las Instrucciones del año xiii y el Reglamento provisorio para el reparto de tierras de 1815. Indudablemente, todas las acciones de la gesta artiguista generaron en su momento mucha oposición de los poderosos: el alicaído poder de la Corona española, los criollos que pretendían heredar los beneficios que se habían generado en la época de la colonia y el Imperio portugués que aspiraba a expandirse sobre la Provincia Oriental. Esos actores siempre encontraron en Artigas un obstáculo para lograr sus aspiraciones, razón por la cual el pensamiento artiguista fue combatido desde el este, el oeste y desde el centro del territorio de la provincia. Sabido es que la segunda invasión de los portugueses, iniciada en 1816, dio como resultado, en 1820, la derrota militar y política de Artigas y su exilio en Paraguay.

Si bien el año 1820 es identificado como el momento de la derrota militar y política, afortunadamente el ideario artiguista no fue derrotado, sino que ha llegado hasta nuestros días orientándonos en las reflexiones que permiten que nuestro país siga luchando por la igualdad y la libertad.

(Suena timbre indicador de tiempo).

–Recapitulo lo que mencionaba al inicio –rápidamente culmino mi intervención, señor presidente–: mi exposición pretende conmemorar la batalla de Paso Cuello y la resistencia de Villa Guadalupe, donde un conjunto de compatriotas seguidores del pensamiento artiguista, el 19 de marzo de 1817 enfrentaron la invasión de las fuerzas portuguesas, venciéndolas y obligándolas a replegar hacia Montevideo.

Aprovechamos la fuerza que simboliza este Parlamento para sumarnos a la celebración de esta fecha y a esta acción que está llevada adelante por el Gobierno de Canelones y la sociedad civil canaria a través de investigadores, y especialmente a través de aparcerías, y reconocer las actividades que hoy se están iniciando y que finalizarán el próximo domingo 19 con un acto conmemorativo de celebración del Bicentenario de la Resistencia Artiguista en Villa Guadalupe y Paso Cuello.

Solicito que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada al Gobierno de Canelones, a los Municipios de Canelones y Santa Lucía –que son coorganizadores–, al Ministerio de Educación y Cultura, a la Unión de Aparcerías y Sociedades Tradicionalistas del Uruguay –que también están siendo parte de la organización– y a la prensa del departamento de Canelones.

Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar la solicitud del señor senador.

(Se vota).

–20 en 21. Afirmativa.

10) DERECHO AL PLAN IBIRAPITÁ

SEÑOR PRESIDENTE.- Continuando con la media hora previa, tiene la palabra el señor senador Bordaberry.

SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: quiero hacer referencia a un asunto que quizás puede parecer menor, pero para muchos uruguayos no lo es. El último aumento a los jubilados fue del 11,74 %; en enero de 2017 se liquidó un 10,56 % y la diferencia se liquidará en este mes de marzo.

Hasta diciembre de 2016, los jubilados que percibían hasta $ 26.720 tenían derecho a la tableta del Plan Ibirapitá. Inclusive, muchos de ellos se habían inscripto en el año 2015, es decir que habían adquirido el derecho y lo seguían manteniendo –aun con los aumentos– hasta diciembre de 2016. En el año 2017 se les exigió que volvieran a inscribirse, pero se fijó un tope máximo de $ 28.888, por lo que algunos quedaban fuera del plan.

O sea que si hasta diciembre de 2016 el tope máximo era de $ 26.720, y se aplica el mismo aumento que para las jubilaciones –11,74 %–, se verá que ese tope no es de $ 28.888 sino de $ 29.856. Es decir que incrementaron el tope para acceder al beneficio en un 8,11 %, en lugar de hacerlo en un 11,74 % que fue lo que aumentaron las jubilaciones.

Es un tema que quizás puede parecer menor, pero para el colectivo de jubilados no lo es. Con seguridad esto ha pasado inadvertido para las autoridades del Plan Ibirapitá y también para el Banco de Previsión Social. Por lo tanto, solicito que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada al Banco de Previsión Social, a la Presidencia de la República y al Plan Ibirapitá.

Muchas gracias.

SEÑOR MICHELINI.- Sería bueno incluir al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar el trámite solicitado por el señor senador Bordaberry con la inclusión sugerida por el señor senador Michelini.

(Se vota).

–20 en 20. Afirmativa. UNANIMIDAD.

11) COMPETITIVIDAD PARA EL SECTOR PRODUCTIVO NACIONAL

SEÑOR PRESIDENTE.- Continuando con la media hora previa, tiene la palabra el señor senador Da Silva.

SEÑOR DA SILVA.- Señor presidente: voy a aprovechar este ingreso al Senado para referirme a un tema que no es nuevo ni es menor. Quizás uno de los desafíos más importantes que tenemos en el corto y mediano plazo sea devolver la competitividad, tan postergada, a todo el sector productivo nacional.

Mientras nos acostumbramos a escuchar, un día sí y otro también, los disparates que pasaron en Ancap, en Uruguay se siguen pagando los combustibles más caros de la región. Un horno de pórtland abandonado, juicios por doquier, fiestas del tipo de las de los jeques árabes y hasta el pago de cheques en moneda equivocada ya son parte de nuestro diario vivir. Pagar, capitalizar y asumir déficits en el monopolio estatal parecería ser casi admitido por la ciudadanía que, lejos de recibir los beneficios de la baja del petróleo a nivel internacional, sigue pagando –reitero– los combustibles más caros de la región.

El gasoil –verdadero motor de la economía– que hoy vende Ancap cuesta $ 41,80, mientras que si se pudiera importar libremente –de acuerdo con datos oficiales de la Ursea y teniendo en cuenta todos los impuestos–, al día de hoy el mismo litro costaría $ 28,18. La ineficiencia y el desquicio de Ancap le agregan casi $ 14 de diferencia por litro, lo que…

SEÑOR PRESIDENTE.- Señor senador: usted no puede hacer alusiones políticas en la media hora previa. Ya se lo dejé pasar una vez, pero le voy a pedir que cuide sus palabras porque está violando el Reglamento.

SEÑOR DA SILVA.- No lo quiero aludir a usted, señor presidente.

SEÑOR PRESIDENTE.- Pero está haciendo alusiones políticas que están prohibidas según el Reglamento.

SEÑOR DA SILVA.- Si lo aludí, le pido disculpas, pero estoy tratando de hacer un planteo.

SEÑOR PRESIDENTE.- No se trata de que no me pueda aludir a mí; no puede hacer alusiones políticas. Por lo tanto, ¡cuide sus palabras!

SEÑOR DA SILVA.- Usted es arte y parte, señor presidente, así que voy a tratar de referirme al planteo…

SEÑOR PRESIDENTE.- No es por eso, señor senador. Me va a obligar a pedir el respaldo del Cuerpo para poder observarlo.

SEÑOR DA SILVA.- Obsérveme, señor presidente, por decir la verdad.

¿Puedo continuar?

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Da Silva.

SEÑOR DA SILVA.- Si hiciéramos una simple regla de tres, podríamos concluir que si se importara libremente el gasoil, los transportistas de Montevideo podrían bajar el costo del boleto urbano –solo por este insumo– de $ 33 a casi $ 23. Si este ejemplo se aplicara en el transporte de hacienda, que en promedio cuesta $ 70 el kilómetro, veríamos que tan solo con esta rebaja ese valor pasaría a ser de $ 47.

Podemos ver más ejemplos de la economía real. El costo de una hacienda de verdeos de un tambero –sector que atraviesa una de las peores coyunturas en años– o la cosecha de soja que se avecina podrían, aunque sea en algo, lograr competitividad. Asimismo, los dramas locales como los que se están atravesando en Juan Lacaze –¿por qué no?– o hasta el paro de los camioneros que está padeciendo el castigado sector arrocero podrían encontrar alguna solución.

Imaginemos el combate al contrabando si en zonas fronterizas se pudiera importar, desde refinerías más cercanas, el gasoil para los surtidores. Habría más recaudación, más formalidad y más lógica que las que supone pretender llevar este insumo desde Montevideo. Imaginemos las asociaciones de productores llevando este beneficio a sus afiliados; por ejemplo, Conaprole a los tamberos. ¿Por qué no pensar en empresarios que, viendo la oportunidad, puedan trasladar este negocio nuevo a las miles de actividades dependientes de este insumo?

Varias veces el Estado uruguayo ha tenido que salir de su zona de confort y competir. Tanto el Banco de Seguros del Estado como Antel se vieron obligados a lograr mayor eficiencia y, como es obvio, fue en beneficio de toda la población. Hoy nadie se asusta del costo de los seguros y, mucho menos, del de la telefonía celular.

Por lo tanto, está llegando la hora de que en el sistema político nos pongamos los pantalones largos y asumamos que el monopolio de Ancap debe ir llegando a su fin. Es un tema prioritario y debemos generar conciencia crítica a los efectos de que, de una vez por todas, se logre un acuerdo para que la modernidad también llegue a los que producen en Uruguay; y que, por el peso de la realidad, el Uber también le llegue a Ancap.

Los números son elocuentes y vamos a adjuntarlos para la versión taquigráfica. Estamos perdiendo competitividad por este monopolio anacrónico del que, de haber puesto sentido común, espíritu amplio y menos corporativismo, podríamos haber obtenido infraestructura más barata, mayor creación y mejor distribución de riqueza.

Solicito que la versión taquigráfica de mis palabras sea enviada al PIT-CNT, a la Asociación Rural del Uruguay, a la Federación Rural del Uruguay, a la Asociación de Cultivadores de Arroz, a la Cámara de Industrias del Uruguay, a la Intergremial de Transporte Profesional de Carga Terrestre del Uruguay, a la Intergremial de Productores de Leche y al Directorio de Ancap.

Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar el trámite solicitado por el señor senador.

(Se vota).

–6 en 21. Negativa.

12) TRAGEDIA EN ALBERGUE DE GUATEMALA

SEÑOR PRESIDENTE.- Continuando con la media hora previa, tiene la palabra la señora senadora Tourné.

SEÑORA TOURNÉ.- Señor presidente: el pasado 8 de marzo, mientras en nuestro país y en muchos más se vivía una jornada francamente histórica de movilización ciudadana contra la violencia de género, en Guatemala morían calcinadas cuarenta niñas. Estas niñas estaban internadas en un lugar que paradójicamente se llamaba Hogar Seguro Virgen de la Asunción.

Este hogar tenía lugar para 300 niños, niñas y adolescentes –evidentemente, eran niños vulnerados, sin derechos, invisibilizados, que terminaban allí–, pero lo cierto es que había 800. Las denuncias al personal del hogar y a quienes lo dirigían, por maltrato físico y psicológico, y abuso sexual sobre estas niñas, habían sido reiteradamente expuestas en Guatemala. Sin embargo, como suele suceder, estas niñas y estas jóvenes raramente son escuchadas ni atendidos sus planteos. Desde hacía varios años, la Procuraduría de los Derechos Humanos había advertido sobre la situación del albergue. Incluso, esa oficina señaló que las jóvenes estaban encerradas bajo llave cuando se desató el incendio.

El día 7 de marzo se produjo un motín en el hogar por las condiciones en que los jóvenes vivían. Y la decisión del señor presidente de la república fue enviar 250 soldados a las puertas del hogar para hacer volver a los niños y niñas –que habían generado el motín por los abusos, maltratos, vejaciones y violaciones que estaban recibiendo–, y que a las niñas se las encerrara bajo llave.

Como todos sabemos, las niñas encontraron otra forma de protestar –y eso lo vivimos hace años en nuestro país– que fue la quema de colchones, y por más que gritaron y pidieron ayuda, las puertas no se abrieron; esa misma noche, 18 niñas murieron allí, calcinadas.

Uno no puede comprender que sigan sucediendo este tipo de hechos en el mundo, en América Latina, en un país hermano. No es comprensible que, sabiendo el riesgo de vida que corrían esas criaturas, no se hayan abierto las puertas. ¡Las dejaron morir quemadas! ¡40 niñas!

No sé a quién enviarle estas palabras, pero las quería manifestar porque no puede ser que pase inadvertido el hecho de que 40 niñas fueron dejadas morir quemadas. ¿Por qué? Porque no tenían derecho a voz, porque eran pobres, porque se portaban mal, porque nadie las atendió nunca y terminaron en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. ¡Qué paradoja! Y la orden fue cerrar el hogar y destituir a su director, no al responsable de Bienestar Social, que tiene rango ministerial.

En este momento todavía hay ocho niñas peleando por su vida en un CTI de ese país. Los familiares, las mujeres y la gente solidaria realizaron enormes manifestaciones en las calles, pero todo es muy macabro y terrible. Lamentablemente, estos hechos nos indican que hay poblaciones que todavía no miramos con respeto en relación con sus derechos. ¡Esto es terrible!

Hay testimonios de los jóvenes que dicen que gritaban desesperadamente que les abrieran las puertas a las chiquilinas para que pudieran salir del encierro; y se les preguntaba si las habían abierto y contestaban que no.

Las consignas que cantaban en las calles de Guatemala las madres, los familiares, las mujeres y los integrantes de organizaciones sociales de derechos de la infancia –que se volcaron a las calles en gran número– expresaban que esas niñas no merecían morir así y pedían justicia. «No murieron de amor, sino de indiferencia» decía una pancarta; otra expresaba: «Las niñas no se tocan, no se violan, no se queman, no se matan».

Esta situación terrible la quería traer a este ámbito porque creo que en materia de derechos de la infancia todavía resta mucho por hacer. Me parece que tenemos que expresar nuestra solidaridad y compromiso con el combate respecto de los derechos de los niños y las niñas.

Como les decía, ese mismo día murieron 19 jóvenes en el hogar; 11 murieron en el hospital San Juan de Dios y otras 8 niñas en el hospital Roosevelt. Las niñas, que tenían entre 14 y 17 años, tenían gravísimas quemaduras y heridas.

Quería solidarizarme con esta terrible situación y expresar mi sentir en el ámbito donde tengo derecho a hacer escuchar mi voz. Llamo al compromiso para seguir avanzando sobre los derechos de los niños y niñas.

Muchas gracias.

13) POSTERGACIÓN DEL NUMERAL PRIMERO DEL ORDEN DEL DÍA

SEÑOR PRESIDENTE.- El Senado ingresa a la consideración del orden del día.

El punto que figura en primer término es la elección de miembros de la Comisión Permanente del Poder Legislativo, pero no hemos recibido propuestas.

14) ÓRGANOS ELECTIVOS NACIONALES Y DEPARTAMENTALES, Y DE DIRECCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

SEÑOR DE LEÓN.- Pido la palabra para una cuestión de orden.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR DE LEÓN.- Señor presidente: proponemos que se altere el orden del día y se pase a considerar de inmediato el asunto que figura en tercer término.

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va votar la moción formulada por el señor senador.

(Se vota).

–20 en 23. Afirmativa.

Se pasa a considerar el asunto que figura en tercer término del orden del día: «Proyecto de ley por el que se establece la participación equitativa de ambos sexos en la integración de los órganos electivos nacionales y departamentales, y de dirección de los partidos políticos. (Carp. n.º 584/2016 - rep. n.º 409/2017 - rep. n.º 409/2017 - anexo I)».

SEÑOR PRESIDENTE.- En discusión general.

Tiene la palabra la miembro informante, señora senadora Moreira.

SEÑORA MOREIRA.- Señor presidente: si bien las leyes tienen número, pusimos este nombre al proyecto de ley como un reconocimiento a la querida exlegisladora Martha Montaner, ya que era la carátula del que ella presentó oportunamente, luego de aprobada la primera ley de cuotas en el 2009.

Es con alegría que venimos a defender este proyecto. Creo que debemos tener claro que hoy no tenemos ningún régimen de acción afirmativa que permita el acceso diferencial a las mujeres. Por la ley de 2009 este régimen cayó; solo se aplicó en las elecciones de los años 2014 y 2015. Uruguay es el único país de América Latina que no tiene ninguna disposición de acción afirmativa con relación a la mujer. Ya andamos mal desde el punto de vista del porcentaje de participación femenina en las cámaras y peor andaríamos si no se aprobara este proyecto de ley.

Esta propuesta deja consolidado el sistema de cupos en las elecciones nacionales, departamentales y municipales, por lo que habrá que conseguir dos tercios de votos –como tuvimos que hacerlo ahora nosotras– para levantarlo en un futuro. Ello también forma parte de la alegría que siento al defender este proyecto, aunque sé que para muchos –como para mí– tiene sabor a poco. Queríamos la paridad y que se incluyera algo sobre el régimen de suplencias, lo que no fue posible. Estas leyes son modificaciones de leyes electorales y requieren acuerdos muy amplios. Creo que todo el mundo sabe que cuando se exige un acuerdo de dos tercios de votos, se está exigiendo la casi unanimidad de los partidos.

Desde hace un año venimos trabajando en este tema. En marzo de 2016, la Bancada Bicameral Femenina encomendó el trabajo a la politóloga Verónica Pérez, joven feminista que había trabajado con Niki Johnson en el área de género y política de la Facultad de Ciencias Sociales. Como decía, la Bancada Bicameral Femenina le encomienda el proyecto denominado Participación Política Paritaria de Hombres y Mujeres. Reitero que es un proyecto presentado por la Bancada Bicameral Femenina, que está integrada voluntariamente por mujeres de todos los partidos políticos.

Así que hace un año, el 8 de marzo, la Bancada Bicameral Femenina presentó este proyecto, y nosotros le dimos estado parlamentario otro 8 de marzo; lamentablemente, en este caso solo llevó la firma de legisladores frenteamplistas.

Pero ¿qué hicimos? En la subcomisión de la Comisión de Constitución y Legislación del Senado –que integramos los señores senadores Bordaberry, Mieres, Heber y quien habla– decidimos trabajar con proyectos de ley emanados de todas las colectividades políticas. Así que tomamos el proyecto de Gloria Rodríguez, del Partido Nacional; el de Martha Montaner, del Partido Colorado, y el de Democracia Paritaria. Por supuesto, el Partido Independiente también colaboró –como me acota el señor senador Mieres– aunque no presentó un proyecto propio. Trabajamos en la conjunción de estos proyectos tratando de encontrar un acuerdo.

Señor presidente: quiero decir que el tema de la cuota nos preocupa; nos debe preocupar y ocupar a todas y a todos.

En forma creciente hemos ido tomando conciencia de que no hay democracia plena sin la integración de la mujer a todos los órganos de decisión política de la vida pública. Hoy estamos trabajando solo en uno, en los órganos electivos, pero las mujeres deben estar incorporadas a todas las arenas decisorias. Con esto también me refiero a los gabinetes, a los ejecutivos, a los Gobiernos departamentales y a los Gobiernos locales.

Creo que todos somos conscientes de que hace muy poquitos días, el 8 de marzo –por eso hoy estamos considerando este proyecto de ley; apuramos el trámite legislativo para votarlo en el mes de marzo–, no solo hubo una marcha, sino muchas marchas que, por su carácter multitudinario, por la amplitud de su participación y por la diversidad de sus demandas, dejaron sentado el carácter de protesta que las mujeres uruguayas están haciendo en el Uruguay, al menos por tres temas: la violencia de género –que estuvo muy presente para quienes marchamos en Montevideo; los trajes negros fueron la demostración expresiva de este reclamo contra la violencia de género–; la discriminación en el trabajo –salarial, de acceso al empleo; las mujeres ganan menos y se desocupan más que los hombres– y la paridad o la participación equitativa de ambos sexos en la arena política. Creo que todos somos conscientes de que el carácter multitudinario, protestón y gigante de la marcha –¡de las marchas!–, pone de manifiesto que la agenda de las mujeres es una prioridad. Podemos expresarlo así.

Cuando discutíamos sobre el Sistema Nacional Integrado de Cuidados decíamos: «No alcanza con que el Estado se haga cargo de los cuidados; ¡queremos corresponsabilidad de los géneros en la vida privada!». Bueno, señor presidente, así como queremos corresponsabilidad de los géneros en la vida privada, también queremos corresponsabilidad de los géneros en la vida pública.

La cuota no es una pelea que estamos dando las mujeres políticas para asegurarnos un lugar de poder. Esto es un tema que ha estado en la discusión pública: «¡Ah, son las mujeres que están luchando por sus lugares!» ¡No! Es porque la voz de las mujeres no puede estar ausente de los problemas de las mujeres.

Señor presidente: todas las leyes que sancionamos acá tienen impactos sobre las mujeres y mucho más –¡mucho más!– las que refieren a las políticas sociales. En general, las beneficiarias de las políticas sociales son las mujeres. ¡Las políticas públicas impactan todas sobre las mujeres! Las mujeres son mayoría en la educación, son las usuarias de salud por excelencia –mi amiga Adela Pellegrino, demógrafa, decía: «Las mujeres viven más, pero se enferman más»–, son las más afectadas por el desempleo y son las beneficiarias directas del gasto público social en salud, educación y vivienda.

Así que las políticas económicas afectan a la mujer en su economía, y las políticas sociales la afectan en la vida cotidiana. Las mujeres son las que más sufren o se benefician de las políticas sociales. ¡Es por eso que la voz de la mujer no puede estar ausente en ninguna discusión de políticas que llevemos a cabo en esta cámara o en la otra!

Tras meses de discusión y cediendo todos un poco –alguien tiene que ceder, aunque ¡falta ceder más todavía!; esperemos que la Cámara de Representantes pueda trabajar un poco más este proyecto de ley– llegamos a unanimidades: unanimidad en que la cuota debe quedar instalada, sin fecha de finalización, sin fecha de caducidad, en el sistema político uruguayo; unanimidad en que debe extenderse a todos los niveles de gobierno.

El Uruguay entra con rezago en la cuota y la acción afirmativa. Eso es muy significativo siendo la democracia uruguaya –como lo es– precoz y longeva; precoz, porque es de las democracias más tempranas del continente, y longeva porque es de las más duraderas. Sí, tuvimos dos dictaduras, pero contando la cantidad de años de democracia plena, la verdad es que el Uruguay, en términos de democracia, de participación política, de adhesión de los partidos y de estabilidad institucional, está muy bien en la mayoría de los indicadores que miden calidad democrática en el mundo.

Sin embargo, ¡está renga la democracia uruguaya! Eso también lo reflejan todos los indicadores de calidad de la democracia. El Uruguay no está a la altura de su historia y no está a la altura de su propia calidad democrática si pensamos que el 80 % de los cargos electivos lo ocupan hombres y que en la Cámara de Representantes prácticamente no hemos progresado o hemos avanzado muy poquito –¡muy poquito!– en estos últimos años.

Recuerdo que Graciela Sapriza, cuando hacía los primeros estudios sobre la baja representación política de la mujer, decía. «Y, al paso que vamos, la paridad nos va a llevar unos 170 años alcanzarla». Hacía una especie de regla simple. Por supuesto que con la instalación de la cuota hemos mejorado y es lo que voy a argumentar.

En el Uruguay esa democracia precoz y longeva tiene una enorme resistencia al cambio; y los partidos políticos, por supuesto, una enorme resistencia a que se les impongan cosas. Pero vamos mejorando. Hemos mejorado y tenemos una comisión especial que trata el tema de la financiación de los partidos políticos, que creo va a ser un gran logro desde el punto de vista de la transparencia, la credibilidad y la legitimidad de los partidos políticos, si llegamos a aprobar todas las iniciativas que allí tenemos.

¿Por qué el Uruguay llega con rezago? Porque la cuota es un invento de los años noventa. La verdad es que el país pionero en esto es Argentina, que pone la cuota en 1991 y varios decretos sucesivos la vuelven cada vez más exigente. Por eso es que Argentina es uno de los países que está arriba, entre los diez primeros, en representación política de las mujeres. No es Islandia o Dinamarca; ¡no!, es Argentina. ¿Por qué? Porque luego de establecer la cuota, ¿qué hicieron las argentinas y los argentinos? A través de decretos reglamentarios empezaron a volver más exigente aquello de que sean las mujeres, pero en los lugares «salibles». Entonces, finalmente llegaron a un sistema en el que cada partido tiene determinado número de bancas de acuerdo con la elección anterior, y los lugares «salibles» se determinan en relación con ese número de bancas.

¡No estamos proponiendo tanto para el sistema político uruguayo!, pero esa es la razón por la que Argentina ha mejorado mucho.

En 1997, República Dominicana, Panamá, Perú y Venezuela, y en 1996 Costa Rica, pusieron cuotas del 30 %. Y entre 2006 y 2009, cinco países de América Latina –Costa Rica, Bolivia y Ecuador; no recuerdo en este momento los otros dos– aprobaron la paridad. Quiere decir que nosotros estamos con veinte años de rezago en relación con la aplicación de la cuota.

¿Cómo es nuestra historia? Dicho brevemente, hasta la Dictadura no tuvimos nunca más de un 5 % de representación femenina en los parlamentos. A la salida de la Dictadura, en el año 1984, ¡ninguna mujer ocupó ninguna banca! ¡Fue un comienzo de cero, propiamente dicho! En 1989, la representación fue de un 5 %; en 1994, de un 7 % –por allí es que Graciela Sapriza hacía sus cálculos–; en 1999, de un 12 %, y en 2004, de un 11 %. Es decir, entre 1999 y 2004 el Uruguay inclusive empeoró. ¡Se estaba estancando! Se estaba estancando en el 10 %. Es por eso que, a partir del 2004, se empieza a trabajar más firmemente en la idea de que, sin cuota, el Uruguay quedaba planchado en una tasa del 10 %.

En el 2009, se aprobó la Ley n.º 18476. ¿Qué tiene de bueno la ley? En primer lugar, prevé la participación de ambos sexos en las ternas de titulares y de suplentes. Es claro que hay que decir que hubo que hacer una ley interpretativa para que la Corte Electoral no agarrara una bolsa de titulares y de suplentes, sino que aplicara la terna a los titulares y a los suplentes.

Tengo en mi poder una declaración de la Bancada Bicameral Femenina de marzo del 2009 que expresa literalmente su profunda discrepancia con la conducta de los miembros de la Corte Electoral: «Quienes “han definido criterios discriminatorios en su reglamentación, totalmente reñidos con el espíritu con los que las y los legisladores redactaron la ley”».

Así que ante la alarma de que peligraba la aplicación de la ley de participación política por una antojadiza interpretación de la Corte Electoral, que hacía un bolsón con las ternas de titulares y de suplentes, se aprueba la Ley interpretativa, n.º 18487. Lo que tenía de bueno la ley era que en las ternas de titulares y suplentes se incorporaban ambos sexos.

Lo otro bueno, señor presidente, del sistema electoral uruguayo –sé que para muchos es muy cuestionable– son las listas cerradas y bloqueadas, que en todos los estudios sobre mecanismos de acción afirmativa tienen un enorme impacto para que entren las mujeres, a diferencia de las listas abiertas o desbloqueadas, las sábanas donde uno marca o cuando elige por una persona. Menciono el régimen argentino y el brasileño; allí es todavía más complicado. Las listas cerradas y bloqueadas tienen un lado oscuro y uno luminoso. El lado oscuro es que en las listas cerradas y bloqueadas el orden es decidido por el cacicazgo político o el jefe político. El Uruguay sigue siendo un país de jefaturas políticas masculinas y, en general, los dueños de listas o los gatekeepers –como se llaman en el lenguaje politológico– son los que determinan el orden de la lista. Y en general, cuando se determina el orden de la lista, ¿qué es lo que pasa? ¡Se trata de conseguir candidatos «salibles», conocidos! Las mujeres tienen enormes dificultades para ser conocidas, para conseguir el dinero para financiar sus campañas, etcétera, etcétera. Entonces, la manera en que proceden los gatekeepers, los dueños de las listas o los jefes políticos es escoger de una forma que no beneficia a las mujeres. O sea que las listas cerradas y bloqueadas son buenas porque generan más impacto en términos de participación de mujeres para las cuotas, pero son malas porque los jefes políticos deciden quién va.

Lo más llamativo de la ley de cuotas del 2009, señor presidente, es que ni siquiera se aplicaba para la elección inmediata, salvo para la Convención Nacional, donde sí se aplicó, pero después se aplicaba para la elección de 2014-2015. Quiere decir que quienes la votaron en ese momento no quisieron imponerse el límite de nombrar mujeres en la elección inmediata posterior. Eso configuró una especie de estado de excepción del Uruguay en los estudios que se realizaron sobre el tema y en los casos de países que aplicaban la cuota.

Voy a decir algo también a favor del sistema de cuotas. En muchos países, si no se cumple con la cuota, se aplican multas. En el Uruguay, directamente, no se inscribe la lista, lo cual genera un incentivo negativo poderoso para que la cuota se cumpla.

La ley de cuotas establece, al final del artículo 5.º: «En función de los resultados obtenidos en la aplicación de las normas precedentes, la legislatura que se elija conforme a las mismas» –es decir, nosotros– «evaluará su aplicación y posibles modificaciones para futuras instancias electorales». La misma ley nos da la responsabilidad –a nosotros, que fuimos elegidos con esta norma– de evaluar su aplicación.

¿Cuál es el efecto de la aplicación de la ley de cuotas? Nos importa decir esto, señor presidente, para derrumbar algunos mitos y dejar algunas cosas claras. La primera es que en las Convenciones Nacionales, con la cuota, la presencia de las mujeres se duplicó en la mayoría de los partidos: en el Frente Amplio pasó del 23 % al 33 %; en el Partido Independiente está en el 44 %; en el Partido Nacional pasó del 12 % al 28 %; y en el Partido Colorado del 15 % y al 29 %, casi duplicó su porcentaje.

Es claro, la Convención Nacional es muy simple, sobre todo respecto al régimen en la Cámara de Representantes con el doble voto simultáneo. Es simple desde el punto de vista electoral, pero la cantidad de mujeres aumentó notoriamente. ¿Cuál fue, en las elecciones de octubre de 2014, el efecto que constituyó estas bancadas parlamentarias? En el Senado éramos cuatro senadoras. Mónica Xavier renunció y Susana Dalmás murió; quedamos dos senadoras. ¡Hoy somos nueves titulares electas! Somos más porque entraron algunas senadoras por el régimen de suplencias. Así que en el Senado duplicamos el número, superamos el promedio latinoamericano: estamos en un 27 %. Pero el Senado es un sistema de una sola circunscripción y las listas son más grandes. Cuando vamos a la Cámara de Representantes quedamos por debajo del promedio mundial, por debajo del promedio de América Latina: estamos en el 18 %. Son 19 circunscripciones, 10 de las cuales solo eligen dos diputados, es decir la cuota funciona razonablemente bien en las circunscripciones grandes, pero mal en las chicas. Igual voy a decir que eso no funciona tan así, porque Canelones es una circunscripción grande y no hubo ni una sola mujer en listas ganadoras encabezando la lista en Canelones. Sin embargo, en el interior hubo mujeres encabezando listas aun en departamentos que solo elegían dos. O sea que las cosas funcionan distintas a como lo prevé la teoría.

¿Cómo se usó la cuota? Tenemos dos efectos cruzados que complican la vida de la cuota: el efecto minimalismo y el efecto cabeza de lista.

Efecto minimalismo. La cuota se usó en general en forma minimalista. Es decir, ¿cómo se entendió aquello de las ternas? Una mujer y dos hombres –¡no dos mujeres y un hombre!– y la mujer en el tercer lugar. Esa es la explicación minimalista de la cuota. Es minimalista respecto al orden de posición y a la cantidad de mujeres. Es decir, una sola mujer abajo.

En Montevideo hubo una generalizada aplicación minimalista de la norma. En Canelones fue peor, insisto: ni una sola lista con mujeres encabezando las listas ganadoras. En el interior chico, el que solo tiene dos, el 14 % de las listas fueron encabezadas por mujeres. ¡Muy bien! ¡Un saludo a quienes dieron esa lucha en los departamentos del interior! En el Senado, en el total de mujeres sobre bancadas partidarias, el Partido Colorado tuvo el 27 %, el Frente Amplio 26 % y el Partido Nacional el 10 %. En fin, el 80 % son varones, y no quiero decir que son varones, blancos, mayores de 50 años porque eso queda para otra discusión.

Después tenemos otros problemas, que son de repetición. ¡Es una norma! ¡Es una cultura política muy extendida en todos los partidos políticos la repetición de los nombres en las listas! ¡Esto vale también para las mujeres! Cuando las mujeres se repiten en las listas solo sale en una, solo sale en un lugar; en el resto tiene que renunciar. Bueno, esto también complica la validez de la cuota, porque, cuando la mujer tiene que elegir un lado, renuncia al otro, y en general, en el otro queda un suplente hombre. Estoy nombrando todos los problemas que tiene la cuota. Sin duda, la aplicación minimalista es el peor de los problemas que tiene la cuota, ¡el peor!, es el más determinante del bajo número de mujeres, especialmente la aplicación minimalista en el orden de posición, es decir, no tener mujeres en el primer lugar. No llegamos al promedio de las Américas. En la cámara baja, el promedio de las Américas es del 27 % y Uruguay tiene el 18% y, cuando se consideran ambas cámaras, el promedio de las Américas es del 26 % mientras que en nuestro país es del 20 %. En el Senado sí, estamos bien.

Como conclusión del artículo 5.º podemos señalar que la cuota impacta; significa un antes y un después en la representación política del Uruguay. Tuvimos veinticinco mujeres titulares electas. Es un dato importante si tomamos en cuenta la historia del Uruguay, pero para nosotros tiene sabor a poco. De todas formas, reitero, es un antes y un después, y por eso queremos consolidar la cuota porque sus impactos son benéficos.

Por otro lado, deseamos hacer una reflexión más sustantiva. Creemos que la cuota obligó al sistema político a buscar mujeres y las volvió visibles porque había que incluirlas. Entonces, todos los partidos tuvieron que buscar mujeres y, por supuesto, las tuvieron que empoderar, visibilizar. Las mujeres tuvieron su ocasión de brillar con luz propia y, por supuesto, muchas reconocen que han entrado por la cuota.

En segundo lugar, nos hemos enterado de que a la gente le gusta votar mujeres, ¿no? Ya vimos que en las encuestas de opinión pública los entrevistados dicen que quieren que haya más mujeres en el Parlamento, que les gustaría que una mujer fuera presidenta en Uruguay, pero solo son encuestas y luego habrá que ver qué sucede con el comportamiento electoral efectivo. De más está decir que en América Latina tuvimos últimamente tres presidentas mujeres: Dilma Rousseff, Cristina Fernández y Michelle Bachelet, que en su momento tuvieron la popularidad más alta de sus países. Ya sabemos cómo terminó Dilma, pero llegó a ser, de todos los presidentes, la presidenta más popular de su país en su momento.

En tercer término, queremos señalar que con las discusiones y el debate público que hemos dado al tema de la cuota, aquello de que las mujeres tienen que tener capacidades para estar en la política es un argumento que ya está laudado. Si los parlamentos buscaran personas capaces harían un llamado a concurso; pero no es así, lo que importa acá son los votos y no capacidades de otro tipo que no sean las políticas.

Por un lado, creo que corresponde decir eso y, por otro, entiendo que la única capacidad medible es el nivel educativo y las mujeres uruguayas en ese aspecto están teniendo crecientemente mayor nivel que los hombres. Entonces, aquello de que las mujeres tienen que ser capaces para entrar en la política, no es de recibo. Todos sabemos que entra un montón de gente a la política con capacidades diversas, pero –evidentemente– no es la capacidad lo determinante.

También vamos a hablar del tema de que las mujeres se tienen que ganar el lugar. Todas las mujeres llegan con esfuerzo, pero las que lo hacen sin cuota tienden a pensar que, como se ganaron ese lugar sin tener que recurrir a ella, la cuota no es necesaria. Es la misma situación de un estudiante del interior, que viene a Montevideo, se pone a trabajar como loco, no usufructúa de una beca y dice: «¿Para qué se precisan becas para los estudiantes del interior? Yo me gané mi derecho a estudiar, sin ninguna beca». Mencionamos las becas porque son un típico ejemplo de acción afirmativa. Es como si un afrodescendiente o una persona con discapacidad dijera: «Yo me lo gané por mí mismo y no precisé de ninguna cuota». Bueno, puede ser, pero el resto la precisa. Siempre es necesaria la cuota para todas las personas que están en una situación de subalteridad, de vulnerabilidad. En esos casos, la ley entiende que la igualdad es el trato desigual a los desiguales.

Dejo esta consideración, a pesar de que estoy informando este proyecto de ley, porque estoy a favor de la paridad y no puedo dejar de hablar de este tema.

En 2016 ya hay cinco países de América Latina que tienen paridad porque la cuota pone un límite. Con la cuota los parlamentos llegaron aproximadamente a un 27 % de representación. Aclaro que siempre me estoy refiriendo a América Latina y el Caribe.

(Ocupa la presidencia la señora Carol Aviaga).

–Se optó por ir a la paridad, pero eso no quiere decir que sea un 50 % y un 50 % porque si las mujeres no encabezan la lista, por más que haya paridad, tampoco van a llegar. La discusión que se da hoy es sobre la paridad. En 2007 Uruguay firma el Consenso de Quito en la Décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que dice que se reconoce la paridad como uno de los propulsores determinantes de la democracia cuyo fin es alcanzar la igualdad en el ejercicio del poder. El Parlatino –al cual también pertenecemos–, aprueba la norma marco para desarrollar la democracia paritaria en 2015. En este momento, Bolivia, Costa Rica, Ecuador, México y Nicaragua tienen regímenes paritarios.

Dejamos esta constancia porque queremos que nuestra opinión quede sentada en el sentido de que vamos por la paridad, de que seguiremos discutiéndola y buscándola.

Este proyecto no tuvo acuerdo en los partidos, necesitaba dos tercios e hicimos una síntesis, de la cual lo primero que queremos destacar es que evitamos legar a las generaciones futuras la necesidad de seguir aprobando leyes de acción afirmativa. No nos hacemos responsables nosotros; dejamos la ley afirmativa asentada y que las generaciones futuras, si quieren, la saquen. Si no, la ley podrá estar por uno o dos períodos más, pero eso implica someter a las mujeres y a sus apoyos a buscar nuevamente los dos tercios, con todas las dificultades que ello implica. Así que, en solidaridad con los legisladores futuros, la dejamos instalada.

Quiero decir, también, que buscamos –y me gustaría que quedara registrado en la versión taquigráfica para la discusión que se llevará adelante en la Cámara de Representantes– una solución al problema de la suplencia. Redactamos un artículo para impedir que la mujer fuera forzada a renunciar o se la colocara en la lista con un acuerdo subyacente por el cual va en la lista, pero después tiene que renunciar –que es una forma de trampear la cuota–, y se buscó un texto que salió, en realidad, de la ley de participación paritaria –que lo volvió a redactar el senador Mieres– que decía que en caso de vacancia definitiva y voluntaria de personas electas cuyo sexo tenga representación minoritaria en la cámara donde se produce la vacante, será suplida por una persona de igual sexo. En buen romance, mientras la representación de las mujeres sea paritaria, en el caso de vacancia definitiva y voluntaria –eso quiere decir renuncia–, la mujer va a ser suplida por otra mujer. Luego de muchas discusiones, el senador Heber presentó un aditivo y dijo: «Está muy bien pero no hay que considerar el caso en que la mujer tenga que optar sí o sí, porque eso es como una especie de razón de fuerza mayor; la mujer tiene que optar». Y agregó el siguiente aditivo: «No se considera vacancia definitiva y voluntaria la opción que realiza un ciudadano electo para uno o más cargos».

Quiero dejar constancia de esta redacción que apunta a resolver el régimen de suplencias y esperamos que en la Cámara de Representantes se pueda retomar la discusión exactamente en los términos en que la dimos.

Por allí se argumentó que el artículo 116 de la Constitución de la república establece el régimen de las suplencias y esto sería inconstitucional. Pero el artículo 116 establece: «Las vacantes que por cualquier motivo se produzcan en cada legislatura, se llenarán por los suplentes designados al tiempo de las elecciones, del modo que expresará la ley…». Quiere decir que la propia Constitución ya reservaba a la ley la potestad de decidir sobre las vacantes. Por lo tanto, no tendríamos problemas de inconstitucionalidad si quisiéramos incursionar en una mejora en el régimen de vacantes.

Termino diciendo que las suplencias no son el único problema de la ley. Considero que es un problema que podemos mejorar, pero no es el único. En realidad, el tamaño de la circunscripción es muy determinante de la eficacia del régimen de cuotas y no vamos a cambiar el tamaño de las circunscripciones, porque el número de diputados que se eligen está en función de la población y eso significaría una alteración radical del régimen electoral que tenemos. Pero entre las cosas que sí podemos cambiar está el régimen de suplencias y, sobre todo, podemos generar incentivos positivos para que las mujeres participen en política, aspecto sobre el que no hemos incursionado mucho todavía y algo que tenemos pendiente en la comisión especial que estudia el financiamiento de los partidos políticos es ver si podemos generar incentivos económicos para los partidos que tengan listas presentadas o encabezadas por mujeres. No podremos legislar, pero queda constancia en esta cámara de que creo que hay que trabajar con los partidos políticos para que entiendan cuál es la importancia de tener mujeres y de no aplicar la cuota de manera minimalista, no solo para que permitan que las mujeres lleguen a los primeros lugares de las listas, sino para que las impulsen, las entusiasmen y las protejan. No se trata solo de permitirles, sino de emprender acciones de apoyo directo para que las mujeres destaquen arriba como destacan abajo, porque las mujeres invaden la base de los partidos, pero tienen el techo de cristal cuando llegan arriba.

Señora presidenta: quiero decir que esto no pasa únicamente en los partidos políticos, sino también en las empresas, en la Universidad de la República, en el movimiento sindical, en la vida; en fin, en todos lados las mujeres tienen un problema de posición. Para eso los partidos políticos deben estar muy convencidos de que la calidad de la democracia no se vincula solamente a la capacidad de resolver problemas, tener Gobiernos eficientes y buenas gestiones –tema sobre el cual nos pasamos discutiendo en este ámbito–, sino también a la calidad de la representación política, que es un asunto importante. Hay cosas que solo se pueden representar con el cuerpo. Las ideas las puede representar cualquiera. Los afrodescendientes se quieren representar a sí mismos porque se representan con el cuerpo; los pueblos originarios se representan con el cuerpo y las mujeres también nos representamos con el cuerpo.

Voy a citar un último ejemplo para ir terminando mi exposición. En la Comisión de Salud Pública durante el período pasado era la única mujer. Cuando se discutió el proyecto de ley de reproducción humana asistida era necesario que una mujer –en este caso me toco a mí– diera la perspectiva de cuándo las mujeres toman la decisión de recurrir a un tratamiento de reproducción asistida y en qué momento de su vida lo hacen. Se estaba liquidando la discusión con la idea de que se iba a contemplar el tratamiento solo hasta los cuarenta años, pero había que decir en la comisión que una mujer empieza a preocuparse por no quedar embarazada más o menos a los treinta y ocho años; eso lo sabemos las mujeres, no los hombres. La verdad es que no lo saben los hombres. Me refiero a los temas de salud, a los de salud de las mujeres, a los de educación, a los de maternidad y del trabajo; la perspectiva de las mujeres es imprescindible y no puede ser reemplazada por otra.

Por eso, señora presidenta, cuando las mujeres entran al Parlamento, no es que sean feministas. ¡Vamos! Si yo preguntara acá, estoy segura de que no todas se declaran feministas. Por suerte ahora declararse feminista ha dejado de ser algo vergonzante porque antes se decía: «¡Pah! ¿Vos sos feminista?». No es necesario ser feminista. Cuando las mujeres entramos a la política –Bachelet tenía una maravillosa expresión: «Cuando una mujer entra a la política, la política cambia a la mujer, pero cuando entran muchas mujeres, las mujeres cambian la política»– con nuestra perspectiva, nuestra voz, nuestras razones, nuestra identidad e historia, generamos un impacto sobre la política, pero esta también genera un impacto sobre nosotras. Prácticamente no conozco mujeres que estén en política que no se dediquen a defender los intereses de las mujeres en la política, independientemente de su posición ideológica y de que sean feministas o no. Esta es la regla y por eso necesitamos masa crítica de las mujeres en política para que la política cambie a las mujeres.

Me gusta la democracia uruguaya, pero en materia de representación femenina somos un atraso. A mí me duele –fuimos vanguardia en este tema y ya no lo somos–, pero hoy, con todas las limitaciones que tiene este proyecto de ley, estamos dando un gran y definitivo paso en el reconocimiento de la participación equitativa de los sexos en política.

Muchas gracias.

SEÑOR MIERES.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).-Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR HEBER.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR MIERES.- Con mucho gusto.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Puede interrumpir el señor senador Heber.

SEÑOR HEBER.- En nombre del Partido Nacional pensábamos solicitar un cuarto intermedio para concurrir al homenaje nada más ni nada menos que a Wilson Ferreira Aldunate, que se va a realizar en el Cementerio del Buceo y en el que van a hacer uso de la palabra dos mujeres en representación de nuestro partido. Íbamos a pedir el cuarto intermedio a las 11:00, pero me parece que puede resultar incómodo para el señor senador Mieres empezar su exposición y que a los diez minutos yo pida el cuarto intermedio o tenga que ausentarme de sala y no escuche sus argumentos respecto a este importante tema. Por lo tanto, solicito un cuarto intermedio hasta las 13:00 para que nos dé tiempo de volver.

(Dialogados).

–El homenaje se va a realizar a las 11:30, pero si los señores senadores desean, podemos hacer el esfuerzo de volver a las 12:30.

Por lo tanto, formulo moción para que el Senado pase ahora a cuarto intermedio hasta las 12:30, cuando continuaríamos con esta sesión y votaríamos este proyecto de ley; me parece muy importante que el Senado lo vote en el día de hoy. El cuarto intermedio sería hasta las 12:30 para no coartar la posibilidad de que se expresen las mujeres que van a hablar en el homenaje en representación nuestra.

15) PRÓRROGA DE LA HORA DE FINALIZACIÓN DE LA SESIÓN

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- El Cuerpo tendría que votar la prórroga de la hora de finalización de la sesión.

(Apoyados).

–Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.

(Se vota).

–27 en 28. Afirmativa.

SEÑOR SARAVIA.- Pido la palabra para una cuestión de orden.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR SARAVIA.- Reglamentariamente corresponde que cuando se vota la prórroga de la hora se aclare si es hasta que se agote la consideración de este asunto o de los dos puntos del orden del día.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Nos informan que cuando se prorroga la hora, la cámara levanta la sesión cuando entienda que tiene que hacerlo.

Se va a votar ahora si el Senado pasa a cuarto intermedio hasta las 12:30.

(Se vota).

–25 en 27. Afirmativa.

Se pasa a cuarto intermedio.

(Así se hace. Son las 10:52).

(Vueltos a sala).

(Ocupa la presidencia el señor Raúl Sendic).

SEÑOR PRESIDENTE.- Habiendo número, continúa la sesión.

(Son las 12:47).

16) SOLICITUDES DE LICENCIA E INTEGRACIÓN DEL CUERPO

SEÑOR PRESIDENTE.- Léase una solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Montevideo 15 de marzo de 2017.

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

De acuerdo con lo establecido en la ley 17827, de 14 de setiembre de 2004, solicito al Cuerpo que usted preside se sirva concederme el uso de licencia para el día 3 de abril del presente, por motivos personales.

Sin más, lo saludo muy atentamente.

Luis Lacalle Pou. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–18 en 18. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Queda convocado el señor Jorge Saravia, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

17) ÓRGANOS ELECTIVOS NACIONALES Y DEPARTAMENTALES, Y DE DIRECCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

SEÑOR PRESIDENTE.- Continuando con la consideración del tercer punto del orden del día, tiene la palabra el señor senador Mieres.

SEÑOR MIERES.- Muchas gracias, señor presidente.

El pasado 8 de marzo se produjo un hecho histórico. Creo que, en la historia del país, esa marcha marca un antes y un después en lo que tiene que ver con la expresión de la ciudadanía, de la sociedad uruguaya. Decenas, cientos de miles de mujeres y muchísimos hombres marchamos reclamando por los derechos de la mujer, por la equidad de género, contra la violencia hacia las mujeres. Sin duda que hay que atender esas señales que el pueblo manda, de vez en cuando, pero de manera categórica. Algunos dicen que desde el acto del Obelisco de 1983 no había una manifestación de tal magnitud. No lo sé. Es difícil de medir, de comparar. Lo que puede decirse es que fue monumental, gigantesca, enorme, y que, de alguna manera, obliga al conjunto de la sociedad, del sistema político, a hacerse cargo de esas señales.

En ese sentido, el proyecto de ley que hoy vamos a votar va en esa dirección, diría que modestamente. Hay muchísimo por hacer en materia de búsqueda de la equidad de género. También hay que saber leer el contenido de ese reclamo. Creo que allí marchó gente que tenía opiniones muy distintas acerca de diferentes temas, incluso mujeres –conozco a algunas– que no están de acuerdo con la cuota de género, pero sí con la búsqueda de equidad, con la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Y muchas otras –la enorme mayoría– comparten, ciertamente, este tipo de medidas de lo que se llama discriminación positiva.

Este es un instrumento que busca la equidad en una dimensión: la de la participación política y la representación política. Seguramente por sí solo y exclusivamente no obtiene el resultado esperado, que es lograr un nivel de representación y participación verdaderamente equitativo, pero ayuda, va en la dirección correcta. Nosotros tenemos esta convicción, no de ahora ni desde hace pocos años, sino casi desde que uno empezó a hacer política. Lo he dicho muchas veces: en los años ochenta nosotros tuvimos la oportunidad de visitar Europa, en particular los países nórdicos, y encontramos allí una demostración cabal de hasta qué punto este instrumento había jugado un papel relevante. Estamos hablando de sociedades que, por cierto, tienen características culturales diferentes a las nuestras, pero desde aquella época esa experiencia me convenció de que el instrumento de la cuota política de género era necesario, hábil, importante para ir avanzando en esta lógica.

Ciertamente, hay que tomar en consideración –porque a veces en la discusión surgen confusiones– que este es un instrumento que lo que busca es garantizar una participación de mayor equidad –no de paridad– de género en la oferta electoral, no en el resultado. Se supone que el resultado va a estar positivamente afectado a favor, pero nosotros no estamos votando una norma que establezca el tercio en la integración final de los organismos parlamentarios ni legislativos. Estamos votando una norma que lo que hace es asegurar una presentación de las candidaturas que incorpora la lógica de la cuota. Y, obviamente, como los sistemas electorales tienen sus propias características, a la hora de la asignación de cargos la presentación de la oferta electoral no se traduce linealmente con el resultado. Pero, como se ha dicho acá, sobre todo en las circunscripciones plurinominales, como el Senado, o algunas circunscripciones de la Cámara de Representantes, ciertamente la integración se acerca al objetivo en el resultado también.

Este es un proceso que no puede hacerse de un día para otro, y bien lo sabemos todos. Estamos lejos de un resultado satisfactorio. Estamos tratando de avanzar. Y el paso que hoy se da representa un avance positivo, porque además incluye una novedad que me parece muy valiosa: la ausencia del plazo. Esta no es una norma de plazo fijo como la que teníamos aprobada en 2009 y que ahora, por la vía de los hechos, ya consumó sus efectos y no está vigente. En este momento, como decía bien la señora senadora Moreira, no existe ninguna norma en el derecho positivo que imponga obligación alguna de establecer una representación que busque una mayor equidad de género. Pero esta vez vamos a establecerla sin plazo, es decir, permanentemente, de manera de no reeditar en cada período parlamentario el debate sobre si corresponde hacerlo y cómo lo instrumentamos. Esta norma llegó para quedarse, ahora definitivamente. Y tengo la convicción de que en algún momento será de esas normas cuya observancia ya no tendrá sentido, porque en los hechos la realidad se encargará de darnos, por la vía espontánea de las definiciones de las organizaciones políticas, una situación de mucha mayor equidad. Estoy convencido de eso. Creo que, en algún momento, esa norma quedará como testimonio de una manifestación de voluntad del sistema político, pero tenemos la esperanza y la convicción de que no va a ser necesaria, que es lo que uno quisiera: que, en realidad, estas cosas no se establecieran por la vía de la obligatoriedad normativa, sino por la convicción de los partidos, de los dirigentes y de las dirigentes, de las mujeres y de los hombres. Creo que eso va a ocurrir, pero entre tanto hay que ayudar a que ocurra: hay que tener instrumentos de apoyo, hay que tener instrumentos de convicción. En el año 2003, si mal no recuerdo, votamos sin éxito –estábamos junto con la señora senadora Argimón, la señora senadora Payssé y varios más en la Cámara de Representantes–, pero testimoniamos que había que dar una señal de que esto era necesario. Luego, en 2009 hubo éxito, y ahora ya se establece sin plazo en el 2017. Es un proceso, es un avance, es muy positivo. Considero que es una señal valiosa que da el sistema político, y lo hace por unanimidad, que también es muy importante.

Se extiende, además, a los municipios. Esto era casi de orden, pero es una diferencia con la normativa anterior, porque cuando se votó en 2009 los municipios no existían y, por lo tanto, no estaban incluidos. De hecho, en la elección municipal de 2015 no había cuota de género. A partir de ahora va a existir la cuota en las elecciones internas, en las nacionales, en las departamentales y en las municipales. En todos los niveles de gobierno se va a aplicar este criterio.

Finalmente, con respecto al tema de las suplencias, es difícil instrumentar un mecanismo con el alcance que se pretende, pero creo que la redacción que habíamos elaborado en la subcomisión era adecuada, era correcta. Al final, de alguna manera dibujaba, con el límite razonable, los casos de vacancia definitiva por renuncia voluntaria que no representaran una opción. Ahí recortamos bien el caso que queremos atender porque, en definitiva, lo que se busca con incorporar una norma sobre suplencias es que el resultado de la composición de cada uno de los cuerpos legislativos en términos de proporción de género no se altere en menos por la vía de las renuncias voluntarias. Ese era el objetivo. Naturalmente, si se altera en más en favor del género minoritario, no hay problema, pero si se altera en menos el Cuerpo pierde en la cancha lo que ganó en la liga, es decir, en el resultado que surge a partir de la legislación electoral. Tengo la expectativa de que quizás en la Cámara de Representantes se pueda incorporar una disposición como la que habíamos conversado en la subcomisión, donde al final no hubo humo blanco; el objetivo era que el proyecto se aprobara y que hubiera cuota, pero la redacción alcanzada era correcta, era satisfactoria. Por un lado, evitaba que, por ejemplo, cuando hay una vacancia definitiva por causas de fuerza mayor, no opere la obligación de que la sustitución sea por alguien del mismo género en el caso de que sea minoritario. También contemplaba los casos de opción, porque hoy tenemos un sistema electoral en el que una misma persona puede postularse a diversos cargos y, por lo tanto, puede salir electa para diversos cargos. El artículo 115 de la Constitución de la república establece que la persona deberá optar, y optar no es renunciar: es elegir entre dos lugares, entre dos posiciones. En ese marco, cada quien tiene el derecho de elegir la posición que le parezca más adecuada a su interés, a sus posibilidades, a sus aptitudes, etcétera. Por eso me parece que el texto que habíamos alcanzado era satisfactorio. Pero el objetivo era no sacrificar el proyecto en virtud de este aspecto particular y, como no hubo consenso final sobre esa disposición, quedó relegada o fuera de la solución. Veremos si en la Cámara de Representantes se puede incorporar, pero en cualquier caso este hecho no debe opacar o disminuir el valor de la decisión que estamos tomando hoy, que es instalar definitivamente en nuestro sistema político, de ahora en más, sin ninguna cortapisa, un mecanismo que permita impulsar y alentar la búsqueda de una mayor equidad en la representación política según género.

Por estos motivos, señor presidente, vamos a votar este proyecto de ley con mucho gusto y con total convicción.

SEÑORA PAYSSÉ.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA PAYSSÉ.- Señor presidente: cuando en la sesión extraordinaria del 8 de marzo hacía referencia a la importancia que le dio Naciones Unidas a la creación de ONU Mujeres, no lo decía para hacer propaganda de ONU Mujeres ni de las Naciones Unidas, sino que más bien lo planteaba por la lógica de la necesidad, asumida y demandada por los distintos países que integran las Naciones Unidas, de contar con una agencia que se ocupara de temas vinculados al género. Uno de los temas fundamentales en los que trabaja y trabajó ONU Mujeres es la participación política de las mujeres. No es el único, pero es uno de los grandes puntos focales en los que trabaja –y seguirá trabajando– desde su creación.

Es decir que hay un marco internacional del cual formamos parte en tanto país, pero también hay un marco internacional en cuanto integramos parlamentos de carácter supranacional. Voy a poner el ejemplo del Parlatino, que todas y todos conocemos, y también de la Unión Interparlamentaria, ámbito en el cual nos encontramos con parlamentarios y parlamentarias de otros países y al que vamos llevando «pienso», buscando acuerdos y generando marcos no vinculantes desde el estricto sentido de la palabra, pero sí en cuanto a la mirada colectiva sobre los temas. Y quiero decir, en ese sentido, que tanto el Parlatino como la Unión Interparlamentaria han reconocido en la región un avance muy pequeño en materia de representación de mujeres. Es más, en un informe de la Unión Interparlamentaria que recoge el Parlatino para elaborar el marco de legislación de paridad propiamente dicha, se señala que América Latina está en un 26,3 % y que la media mundial es de 22 %. ¿Esto alcanza, señor presidente? No, no alcanza, pero no porque lo diga yo o porque a los señores senadores y las señoras senadoras que me precedieron en el uso de la palabra y a los que hablarán después se les ocurra decirlo. No alcanza porque hay una cantidad de considerandos que hacen que reflexionemos sobre esta situación. Y voy a tomar algunos considerandos de la ley marco del Parlatino, donde se señala que si bien estos estudios reflejan que hay algunos factores que mejoraron la participación, esos avances se explican en la región por tres razones.

En primer lugar, los movimientos feministas y las redes de mujeres políticas han sumado fuerzas para influir en sus parlamentos y Gobiernos mediante la formación de bancadas o mesas de mujeres parlamentarias. Por ejemplo, en nuestro país tenemos la Bancada Bicameral Femenina –con el intercambio y la colaboración con la sociedad civil organizada– que, de lo contrario, hoy no existiría.

El segundo punto a que hace referencia el Parlatino tiene que ver con el hecho de que los marcos normativos e institucionales han sido motores para la aceleración de políticas públicas que promueven los derechos de las mujeres y la igualdad de género, con un fuerte compromiso regional plasmado en la ratificación de las sucesivas convenciones que hacen mención a esto.

Un tercer punto es la inclusión de acciones afirmativas, sobre todo mediante la adopción de cuotas de género en las legislaciones de diversos países y, en los últimos años, a la apuesta por medidas que conduzcan a la paridad, es decir 50 % y 50 %.

Señor presidente: los avances no son homogéneos porque, como bien decía la señora senadora Moreira al hacer referencia a la situación de distintos países y partidos –aclaro que hablo de partidos porque tienen mucho que ver en esto–, las soluciones que se adoptan también son diversas, y a ello me voy a referir enseguida.

A su vez, el Parlatino también dice que la participación política de las mujeres está muy alejada del objetivo de la paridad efectiva, lo que está claro a simple vista y no necesita mayor explicación. Además, agrega que las mujeres no participan de las decisiones sobre el futuro de sus sociedades a la par de los hombres; esto es la consecuencia de lo que se plantea anteriormente. El Parlatino hace mención a cuestiones de carácter estructural de los países, pero también plantea, en defensa y promoción de la paridad –cosa que comparto y quiero dejar explícito–, que la propuesta de avanzar hacia la democracia paritaria supone un paso más a todos esos avances que mencioné anteriormente y sitúa al sistema democrático en el centro de las transformaciones. El Parlatino añade que su puesta en marcha y consolidación implica la evolución hacia relaciones equitativas de género, así como de admisibilidad, estatus socioeconómico y otras relaciones para igual goce y disfrute de derechos. Por lo tanto, se trata de un concepto integral; no es algo separado y de ninguna manera podemos ver la participación política de las mujeres como un hecho aislado, sino que hay que hacerlo en el análisis general de las sociedades de América Latina, del mundo y, en particular, de nuestro país.

El Parlatino señala también que la puesta en marcha de la democracia paritaria exige reformas en tres grandes capítulos que voy a señalar rápidamente. En primer lugar, la norma marco identifica como elemento vertebrador del cambio un modelo de Estado inclusivo que debe asumir su responsabilidad con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Luego, en este artículo, que es bastante más largo –y cuyo comienzo me he limitado a leer–, se continúa explicitando esa idea.

El segundo eje vertebrador es la paridad en la estructura de todos los poderes del Estado –legislativo, judicial y ejecutivo–, así como su paulatino traslado a toda la sociedad.

El tercer eje, señor presidente, es una verdadera transformación hacia un modelo paritario en las relaciones y dinámicas de poder en los partidos –por eso hablaba de partidos, y voy a seguir haciéndolo–, en los movimientos políticos y en las candidaturas independientes, ya que estas también son instrumentos determinantes de un sistema democrático para promover las necesarias transformaciones de la sociedad.

Además del Parlatino, la Unión Interparlamentaria ha trabajado muchísimo este tema, y quiero decir que, gracias a que lo hemos hecho –y digo «hemos» porque las delegaciones del Parlamento uruguayo ante la Unión Interparlamentaria siempre han llevado y traído compromisos o propuestas, y este es un compromiso– y a los intercambios y resoluciones, también ha avanzado en su propia integración. Hoy aquí, en esta sala, tenemos a la señora senadora Passada, que está presidiendo el Grulac, y lo está haciendo porque, fruto del trabajo que desde hace tiempo se está llevando a cabo en este ámbito, hubo un cambio de cabeza que permitió que una mujer pudiera ir más allá y asumiera la representación de su país o de la región.

La Unión Interparlamentaria tuvo su reunión 135 en Ginebra entre el 23 y el 27 de octubre de 2016 y emitió una declaración muy fuerte y potente que, a mi juicio, al menos condiciona el «pienso» de los parlamentos. Es así que hoy aquí estamos razonando sobre este tema y aplicando el «pienso» colectivo al tomar ciertas resoluciones, aunque algunos tendremos que lamentar las que no se puedan alcanzar porque las mayorías exigidas no lo permiten.

Voy a mencionar algunos de los considerandos del documento final que emitió la Unión Interparlamentaria en esa reunión y que se titula «La libertad de las mujeres de participar plenamente en los procesos políticos, con toda seguridad e independencia: establecer alianzas entre los hombres y las mujeres para alcanzar este objetivo». Este documento comienza diciendo: «Constatando que la participación igualitaria de hombres y mujeres en los asuntos públicos y en la toma de decisiones es», y hace una exposición relativa a por qué está avalando esa situación. Y continúa: «Recordando que la Declaración Universal sobre la Democracia de 1997, adoptada por la Unión Interparlamentaria, estipula que “el alcanzar la democracia presupone una asociación genuina entre hombres y mujeres en la conducción de los asuntos públicos”. Teniendo en cuenta las disposiciones contenidas en las Constituciones nacionales de los Estados concernientes al Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de 1966 y la Convención de la Cedaw. Reconociendo que la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, adoptada en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, traza un nuevo plan en materia de desarrollo mundial y subraya que alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer constituirá una contribución vital para la realización de todos los objetivos de desarrollo sostenible y de sus metas». Podría continuar con los Constatando, los Reconociendo y las preocupaciones que se plantean en la primera parte de este documento. Entre las constataciones destaco lo siguiente: «Constatando que la introducción de cuotas electorales, entre otras medidas, ha probado ser útil y eficaz para facilitar el acceso de las mujeres a las funciones electivas y a posiciones de liderazgo […]. Consciente que los sistemas de cuotas no son suficientes por sí solos para cambiar o desafiar las opiniones de la sociedad según las cuales las mujeres no son percibidas como iguales a los hombres […]. Reconociendo que un parlamento sensible al género satisface las necesidades y los intereses tanto de hombres como de mujeres –esto es importante– en sus estructuras, reglamentos, sus actividades, métodos y trabajo». Luego continúan con los Reconociendo.

En otra parte dice: «Insta a los parlamentos a asegurar que las leyes nacionales y las normas y prácticas de las autoridades estén en conformidad con el derecho internacional, las obligaciones en materia de derechos humanos y todas las otras obligaciones internacionales, incluyendo las asociadas a las organizaciones del sistema de Naciones Unidas, en particular en relación con el empoderamiento de las mujeres y de las jóvenes».

La 134.ª Asamblea de la Unión Interparlamentaria llevada a cabo en Zambia tuvo como punto focal el tema de los jóvenes en la política y la 135 a la que estaba haciendo referencia y aquí alienta a los parlamentos a apoyar el fortalecimiento de los mecanismos nacionales a favor de la igualdad de género y del empoderamiento de las mujeres, al igual que la colaboración y las sinergias entre ellos. Entre otros Pide, Exhorta, Insta y Llama. El punto 11 dice: «Pide a los parlamentos que consideren la adopción y la implementación de sistemas de cuotas, o de otras medidas similares, que fijen objetivos ambiciosos y permitan a las mujeres ser “preseleccionadas” para los escaños que tengan posibilidad de ganar, o de posiciones favorables en las listas». En el punto 12 señala: «Pide también a los parlamentos que creen un ambiente más equitativo para las mujeres y los hombres candidatos, en particular, pero no restringiéndose a esto». Luego agrega: «Pide además que los partidos políticos» –y me van a escuchar más de una vez hacer ese juego dialéctico de parlamento y partidos políticos– «aseguren que sus procesos de selección de los candidatos favorezcan una representación equilibrada de los dos sexos, y que consideren la implementación de los sistemas de cuotas a estos efectos»

Podría seguir haciendo otras menciones, porque es un documento muy interesante. Seguramente, el señor presidente lo ha repartido a todos los integrantes del Senado, porque es una resolución de la última reunión de la Asamblea de la Unión Interparlamentaria.

También en relación con los partidos políticos y los parlamentos, quiero decir que el ranking que se incluye en un documento de la Unión Interparlamentaria, denominado Las mujeres en el Parlamento en 2016: perspectiva anual –que también nos hicieron llegar–, se puede verificar cómo se ordenan los países. Es bueno saber que no se ordenan solamente por lo que deciden los parlamentos. Por ejemplo, se hace referencia a que uno o más partidos políticos adoptaron medidas para aumentar el número de candidatas; en otros casos se utilizaron nada más que las cuotas de candidatas previstas por la ley; en otros se hizo la combinación de ambas cosas; y en otros adoptaron escaños reservados exclusivamente a mujeres.

Señor presidente: la senadora Moreira hacía referencia a otra publicación. Ella mencionó el trabajo de Niki Johnson y Verónica Pérez e hizo alusión a algunas de las cuestiones que aquí se mencionan. No las voy a repetir, pero sí me interesa señalar que el capítulo 2, Opinión Pública sobre las Mujeres en Política, indica que la opinión pública está del lado de las mujeres. Y no están del lado de las mujeres solamente las mujeres, sino que, cuando son preguntados sobre este tema, también los hombres lo están. Como hay un trabajo más reciente sobre esto, no voy a dar los datos de este documento que data del 2009, pero sí voy a hacer referencia a la encuesta que ONU Mujeres realizó a través de la empresa Cifra, que da algunas pautas de cómo se posiciona la sociedad uruguaya en este tema. Esto es muy importante, porque no importa solo lo que pensemos nosotros acá, sino que también importa lo que piensa la sociedad. Y nosotros somos representantes de esa sociedad y tenemos que tener los ojos abiertos para ver, pero también las orejas bien atentas para escuchar.

Hay una serie de cuadros que voy a pasar rápidamente, señor presidente. Ante la pregunta de si es adecuado el número de mujeres legisladoras y ministras o debería haber más, un 66 % dice que debería haber más. Discriminado por mujeres y hombres, las mujeres son el 69 % y los hombres el 63 %.

Ante la pregunta de si es adecuado el número de mujeres legisladoras y ministras o debería haber más, respondiendo según la ideología o el voto, quienes se asumen como de izquierda plantean en un 69 % la voluntad de que haya más; quienes se asumen como de centro son un 70 %, y los de derecha son un 59 %. También hay una discriminación por partido político que ahora no viene al caso, pero que es de acceso a cualquiera que entre a este documento de la empresa Cifra o también al trabajo de ONU Mujeres.

Ante la pregunta de si es adecuado el número de mujeres legisladoras y ministras o debería haber más, según la edad y el nivel educativo, seguimos teniendo parámetros similares, del 60 % para arriba y hasta el 70 %. Yo no me detuve a analizar cuántos dicen que no, pero es fácil deducirlo, porque si al 100 % le sacamos el sesenta y pico por ciento o el setenta por ciento y hay un margen que oscila entre el 7 % y el 8 % de no sabe o no contesta, podemos saber que el resto no está de acuerdo. Se trata de una ínfima porción de nuestra población.

Cuando se pregunta si hay acuerdo con la ley de cuotas que se aplicó en las elecciones pasadas, el 63 % dice que está de acuerdo –es casi la media porque entre hombres y mujeres hay un punto de diferencia– y cuando se pregunta por edades o por nivel educativo, en promedio, más del 65 % está a favor. Cuando se discrimina según se sea de izquierda, centro o derecha, estamos en un 62 %, 66 % y 65 %.

Por último, quiero mencionar –y no voy a detenerme más, aunque este estudio es interesantísimo– la pregunta que dice: «Próximas elecciones: ¿paridad, cuotas o ninguna?». Del total de la gente, hay un 35 % que se pronuncia a favor de la paridad; con un 35 % de mujeres y un 36 % de hombres.

Sobre la ley de cuotas, el 22 % se plantea a favor. O sea que, si sumamos la voluntad de aplicar políticas de presencia o acciones afirmativas, tenemos promedios más que mayoritarios dentro de la opinión pública. Cuando no se plantea ninguna de las dos, hay más de un 30 %, con un promedio de 9 % que no sabe o no contesta.

Señor presidente: acá hay muchísimos más datos, pero es interesantísimo poder abordar eso.

También tenemos –lo mencioné el 8 de marzo– un documento más que interesante de Inmujeres, que se hizo con el apoyo de Naciones Unidas y, por supuesto, del Ministerio de Desarrollo Social, que es donde está instalado este tema para su consideración a nivel del Poder Ejecutivo. Según este documento –no los voy a cansar; les prometo que voy a decir solamente los títulos– la situación en el Poder Legislativo está lejos de ser una representación de género paritaria. Allí hace una reseña de que Uruguay fue pionero en algunas cosas, pero que la verdad es que en esto de pioneros tenemos poco o casi nada, ya que el Parlamento uruguayo se encuentra en el lugar 13 en América Latina, con un promedio de 16,2 %. Es un ranking bastante embromado, encabezado por Bolivia y seguido por una cantidad de países. Después de Uruguay estarían Chile, Paraguay, Venezuela, Guatemala y Brasil.

En cuanto al predominio masculino, es evidente teniendo en cuenta los primeros lugares de la lista. El estudio así lo indica. Y la distribución de mujeres en las listas de candidatos a la cámara baja indican algunos porcentajes patéticos, señor presidente: 17,8 %, 7,1 %, 14,6 %, 8,7 %; ni lejos de esa media que se ve en América Latina.

Lo mismo sucede con la cámara alta. Estamos lejos, señor presidente.

Y dice este informe: «En suma, respecto a la implementación de la Ley de Cuotas se observa que si bien todos los partidos tienen un porcentaje similar de mujeres en el total de las listas […] que supera incluso el piso mínimo de la cuota […], todos han realizado una aplicación minimalista de esta ley». Obviamente, señor presidente, las leyes se pueden aplicar de forma minimalista o maximalista. El resultado de este estudio, riguroso, técnico, que hizo quien nos lo presenta, es más que elocuente para decir que estamos aún con dificultades. Es por eso, señor residente, que también es interesante poder ver este folleto de ONU Mujeres sobre mujeres y participación política, en el que se habla de ese punto que mencioné en uno de los considerandos de la Unión Interparlamentaria: democracia paritaria para un desarrollo sostenible. Creo que en todos nuestros despachos está este folleto, por lo que sería tedioso e inconveniente hacer una descripción de este ahora, ya que queremos avanzar en la definición de este tema.

Señor presidente: la exposición de motivos del proyecto de paridad que el Frente Amplio presentó con la firma de sus senadores y senadoras en la Comisión de Constitución y Legislación de este Cuerpo es más que elocuente sobre el diagnóstico, que toma esos elementos que cité anteriormente. Por lo tanto, solamente voy a recordar la exposición de motivos de ese proyecto que, como bien dijo la senadora Moreira, estuvo en la consideración de la subcomisión de la Comisión de Constitución y Legislación. Este texto entró con firma de senadores y tuvo la suerte que todos sabemos, habida cuenta de que ahora estamos tratando un proyecto que no va en esa dirección.

Para finalizar, voy a recordar palabras pronunciadas por la señora senadora Moreira, quien dijo que este proyecto de ley tiene gusto a poco, así como las expresiones del señor senador Mieres, quien empezó manifestando que este era un modesto avance. Asimismo, voy a señalar que también a mi juicio representa un tímido avance. Quiere decir que todos estamos pensando en un sentido similar.

Si bien me han retrucado –a través de Twitter que de avance no tiene nada, voy a decir por qué considero que es muy tímido pero que es un avance al fin. ¿Por qué es un avance? Porque hoy en día, hasta el momento en que se apruebe esta norma, no existe nada. ¡No existe nada! La ley anterior, trabajosamente analizada, estudiada y votada, con todo lo que se dijo tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, era por un período solo y caducó por sí misma. Por lo tanto, no existe; no hay más. O sea que lograr que el sistema político se ponga de acuerdo es un avance. ¿Es suficiente? No, señor presidente. En lo personal no me siento conforme porque creo que tenemos que avanzar mucho más.

Como sabemos que esto trae aparejada una reforma de la ley electoral y que se necesitan dos tercios de votos de integrantes de cada cámara, somos conscientes de que para que salga algo hay que negociar. Ahora bien: en la negociación que llevó adelante esta cámara, esto fue lo que se logró; habrá que estar a lo que suceda en la otra. Pero sin perjuicio de esto, existe otra responsabilidad mucho más grande, que es la de los partidos políticos, porque la voluntad política de estos puede hacer que, sin ley de paridad, la paridad exista. ¡Nada impide que esto sea así! ¡Al contrario! Por lo tanto, quienes estamos convencidos de que eso es más que fortalecedor de la democracia, tendremos que seguir trabajando en que ello sea posible.

Por eso, señor presidente, reitero que para mí este es un tímido avance.

Algunos comentarios se refieren al tema de las suplencias. En realidad, no deberíamos hablar del tema de las suplencias, porque la ley ya fue interpretada en cuanto a que el sistema de suplencias –así está recogido en esta versión 2017, por llamarla de alguna manera– corre para los titulares por un lado y para los suplentes por otro, sean respectivos, preferenciales o como decida hacerlo cada sector. Decía que no deberíamos hablar de las suplencias, sino de las vacancias, porque fue en torno a estas que se armó aquel lío que no tuvo un final feliz en esta cámara. Y no lo tuvo porque hoy en los partidos hay una cantidad de formas y de fórmulas de ingeniería política que hacen engorroso –a algunos de ellos, no a todos– poder trabajar en esos temas. Ahora bien: hay otras formas de subsanar estas cuestiones, y voy a poner el ejemplo de mi sector, Asamblea Uruguay. Cuando fuimos a aplicar por primera vez la ley de cuotas, decidimos no repetir mujeres para evitar «los floreros», «las Juanitas» o como se les quiera llamar; en fin, todos sabemos de qué estoy hablando. Entonces, resolvimos que las mujeres no se repetían; esto es: mujer que va al Senado no va a la Cámara de Representantes y viceversa. Aclaro que no estoy cuestionando a quienes no lo hacen, sino que estoy hablando de una receta que fue eficaz para mi sector político. Consecuentemente con eso, se dijo: «Los hombres tampoco se repiten». Así fue como hombres y mujeres asumimos que no íbamos a repetirnos, y lo hicimos sin ningún trauma, sin ningún problema y por voluntad política. Ninguna ley establecía que debía ser así; sin embargo, lo hicimos. Tengo confianza en que los partidos, sin que lo diga expresamente la ley, pero habilitados por ella, sigan avanzando hacia eso que tanto el Parlatino, ONU Mujeres y la Unión Interparlamentaria han sostenido e indicado, y además porque nosotros formamos parte de esas decisiones, más allá de alguna cosita que pasó en el Parlatino en el momento de la votación de la delegación de Uruguay.

Termino, señor presidente, preguntándome: ¿estoy conforme? ¿Hoy voto con satisfacción? No; no voto con satisfacción; tampoco lo hago obligada ni digo que esto es terrible y que acá no votamos nada porque esto no es nada. No, señor presidente; reitero que esto es un tímido avance a cuenta de más y a cuenta de seguir trabajando y reivindicando que para que la democracia sea realmente una democracia, no renga sino real, es necesario seguir avanzando en este tema.

Estas eran las consideraciones que quería compartir con mis colegas y con todos quienes están escuchando, con el compromiso de que nuestra lucha por la representación equitativa no se agota con esta ley, sino con las acciones que tendremos que seguir llevando adelante, con el acompañamiento y la «sororidad» de la que a veces se habla, para que esto sea posible. La idea es que las futuras generaciones de legisladores y legisladoras adviertan que estas y estos representantes –muchos de los hombres también son socios en esta historia– han avanzado en hacer posible esa presencia sin que se les esté pidiendo a las mujeres capacidades cuando a los hombres no se les pide.

Muchas gracias.

SEÑORA PESCE.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA PESCE.- Señor presidente: he escuchado con detenimiento la muy buena explicación, el detalle de toda la información y el tratamiento que le dio a este proyecto de ley en comisión la señora senadora Moreira. También he prestado atención a lo manifestado por los demás señores senadores intervinientes, como el señor senador Mieres –que es miembro de la comisión– y la señora senadora Payssé.

Todo lo que he escuchado confirma mi opinión de que hoy es un día de significativa importancia para los hombres y las mujeres que estamos aquí y que confiamos en que una participación más equitativa de la mujer en la política parlamentaria va a redundar en beneficios para toda la sociedad. Ello nos acercará lentamente a otros países –de los que se ha hablado– más adelantados en lo que se refiere a la participación de la mujer en la política; muy lentamente, pero nos va acercando.

Estamos particularmente convencidas de que la mayor participación de las mujeres en estos ámbitos de decisión política mejora la democracia. ¿Por qué? Porque contemplando a nuestra sociedad con distintas miradas se puede construir equidad desde las diferencias, y este no es un tema menor.

También veo con beneplácito –al igual que todas las mujeres que hemos estado trabajando durante bastante tiempo en este tema– que ninguna de nosotras intenta luchar por la igualdad entre hombres y mujeres; por el contrario, estamos muy conformes con las diferencias que tenemos, pues esas diferencias posibilitan concebir la vida con miradas diferentes y lograr un mundo mucho más productivo y armónico. Todas las mujeres y –por suerte, por lo que pude escuchar– todos los hombres que hemos estado involucrados en el tema creemos que la equidad es lo que realmente se necesita porque nos proporcionará la igualdad de oportunidades en todos los órdenes de la vida, incluida por supuesto la actividad política.

(Ocupa la presidencia la señora Carol Aviaga).

–Debo recordar y valorar personas y hechos que me parecen muy significativos, que tienen mucho que ver con el proyecto de ley que hoy está a consideración.

Se habló de que el Uruguay es un país pionero en muchas cosas, aunque no en este tema. A propósito de ello, me permito recordar que la vieja tradición batllista propuso desde principios del siglo xx impulsar y propulsar los derechos de la mujer. De hecho, cuando en el resto del mundo parecía algo insólito e irreal, en las primeras décadas del siglo el batllismo le estaba dando a la mujer el derecho al sufragio; por lo tanto, el derecho de votar y de ser votada. Es cierto que a partir de ese momento se produjo un impasse, se demoró la efectividad del voto de la mujer y tuvimos que esperar unos cuantos años para volver a tener iniciativas.

Volviendo al presente y dejando pasar aquellos años de quietud, me voy a permitir recordar algo que muchos hemos olvidado, y es que en el año 1988 una de las pocas diputadas suplentes del Partido Colorado –no sé si no era la única– presentó el primer proyecto de ley de cuotas en este Parlamento. Esa diputada suplente era la maestra Alba Cassina, que hoy está entre nosotros y es una mujer sensible, muy capaz y con un gran corazón colorado. Por supuesto que ese proyecto de ley nunca vio la luz, nunca se consideró –lo tenemos claro–, pero no deja de ser un hito que nos enorgullece. Además, al igual que ahora, Alba Cassina no estuvo sola, no agarró un papelito, armó un proyecto de ley y pensó en presentarlo solita. Alba Cassina –igual que todos nosotros– no solo estuvo acompañada por instituciones sociales y por mujeres políticas de otros partidos que la apoyaban, sino que estuvo apoyada también por una gran persona: el entonces vicepresidente de la república, doctor Enrique Tarigo.

Además de Alba Cassina, quiero recordar a otra persona que ya fue mencionada pero que estoy segura de que la mayoría de los señores senadores –por no decir todos– van a coincidir conmigo en que hay que rendirle un sentido homenaje. Es la destacada, recordada y reconocida amiga y senadora Martha Montaner, que era una mujer de carácter fuerte, pero de mucha sensibilidad, que por supuesto demostraba también hacia sus pares. Era una trabajadora incansable, muy tenaz. Sabemos que propuso, impulsó y logró que se votara la ley de cuotas del año 2009, apoyada por supuesto por las mujeres de los otros partidos –no estoy diciendo que no–, pero creo que la valentía de Martha de presentar aquel proyecto de ley merece un reconocimiento. Y como si fuera poco, pensó que era posible mejorar ese proyecto y volvió a presentarlo, pero con modificaciones. Ese proyecto es nada más ni nada menos que la base del proyecto de ley que hoy estamos considerando. Aunque se le haya sumado el proyecto de ley de paridad presentado por el Frente Amplio y las modificaciones planteadas por el Partido Independiente –a las que hacía mención el señor senador Mieres–, es un documento de gran valor como base del que hoy se va a votar.

Señora presidenta: estaría en falta si no hiciera énfasis en el trabajo de las legisladoras de todos los partidos que no son hijas de la cuota y que, habiendo llegado a sus bancas por sus propios votos –tal vez podamos decir que algunas veces haya sido por decisión de sus sectores o partidos, pero me animo a decir que es por sus propios votos–, y que pueden obtener nuevamente la banca sin necesidad de mirar a las mujeres que tienen al lado, se pusieron sin embargo la camiseta y empezaron a trabajar denodadamente para lograr la aprobación de este proyecto de ley que permite la mayor participación de sus pares en una actividad tan apasionante pero tan dura como la política.

He dejado para el final el reconocimiento a los señores senadores –quizás les alimente el ego– que desde el principio creyeron en este proyecto como un instrumento que merece defenderse en el tiempo y ser perfeccionado. Perfeccionarlo significa volverlo una herramienta democratizadora de las estructuras partidarias. Y quiero reconocer especialmente a los señores senadores de mi partido. Sabemos que nuestros senadores trabajaron, como tantos otros, para obtener un proyecto de ley más completo tratando de no dejar lugares oscuros en un sistema electoral como el nuestro, que es bastante complejo.

Comparto con las señoras senadoras Payssé y Moreira, y también con el señor senador Mieres, en que se hizo el esfuerzo. La posible solución a la falla que muestra el presente proyecto de ley fue compartida por muchos, pero finalmente –y lamentablemente– las intrincadas internas partidarias –que no son por cierto las de nuestro partido– truncaron el mejor resultado.

Lo que hoy vamos a votar es mucho, pero como se dijo aquí, no alcanza. Ahora bien, nosotros confiamos en el sistema y en el aparato legislativo del cual participamos; si no, no estaríamos sentados en este lugar. Por lo tanto, confiamos en que aquellos puntos que no se han resuelto, como las posibles fallas que presenta el sistema de suplencias –a las que hicimos referencia–, puedan ser mejoradas en la cámara baja. Si logramos ese cometido, podremos obtener una ley que sea una verdadera y útil herramienta para acortar las brechas históricas que postergaron los derechos fundamentales de las mujeres, como el de votar y ser votadas.

SEÑOR AMORÍN.- ¿Me permite una interrupción, señora senadora?

SEÑORA PESCE.- Con mucho gusto.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Puede interrumpir el señor senador.

SEÑOR AMORÍN.- Señora presidenta: voy a hacer unas pocas reflexiones sobre este tema, que es tan importante.

En primer lugar, es una alegría que hoy no existan las discusiones que tuvieron lugar en el año 2009. En 2009 hubo una gran discusión dentro de mi partido en la cual unos cuantos estábamos entusiasmados con la ley de cuotas porque nos parecía imprescindible que la legislación permitiera el acceso a las mujeres a cargos de decisión; pero hubo una discusión dura, y la hubo en el Parlamento: había que juntar los dos tercios de votos, que no era tan sencillo. Eso no pasa más. Acá sale por unanimidad; nos parece natural, nos parece lógico y está bien. Ese es un cambio en la sociedad, es un cambio en la cabeza de quienes votamos, y es un cambio en la cabeza de quienes nos miran.

Yo tuve dificultades a raíz de que mucha gente me llamó para preguntarme qué disparate estaba habiendo cuando en la Convención Nacional del Partido Colorado hablaba a favor de la cuota. Me decían: «¿En qué estás pensando?». «Lo importante es la igualdad ante la ley, que es lo que dice la Constitución; que cada cual pelee por su cargo sin una ley que lo favorezca». Ese era el tipo de cosas que solían decirnos. Ya casi no nos las dicen más; ya casi parece razonable que haya una ley que permita el acceso a los lugares de decisión, y en este caso, aunque la ley sea para ambos sexos, es obvio que es para las mujeres.

Me parece que, efectivamente, esta iniciativa podría incluir algo más –como el tema de las suplencias–, y ojalá que se trabaje en la Cámara de Representantes para perfeccionarla, pero, a su vez, debo decir que tiene alguna ventaja como, por ejemplo, que es una ley hecha sine die.

Tengo algo más para decir, y termino mi intervención porque no quiero hablar mucho.

Por supuesto que quiero decir que comparto absolutamente las palabras vertidas por los señores senadores y, especialmente, por las señoras senadoras de mi partido, pero también que tengo la ilusión y la esperanza –me parece que los cambios que estamos viendo en la sociedad llevan hacia eso– de que dentro de cincuenta años, aquí en el Parlamento, se diga: «¡Qué ridículo esto que se votó!». «¿Por qué habrán votado eso?». «¿Qué necesidad tendrían en aquella época de impulsar a las mujeres?». A lo mejor ni se dan cuenta de si esto era para impulsar a las mujeres o a los hombres, porque los cambios en la sociedad llevan a aquello que antes parecía imposible, como que una mujer pudiera trabajar fuera de su casa y llegar de noche por estar haciendo política. Esa situación les impedía, seguramente, el acceso a estos ámbitos, pero los cambios en la sociedad llevan a que eso no exista más.

Pienso en la primera mujer legisladora –de la década de los cuarenta–; me imagino lo que sería, para una mujer diputada, entrar sola y presentarse ante un Parlamento. Lo mismo nos cuentan de las primeras médicas, y todos conocemos los chistes que les hacían. En algún momento hubo una mujer estudiante de Medicina –y luego médica– entre tantos hombres. Hoy hay muchas más abogadas que abogados y muchos más estudiantes de abogacía mujeres que hombres; creo que ese equilibrio se va dar naturalmente.

Así que, en definitiva, quiero decir dos cosas: que me alegro de la evolución de la cabeza de los legisladores y legisladoras de la sociedad uruguaya, que admite estos cambios con absoluta naturalidad, y que tengo la clara impresión de que, dentro de cincuenta años, este tipo de ley va a ser absolutamente caduca porque, por suerte, la sociedad va a sortear estas diferencias que hoy existen y lo va a seguir haciendo.

Muchísimas gracias.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Puede continuar la señora senadora Pesce.

SEÑORA PESCE.- No deseo agregar nada más, señora presidenta.

Muchas gracias.

SEÑORA ALONSO.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA ALONSO.- Señora presidenta: primeramente quiero decir que me da un enorme gusto ver a una mujer presidiendo porque de eso se trata, también, lo que vamos a reflexionar. ¡Qué bueno será el día en que ya no nos llame la atención que haya una mujer presidiendo, porque habremos avanzado y mucho!

Adelanto, señora presidenta, mi voto afirmativo a este proyecto de ley y, a su vez, quiero compartir algunas reflexiones. Para ello voy a empezar con una confesión que haré en esta casa, pero que también he hecho pública: en algún momento de mi vida, antes de entrar en el mundo político, no estaba a favor de la cuota política. Sentí que era bueno decir esto y trasmitirlo en el día de hoy.

No me gustaba esa discriminación positiva. Cuando ingresé en esta casa –esta es mi segunda legislatura–, no lo hice por cuota política. Cuando llegué al Parlamento veía esa cuota como un mecanismo de discriminación que no podía aceptar porque me consideraba capaz, al igual que otras mujeres, de llegar y de obtener, por derecho y no por cuota, algo que entendía y entiendo que nos merecemos.

Pero ¿qué pasó en estos últimos años? Voy a explicar por qué entendí que esta herramienta era válida para la participación de más mujeres en un mundo que, históricamente, fue dirigido y manejado por hombres y en donde, además de trabajar, de obtener los votos y de competir en un sistema democrático –como el nuestro, por suerte–, hay que luchar por cosas que siguen mostrando las desigualdades que hoy tenemos.

Además de haber entendido, señora presidenta, la lucha de muchas compañeras de todos los partidos políticos que hoy están aquí, quiero referirme también a las de mi partido. Aquí hay varias de ellas y una, en particular, es la señora senadora Beatriz Argimón que ¡vaya si luchó junto con muchas otras, tantas veces solas, abriendo espacios y cabezas –que, quizás, sea lo más difícil de todo– para allanar el camino de quienes llegamos después!

Con referencia a la ley que tuvimos y que ya no tenemos, la verdad es que, en la realidad, no fue cumplida cabalmente, como se dijo hoy aquí, en cuanto a su propósito. Sin embargo, hubo un avance, sin duda, frente al vacío legal que hoy tenemos; y mirando hacia ese futuro inmediato es que hoy estamos debatiendo este instrumento, señora presidenta.

Quiero referirme, precisamente, al instrumento que rigió, porque también vale la pena recordar y saber dónde estamos paradas. Ese instrumento que rigió para el período electoral nacional y departamental empezó a cambiar la foto y a generar, también, un cambio de postura respecto de este tema.

Es así que en el Parlamento del 2015 asumieron por primera vez 25 mujeres como titulares. Estamos hablando del número más alto de legisladoras en la historia del país; eso dice, además, el informe de la exposición de motivos. Claramente, el efecto de la ley de cuotas fue diferente en el Senado que en la cámara baja, como decía la señora senadora Moreira, aun cuando todos los partidos –y eso es verdad– hicieron una aplicación minimalista de la cuota. No me voy a extender sobre esto porque ya lo han hablado claramente quienes me precedieron en el uso de la palabra, pero está claro que en el Senado casi se alcanzó ese porcentaje del 30 %, una cifra cercana al umbral de la cuota y excepcional para la historia del país, mientras que en la Cámara de Representantes se llegó a un 18 %, como se mencionó anteriormente.

La diferencia entre ambas cámaras era esperable y se debe a dos elementos –a los que muy bien hacía referencia la señora senadora Moreira– que tienen que ver con el sistema electoral uruguayo, que limitan los potenciales efectos de la ley de cuotas. En primer lugar, está el tema de las circunscripciones. Está claro y ha sido demostrado que las cuotas tienen sus mayores efectos en el marco de circunscripciones grandes y, en segundo término, también influyó el doble voto simultáneo y el hecho de que la fraccionalización, que se mide en función de la cantidad de listas que obtuvieron bancas, haya sido mayor en la cámara baja que en el Senado. No obstante, la realidad es que en el 2015 la ley de cuotas cambió la foto.

Ahora bien: no alcanza solo con una foto y por eso, señora presidenta, vamos a apoyar este proyecto de ley porque entendemos –y en eso coincidimos con la señora senadora Payssé– que se abre un camino, pequeño, pero camino al fin.

También quiero decir que no debería –vuelvo a insistir en esto– ser necesaria una ley para lograr esto; los espacios de las mujeres deberían darse naturalmente, y esto tiene que ver con nuestras cuestiones culturales, con esas barreras que están instaladas en algunos hombres y también en las mujeres.

Esto lo hemos discutido con los compañeros y compañeras del partido y al respecto hay distintas posiciones, todas muy respetables.

Quiero hacer también un reconocimiento al señor senador Jorge Larrañaga, quien en el período pasado dio una pelea, una lucha, junto a muchas de las mujeres aun en contra de algunos de los compañeros del partido. Esto tiene que ver, también, con esas barreras culturales en las que quiero insistir, sobre todo en el concepto, porque esto se relaciona con los partidos políticos; a este respecto coincido con la señora senadora Payssé y luego me voy a referir a eso. Creo que esta iniciativa va a seguir favoreciendo a esa democracia de la que tanto se ha hablado en el día de hoy. Vamos a tener una ley de cuotas, una ley de participación política, pero de poco va a servir si hombres y mujeres no contribuimos con la apertura cultural hacia esa participación y, sobre todo, si no se logra comprender lo que representamos las mujeres en el siglo xxi. Me parece increíble que en el siglo xxi aún estemos discutiendo esto. Pienso de igual manera que el señor senador Amorín; creo que dentro de unos años –no muchos– vamos a leer las versiones taquigráficas y vamos a decir: «¿Qué discutían?». Y tengo la mejor señal en mi casa. Hoy de mañana, antes de venir para acá, estaba desayunando con mis tres hijas y les conté lo que íbamos a votar hoy. Mi hija mayor, que tiene casi quince años, me dijo: «Mamá, si me decís que hay más mujeres, ¿por qué van a votar una ley para que las mujeres puedan participar en el Parlamento?». Esto tiene que ver con barreras culturales que nuestros hijos y las nuevas generaciones van eliminando, porque van viendo el avance logrado por muchas mujeres que han ido abriendo el camino. Creo que esa es una de las cosas más importantes. Se necesita mucho más que una ley, mucho más que un papel. Está lleno de revoluciones de papel, lo importante aquí es la revolución cultural que nosotros –hombres y mujeres– vayamos propiciando para que nuestras hijas entiendan esto como algo innecesario, porque viven a diario la participación equitativa.

Nuestro país –lo dice el informe y la exposición de motivos– es uno de los más elogiados en lo que tiene que ver con las instituciones democráticas. Nuestro país ocupa una de las más altas posiciones en los índices sobre democracia y calidad de la democracia; eso nos enorgullece y es lindo sentir que es así. Sin embargo, cuando empezamos a mirar el desempeño de nuestro país, los indicadores de calidad caen cuando se considera la presencia de hombres y mujeres en cargos de representación política y de gobierno. Es ahí cuando empezamos a bajar en ese ranking. Hace unos días, la señora senadora Tourné decía en esta sala, a propósito del Día Internacional de la Mujer, que a este ritmo –espero que sea mucho antes–, cerca del año 2070 –o sea, cuando mi bisnieta sea grande– vamos a nivelar la participación. Creo que hay cambios en la sociedad y eso me parece positivo, pero esos cambios tienen que ser reconocidos desde el sistema político. Y adelanto que sobre esto también quiero hacer alguna referencia.

Por todo esto es que en estos años me he ido convenciendo de que, aunque no vamos a encontrar los mecanismos perfectos –porque cualquier mecanismo de discriminación es un corte artificial–, estamos avanzando en el sentido correcto. No es lo ideal –sin duda, no lo es–, y creo que esto debe ser concebido como una medida compensatoria y transitoria, de forma correctiva hasta que eso se logre, pero es necesario. Lo decía la señora senadora Moreira: la experiencia regional e internacional que en muchos casos ha llevado a que se avance hacia la paridad, nos muestra, justamente, que es un mecanismo eficaz.

También quiero decir que un mayor número de mujeres en puestos legislativos significa un avance en términos de representación democrática, pero no necesariamente refleja un mayor compromiso en igualdad de género. El análisis de la participación política de las mujeres no se agota en la dimensión cuantitativa. Quiero hacer una reflexión sobre esto porque hoy el sistema político en esta casa vuelve a dar una señal que no nace de la inspiración generosa –vamos a ser claros–, sino que se hace sensible frente a una situación que, a todas luces, debe ser nuevamente debatida. Igualmente, se han agregado algunos puntos positivos en el proyecto de ley como, por ejemplo, la incorporación del tercer nivel de gobierno, es decir, los municipios.

¿Por qué digo que esto no se mide en una dimensión cuantitativa? Porque creo que el debate que tenemos que dar es sobre qué aportamos las mujeres a la vida política. Más allá de la discusión que estamos dando, las mujeres le aportamos una mirada mucho más humana; tenemos formas diferentes a la hora de dialogar, a la hora de negociar, a la hora de dirigir y creemos mucho más en el consenso que en esa supremacía del ego, que muchas veces está presente aquí. La búsqueda es, con los hombres, para luchar por las disparidades y las insuficiencias en materia de educación, contra la violencia y contra la desigualdad salarial. Creo y estoy convencida de que las mujeres enriquecen la agenda y aportan otras miradas. Díganme ustedes si la ley de violencia tendría tanta fuerza en esta casa, si no hubiera sido por el aporte de las mujeres. Creo que no habría sido posible, con la intensidad y la profundidad con que se da en este Parlamento, sin la presencia de las mujeres y sin su articulación. Un ejemplo de ello –y puedo dar muchos– fue la ley de extensión de las licencias maternales, de las licencias parentales. Si no tuviéramos la mirada de las mujeres desde ese lugar humano que vivimos cotidianamente, no sé si se le hubiera dado la dimensión necesaria y profunda. Aclaro que esto no es en desmedro de los hombres, para nada lo es.

En definitiva, estoy convencida de que las mujeres han demostrado claramente –aunque no se trata de demostraciones, más allá de que en muchos casos parece que sí– que hay otra forma de hacer y de entender la política. Esto demuestra que cuando hay convicción en los temas, las diferencias partidarias –esto lo hemos vivido con las mujeres de todos los partidos– y las diferencias ideológicas –¡vaya si las tenemos!– pueden y deben quedar a un lado en la concertación de políticas concretas, cuando de verdad nos interesan los temas que tenemos que sacar adelante. Como decía la señora senadora Pesce, tenemos ejemplos de normas que han sido aprobadas y concertadas por las mujeres de todos los partidos políticos.

A todos nos consta que este es un proyecto de ley que ha sido largamente debatido en la legislatura pasada, en esta cámara y en la otra. Por lo tanto, creo que bien vale que intentemos plantear un debate en profundidad sobre los fundamentos que están detrás de lo que hablábamos recién y no simplemente un análisis desde el punto de vista individual o de la conveniencia electoral porque, si fuera así, estaríamos estropeando y empequeñeciendo el debate.

El ingreso de las mujeres al mundo político –como decía la señora senadora Constanza Moreira– llegó tarde, se hizo tardío –por decirlo así– y eso contrasta con el avance de los derechos en un país como el nuestro que, tal como se dijo antes, fue de avanzada en muchos casos. Para cambiar esta situación es clave comprender también algunos de los motivos que están detrás de esto y que tienen que ver con obstáculos culturales y también sociales. La división sexual o social del trabajo, a la que se hizo referencia aquí el pasado 8 de marzo, quizás sea uno de los obstáculos más relevantes. Las mujeres hemos conquistado determinados ámbitos, pero la mayoría sigue inmersa en el mercado de trabajo o en tareas sociales, a la vez que se ocupa de las tareas domésticas, en esa doble jornada a la que nos hemos referido en muchas oportunidades.

Otro de los obstáculos sociales tiene que ver con la culpa que a veces sentimos las mujeres en cuanto a no estar atendiendo debidamente a nuestros hijos, y esto no solo lo alimenta la sociedad, sino también nosotras mismas.

Otro obstáculo son las luchas internas dentro de los partidos políticos. Creo que este es uno de los cuellos de botella y, en ese sentido, quiero reafirmar el concepto vertido por la senadora Payssé respecto al tema de los partidos políticos. En el fondo –las cosas hay que decirlas por su nombre–, la verdad es que lo que está en cuestión es una discusión mucho más profunda. Esta no es una discusión hombre versus mujer ni mujer versus hombre, sino que termina siendo una discusión sobre el poder y sobre quién está al frente del poder. El debate que subyace detrás de todo esto –aunque muchas veces no lo decimos– es que está en cuestión el poder. Como decía hace un rato, las mujeres en Uruguay fueron de las primeras en obtener la ley de divorcio, los derechos civiles, el derecho al voto, pero esto ya es historia, y la verdad es que los avances han sido lentos. Los datos son contundentes: somos el 52 % de la población, representamos cerca del 43 % de la población económicamente activa y llegamos más a los grados de especialización terciaria, pero, aun así, esto contrasta con las cifras en los espacios de decisión, que muchas veces son menores.

Estas desigualdades no se corrigen automáticamente, ni con discursos o declaraciones de buenas intenciones porque, como decíamos al principio, responden a fenómenos y conceptos fuertemente arraigados, cuya transformación –como toda revolución cultural– tarda muchos años en llegar. Pero va a llegar. Ya está llegando.

Es por todo esto, señora presidenta, que nos alegramos por el acuerdo conseguido en esta casa para votar el proyecto de ley a estudio del Senado. Lamentamos que no haya existido acuerdo para reformar el sistema de suplencias, de modo de dar cumplimiento al verdadero espíritu de esta ley, pero esperamos que ello pueda ser contemplado y mejorado en la Cámara de Representantes. En verdad, me encantaría que muchas más mujeres se animaran a llevar adelante esta actividad –que no siempre es fácil, pero que vale la pena– y que esta acción afirmativa –de la que me terminaron convenciendo– sea un mecanismo para lograr una mayor participación. Es muy importante el empoderamiento de las mujeres en la vida y su participación en la toma de decisiones, por todo lo expresado por las señoras senadoras: por lo que significa para la calidad de la democracia y para el desarrollo sostenible y sustentable de un país como el nuestro, con justicia social, democrático y republicano.

Entonces, aquella frase que escuché hace unos años, que decía que los hombres hacen política y las mujeres pasan por la política, queda desdibujada con esta herramienta que votamos hoy. Y si a esto sumamos nuestra determinación, nuestra convicción, el apoyo popular y la lucha diaria, podemos decir claramente que hoy las mujeres también hacemos política, que hemos llegado para quedarnos y más.

Muchas gracias, señora presidenta.

SEÑOR MICHELINI.- Pido la palabra.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR MICHELINI.- Señora presidenta: quienes luchamos todos los días por la igualdad sabemos que esa lucha tiene avances y retrocesos. Muchas veces el ladrillo que se pone hoy permite poner otro mañana, el paso que se da hoy permite el del día siguiente.

En muchos lugares de la sociedad uruguaya todavía hay desigualdad; este rompe los ojos, pero hay otros. Se supone que somos todos iguales ante la ley, pero aún hay Gobiernos departamentales que a la hora de contratar personas no hacen concursos ni sorteos, todo es a dedo. En esos casos hay problemas de desigualdad o –quizás debería decir– de igualdad de oportunidades, y por supuesto que aquí también los hay.

No voy a repetir, una y otra vez, que los hombres y las mujeres somos diferentes, ni que los hombres son diferentes entre sí y las mujeres también, dado que todos los individuos somos diferentes. De lo que se trata es que haya igualdad de oportunidades, y en ese camino, hay quienes tienen más suerte y, otros, no tanta.

La senadora Pesce expresaba que el batllismo dio a las mujeres el derecho al voto. En realidad, no significaba solamente el derecho a votar, sino a la existencia misma; se le estaba diciendo a la mujer: «Importás; tu opinión vale». Por lo pronto, la sociedad uruguaya otorgó ese derecho a las mujeres después de dárselo a los hombres analfabetos. O sea que las mujeres venían después –por decirlo así–, y lo recuerdo porque tampoco vamos a hablar de la sociedad uruguaya como una sociedad idílica. Esto no es nada natural, sino una lucha a brazo partido; la igualdad es una construcción humana que se consigue a brazo partido. Y, en este caso, creo que no se trata de una lucha solamente de las mujeres, sino de las mujeres y de los hombres, mientras que del otro lado hay hombres y mujeres que quieren que las desigualdades se mantengan. Creo –y espero que sea así– que hoy somos más los que estamos de este lado.

Si bien sé que este proyecto de ley constituye un gran avance, quiero decir, sinceramente, que tengo una disconformidad, una rebeldía. No sé si estamos haciendo todo lo que podemos en estas circunstancias, más aún luego de la marcha inmensa del pasado 8 de marzo. Entonces, tengo un conflicto interno. Soy una persona pragmática y sé que avanzamos, que estamos dando un paso, pero me pregunto: ¿no podíamos poner más de un ladrillo en este caso?

En el día de ayer cometí un error cuando, para dar la discusión, les puse nombre a algunos de los defectos que tienen la ley anterior y esta iniciativa que estamos considerando. Por hacer tal cosa, la discusión se desvió hacia ese aspecto y se alejó de la sustancia. Pido disculpas por ese error, pero quiero discutir, efectivamente, la sustancia, que es lo que nos interesa.

Tiene razón el señor senador Mieres cuando dice que acá no estamos poniendo un tercio en el Parlamento, sino que estamos obligando a que en las listas haya por lo menos un tercio de cada género. Eso es lo que estamos haciendo. Entonces, puede ocurrir que este proyecto de ley se apruebe y que en la próxima legislatura no haya una sola mujer en la Cámara de Representantes ni en el Senado. En la Cámara de Senadores hay más mujeres porque las listas –en algunos casos encabezadas por mujeres– son más grandes, y cuando se observa la terna, al menos se refleja la participación femenina. En la Cámara de Representantes, en la medida en que está más diseminado, el porcentaje de mujeres es notoriamente menor. Hay 13 o 14 departamentos que tienen dos diputados, uno por la mayoría y otro por la segunda fuerza; si en esas dos corrientes políticas las listas mayoritarias están encabezadas por hombres, de entrada van a haber 30 o 40 diputados hombres. Ese es el problema que tenemos.

Ahora bien; ¿cuál es el problema que se plantea ahora? En realidad, no se trata del proyecto de ley. Como dije antes, el señor senador Mieres tiene razón en cuanto a que por su intermedio se obliga a que en las listas haya mujeres, pero terminada la elección probablemente se repita un escenario parecido al anterior, esto es, habrá un tercio en el Senado y algo menos del 20 % en la Cámara de Representantes.

Entonces, sinceramente, lo que hay que analizar –esta iniciativa se discutirá en la otra cámara, donde también insistiremos en ello– es que cuando se dan a conocer los resultados y se dice cuántas mujeres hay en cada cámara, ya por el hecho de la opción, en ese mismo momento el número baja. Esto no ocurre porque una diputada haya salido también electa senadora y elija el Senado o viceversa, ni se trata de que un cargo sea más digno que otro. No estamos hablando de eso, sino de que cuando la mujer opta por la cámara en la que podrá aportar más, quien la suple es un hombre. Es cierto que hay un tema de licencias, pero el tema de licencias de cinco años es mucho más difícil, porque en ese período pueden suceder muchas cosas; entonces, capaz que ahí no tendríamos que meternos. Pero en la fotografía al momento de la elección, debería quedar registrado lo que la ciudadanía votó en cuanto a género. Eso es lo que hay que tener presente, y no solo para mantener el porcentaje que la ciudadanía votó, sino para salvaguardar el prestigio de aquellos y aquellas que hacemos leyes. Muchas veces se dice: «Hecha la ley, hecha la trampa» –obviamente, se trata de algo complejo–, pero el problema surgirá cuando se diga: «Hecha la ley, hecha la trampa por los mismos que hicieron la ley». Eso perfora nuestra credibilidad y la confianza que pone en nosotros el conjunto de la población. Se dirá: «Hacen la ley para que haya mujeres, colocan a una mujer de prestigio en varios lugares y, cuando termina la elección, ella opta por el lugar en el que considera que puede aportar más y en el resto quedan hombres». Ese es el tema crucial, no con respecto a la participación de las mujeres sino con relación a la credibilidad de aquellos que hacemos las leyes. La ley nos obliga a nosotros y en ese mismo momento dejamos una ventana para sortear esa circunstancia. Introducirse en el tema de la licencia de cinco años resulta mucho más complejo porque pueden ocurrir cosas, como fallecimientos, etcétera. Pero, repito, debemos respetar el momento de la fotografía. Ojalá este aspecto pueda analizarse en la Cámara de Representantes.

En realidad, pienso que, aunque se vote este proyecto –que, reitero, es un gran avance–, igual tendremos tiempo de volver a conversar sobre este tema. ¿Por qué no?

No quiero coartar la libertad de las personas obligando a que cada una sea candidata a un solo cargo, pero si queremos que haya mujeres, entonces, al momento de optar por haberse presentado para varios cargos, deberían ser suplidas por personas de su mismo sexo. De lo contrario, no hay igualdad.

Una vez más reitero: el senador Mieres advierte que no estamos poniendo nombres de mujeres en el Parlamento, sino en las listas. Y estamos haciendo eso porque no se trata de un problema de participación, ya que la mujer participa en política, en la vida social, en las organizaciones gubernamentales, en los sindicatos, en organizaciones profesionales; la mujer participa en todos lados. Pero ¡oh casualidad!, cuando tienen que integrar las listas, no están. Repito que no es un problema de participación. Aquí estamos obligando a que esa participación esté reconocida. Y cuando la reconocemos y el electorado vota, si por casualidad tenemos un tercio en cada cámara, al momento de optar no se nos puede devaluar lo que hicimos. Si lo devalúan, quienes perdemos credibilidad somos los que hacemos las leyes. Ese es el problema que tenemos. En el transcurso de los cinco años ese efecto es mucho menor, pero al momento en que se opta, es como una piña en la quijada de quienes hacemos las leyes y decimos que debe haber participación de mujeres, porque salen electas, pero después no están.

SEÑOR PINTADO.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR MICHELINI.- Con mucho gusto.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Puede interrumpir el señor senador.

SEÑOR PINTADO.- Muchas gracias.

Debo decir que, en lo personal, también tengo cierto dejo de frustración, porque el proyecto que presentamos incluía la paridad. Además, estamos enfrentados a enemigos muy poderosos. Me han alcanzado un libro de dos jóvenes autores argentinos que son capaces de escribir cosas como estas: «Toda esta ensalada vanguardista se escuda bajo lemas de apariencia noble, tales como el “igualitarismo”, la “inclusión”, la “diversidad” y los “derechos de las minorías”: verdaderas caretas de la ideología de género, cuyo contenido constituye la prioridad militante en esta izquierda desarmada que resolvió canalizar su odio por medio de grupos marginales o conflictuados que aquella captura y adoctrina para sí, con el fin de vehiculizarlos de manera funcional a su causa y, de esta forma, dominar la academia, hegemonizar la literatura, monopolizar las artes, manipular los modos del habla, modificar hábitos e influir en los medios de comunicación». Este es un pensamiento que se ha expresado, que defiende a Dios y es toda una literatura religiosa, pero es a lo que nos enfrentamos todos a la hora de pelear por la igualdad de oportunidades.

Acompañamos este proyecto de ley porque no nos detenemos, y eso ya es un paso. No detenerse implica ir acompañando los resultados de esa relación dialéctica entre las normas y el sentido común de la sociedad. Las normas por sí solas no cambian el sentido común de una sociedad, pero influyen hasta el punto en que esa sociedad movilizada empieza a demandar e influye sobre la norma. Ahí se da la relación dialéctica.

La igualdad de oportunidades no se alcanza solo con el acceso de las mujeres al Parlamento, pero ello ayuda y no es contradictorio con los avances que deben lograrse en la sociedad, en todos los terrenos. Ni el acceso al Parlamento ni el trabajo que se puede hacer en la escuela alcanzan, por sí solos, para poder cambiar lo que debe cambiar en la sociedad. Pero la escuela ayuda; y el acceso de las mujeres al Parlamento –como se ha dicho– ayuda porque el peso de las mujeres permite incorporar una manera de entender la sociedad distinta a la nuestra, aunque peleemos por los mismos derechos. Como bien decía el senador Michelini –citando al senador Mieres–, con esto estamos dando un instrumento, pero si no cambiamos el sistema electoral, incluso, puede ocurrir que esta norma tenga un efecto muy limitado: casi exclusivamente en el departamento de Montevideo y algo en Canelones. El senador Michelini citó algunos ejemplos en este sentido y yo voy a dar otro más. Aun dentro de un mismo partido, es muy difícil que una fracción tenga el doble que la segunda cuando se tienen más de dos bancas. Entonces, cuando se reparten las bancas entre sectores en uno y otro partido, es posible que las mujeres tengan vetado el ingreso al Parlamento. Digo esto desde la dificultad: como hombre, cada obstáculo que se nos pone en la labor política no deja de ser un problema. Pero ¿qué es lo que está primero: nuestra situación particular o que la sociedad avance hacia la igualdad de oportunidades, aun a riesgo de que nosotros quedemos en el camino? Yo creo que siempre valen los principios. Entonces, hay que buscar un sistema electoral que permita, entre otras cosas, que no haya solo dos o tres bancas para repartir. Hoy hay condiciones tecnológicas para empezar a pensar en nuevas circunscripciones electorales que impliquen una representación que vaya más allá de dos por departamento. No es para resolver ahora, pero hay que ponerlo en la agenda para que estas medidas tengan un efecto real.

Otra cosa importante –y con esto quiero terminar– es la que estamos promoviendo en la comisión de financiación, que es un estímulo económico a los sectores que logren efectivamente que las mujeres ingresen al Parlamento. Este es otro camino que hay que seguir. Y también hay que estimular y emular la conducta de aquellos sectores parlamentarios y políticos que, sin necesidad de ley de cuotas, han incorporado al Parlamento a mujeres que tienen responsabilidades importantes. Acá hay partidos y sectores dentro del Parlamento que no necesitaron la cuota –o no necesitamos la cuota– para que las mujeres ingresaran al Parlamento y para que algunas de ellas ocuparan, como han ocupado, roles relevantes.

Muchas gracias.

SEÑOR OTHEGUY.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR MICHELINI.- Con mucho gusto.

SEÑORA PRESIDENTA (Carol Aviaga).- Puede interrumpir el señor senador.

SEÑOR OTHEGUY.- Víctor Hugo decía que no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo. Quizás el mensaje más poderoso que nos dejó la marcha del otro día es que –claramente– hay una idea, que tiene que ver con la igualdad, a la que le ha llegado su tiempo. Esto trasciende ampliamente el proyecto de ley que estamos votando hoy aquí, porque es componente de un debate más profundo sobre el que la sociedad nos interpela y nosotros, como actores políticos, tenemos que asumir esa interpelación.

Sin duda, esto tiene que ver con la calidad de la democracia, que a su vez tiene que ver con la igualdad y con la justicia. No hay democracia de calidad sin igualdad o sin justicia. Es más, el filósofo francés Rosanvallon dice que la democracia es esencialmente una sociedad de iguales. Por lo tanto, uno pude cuestionarse que sin igualdad no hay democracia o hay una democracia imperfecta.

Sin duda que esta realidad nos interpela. Necesitamos normas que nos acerquen y nos faciliten el acceso a estos grandes objetivos, pero mucho más necesitamos interpelarnos nosotros mismos y apostar a cambios mucho más profundos: culturales, de valores y societarios. Esa es la poderosa señal que la sociedad nos dio el otro día, según lo interpreto.

Este es un debate que vino para quedarse y es muy buena cosa.

Sin duda, creo que las normas pueden o no facilitar estos procesos –no lo relativizo–, pero creo mucho más en este debate en profundidad y mucho más en la autorregulación de los propios partidos políticos porque esa es nuestra responsabilidad. Los partidos políticos tenemos que autorregularnos para ser mejores, para representar mejor aquello sobre lo que la sociedad nos está interpelando.

(Ocupa la presidencia el señor Raúl Sendic).

–Nosotros, como partido político hemos dado señales importantes –lo ha dicho el señor senador Pintado–, hemos tenido compañeras asumiendo responsabilidades muy relevantes. La señora senadora Topolansky fue la primera presidenta del Uruguay, aunque sea interinamente. Este es un elemento relevante.

Creo que como fuerza política –este es un mensaje hacia adentro, es una reflexión autocrítica y una posición personal– necesariamente tenemos que ir hacia la paridad. Nosotros, como partido político, nos tenemos que plantear el desafío de dar realmente los pasos necesarios para ir hacia la paridad porque va en consonancia con esta interpelación que nos está haciendo la sociedad. Dar pasos relevantes y sustantivos hacia la igualdad.

Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Michelini.

SEÑOR MICHELINI.- La señora senadora Alonso nos trasmitía con detalle el aporte que las mujeres han hecho a este Parlamento, que implica una visión distinta a nivel político y la incorporación de otras sensibilidades. Sin pretender discrepar con ella, porque todo lo que ha dicho es así, me pregunto: ¿y si no hubieran hecho esos aportes? ¿A los hombres les estamos tomando exámenes? Naturalmente, el electorado se los toma a los partidos y a las colectividades políticas. Pero para dar los pasos hacia la igualdad, ¿las mujeres tienen que rendir examen y los hombres no? Me parece que el camino que seguimos en la búsqueda de la igualdad va más allá de cuánto puedan aportar, porque los derechos y la igualdad de oportunidades tienen que ser para todos y no para unos, mientras que a otros u otras hay que tomarles examen.

Finalizo, señor presidente, con doble estado de ánimo: contento porque hacemos una ley que va a regir para siempre –ya no se va a dar una discusión período por período–, e incorporamos la parte de los municipios. Además, se lo hace en un debate mucho más proactivo y todos esos son pasos importantes. Nosotros vamos a insistir en la Cámara de Representantes con respecto al tema de las licencias y, sobre todo, de la opción de las licencias cuando se termina la elección. Luego de que culmine la votación de la ley en ambas cámaras habrá que ver el resultado. Tendremos que volver a dar una mirada a este tema para ver cómo quedó, si estamos orgullosos de lo que hemos hecho y si los diferentes escenarios que se plantean se corresponden con el objeto que ha llevado a esta ley o si, por el contrario, nos parece que la ley –que repito ha sido un avance– todavía tiene cosas para arreglar y enmendar. Si fuera así, tal como lo adelantó el señor senador Pintado habrá que ver todo el tema electoral. Y, sin atraparle la palabra –porque fue un comentario entre las bancas–, la señora senadora Topolansky agregaba que también habrá que ver la Constitución, porque tal vez haya que hacer un replanteo general. Si después de esta discusión resulta que en la elección de 2019 tenemos un Parlamento sin una sola mujer, tal vez tengamos que hacer un replanteo de todo y sacar de nuestra potestad esa decisión para trasladarla a la ciudadanía y modificar el texto constitucional.

Lo que no podemos aceptar es que sigan pasando los períodos y el nivel de representación de las mujeres –que ha tenido un gran avance en la última elección– decaiga nuevamente porque encontramos el atajo o la trampa para no cumplir con lo que nosotros mismos hemos votado. Tal vez es mejor que salga una ley más completa –aunque se trabaje en la Cámara de Representantes– y no que a muchos de los que estamos convencidos de que hay que ir por este camino se nos obligue a replantear las cosas de raíz. No toleramos –aunque con respeto de otras opiniones y con sentido democrático– que el 51 % o el 52 % de la población del país no esté representada en nuestro Parlamento por el solo hecho de ser mujeres.

Era cuanto quería manifestar.

Muchas gracias.

18) SESIÓN EXTRAORDINARIA

SEÑOR PRESIDENTE.- Léase una moción llegada a la Mesa.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Mocionamos para que la Cámara de Senadores se reúna en sesión extraordinaria el próximo martes 21, a las 10:00, a fin de considerar el proyecto de ley por el que se establecen modificaciones a la Ley n.º 15921, de 17 de diciembre de 1987, sobre zonas francas. (Carp. n.º 271/2015 - rep. n.º 400/2016 - rep. n.º 400/2016 - anexo I)». (Firman: la señora senadora Tourné y los señores senadores Carámbula, Amorín, Michelini, Mieres, Heber, Larrañaga, Garín y De León).

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar la moción llegada a la Mesa.

(Se vota).

–26 en 26. Afirmativa. UNANIMIDAD.

19) ÓRGANOS ELECTIVOS NACIONALES Y DEPARTAMENTALES, Y DE DIRECCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

SEÑOR PRESIDENTE.- Continuamos con el tema en consideración.

SEÑOR HEBER.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR HEBER.- He venido escuchando las distintas exposiciones y me parece necesario tratar de reflexionar en voz alta lo mucho que costó llegar a aprobar la ley que hoy ya no está vigente y debemos volver a generar.

Sabemos que hoy no existe nada que condicione la cuota de género, porque la ley vencía. Y recuerdo que un artículo de esa ley que en su momento votamos decía que había que hacer una evaluación para ver si realmente arrojaba un resultado mejor del que había. Me parece que es algo que deberíamos establecer, porque se ha dicho tangencialmente, pero creo que es importante señalarlo.

Todos tuvimos discusiones internas en nuestros partidos; nadie estuvo libre de ello al votar aquella ley. En aquel momento se esgrimían muchos de los argumentos que se repiten ahora, acerca de que quizás no hubiera ninguna mujer en el Parlamento. Lo escuchamos acá, en el Senado, cuando se votó aquella ley. Lo primero que tenemos que decir es que, si bien no se llegó al 30 % –como lo mencionaba la señora senadora Alonso–, la cuota de género tuvo éxito y es por eso que queremos que continúe.

Se trata de una discusión que también la tuve dentro de mi partido. Tanto es así que conseguimos las mayorías como para que se hiciera por única vez, para poder evaluar la situación luego de cinco años. Así lo hicimos y la evaluación fue positiva; no llegamos a que se cumpliera –como bien decía el señor senador Mieres–, porque lo que votamos entonces fue simplemente la candidatura del tercio, pero nadie sabía si ese tercio se iba a reflejar en una mayor participación. Y sí se reflejó: ¡tenemos una mayor participación!

Al aprobar el proyecto anterior fui partidario de que esto se hiciera de forma permanente y ahora opino lo mismo, pero no le paso la cuenta a nadie. ¡Cuidado cuando se quieren pasar cuentas! Si empezamos así, no vamos a lograr empoderar ni mejorar la representación de la mujer en el Parlamento; lo que se logra con ello es ganar un partido chico y no mirar el partido grande. Si creemos que le hace bien a la política que la mujer esté más representada, entonces ayudémonos a que así sea y no empecemos a pasar cuentas, porque eso es algo totalmente menor frente a los desafíos de lo que sí hace bien al sistema político y es que haya más mujeres en los órganos de representación. Me refiero a los órganos de todo tipo, no solamente los políticos, sino también los sindicales. ¡Digámoslo también! Si creemos que la mujer le hace bien a la política, debemos pensar que también le hará bien, por ejemplo, a los sindicatos. ¿O no? Me parece que tenemos que ayudar en ese sentido. ¿Esto es pasarle una cuenta al sindicato? ¡No! Simplemente se trata de decir que hay una realidad y debemos ayudar para que haya una mayor presencia de la mujer.

Insisto en que si vamos a empezar a pasar cuentas, por ejemplo, a un partido que no quiere la participación de la mujer, estaremos en otro tipo de discusión y seguramente entre reproches, sin poder avanzar en la dirección correcta, tal como debería ser.

Dicho esto, me gustaría agregar un tema. En el país tenemos un sistema electoral que fortalece una democracia de partidos fuertes; esto significa que tenemos la organización y la estructura electoral en base a listas. En esta discusión hay quienes sostienen que deberíamos haber cambiado el sistema electoral y elegir por cruces. Lo he escuchado en los debates y en las tertulias; hay gente que ha afirmado que la gran solución al tema es que no haya cuota y todos vayamos por cruces.

Es cierto que nuestro sistema electoral tiene problemas, pero no creo que haya que cambiarlo. Tiene problemas porque la representación en las bancas, sobre todo en la Cámara de Representantes, no es realmente proporcional a la población, ya que se asignan bancas en función de los departamentos, sin que exista una cobertura electoral; o sea que la población no está perfectamente representada en el Parlamento. Esto hace que tengamos, como mínimo, dos bancas por departamento, aunque hay algunos que tienen tres, cuatro y más.

En la aplicación de la ley de cuotas, en esta legislatura, nos hemos encontrado con situaciones de todo tipo y color. En el Partido Nacional –que es sobre el que puedo hablar– hay senadoras que fueron electas y optaron por la otra cámara; algunas fueron electas intendentas y las suplieron hombres en la Cámara de Representantes; pero también hay hombres que salieron electos intendentes y fueron suplidos por mujeres. O sea que, repito, encontramos situaciones de todo tipo y color.

Entonces, no se puede decir que hay una receta, porque las opciones han sido tomadas en forma legítima, con libertad. Si mañana un intendente electo opta por quedarse en la Cámara de Representantes –tiene la libertad de elegir–, puede ser acusado de que lo que está haciendo es bajar la cuota de la representación de la mujer cuando, en definitiva, puede tener otras motivaciones. Se trata de una opción que tiene quien salió electo senador, diputado, senadora, diputada, intendente o intendenta. El sistema que tenemos a veces genera repeticiones.

Acá ha habido comentarios –creo que de la senadora Payssé– en el sentido de que en Asamblea Uruguay se había aplicado un sistema en el que no se repetían nombres. Otras personas construyen acuerdos para poder llegar a cargos importantes. Por ejemplo, una intendenta de mi partido generó la posibilidad de construir un acuerdo acumulando fuerzas para llegar a un cargo que, a su juicio –quizás muchos opinen igual que la intendenta–, era más relevante que estar en el Parlamento, siendo uno en cien o uno en treinta. Para ella era más relevante ocupar un cargo ejecutivo. Actualmente, es la única mujer intendenta. Antes teníamos tres mujeres intendentas y ahora hay solo una, que es de nuestro partido. Y eso lo logró construyendo apoyos. Reitero, eso fue fundamental para juntar fuerzas y ganar la intendencia de su departamento. Estamos hablando de Lavalleja, un departamento muy especial donde nuestro sector político está regido por mujeres; allí existe una clara hegemonía de las mujeres, que están representadas por su intendenta, la señora Adriana Peña. Ahora, si no le dábamos la posibilidad de construir acuerdos, seguramente hubiera sido muy difícil que llegara a ocupar el cargo de intendenta. Por tanto, hay que tener cuidado porque en el afán de que quede una mujer en un cargo, podríamos estar quitándole apoyos para que pueda llegar a cargos más relevantes. Y estos pueden ser incluso mayores que los que estoy mencionando.

Señor presidente: la senadora Moreira realizó un informe muy eficaz, que reflejó el verdadero trabajo de la subcomisión que integramos, junto con ella, los senadores Bordaberry, Mieres y quien habla. Allí se trabajó con mucha franqueza, planteando todos estos temas. Creo que esa es la manera de resolver, con una actitud positiva, los inconvenientes que nuestro sistema electoral produce.

Algún senador ha hecho el planteo de ir a una revisión de todo el sistema electoral para resolver el tema de la representación de la mujer. Aclaro que no soy conservador y no me niego a hacerlo, pero no creo que nuestro sistema electoral –a diferencia del de nuestros vecinos– deba estar en el banquillo de los acusados. En definitiva, nos hemos diferenciado de otras democracias justamente porque tenemos un sistema de partidos fuertes, que sostienen una democracia fuerte.

Como presidente de un partido que tiene 180 años, me afilio a este sistema electoral y al sistema político uruguayo, que fortalece los partidos, los cuestiona, etcétera. Tendrá defectos como cualquier sistema de América Latina, pero en su fortaleza está la posibilidad de poder redimirse, renovarse, actualizarse y adecuarse a los nuevos tiempos.

Con mucha franqueza digo que no me niego a hablar y discutir sobre todo porque entiendo que no hablar de un tema es mostrar una actitud negativa y nosotros, que siempre hemos actuado por la positiva, creemos que tenemos que abrir la discusión. Ahora bien, adelanto mi preocupación en el sentido de que debemos fortalecer aún más a los partidos.

A nadie escapa que en lo que tiene que ver con el sistema de financiación de partidos –tema que estamos analizando en una comisión– se plantea si la banca que tienen los legisladores pertenece a estos o al partido. ¡Es un tema muy importante! En el caso del Partido Nacional, la lista dice: «Voto por el Partido Nacional» y «Voto por el señor presidente de la república y la siguiente lista de senadores» y «la siguiente lista de diputados». Que después aparezca alguien diciendo que los votos le pertenecen, creo que debilita a los partidos.

Se trata de una discusión que aún está pendiente en nuestro partido, porque no la hemos tenido y hay distintas opiniones. Y nosotros tenemos como costumbre respetar todas las opiniones, tal como dijo la senadora Alonso.

Sobre este proyecto hay cuestionamientos en nuestro partido. Así como la senadora señalaba que en el pasado cuestionó el proyecto, hay compañeros de nuestro partido que lo siguen cuestionando al día de hoy porque dicen que es peyorativo o se le ponen muletas a la posibilidad de la carrera. Discrepo con eso y hemos discutido el tema en el seno de la bancada, pero con respeto.

No estoy diciendo que aquel que no vota la ley de cuotas en realidad no quiere que la mujer esté representada, porque sería ofender a la persona que a priori está diciendo que sin ley de cuotas la mujer tiene mayor participación en su propia agrupación. Eso apunta a lo que señalaba el senador Otheguy, es decir, a la autorregulación de los propios partidos. En lo personal, no creo en la autorregulación. Existen agrupaciones y movimientos que se autorregulan, sí señor, pero otros no. Me parece importante que haya una cuota de género porque obliga a promocionar, a representar y a que la dirigencia política piense en el tema y abra los caminos hacia la participación.

En el período pasado –y no por la ley de cuotas– algo con lo que me llenaba la boca como presidente del Partido Nacional –que no sé si se sigue manteniendo en la misma proporción– era que, de las 42 alcaldías que tenía el partido en todo el país, votadas directamente por la población, 22 –más de la mitad– estaban ocupadas por mujeres. Lamentablemente, no podía decirlo de la Cámara de Representantes. Por ello, con la promoción del Centro de Estudios y Formación Josefa Oribe, se creó un observatorio, de manera de tener un control interno en la materia. En lo personal, me preocupaba porque en algunos lugares existía una gran paridad y una mejor representación de la mujer –como en los municipios–, mientras que en otros los guarismos caían a cifras que no daban la pauta de que se pudiera mejorar.

Por esas razones creemos que esta propuesta es un avance importante, aunque la situación pueda ser perfectible y mejorable.

Me parece que en la instancia de las opciones –hablando del caso de una persona electa en más de un cargo–, fue un avance que no se tomara como renuncia definitiva o voluntaria esa opción. ¿Por qué? Porque si mañana alguien simplemente renunciara por el solo hecho de querer dejar entrar a otra persona, y quien lo suple no tuviera la opción, no quedaría representado el género que fue electo. A nuestro juicio, repito, fue un avance. No logramos todo lo que se quiso, pero la opción electoral descartaba la situación de la persona que era electa para más de un cargo. En caso de que una persona fuera electa para un solo cargo –en función de que se vote este proyecto de ley–, no tendría la posibilidad de que mañana lo supliera alguien del mismo género si el género estuviera representado en el Cuerpo en forma minoritaria.

Insisto: creo que fue un avance. Me parecía un avance.

Ahora bien, se dijo que no y no fue de mi parte, pero no vengo a cobrar cuentas –¡sería un gran error de carácter político cobrar cuentas!–, sino a ayudar a construir un sistema mejor, que genere mayor representación, una representación genuina de la mujer en los cargos electivos. Me parece más importante señalar que se pueden retomar estos temas en la Cámara de Representantes y seguir charlando.

SEÑOR BORDABERRY.- ¿Me permite una interrupción, señor senador?

SEÑOR HEBER.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede interrumpir el señor senador Bordaberry.

SEÑOR BORDABERRY.- Señor presidente: resolví intervenir de esta forma porque hay muchos senadores anotados para hacer uso de la palabra y porque me sentí muy representado por la forma en la que se expresó la señora senadora Pesce. Pero me gustaría dejar un par de reflexiones y constancias.

La aproximación que hacemos a esta ley es con cierta aprensión, porque pensamos que lo mejor siempre es la libertad del elector, y tenemos que ser conscientes de que en este caso le fijamos al elector lo que debe votar. Esa es la primera aproximación. Cuando se llega a una excepción en esa libertad del elector, ella debe estar muy fundamentada, realmente fundamentada.

En este caso, coincido con lo expresado hoy aquí: ni la mujer es más que el hombre, ni el hombre es más que la mujer. De acuerdo con el artículo 8.º de la Constitución de la república, nos deberían diferenciar solamente nuestros talentos y nuestras virtudes, y no otra cosa. Pero tampoco hay que mirar para otro lado y no observar que la mujer, para dedicarse a la actividad política, para ser candidata, en nuestra sociedad de hoy todavía tiene obstáculos que los hombres no tenemos. ¡Es una realidad! Lo que viene a hacer la cuota de género es atender esos obstáculos de una forma que regula la libertad del elector. Sin embargo, los obstáculos siguen estando ahí, y aprobar este proyecto de ley –que voto con total convencimiento– no nos tendría que hacer olvidar su existencia. ¡Esos obstáculos son enormes! Quizás no surgen de las normas políticas, sino de costumbres sociales que hay en el Uruguay. No desconozcamos que hoy la familia uruguaya –la enorme cantidad– está construida alrededor de la mujer; ella tiene el peso de llevar adelante la vida diaria de la familia, sobre todo cuando son familias monoparentales o monomaternales –para utilizar la terminología correcta– en las que el padre no está y la mujer es la que se encarga de criar a los hijos y sacarlos adelante.

Recuerdo algunas cosas que pueden parecer menores. Cuando comenzamos a trabajar con nuestro sector político, las mujeres nos planteaban que no podían ir a reuniones que terminaran a las doce de la noche o que se realizaran a la hora en que tenían que ir a buscar a sus niños a la escuela. Yo les decía que les pidieran a sus maridos, a sus parejas, pero las respuestas eran «no lo tengo», «no puede porque trabaja» o «no quiere hacerlo». Son realidades que vive la sociedad. Al final, terminábamos creando paliativos y obligando a los clubes a tener guarderías o estableciendo plazos en las reuniones políticas para que no terminaran más allá de las nueve de la noche.

Una mujer en Salto me decía que si un hombre llegaba de un club político a su casa a las once, doce o una de la mañana, tres o cuatro veces por semana, nadie decía nada, pero si ella llegaba a esa hora, el barrio empezaba a decir: «¿Con quién andará esta?». Y no es justo.

En lo que hace a mi partido, señor presidente, por suerte no necesitamos esta ley. No la necesitamos para que el 41 % de nuestros diputados hoy sean mujeres, por encima de lo que marca hoy la cuota; no la necesitamos para designar a una mujer como la primera secretaria general de un partido político, como fue el caso de la doctora Martha Montaner; no la necesitamos para designar a una mujer como la primera ministra de un Gobierno en América Latina, como lo fue en 1968 la señora Alba Roballo, ministra de Educación y Cultura. No necesitamos esta ley para eso.

Sentimos que la sociedad sí la necesita, pero tenemos que ser cuidadosos.

(Suena timbre indicador del tiempo).

–¿Me permite otra interrupción, señor senador Heber?

SEÑOR HEBER.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Bordaberry en uso de otra interrupción.

SEÑOR BORDABERRY.- Como decía, queremos ser muy cuidadosos en cuanto al equilibrio que se debe tener en todos estos temas.

Quizás en algún momento, con esta ley, se esté viendo la parte vacía del vaso y no la parte llena. Es cierto que algunos aspiran a la paridad y otros a regular suplencias, pero acá hay un avance importante. En primer lugar, se extiende la cuota sin plazo. Tal vez tampoco se está viendo que, de ahora en adelante, para dejar sin efecto la cuota se necesitará dos tercios de votos. O sea que se le pasa una doble llave a esto. Ya no habrá que venir cada cinco años a pedir los dos tercios de los votos para ver si se extiende la cuota o, como lo decía la norma que votamos en el período pasado, para evaluar los resultados. Las teníamos a prueba a las señoras legisladoras por cinco años. ¡Ya no! Y eso es un avance.

También es un avance que se incluya a los municipios, donde el Partido Nacional, según me entero ahora, no necesitó de cuota para tener una mayoría de mujeres.

Para finalizar, quisiera homenajear a dos mujeres de mi partido. En primer lugar, a Alba Cassina de Nogara –quienes la conocen coincidirán conmigo en que es una persona formidable, imposible no quererla–, porque ella es la madre de esta ley –o la abuela, si quieren, y estoy seguro de que no se enojará–, ya que en 1988 asumió como legisladora suplente –apoyada por Enrique Tarigo, como lo mencionó la señora senadora Pesce– y presentó la primera ley de cuotas en el Uruguay.

La segunda mujer que quiero mencionar es la exsenadora Martha Montaner, que al comienzo de esta legislatura, pero también en la anterior, ya presentó un proyecto de ley pidiendo, justamente, lo que hoy estamos votando, la prórroga de la cuota.

Y antes de terminar queremos dejar otro razonamiento y hacer un llamado de atención. Aquí estamos mirando mucho la parte política y es bueno que sea así porque aquí se toman las decisiones, pero hay dos temas que me animo a decir que son mucho más graves y que afectan a las mujeres de nuestro Uruguay: una, obviamente, es el feminicidio, y la otra es la gran brecha salarial que existe entre la remuneración de un hombre y la de una mujer a igualdad de tareas, de talentos y de virtudes. Nuestro país es, detrás de Brasil, el más inequitativo de la región. Somos el segundo país, entre dieciocho, con esa inequidad y espero que en los meses por venir podamos resolverla con la misma pasión y fuerza con que lo hemos hecho en este proyecto de ley.

Por último, lamento que no se haya votado la propuesta de las suplencias y las vacancias, que creo que era un gran avance, porque si bien existía la posibilidad de la opción, no se podía postular a una persona del otro género para que renunciara. Eso, otra vez, es ver la mitad del vaso vacío en lugar de la mitad del vaso lleno. Algunos señalaban que hablar de suplencias violaba el artículo 116 de la Constitución y me permito señalar que no es así, bajo ningún concepto, porque si bien ese artículo dice: «Las vacantes que por cualquier motivo se produzcan en cada legislatura, se llenarán por los suplentes designados al tiempo de las elecciones, del modo que expresará la ley, y sin hacerse nueva elección», mediante una ley podemos expresar la forma en que se van a llenar esas suplencias sin problemas.

Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Heber.

SEÑOR HEBER.- Señor presidente: como es sabido, nuestras representaciones en organismos multilaterales del Parlamento han sido muy criticadas por la opinión pública y motivo de atención periodística permanente, pero ni en el Parlatino ni en la Unión Interparlamentaria –la senadora Payssé lo mencionó– se permite votar si en la terna que debe ir al consejo no hay por lo menos una mujer. Creo que el mundo hace este planteo porque en las delegaciones tiene que haber una representación de género. Este tema se ha discutido mucho a nivel internacional y hay un movimiento muy importante a nivel mundial que refiere a la presión que se hace sobre las naciones que no tienen participación de género y, sobre todo, intervención de la mujer en los órganos legislativos. Creo que ese es un avance. No será todo lo que hacemos en la Unión Interparlamentaria, pero es un dato relevante, al igual que el hecho de que en el Parlamento Latinoamericano se exija dicha presencia.

Hay países que tienen paridad y una acción positiva mayor que la que nosotros estamos estableciendo. Esta es la primera elección en la que se aplicó y pienso que vino para quedarse, tal como lo señaló la señora senadora Alonso. Considero que va siendo cultura en los partidos, en sus órganos de dirección, en los órganos soberanos, porque va generando mayor presencia de la mujer en los órganos de decisión y de empoderamiento, como decía la señora senadora Alonso, cuyas reflexiones me parecieron correctas.

Es cuanto teníamos que decir.

20) SOLICITUDES DE LICENCIA E INTEGRACIÓN DEL CUERPO

SEÑOR PRESIDENTE.- Léase una solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Montevideo, 15 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Don Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

A través de la presente, solicito al Cuerpo me conceda licencia al amparo del artículo 1.º de la Ley n.º 17827, de 14 de setiembre de 2004, por motivos personales, durante el día de hoy.

Sin otro particular, saludo al señor presidente muy atentamente.

José Amorín Batlle. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–25 en 26. Afirmativa.

Se comunica que el señor Tabaré Viera ha presentado nota de desistimiento, informando que por esta vez no acepta la convocatoria a integrar el Cuerpo, por lo que queda convocada la señora Walkiria Olano, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

21) ÓRGANOS ELECTIVOS NACIONALES Y DEPARTAMENTALES, Y DE DIRECCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

SEÑOR PRESIDENTE.- Continúa la discusión del tema en consideración.

SEÑORA TOURNÉ.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA TOURNÉ.- Señor presidente: me gustaría manifestar mi profunda alegría por el tiempo que llevamos discutiendo el proyecto en esta sala y por la diversidad de opiniones que, a mi juicio, ponen sobre la mesa la complejidad que tiene el tema de la participación de las mujeres en el ámbito de la política. Las distintas intervenciones han puesto el acento en diferentes asuntos, pero abren el abanico de una gran complejidad. ¿Por qué digo esto? Porque me parece que no podemos sobrevalorar ni subvalorar el proyecto que estamos discutiendo.

Obviamente todos me conocen y saben que estoy a favor –igual que mi sector político– de la paridad, pero no por ello desprecio el logro al que hemos arribado. He escuchado varios comentarios en el sentido de que esto no es nada, que no cambia la vida, que vamos a seguir igual; quiero decirles que yo creo que no, que el hecho de que una mujer se pueda sentar acá y hacer oír su voz cambia las cosas. No es lo mismo si están las mujeres que si no están; cambian las cosas.

El tener años tiene sus ventajas y sus desventajas. Entre las ventajas se cuenta la experiencia acumulada, haber escuchado muchas cosas, que no hace dos días que uno se subió al cargo de la representación de las mujeres. La verdad es que hace pocos años atrás estas intervenciones maravillosas no hubieran sido posibles; el tema no se hubiera propuesto, ya que se consideraba de cuarta o de quinta. Por lo tanto, valoro el avance que ha habido a través de los años, aunque, por supuesto, se ha dado al estilo uruguayo: lento, mucho más lento de lo que yo quisiera, pero no por eso dejo de reconocer que lo ha habido. Para mí es un logro que acá, unánimemente, se reconozca que hay una desigualdad manifiesta en la participación de las mujeres en política y lo anoto como «vaso lleno». Me gustaría ir más allá, pero esas son las cosas de la vida. Me parece que este tímido paso –este paso; no quiero calificarlo– es un paso; quisiera que se dieran más y seguiré peleando por esos pasos que quiero que se den en nuestra sociedad.

Este tema comenzamos a discutirlo el 8 de marzo y la verdad es que nos empezamos a meter con esas matrices fundantes que signan la construcción de nuestra subjetividad. Los parlamentarios y las parlamentarias no procedemos de una elite maravillosa, sino que somos representantes de la sociedad; por lo tanto, cuando nos sentamos acá traemos todo lo bueno, todos los prejuicios y todos los preconceptos que esta sociedad tiene. Pienso que es sano reconocer que estamos dando un paso y que el tema requiere muchísimas acciones más.

Recuerdo que hace unos años las mujeres políticas de Brasil habían logrado algo muy bueno. Analizando qué frenaba a las mujeres para acceder a los cargos lograron la financiación de las campañas políticas, porque lo que no tenían las mujeres era plata; de cualquier manera, ganaban los hombres. ¿Saben por qué? Porque los hombres podían subirse al auto el lunes, dar la vuelta al país, llegar el domingo de la semana siguiente y no pasaba nada. Sin embargo, las mujeres tenían toda la carga de la tarea doméstica y los hijos. Por lo tanto, no podían hacer lo mismo por más que contaran con los recursos económicos.

Entonces, si hablamos de equidad no debemos solamente reseñar la visión de los cambios estructurales necesarios a los temas de participación política porque, si bien son muy importantes, se necesitan muchas más cosas para que esto de verdad sea real.

Otra cosa que me rechina mal es eso de la vergüenza de haber accedido al Parlamento por cuota. Personalmente, entré por primera vez en el año 1995 por cuota y no tengo ninguna vergüenza, ninguna porque, primero, la peleé dentro de mi partido, que buen trabajo me dio y, segundo, la primera vez fui tercera y, a partir de ahí, fui la primera en la lista. No dejé de competir por el lugar y no me regalaron nada. Esta es otra de las cositas a considerar con referencia a la cuota. Me acuerdo de las discusiones de antaño: «Yo quiero llegar por mis propios méritos, no que me regalen nada» Y ahí todos los hombres se paraban, aplaudían y decían: «¡Qué bien la compañera! ¡Qué consciente!». Hay que competir igual, aunque haya cuota, porque los partidos están llenos de mujeres. Lo que pasa es que están abajo.

¿Saben por qué me intereso por todas las herramientas que garanticen la participación de las mujeres en lugares de poder? Porque quiero que la mujer que libremente quiera, desee y tenga ganas de llegar no dependa del que arma la lista. Hay un montón de mujeres capacitadas, con muchos años de militancia que, pudiendo estar en lugares más altos, están por allá abajo porque no hay democratización en el armado de las listas. Lo decía el señor senador Heber cuando reconoció la enorme cantidad de mujeres que militan en las alcaldías y en las bases. Es directamente proporcional; los lugares de menos poder están llenos de mujeres. A medida que subimos en la pirámide de poder entramos a desaparecer. Es así.

Cuando estaba en el sindicato hablando de los salarios de las maestras, una vez una compañera me dijo: «¿Sabes qué pasa, Daisy? Cuando estaba José Pedro Varela y ser maestro era una cosa muy honorable para los varones, ganaban muy bien. Después que empezaron a ganar mal se llenó de mujeres porque es una extensión del trabajo femenino». Estas cosas son las que hoy se han puesto sobre la mesa de otra manera y son las que tenemos que tocar, fundamentalmente las que tienen que ver con las estructuras y las formas de democracia interna de los partidos. Si nosotros armamos la ley para el Parlamento, pero no tenemos garantizado que las estructuras de los partidos efectivamente trabajen democráticamente, capaz que en algunos maravillosos sectores las mujeres logran acceder y me alegro muchísimo, pero en otros accederán según la debida obediencia que tengan algunas o por el nombre, el prestigio, el dinero, etcétera, etcétera.

Además de esto, que hace al sistema político en general, creo que mucho se juega también en las decisiones que se tomen en la interna de los partidos, que garanticen lo que en lo personal me preocupa fundamentalmente, que es que una mujer que quiera, pueda competir libremente con la sola anuencia de sus electores. Eso es libertad; eso se parece un poquito más a la democracia. En definitiva, es sobre lo que estamos hablando.

Cuando la mayoría somos las mujeres que integramos la sociedad y quedamos mal representadas o subrepresentadas, lo que está en juego es la calidad de la democracia de esas sociedades. A veces hay que obligar porque, tal como lo explicaba anteriormente, no venimos de una nube, sino de la sociedad y traemos todos los problemitas con los que nos hemos formado. Creo que a veces es necesaria la aplicación de la norma en la interna de los partidos, de las instituciones y del país para que esto se cumpla y efectivamente suceda porque en política, como en tantas cosas de la vida, no hay nada natural; todo es aprendido, logrado, peleado, luchado, discutido; reitero, no es natural. Me alegro de haber vivido estos procesos y escuchado argumentaciones tales como las que escuché. Juro que las escuché cuando peleábamos allá en los años noventa en mi viejo y querido Partido Socialista, que desde el año 1992 tiene cuota y desde su último congreso tiene paridad. Pero no crean que fue natural; también hay que luchar adentro para lograr estas cosas. Lo que quiero traer acá con esto de lo «no natural» es que a veces nos encanta agradecer a la buena voluntad de fulano o de mengano que nos otorgó el derecho. Personalmente sigo creyendo en la vieja y querida dialéctica que me explica, en sus contradicciones y en su lucha, el movimiento de las cosas y, por ende, el cambio.

Si a lo largo de todos estos procesos no hubiera habido gente reclamando, peleando, mujeres demandando por sus derechos –aunque nadie las conozca porque de muchas de ellas ni siquiera recordamos el nombre–, no se hubiera logrado nada. No se trata de que me lo haya otorgado fulanito porque es un crack; en todo caso, lo es porque tiene un terrible olfato y se dio cuenta de que tiene que dejar la cancha libre para lo que se viene. Eso fue el 8 de marzo pasado.

Si no hay movimiento social –y no estoy hablando solo de las mujeres– que mueva el tablero, no hay grandeza del otro lado. Esto es dialéctico y reconozco a quien tiene el talento para decir: ¡Ojo! ¿Saben qué? Con la enorme admiración que tengo por Paulina Luisi y por las otras mujeres que fueron nombradas acá, digo que el viejo Batlle era terrible crack también, porque siendo Paulina una socialista fundadora del partido, le dio la representación internacional de las mujeres uruguayas, pero ella se lo ganó y había movimiento de mujeres.

Asimismo, hubo sufragio, entre otras cosas, porque una enorme cantidad de mujeres pelearon por ello, por ejemplo, quienes fueron llamadas mandíbulas de hierro, mujeres en prisión en Estados Unidos, que se negaban a comer pidiendo por el voto. Entonces, no se trata de la genialidad de alguno, sino del movimiento incansable de miles y miles de mujeres durante los años que llevamos de historia para lograr cosas que a los varones les fueron concedidas por el solo hecho de serlo.

Recuerdo que, cuando comenzamos la discusión sobre la cuota –hace poco se lo hice recordar al señor senador Pardiñas–, en la interna del propio Partido Socialista hubo compañeros que señalaron: «Bueno, sí, está fenómeno lo de la cuota. Está bien, pero entonces hay que hacer cursos de capacitación. Si van a entrar las mujeres…». Pero esa lógica no la tenía este compañero y estaba representando a varios, incluso, a los que esto les parece gracioso hoy.

Francamente, no creo que esto sea el máximum desiderátum que yo quería o que nos hubiera gustado a aquellas que peleamos por la paridad y lo seguiremos haciendo, pero reconozco que hay cambios porque lo que vamos a votar hoy no es algo banal. Podría ser mejor. Quizás lo relativo a las suplencias pueda ser mejorado en la Cámara de Representantes; es un tema importante. Y sí, capaz que tendremos que pensar en la Constitución de la república, ¡cómo que no! ¡Todas las herramientas son perfectibles! ¡Todas! Incluso nuestro sistema electoral con una maravillosa arquitectura o ingeniería que nos ha permitido tener una democracia sólida, también presenta falencias y se puede acomodar, pero esas son cosas de muy largo aliento.

SEÑOR CARÁMBULA.- ¿Me permite una interrupción, señora senadora?

SEÑORA TOURNÉ.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede interrumpir el señor senador Carámbula.

SEÑOR CARÁMBULA.- Señor presidente: nos sentimos plenamente representados con las palabras expresadas por la señora senadora Tourné, así como con las expresiones de las senadoras de toda la Cámara, en particular, las de nuestra fuerza política.

Las manifestaciones de la señora senadora Tourné tienen una enorme importancia. El señor senador Otheguy se refería a la dialéctica de la democracia, la participación, la movilización, la conquista, y la señora senadora agrega «lograda y conquistada». Sin duda, en los últimos tiempos ha quedado demostrado que la conquista de los derechos tiene que ver con la movilización y el pleno ejercicio democrático en tantos órdenes de la vida, que somos optimistas respecto a los logros de la sociedad en su conjunto.

En esta breve interrupción quiero hacer un comentario para subrayar el avance que significa mantener la ley de cuota política –que pasa a ser permanente– y la extensión a todos los sectores elegibles. En particular, me importa hacer una reflexión sobre algo que también se viene dando: el fenómeno descentralizador, democrático y participativo donde los Gobiernos locales cada vez se afirman más en la ciudadanía, con lo que cada vez se visualiza más el rol de concejal y el de alcalde.

En el estudio citado por la señora senadora Moreira, la politóloga Verónica Pérez habla de los «cargos más apetecibles». Quiero subrayar, para bien de este proyecto de ley, la extensión de la cuota política al tercer nivel de gobierno. En ese sentido, vale la pena señalar un par de cifras como afirmación de lo que se va conquistando en paridad, equidad y democracia. En 2010, cuando se eligieron los concejos municipales y los alcaldes y alcaldesas, de 89 alcaldes, 23 eran mujeres; esa cifra representaba el 26 % de los alcaldes electos.

En 2015, en la afirmación del proceso descentralizador, en la visión del rol del concejo local, del rol de la participación de la buena y el buen vecino en la conducción de los intereses de cercanía y locales, de 112 alcaldes, 19 son alcaldesas, es decir que disminuyó a un 17 %. Bajamos de un 26 % a un 17 %. Sin duda, son cargos más visibles, más apetecibles, de mayor presencia y reconocimiento por parte de la sociedad, porque afortunadamente se va dando ese proceso de afirmación de lo local, profundamente democrático y descentralizador.

Un ejemplo más: en Canelones, en el primer período, de 29 municipios se eligieron 7 alcaldesas. En este período, en 30 municipios se eligieron 4 alcaldesas. Prácticamente bajamos a la mitad. ¿Eso es porque la gestión no ha sido buena? Al contrario. Como intendente supe compartir esta tarea con alcaldesas brillantes, en particular de dos partidos, porque el Partido Colorado no tenía representación femenina. Por tanto, vaya mi homenaje pues fueron excelentes alcaldesas.

Esta ley, que afirma la ley de cuota política, que la perpetúa en el tiempo y que además extiende la norma a los concejos municipales, es también un avance. Por tanto, acordando plenamente con los fundamentos expuestos por la señora senadora Tourné, ratifico la importancia de este proyecto de ley que votaremos en la sesión de hoy para la reafirmación democrática también a niveles locales. Recordemos que esa formidable marcha del 8 de marzo por los derechos tuvo en Montevideo una gran expresión, pero también en decenas –diría centenares– de pueblos de todo el país.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar la señora senadora Tourné.

SEÑORA TOURNÉ.- Para concluir del mismo modo que empecé mi intervención, quiero decir: tratemos de colocar las cosas en su justa dimensión. No es este el proyecto de ley que va a solucionar el problema de inequidad de las mujeres en la participación política. Pero tampoco es algo banal y descartable; es un logro, es un paso. Diría que es una herramienta entre muchas más que tendremos que saber elaborar para realmente mejorar cada día la calidad de la democracia y desterrar las concepciones patriarcales que son las que hacen injusta nuestra manera de vivir y nuestra calidad de vida. Digo «nuestra» en el sentido más amplio. Me niego a caer en la discusión pueril de los varones contra las mujeres. ¡No! Quiero derrotar la mentalidad patriarcal que hace que todos padezcamos algún grado de opresión. Insisto, las mujeres más que los varones, pero también ellos terminan encarcelados en determinadas maneras de actuar, porque si no están bajo sospecha. Como yo soy una defensora acérrima de las libertades, creo que la lucha frontal y radical es contra esta concepción de ser humano que le imprime el patriarcado.

Por lo expuesto, voy a votar conforme, pero convencida de que, a pesar de que llevo largos años en este combate, tendré que seguir luchando.

SEÑORA PIÑEYRÚA.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA PIÑEYRÚA.- Señor presidente: voy a votar con profunda convicción este proyecto de ley que es un tímido avance o avance con gusto a poco –como se ha dicho–, pero avance al fin. Celebro haber podido integrar este Cuerpo en el día de hoy para poder emitir mi voto.

Quienes me conocen bien saben que desde que empezaron a reunirse las mujeres políticas –allá, sobre finales de la Dictadura– estaba ahí y participé en la organización de algunas de esas marchas, no tan numerosas como la del pasado 8 de marzo, pero para nosotras exitosas porque fueron las primeras convocatorias. Recuerdo que una de ellas tenía como lema «Las mujeres no solo queremos dar la vida, queremos cambiarla», que me gustó mucho cuando lo elegimos, pero no condice con algunos eslóganes o formas de encarar la lucha por la igualdad y los temas de género en la actualidad.

Quienes me conocen bien saben también que nunca encaré estos temas a través de un enfrentamiento con los hombres ni tampoco como una lucha contra el sistema capitalista, sino de una manera bastante coincidente con lo que acaba de expresar la señora senadora Tourné, con quien hemos coincidido en esto durante mucho tiempo. Creo que hay una línea fina que debemos respetar cuando planteamos los temas de género, para no legitimar el discurso de quienes nos combaten.

No siempre estuve convencida de las bondades de una ley como esta, debo confesarlo, a pesar de que, como dije antes, tengo una larga militancia en este tema.

En 1984, en el primer Parlamento democrático después de la Dictadura, no había una sola mujer. Aquí voy a hacer una digresión. Hoy se hablaba de la exdiputada Cassina y, del mismo modo, quiero recordar a la doctora Raquel Macedo de Sheppard. Sobre finales de 1983, en momentos en que quien habla integraba el Directorio del Partido Nacional y se comenzaba a redactar la declaración de principios del partido, se acercó la doctora Raquel Macedo de Sheppard para plantearme los temas de género –que por cierto no me eran muy cercanos– y que procurara introducirlos en dicha declaración.

En 1992, Raquel ingresó como suplente al Senado. Cuando la señora senadora Moreira decía que a veces es importante que las mujeres estén presentes para plantear determinados temas de género, recordé a Raquel, pues en ese entonces propuso un proyecto de ley, posteriormente aprobado, que abordaba el tema de la igualdad de oportunidades en el empleo para las mujeres. Esa ley, que se aprobó a mediados de los años noventa, recién fue reglamentada cuando quien habla asumió en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, unos cuantos años después. Es por eso que creo importante que haya mujeres que planteen y se preocupen por estos asuntos, más allá de la visión particular que las mujeres le damos a la política.

En 1989, cuando ingresé por primera vez a la Cámara de Representantes, éramos seis las mujeres diputadas. No había ninguna senadora. Pero si en ese momento me preguntaban si estaba a favor de la cuota política, decía que no porque pensaba que íbamos avanzando. Seguíamos trabajando a nivel de mujeres políticas y estábamos avanzando. Sin embargo, la realidad me convenció de que si no era a partir de medidas de discriminación positiva o de medidas positivas no íbamos a lograr una mayor participación femenina en los cargos legislativos.

Llegado a este punto, quiero referirme a un tema que no se ha planteado aquí, pero que me interesa abordar brevemente, vinculado a la reedición en estos últimos tiempos de la discusión que tuvo lugar cuando se votó la vulgarmente llamada ley de cuotas –la primera–, por parte de aquellos que sostienen argumentos contrarios a la ley. Por suerte, no se han dado en el seno del plenario hoy y espero que no se den tampoco en la Cámara de Representantes, pero sí han surgido en las redes sociales y a nivel de los medios de comunicación. Concretamente, se ha hablado de alterar la voluntad política de los ciudadanos.

Aprovecho para decir al señor senador Bordaberry –quien hoy dijo que se alteraba la voluntad del elector porque se le decía lo que tenía que elegir– que, en realidad, en un sistema de listas cerradas, como en el nuestro, siempre le estamos diciendo al elector qué es lo que tiene que votar, sean todos hombres o haya mujeres integrando esa lista.

Se nos ha requerido más capacitación, que tenemos que capacitarnos para el cargo –requisitos que no se les exigen a los hombres– o también impulsar cuotas en los cargos de elección directa por parte del sistema político en los entes autónomos o en los servicios descentralizados para que allí podamos darnos a conocer, como si fuera una pasantía en otros ámbitos del Estado para que nos conozcan y, entonces, poder ingresar al Parlamento, cosa que tampoco se les exige a los hombres.

Considero que no vale la pena entrar en estos temas, pero hay que estar advertidos y tener nuestros argumentos para defendernos en el momento de tener que enfrentarnos a este tipo de razonamientos. En este sentido, voy a detenerme en uno de ellos, sin perjuicio de reconocer que puedo ser algo reiterativa. Uno de los argumentos en los que más se insiste es en la violación del principio de igualdad ante la ley. Este principio constitucional solo reconoce que se establezcan diferencias en acuerdo con los talentos y las virtudes. Esta posición se sostiene ignorando que hay un principio de la filosofía del derecho que recomienda, en aras de mantener la justicia, tratar de manera desigual a los desiguales. Nosotros no somos iguales. Eso queda demostrado por la vía de los hechos y por eso digo que la realidad me ha convencido.

En primer lugar, quiero señalar que estamos subrepresentadas. Así pues, todavía estamos subrepresentadas en el Parlamento, en los órganos de dirección partidaria, en los órganos de dirección de la central sindical, de las direcciones de los gremios empresariales, en los ministerios y en muchos otros ámbitos en los cuales se toman decisiones trascendentes que hacen a políticas de Estado o a la suerte de nuestra sociedad. Pero, además de estar subrepresentadas, como se ha dicho aquí, percibimos menos salario por desempeñar igual función, lo que es absolutamente injusto e inaceptable. Y, además, tenemos dificultades para acceder al empleo, no solo por falta de calificación –porque las mujeres tienen dificultades para acceder a la formación, a veces por los embarazos adolescentes, por la maternidad prematura–, sino porque todavía existe la concepción de que las mujeres en edad de procrear resultamos más caras a los empresarios, ignorando que la mayor parte de los costos asociados a la maternidad son cubiertos por el Banco de Previsión Social y que, en todo caso, a cargo del empresario quedan los costos de sustitución de esa mujer joven en edad de tener hijos. Todavía ese prejuicio subsiste y aún es una valla para que las mujeres accedan al empleo.

A su vez, las mujeres tenemos mayor tasa de pobreza y de desempleo. No somos, entonces, iguales. Ni que hablar de la situación de las mujeres afrodescendientes que viven en el interior del país, quienes reflejan los peores indicadores sociales que se conocen.

También se ha dicho acá –pero es importante destacarlo–, que la enorme mayoría de las mujeres cumplen doble jornada laboral, dentro y fuera de su casa, lo que les impide desarrollarse en los ámbitos laborales porque soportan, además, la carga de cuidar a los niños y luego a los adultos mayores.

Todo esto representa una serie de inconvenientes que debe enfrentar la mujer, que hacen que postergue su ingreso al mercado laboral –muchas veces lo hacen tardíamente–, así como su posibilidad de ascenso, a veces incluso por tener que dedicarle más tiempo a la familia que a perseguir logros profesionales.

Todas esas desigualdades son las que debemos combatir a través de acciones positivas. Obviamente que la norma que estamos tratando hoy no es suficiente; por supuesto, toda esta problemática que debe enfrentar la mujer día a día y que nos coloca en una situación de desigualdad en la sociedad, requiere de otras medidas complementarias. Pero este es un paso y, como tal, debemos defenderlo y apoyarlo para ir en esta dirección.

El proyecto de ley representa un avance, un avance tímido, con sabor a poco, pero un avance al fin. Ya no hay plazo para aplicar la ley de cupo, se va a aplicar hasta que algún Parlamento decida que ya no es necesario y la derogue, lo que subsana algo que era bastante vergonzoso en el primer proyecto de ley y, además, como se ha dicho, se aplica al tercer nivel de gobierno.

Por cierto, algunas circunstancias van a ser difíciles de solucionar. Tal es el caso del tamaño de las circunscripciones electorales y, por lo tanto, la posibilidad de que las mujeres estén representadas en muchas circunscripciones territoriales del país.

Queda pendiente el tema relativo a las suplencias o la cobertura de vacancias que me parece es importante solucionar en un debate fraterno, despojado de las conveniencias personales, sectoriales o partidarias, pero que hace a la legitimidad de una medida de estas, y ahí sí, al respeto de la voluntad popular.

SEÑOR LARRAÑAGA.- ¿Me permite una interrupción, señora senadora?

SEÑORA PIÑEYRÚA.- Con mucho gusto, señor senador.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede interrumpir el señor senador Larrañaga.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Muchas gracias, señora senadora.

Quiero intervenir por esta vía para abreviar el debate y, por tanto, solicito a la secretaría que me borre de la lista de oradores. Voy a hacer uso de la palabra por la vía de la interrupción.

En primer lugar, expreso que voto este proyecto de ley totalmente convencido. Creo que es un importantísimo paso, un gran avance. No me quedo con la parte vacía del vaso. Tengo los suficientes años de militancia política como para advertir que este tipo de debate era absolutamente imposible hace veinte o treinta años. Era un debate muy complejo de dar. Estoy muy contento, además, porque cuando la ley comenzó a discutirse en 2008 y terminó de promulgarse en 2009 tenía el honor de presidir el Partido Nacional, y junto con un grupo muy importante de mujeres contábamos con el respaldo de ese posicionamiento para dar la batalla –como lo dijo el hoy también presidente del Directorio del Partido Nacional, señor senador Heber–, e impulsar este instrumento legal que en aquella oportunidad se sancionaba para un período de gobierno y ahora va a ser una incorporación definitiva. Estoy convencido de que para corregir desigualdades hay que crear otras desigualdades. Miren que yo confieso en este ámbito que cerca de mí tengo a muchas mujeres que incluso están en contra de la cuota. Lo confieso con absoluta claridad. Quizá ellas no perciban la intensidad de este tema porque no viven en el esquema de las dificultades que presentan los caminos sinuosos de la actividad política, pero estoy convencido de que hay que crear desigualdades para corregir otras desigualdades, como decía el profesor Couture.

En este tema me rechina la palabra «cuota» porque resulta una suerte de concesión o de otorgamiento. La cuota sería una suerte de desprendimiento de alguien superior, que no sé quién es; en este caso sería el hombre que se desprende de una parte de poder y la cede por vía de cuota a la mujer. Creo en la representación; creo en el problema de la subrepresentación, pero estoy profundamente convencido de la tesis de la participación efectiva de la mujer. Reitero: estoy profundamente convencido.

A mí me tocó el enorme desafío de ser intendente de Paysandú con treinta y dos años. Imagínense que no dormí desde el día en que resulté electo hasta meses después de haber asumido, y había una amplísima participación de mujeres que le aportaban una visión enriquecedora al funcionamiento de las decisiones de gobierno en una intendencia, la humanizaban…

(Suena el timbre indicador de tiempo).

–¿Me concede otra interrupción, señora senadora?

SEÑORA PIÑEYRÚA.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Larrañaga.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Como decía, las mujeres aportaban un contenido de humanización trascendente y evitaban muchas veces las ligerezas en el análisis que se hacía de las resoluciones políticas.

En mis años de facultad aprendí las enseñanzas sobre la idea de representación. Recuerdo haber estudiado el «Discurso a los electores de Bristol» de Burke, en el que se afincaba la tesis representativa sobre la delegativa. Decía que el Parlamento no era un congreso de embajadores que defienden intereses distintos y hostiles, sino una asamblea con un interés, el de la totalidad. Por eso me parece un aporte muy trascendente lo que hemos escuchado hoy de parte de los distintos senadores y senadoras en cuanto a que aquí no estamos en una suerte de dicotomía entre una sociedad de mujeres versus una sociedad de hombres, sino en una sociedad que contemple igualdad, equidad e inclusión, porque este no es un tema matemático. Me parece que los avances que la cuota dio en su primera aplicación fueron importantes.

Hemos participado en la conformación de las listas; en lo personal lo he hecho desde el año 1990, y no debe haber peor tarea que esa, más ingrata, más injusta, más dolorosa. ¡Es horrible! Quien crea que uno tiene en el puño poco menos que una suerte de poder divino, se equivoca, porque el primero que tiene la obligación de llevar adelante la conformación de las listas entra en unos tembladerales espantosos, en caminos de equivocaciones, de yerros, de errores antológicos, enormes y con injusticias irremediables. Más allá de toda la discusión yo me quedo con el aporte sustancial, importante que tuvo aquella ley de 2008 y 2009, y que hoy propicia esta ley en este nuevo camino.

Al revés de lo que han expresado mis compañeros de partido y también de los que no lo son, tengo enormes dudas con respecto al tema de las suplencias. ¡Enormes dudas! Quizá no hubiera votado el tema de las suplencias, y lo digo con toda claridad. ¿Por qué? Porque la experiencia me indica que quizá se lograría el efecto inverso, se evitarían muchos entendimientos, básicamente, en el interior del país, y hoy no se daría la hipótesis de que una mujer accediera a una banca en representación de un hombre que optó por otro cargo. Eso me lleva a pensar que, de darse eso, quizás las listas se asegurarían estar encabezadas por hombres. Creo en la aplicación sincera de este instrumento y de que seamos todos celosos vigilantes de su aplicación.

(Suena el timbre indicador de tiempo).

–¿Me concede la última interrupción, señora senadora?

SEÑORA PIÑEYRÚA.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar el señor senador Larrañaga.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Estoy convencido de que quizá ese sistema que procuraría apuntalar la fiel representación del instrumento de la cuota se transforme en una herida de muerte de esa herramienta, fundamentalmente, por lo que se habló de las circunscripciones territoriales. Creo que lo que hay que cambiar es la cabeza. La clave aquí es propiciar ese cambio cultural que nos permita sentirnos contentos y satisfechos de que los hombres y las mujeres podamos trabajar juntos, y no enfrentados. Estamos hablando de que la mujer pueda seguir siendo mujer y no tenga que masculinizarse para poder pelear y competir en política, ya que muchas veces, en ese enfrentamiento tan complejo, termina pagando los platos rotos, reeditando así la vida misma.

Por lo tanto, estoy convencido de la necesidad de este instrumento y lo voy a votar, ya que entiendo que su finalidad es buena y justa y que todos debemos ser celosos custodios de que se aplique genuinamente. Si ampliamos la base de participación democrática y genuina de la mujer, existirá un control natural para que no se hagan trampas en la aplicación correcta de este tipo de instrumentos que buscan la inclusión, la justicia y la equidad.

Agradezco la interrupción a la señora senadora Piñeyrúa.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar la señora senadora.

SEÑORA PIÑEYRÚA.- Señor presidente: para terminar, decía que nos quedan algunos temas pendientes, resultado de la evaluación de la aplicación de la primera mal llamada ley de cuotas, algunos de difícil resolución como el de las circunscripciones electorales, que conspiran contra la participación de las mujeres en los cargos electivos.

Para cerrar mi exposición, quiero plantear otro inconveniente, como es la aplicación minimalista que se hizo de la ley y que esperemos no se vuelva a hacer en el futuro. Al menos en mi partido, siempre se hablaba de que en el tercer lugar debía figurar una mujer, pero esto no es lo que dispone la ley. Incluso, había personas que creían que eso era lo que disponía la ley y, en mi opinión, refleja la aplicación minimalista de esta disposición, que determinaba que cada tres integrantes de una lista debía incluirse a una mujer y, en la mayoría de los casos, se hacía en el tercer lugar. Este tema no se puede resolver legalmente o con una disposición, sino que requiere de trabajo, intercambio, diálogo y convencimiento. Estos son los puntos que tendremos que analizar en los próximos años.

SEÑORA TOPOLANSKY.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA TOPOLANSKY.- Señor presidente: como bien decía la señora senadora Tourné, a lo largo de la sesión se ha hablado de una serie de aspectos y las distintas miradas enriquecen el análisis del tema. No voy a hablar de la desigualdad entre hombres y mujeres en general –esto se da en varias situaciones de la vida– porque si bien es un tema muy importante, hoy estamos discutiendo una ley específica para resolver un punto de esa desigualdad. Ni siquiera estamos viendo cómo afecta este tema en los tres poderes del Estado. En realidad, es cierto que, en el Uruguay, en los Poderes Ejecutivo y Legislativo todavía no hemos podido lograr una cierta paridad, no así en el Poder Judicial que apunta a eso con más fuerza.

¿Por qué digo esto? Porque cuando ingresé a este Parlamento, bajo la presidencia del doctor Jorge Batlle, estos temas ya se estaban discutiendo. Como bien decía el señor senador Otheguy, citando a Víctor Hugo, hay tiempos de maduración de las cosas, pero también de movilización. Comparto lo que aquí se dijo en el sentido de que el acumulado de movilizaciones va dando determinados resultados. En lo personal, lo que más me gustó de la movilización del 8 de marzo fue que, sin decirlo, tomó la consigna de Artigas de no esperar nada más que de nosotros mismos. Aquí estamos. Esa voluntad de lucha es la que empuja detrás del reclamo. Si bien puede haber facilitadores y demás, esa es la lucha y la señora senadora Tourné relataba muy bien cómo fue la suya dentro de su partido.

Hace muchos años que milito; podría decir que lo he hecho toda mi vida. Tengo 72 años y, por lo tanto, he visto bastante. En lo personal, tuve la suerte de transitar por ámbitos de militancia política en los que no me sentí discriminada y eso puede condicionar mi visión de las cosas. Digo esto porque es bueno saber cómo se explican algunas cosas.

De todos modos, me quiero centrar en las complejidades de la ley electoral uruguaya. ¿Por qué? Yo no sé cómo fue el proceso de construcción de esta ley, pero debo decir que el sistema electoral uruguayo es muy complejo. Cada vez que me veo en la situación de explicar a alguien que no es uruguayo cómo es nuestro sistema, me doy cuenta de sus complejidades. Tampoco me sirven las comparaciones internacionales y, en este sentido, voy a poner un solo ejemplo, aunque reconozco que esto daría para conversar mucho. En el sistema ecuatoriano, si uno mira la papeleta con que se vota en la que están las listas de todos los partidos, figura el nombre de una mujer y un hombre en forma alterna. Se podría decir que están a la vanguardia, pero, sin embargo, se vota como plancha, lo que quiere decir que alguien puede marcar tres candidatos de su partido, cuatro de otro y, si se le antoja, cinco mujeres y dos hombres. Ese sistema no me gusta, aunque la imagen sea esa porque desarma algo que aquí se rescató con mucho énfasis y que es la democracia de partidos. En lo personal, creo en este tipo de democracia y que los partidos tienen que tener mucha consistencia y fuerza. Quizás pienso así porque nací en el Uruguay y porque nuestro país tiene esa historia y tradición. Por todo esto, comparto lo que señalaba la señora senadora Payssé al comienzo de este debate, cuando hablaba sobre las responsabilidades políticas de los partidos.

Creo que si dentro de los partidos políticos no hay un convencimiento sobre estas cosas, podremos hacer leyes que permitan avanzar y también algunos remiendos, pero el efecto real y verdadero no se va a ver.

Voy a contradecir a mi querido compañero de partido, el señor senador Carámbula, en relación a los municipios. En las elecciones para los municipios debemos elegir cinco concejales y será alcalde o alcaldesa quien reciba más votos. Por lo tanto, es algo muy aleatorio. Esto demuestra la complejidad de nuestro sistema que, incluso, hace que en algunos momentos podamos decir que es hasta perverso. Luego tenemos lemas, sublemas, acuerdos políticos y también los votos del tercer escrutinio que migran de un lugar a otro, lo que determina que un departamento pueda perder o ganar una banca. A su vez, esos votos que migran pueden implicar un diputado o una diputada; empecemos por pensar que el sistema es complejo y, por lo tanto, la discusión de esta ley también lo es.

Si no empezamos por analizar el sistema político electoral actual, tendremos dificultades para que el resultado sea el que debe ser. Ese es para mí el eje de la discusión. Es tan complejo el tema que a veces hay acuerdos de banca; el sistema lo habilita. Por ejemplo, puede haber un acuerdo en una lista, en un departamento cualquiera, para que la banca sea usufructuada a lo largo de un período por dos personas: una durante los primeros dos años y medio, y la otra durante los restantes dos años y medio. Eso se da porque cuando vamos a una elección juntamos votos, para decirlo pronto y mal. Yo también tuve la mala suerte, como el señor senador Larrañaga, de estar siempre en la confección de listas, y eso es algo penoso porque uno tiene que lograr un montón de equilibrios. Podría hablar horas de las cosas que suceden cuando uno tiene que asumir estas tareas, y hay que asumirlas.

Yo hago énfasis en la voluntad política porque creo que si nosotros pensamos que realmente es justa la igualdad y debe estar materializada en el resultado, entonces en el momento de hacer las propuestas, de confeccionar las listas, vamos a tener presente cómo logramos el resultado. Lo digo con propiedad, y me enorgullezco de decirlo porque pertenezco a una lista que, desde que existe, ha puesto a muchas mujeres en el Parlamento y tiene la suerte de contar con las dos únicas mujeres de la historia que fueron presidentas de la Cámara de Representantes. Y ello fue así, no porque otras listas no hayan alcanzado la presidencia de la Cámara de Representantes, sino que ahí hubo voluntad política. Es así de sencillo.

Tuve el honor de ser presidenta interina de este país –fui la única que lo ha sido en la historia, pero ojalá no fuera así, sino que hubiera miles– y vicepresidenta, pero eso se dio porque se juntaron tres voluntades: la del pueblo uruguayo de votar al Frente Amplio; la de muchos votantes que eligieron como lista más votada la 609, y la de compañeros de mi sector de ubicarme en la cabeza de esa lista. Si no se hubieran juntado las voluntades eso no habría ocurrido. Tengo la suerte de pertenecer a un sector que, prácticamente en todo el litoral, salvo el departamento de Soriano, candidateó a mujeres, y tuvimos la suerte de que salieran electas por Salto, Paysandú y Colonia. Las compañeras que propusimos para Artigas y en Río Negro no salieron, pero estaban encabezando la lista; en Soriano llegamos a un acuerdo con otro sector del Frente Amplio, por lo que tuvimos que avenirnos a él.

Yo planteo estas complejidades; lo hago desde mi lista, no por nada de superioridad, sino porque es lo que conozco en detalle. Creo que si no miramos todas estas cosas a la hora de hacer estos proyectos de ley, no vamos a lograr los efectos deseados. Acá se dijo algo un tanto tremendista: que el efecto podría ser que en las próximas elecciones quedaran todos hombres en el Parlamento. Yo no creo en esa imagen tremendista. ¿Y si quedan todas mujeres? ¡Qué susto! Así que dejemos de lado esas cosas tremendistas. Nosotros creemos que esa representación debe ser igualitaria. Ese es el problema de fondo que hay. No nos gustaba el tema de las suplencias; no somos juristas y siempre tenemos que trabajar con asesores, y nuestros asesores jurídicos nos advirtieron sobre el artículo 116 de la Constitución de la república. Nos dieron una interpretación del artículo y nos advirtieron de la inconstitucionalidad de lo que allí estaba planteado. No es caprichoso lo que hicimos. Por supuesto que en las interpretaciones constitucionales y jurídicas hay siempre tres o cuatro bibliotecas –eso ya lo sé y es algo a lo que estoy acostumbrada–, pero uno se fía del asesoramiento que tiene.

Entonces, ¿cómo llegamos al objetivo final de lograr la igualdad, con el que soñaban algunos senadores y senadoras que ya han hablado acá? ¿Cómo llegamos? Creo que tenemos que ir de frente, y me parece que ahora hay clima propicio –por lo que han expresado todos los partidos que han hablado en el día de hoy– para ir a una reforma constitucional y cambiar todo el sistema electoral, incluso para ponerle cabeza a las circunscripciones, para que el resultado llegue a los objetivos de la paridad. Esto es algo que pienso desde hace mucho tiempo. Sobre el final de la legislatura pasada, cuando estaba en el ejercicio de la presidencia –ya habían pasado las elecciones por lo que ya sabíamos lo que iba a pasar en esta legislatura– convoqué en la Torre Ejecutiva a una reunión de todas las mujeres electas y sus suplentes. Hubo un partido que no fue; no importa cuál. ¿Para discutir qué? Que a partir del 1.º de marzo empezara esta discusión, porque sabía que era compleja, porque sabía que después los tiempos no nos iban a dar y porque pasada la mitad del período es muy difícil hablar de temas electorales y hacer cambios. No tuve suerte; fracasé con total éxito. A la convocatoria vinieron algunas legisladoras electas y algunas suplentas; plantearon cosas, pero la idea, el cerno de la idea, era proponer de entrada la discusión sabiendo que las complejidades iban a estar, previendo eso. Si la conclusión hubiera sido que había un clima general acerca de la necesidad de esa igualdad, quizás se hubieran podido desatar en ese momento algunos cambios constitucionales que nos llevaran a un sistema mucho más justo, a una ley electoral más equitativa, pero no pudo ser.

Ahora las luchas son así: se van superponiendo y sumando. Por eso me parece que lo central de la cosa es buscar los efectos y ubicarse en la realidad. Y la realidad es que el sistema electoral uruguayo, el sistema de alianzas, el sistema de circunscripciones y todo lo que se ha señalado acá es muy complejo.

No voy a hablar mucho más, pero quiero recalcar que entonces se vuelve clave lo que señalaba al principio la senadora Payssé –y estoy totalmente de acuerdo–, que es la voluntad de los partidos. Hay determinadas presencias porque hubo voluntad de los partidos. No estoy hablando de que una presencia valga más o menos que otra, pero podría haber habido más presidentas de la Cámara de Representantes si hubiera habido más voluntad. Es así de sencillo. Yo pongo ese ejemplo porque es de la realidad; nada más. En el año en que Nora Castro fue presidenta de la Cámara de Representantes –fue la primera–, la lista 609 estaba encabezada por dos mujeres; no había ley ni era minimalista. Entonces, no estoy de acuerdo en generalizar que la aplicación fue absolutamente minimalista. Puede ser que tenga la visión de un pedacito de la realidad –reitero: ¡puede ser!–, pero daría la impresión de que la voluntad política y el convencimiento hoy mostraron su cara y aparecieron en la discusión. Hay viejas versiones taquigráficas de este Parlamento en las que algún legislador muy ilustre –dejémoslo para el olvido– cuestionaba la presencia de mujeres en este ámbito; por suerte ahora ya no estamos en esa época. Por lo tanto, tenemos todas las condiciones para emprender el camino de la igualdad. Esa será responsabilidad de los partidos, en la parte que les corresponda, y de la sociedad en lo que hace a la movilización. Con esas dos voluntades juntas vamos a lograrlo.

Muchas gracias.

SEÑORA PASSADA.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA PASSADA.- Señor presidente: estamos llegando prácticamente al final del debate sobre este proyecto de ley.

Nos sentimos contentos de que esta iniciativa haya logrado el acuerdo necesario para que se siga desarrollando un sistema político en materia de integración de listas, bajo la mal llamada cuotificación.

En 2009 tuvo lugar un debate importante e interesante, pero, una vez finalizada y aprobada la propuesta, no se pudo alcanzar el acuerdo suficiente como para que en ese momento pudiera ponerse en práctica en las propias leyes. O sea que sin voluntades políticas tampoco se pudo avanzar. Sin embargo, llegamos a 2014 con esta propuesta de cambio y de participación de las mujeres en las listas, tal como lo consagraba la ley. ¡Y hay un cambio sustancial!

No me siento interpelada y me molesta sentir que las mujeres tuvimos que rendir cuentas por ese proyecto de ley. Creo que no es justo y nos desvalora a nosotros mismos. Lo que hicieron el legislador y la legisladora con esa ley fue, justamente, ver cómo se aplicaba, qué resultado se podía obtener y si podíamos avanzar aún más de lo que allí se había promovido.

Pienso que si no existe voluntad política de los partidos para el avance de la participación de la mujer, no va a alcanzar con la ley. La ley va a ayudar, pero si no existe esa voluntad, la promoción de la mujer en política –y en otros lugares a los que luego me referiré– no se concretará. ¡Y ahí sí nos podríamos llegar a transformar en un mal número, como algunos han manifestado y se manifiesta a diario! Ese no es el camino que debemos transitar con estos temas.

La marcha del 8 de marzo me interpela para la lucha, no como ser humano ni como mujer política, sino para profundizar la lucha en materia de derechos y de igualdad. Ese fue el llamado que hicieron cientos de mujeres y de hombres que participaron en esa marcha. Además, nos interpela desde otro lugar del que no he escuchado prácticamente hablar: en esa ocasión no hubo ni un acto de violencia, y este no es un elemento menor. En cambio, en un partido de fútbol y en otros eventos se cometen actos de violencia; ese día caminaron cientos y cientos de hombres y mujeres y no los hubo. Había muchos puntos en común, porque no creo que se haya ido por uno solo: el tema de la violencia contra la mujer y el de la violencia en general –sobre el que debemos trabajar– estaban sobre las calles donde se caminó ese día.

Nos guste o no, considero que en estos quince años se torcieron algunos cambios políticos. Tuvieron que pasar ochenta y siete presidentes del Senado para que el lugar en el que hoy está el señor presidente fuera ocupado por una mujer. O sea que desde 1830 a 2010 nunca tuvimos una mujer al frente del Cuerpo. ¡Oh casualidad que se dé ese proceso de cambio cuando ocurren otros cambios políticos importantes en el país!

No voy a hacer referencia al planteamiento de la señora senadora Topolansky porque comparto totalmente que el régimen de suplencias –tema en el que podríamos haber ido a más– significaba otro amasado de cosas que han sido colocadas sobre la mesa. Ahora bien, en esa lucha que vamos a dar me siento realmente gratificada. Hoy hombres y mujeres –pero fundamentalmente las mujeres– nos vamos muy contentos porque se han formado varios grupos de apoyo a la causa de la participación de las mujeres en política. Quiere decir que si no tenemos la ley para el tema de las suplencias, por todo lo que escuché en el día de hoy, con la voluntad lo podrán hacer perfectamente a la hora de integrar las listas y hacerlo cumplir, aunque no esté la ley, después de editada la lista. Es una cuestión de voluntad política, y tampoco es mi intención hacer referencia a cómo ha sido la promoción y el trabajo en materia de derechos y de igualdad en el sector al que pertenezco. Nos guste o no, el tema en debate es ideológico y de clase. ¡Nos guste o no!

En horas de la mañana escuché con atención decir que, en áreas decisorias, las mujeres tienen que estar en un plano de igualdad porque, en definitiva, lo que estamos discutiendo aquí es el tema del poder. Digámoslo claramente: en lo que hace a la integración de las listas estamos discutiendo el tema del poder, el poder de los hombres y el poder de nosotras. También en ese camino existe una lucha, y a veces somos injustas hasta con nosotras mismas en las distintas promociones.

La señora senadora Piñeyrúa hizo mención a otra cuestión que es cierta y terrible. Me refiero al salario diferencial entre hombres y mujeres. Pero también es terrible que la tasa de empleo sea bastante menor para las mujeres y bastante mayor para los hombres. O sea que allí tenemos otra brecha más. Hay más puestos de trabajo para hombres que para mujeres. De manera que tenemos un problema no solamente de brecha salarial, sino de creación de nuevos puestos de trabajo. Esta será otra pelea que deberemos dar en el plano de la igualdad y de la paridad social.

Para que algunas cosas cambien en profundidad debe cambiar la toma de decisiones en las áreas sociales. Cada uno de los que estamos acá tenemos representación, trabajamos desde el punto de vista sindical o en el mundo del trabajo, y ahí no hay una promoción fuerte de las mujeres. ¡Y vaya que debe discutirse el tema del poder! Por ejemplo, estoy pensando en los sindicatos del sistema financiero, como AEBU, donde en los 11 cargos del Consejo Central hay una sola mujer. También pienso en la Federación Uruguaya de la Salud –¡que vaya que tiene un porcentaje altísimo de mujeres!–, que no es presidida por una mujer, o en la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado de este país, donde mayoritariamente hay mujeres, pero no tiene una al frente. ¿Qué quiere decir esto? Que no solamente tenemos que cambiar nosotros como partidos políticos, sino también desde los partidos políticos se deben cambiar estas cosas, desde esas bases, desde la participación de las mujeres. Hablamos de mujeres que no son visibles, y tenemos que sincerarnos porque también nosotros hacemos invisibles a las mujeres, muchas veces, desde este ámbito, por distintos motivos.

Reivindico a la Bancada Bicameral Femenina, que muchas veces consiguió impulsar algunas cosas que no se lograron en los propios sectores políticos. Creo que el camino que debe buscarse es el del plano de la igualdad. Hay que reivindicar que la promoción y la aprobación de esta ley son importantes; no me agrada para nada ver en las redes que esto no es suficiente.

También quiero que sepan que nosotros, integrantes del Frente Amplio, tenemos en nuestro programa un punto que refiere a tender a la paridad, y eso es lo que vamos a hacer: promover y tender a esa paridad necesaria en el marco de la igualdad. Eso nos llevará a realizar varios cambios y podrá dar lugar a muchísimas discusiones. Quizás tengamos que ir por el camino de una reforma constitucional, o por el camino necesario de una nueva ley electoral. Son incógnitas, pero si tenemos voluntad política podemos ir afianzando esos caminos.

De los resultados enviados por nuestros asesores sobre la participación de las mujeres en los Parlamentos se desprende que no alcanza solamente con la cuota. En algunos países que hoy se señalaron, en la última elección de 2016 eso bajó. ¿Cuál fue el mecanismo? La discusión para la conformación de las listas. Vemos que en muchos lugares hicieron un ensamble entre la participación mediante la ley de cuotas y las listas, porque incluso se hizo trampa en la propia conformación de la ley de cuotas.

Este tema va mucho más allá, pero lo que las mujeres no podemos olvidar, en esa discusión mano a mano con los hombres, es que esta es una discusión de poder en la que debemos colocar, también, la política.

Muchas gracias.

SEÑORA ARGIMÓN.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra la señora senadora.

SEÑORA ARGIMÓN.- Gracias, señor presidente.

Voy a ser breve porque lo que realmente quiero es concretar la votación de este proyecto de ley.

Cuando hoy temprano venía hacia aquí, recordaba lo que había sido el debate en oportunidad de la anterior ley –lo mencionaron los señores senadores Mieres y Amorín-, y verdaderamente ahora el ambiente es muy diferente. Por tanto, posicionar este debate o mi opinión sobre este nuevo proyecto de ley de la misma forma en que lo hicimos con anterioridad, no tiene nada que ver. No solo hubo mucho tiempo de evaluación de resultados, sino que nosotros mismos somos diferentes.

No sé si ustedes recuerdan la interna de la ley anterior, que estuvo a punto de no tratarse porque en la Cámara de Diputados nunca se llegaba al cuórum necesario para considerarla. Cuando se estaba por llegar al número mínimo de presentes, siempre había algún legislador que se iba de sala para que no se pudiera dar el debate. Luego, cuando logró darse el debate, escuchamos discursos que realmente eran piezas dignas de estudio porque estaban totalmente fuera de época. En este Cuerpo –porque obviamente seguimos los dos debates– hubo algún parlamentario que nos mandó a lavar los platos. En ese momento, en lugar de enmarcar el debate en lo que realmente era –un mecanismo para avanzar en la calidad de la democracia–, muchos legisladores lo focalizaron en que las mujeres queríamos avanzar porque sí y ante sí.

Si uno recuerda aquel debate y lo compara con el de estas horas, no tiene más que reconocer que aquella ley nos hizo mucho bien; nos hizo mucho bien a las mujeres que decidíamos y seguimos decidiendo, a las mujeres que tenemos vocación política. Yo sigo diferenciando a las mujeres militantes políticas de las mujeres políticas, aquellas que decidimos formar parte, como actores políticos, de las estructuras político- partidarias y lograr acceso a los lugares de decisión. Este proyecto de ley no refiere a meros mecanismos de participación; tiene que ver con el acceso real del sexo menos representado en los lugares de decisión y, por lo tanto, donde se maneja el poder político. Es allí donde teníamos el problema.

El señor senador Larrañaga me comentaba que hay muchas mujeres que no están de acuerdo con este tema. ¡Claro que no están de acuerdo! Hay que estar dentro del sistema, definirse como mujer política, querer avanzar en una estructura y querer manejar el poder para saber los obstáculos con los que nos encontramos, que son muy difíciles de trasladar.

Por eso primero fuimos las mujeres las que, como decía la señora senadora Alonso, con diversidad de tiempos entendimos que este era un mecanismo al cual teníamos que llegar. ¿Era por nosotras? No, porque siempre definimos que este era un tema de calidad de democracia y no de una cuestión de mujeres contra hombres. Fíjense que en el período anterior se hablaba de la ley de cuotas para las mujeres desconociendo que este proyecto de ley tiene que ver con ese mínimo equilibrio al que las estructuras político-partidarias y los organismos –donde se decide, con la conjunción de miradas, tal cual ocurre en la sociedad– tienen que arribar.

Hoy decía la señora senadora Payssé –y lo comparto– que, nuevamente, estamos iniciando un debate porque no hay ley, pues la que había caducó. Por lo tanto, tenemos que decir que volvemos a instalar aquella ley –que tuvo sus efectos– para seguir profundizando, sin término –y creo que esto es un gran logro–, esta solución que, repito, no tiene que ver con las mujeres. Me parece que ninguneamos la herramienta si pensamos que este es un tema puntual que tiene que ver con equilibrar miradas; este es un tema de democracia y de la calidad de la democracia, que debemos preservar en este debate y en otros porque implica una preocupación de todo el sistema político uruguayo –firme, sólido y que nos caracteriza– por ser cada vez mejores como partidos. Me parece que ese es el valor –que no debemos olvidar– que tiene este proyecto de ley. Y vuelvo a recordar que, hoy por hoy, no tenemos ninguna herramienta vigente.

En lo personal, ¿hubiera votado otra cosa? Sí, seguramente, pero también aprendí a respetar los tiempos de todas las colectividades políticas y los de todos los partidos. También aprendí a respetar las opciones que cada mujer política y hombre político tienen respecto de su propia proyección y de la de su sector y de su partido. Puedo decir que ese fue un largo debate que di conmigo misma.

Hablando de sectores y de partidos –me parece que es un aspecto que está bien volcar en las versiones taquigráficas parlamentarias que después son motivo de consideración histórica y de proyección–, quiero decir que al mío, el Partido Nacional –una entidad política fundacional–, le hizo mucho bien la ley de participación política porque nos obligó a mirarnos a nosotros mismos.

Quiero reivindicar a los señores senadores Larrañaga y Heber que, en aquella época, y también hoy, dieron, junto con las compañeras, debates internos bien interesantes en un partido en el que las mujeres participamos permanentemente y en el que hemos construido esta colectividad política de 180 años, codo a codo. Hay evaluaciones que las propias mujeres debemos hacernos. Como dice el señor senador Camy, desde Josefa Oribe –aquella mujer impresionante que buscó fondos para financiar la Cruzada Libertadora– hasta la fecha, nunca las mujeres del Partido Nacional dejamos de militar, pero cuando mirábamos las estadísticas y nos comparábamos con el resto de los partidos políticos, éramos el partido en el que las mujeres menos accedíamos a los lugares de decisión. Por eso esta herramienta fue tan importante: porque nos obligó a mirarnos a nosotros y a compararnos con nuestra propia historia y con la realidad política nacional y regional. Esto implica un proceso de maduración en el que los fuertes debates que tuvimos después de la ley y de la última elección llevaron, incluso, a que el Centro de Estudios y Formación Josefa Oribe planteara al directorio del partido la necesidad de tener un observatorio de género.

¿Qué nos pasaba a las mujeres del Partido Nacional que no accedíamos a lugares de decisión? En el proceso debimos hacer una autocrítica a las mujeres, porque creo que también se trata de eso. ¿Verdaderamente nosotras nos visualizábamos como actores políticos? ¿En qué momentos de la vida política fracasábamos? ¿Nos planteábamos, realmente, los términos de negociación en el momento de confeccionar las listas y de la adjudicación de los cargos, como corresponde? ¿Cómo nos posicionábamos? Y nuestros compañeros también tuvieron que hacer ese proceso.

Quiero contarles algo que no estuvo en el debate pero que me parece muy interesante. El debate ha cambiado porque también lo han hecho las generaciones dirigentes. En un próximo Parlamento, este debate –que ya no se va a dar porque esto es sin plazo, aunque habrá otros que tengan que ver con las realidades sociales– sería diferente porque la aparición de nuevas masculinidades en la sociedad hace que el nivel de debate sea otro; ni mejor ni peor, pero sí diferente. La realidad social hoy muestra democracias internas dentro de la construcción de las familias –con las parejas jóvenes– bien diferentes a las de la mayoría de esta generación que, por lo menos hoy está, precisamente, definiendo la vida política de los partidos en Uruguay.

Realmente, este es un momento de quiebre. Soy de las que cree que la marcha del 8 de marzo nos interpela como sistema político en cuanto a si realmente estamos recibiendo el mensaje que la gente organizada nos está dando. Algo que me impresionó es cómo se tuvo una mirada muy montevideana de lo que pasó en la marcha. No fuimos solo las mujeres y hombres de Montevideo los que acudimos a esa convocatoria, sino los de todo el país; aun desde pueblitos muy lejanos de este Uruguay –como es el caso de Tomás Gomensoro–, las mujeres nos mandaban fotos desde sus celulares mostrándonos que estaban adhiriendo a esa convocatoria. Fue un fenómeno masivo que nos interpela. ¿Cómo no lo va a hacer si fue impresionante, a nivel nacional, esa fuerza intergeneracional que nos venía diciendo algo que tenemos que interpretar también los partidos políticos?

¿Hoy es un día importante? Sí, lo es. Asumimos que tenemos que seguir mejorando en nuestras internas y que es importante tener en cuenta que las miradas que están presentes en la sociedad deben estar presentes también donde se decide.

Por lo tanto, señor presidente, quería dejar constancia de que voy a votar este proyecto de ley.

SEÑOR GARCÍA.- ¿Me permite una interrupción, señora senadora?

SEÑORA ARGIMÓN.- Con mucho gusto.

Con el señor senador García hemos debatido mucho este tema.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede interrumpir el señor senador García.

SEÑOR GARCÍA.- Señor presidente: debatimos pero votamos lo mismo; esa es la riqueza de entender las razones del otro.

Agradezco a la señora senadora la interrupción y he optado por esta vía porque voy a ser breve.

En la Cámara de Representantes, en el período pasado voté esta iniciativa, y pienso hacerlo nuevamente. No obstante, señor presidente, me genera dudas en cuanto a su eficacia, pero ante ellas opto por este mecanismo, que termina siendo de discriminación positiva. Este mecanismo, querámoslo o no, altera la soberanía. El elector tiene una porción menos de libertad para elegir; eso es objetivo. No es necesario llegar al mecanismo que tienen otros países en los que el elector puede tomar las papeletas y poner cruces en los nombres que quiere o en los que no, que sería el grado máximo de libertad. En buena medida, cuando se tiene una hoja sábana electoral que está confeccionada con criterios que no son aquellos que cualquier agrupación puede determinar, sino que están constreñidos a un menú –que es el que estamos definiendo hoy–, eso tiene como final la limitación de la soberanía.

Soy de los que cree que si tuviéramos la posibilidad de que esta ley se plebiscitara, sería lo mejor de todo. Creo que sería la forma de evitar discusiones, no sé si para siempre, porque si hay algo que los uruguayos no definimos para siempre son las discusiones. Siempre vamos a tener, por suerte, un motivo de debate, pero creo que si hubiera un mecanismo de soberanía directa que hiciera pasar esta ley por el tamiz, por el colador de la gente, eso solucionaría el tema y terminaría con los debates intrapartidarios y los diferentes cruces que se dan.

Es muy difícil que se pueda hacer; los mecanismos para llegar a ello no son fáciles, pero me parece que, en todo caso, el único que puede limitar la soberanía del soberano es el propio soberano. Eso es algo sagrado; es la historia misma de la vida de la república en Uruguay y, en buena medida, también es la historia misma de la vida de mi partido.

Reitero que sé que esto es muy difícil y cierro agradeciendo a la señora senadora Argimón y aportando un dato que me impactó. ¿Por qué creo que, ante la duda, uno tiene que optar por este tipo de mecanismos de discriminación positiva? Solicité a los servicios técnicos del Poder Legislativo que buscaran cuántos proyectos de ley se habían presentado desde el 15 de febrero de 2010 hasta el 1.º de febrero de este año y me contestaron que en total se presentaron dos mil doscientos veinticinco proyectos de ley. Después les solicité que investigaran cuántos estaban vinculados a la mujer y me dijeron que eran treinta y tres, es decir el 1,48 %, de los cuales el 1 % fue iniciativa de legisladores y el 0,48 %, del Poder Ejecutivo. Es decir que, en aproximadamente siete años de vida legislativa, el 1,48 % fueron proyectos de ley –dentro de ese porcentaje está este que estamos discutiendo– que, de una manera u otra, trataron de modificar la realidad de los derechos de la mujer. Creo que los números son más que explícitos y hay que tomar medidas para que esto cambie.

Por todo lo expuesto, adelanto que voy a votar en forma afirmativa esta iniciativa.

Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar la señora senadora Argimón.

SEÑORA ARGIMÓN.- Termino diciendo que voy a votar este proyecto de ley convencida porque creo que sigue siendo un dinamizador para las internas políticas. Asimismo, estimo que también sigue siendo una herramienta más.

La señora senadora Piñeyrúa hablaba de esa aplicación minimalista, pero eso no tiene por qué seguir pasando, por lo menos, para seguir mejorando en términos de calidad de democracia. Este es un aporte para esa mejora de la calidad de la democracia y no significa que las mujeres tengan que ser eternamente expuestas a los terceros lugares o que estén en el tercer lugar como suplentes. Me parece que lo pasado tiene que servir –vuelvo a decir– para seguir avanzando en términos de equidad y del auténtico acceso, para más de la mitad de la población, a los lugares donde se decide, entre otras cosas, el futuro de todos y todas nosotras.

Quiero renovar mi compromiso –lo hago siempre que voto un proyecto de ley de estas características– en el sentido de que de alguna manera voy a seguir militando activamente por los más jóvenes y las más jóvenes. Hoy escuchaba hablar a la señora senadora Alonso, con quien más de una vez debatimos sobre este tema.

(Dialogados).

–Estamos en un momento en el que las antorchas se van pasando –lo hablábamos con la señora senadora Piñeyrúa hace unos días– y uno siente que tendría que hacerse más rápido el pasaje de la antorcha. Estos tiempos nos están mostrando que la apertura de las estructuras político-partidarias tiene que hacerse más rápido, no solo para las mujeres sino también para los más jóvenes.

Por las razones expuestas vamos a votar a favor de este proyecto de ley.

Muchas gracias, señor presidente.

22) SOLICITUDES DE LICENCIA E INTEGRACIÓN DEL CUERPO

SEÑOR PRESIDENTE.- Léase una solicitud de licencia.

(Se lee).

SEÑOR SECRETARIO (José Pedro Montero).- «Montevideo, 15 de marzo de 2017

Señor presidente de la

Cámara de Senadores

Raúl Sendic

De mi mayor consideración:

De acuerdo con lo establecido en la Ley n.° 17827, de 14 de setiembre de 2004, solicito al Cuerpo que usted preside se sirva concederme el uso de licencia para el día 21 del presente, por motivos personales.

Sin más, lo saludo muy atentamente.

Luis Lacalle Pou. Senador».

SEÑOR PRESIDENTE.- Se va a votar si se concede la licencia solicitada.

(Se vota).

–26 en 26. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Queda convocado el señor Jorge Saravia, a quien ya se ha tomado la promesa de estilo.

23) ÓRGANOS ELECTIVOS NACIONALES Y DEPARTAMENTALES, Y DE DIRECCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

SEÑOR PRESIDENTE.- Continúa la consideración del tercer punto del orden del día.

SEÑOR MUJICA.- Pido la palabra.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR MUJICA.- Señor presidente: desde el siglo vi a. C. la lucha por la igualdad ha sido la utopía que guio un camino lleno de dificultades en la democracia como ideal. La igualdad nunca ha sido lograda ni lograble porque la democracia nunca ha sido perfecta ni terminada.

Hoy estamos discutiendo un paso importantísimo –apenas un pasito– sobre la desigualdad entre los hombres y mujeres frente a las posibilidades de la vida. Ella reposa sobre una gigantesca desigualdad en la base de la sociedad: la de clase.

Naturalmente, a algunos este paso les parecerá poco y tal vez sea corto, pero yo me llevo una gran satisfacción, no solo por el apoyo unánime sino por las palabras expresadas por el presidente del Directorio del Partido Nacional, sobre que está dispuesto a discutir abiertamente. El estar dispuesto a discutir abre la posibilidad, al Uruguay no muy lejano, de que se propicie una reforma de carácter electoral que definitivamente cree la paridad política. Pero ello tiene que tender a fortalecer los partidos y no a debilitarlos. Esta es la cuestión. Yo no acompaño eso de andar con crucecitas, como lo hacen en otros lados. Hasta ahora no encuentro mejor herramienta que los partidos políticos para el ejercicio de la democracia. Creo que esa actitud abierta de discutir, abre puertas para colocar ideas que permitan dar paso a favor de la equidad definitiva, por lo menos en este frente. Siempre le va a quedar a uno la deuda social. Muchas de las muchachas que pasan el trapo en los pisos de este palacio, en las circunstancias sociales de este Uruguay, difícilmente vayan a llegar a ocupar uno de estos lugares. Creo que la utopía debe percibir que algún día pueden y deben llegar. Como dije, esto es importantísimo.

Para finalizar, quiero señalar que no está claro a quién pertenece la banca: si al individuo que fue elegido o al partido. No se puede laudar sobre la suplencia si no está definido este criterio. Me parece que esto es fundamental, es de carácter decisivo porque hace a la construcción de políticas de alianza relacionadas con la vida partidaria y demás.

Hoy tenemos que votar este proyecto de ley, lo cual es un avance, pero el tema no acaba acá. Creo que esto es parte de la discusión que tenemos sobre los partidos y hay un margen de acuerdo que está muy cercano con respecto a la financiación y a todo lo demás. Me parece que por lo menos debemos seguir conversando sobre esto. Todo lo que sea cambio de carácter constitucional necesita acuerdos multipartidarios. De lo contrario, no es posible.

En el fondo de la cuestión, estamos discutiendo un problema cultural que no lo vamos a resolver, pero en el que tienen que participar íntimamente y convencidas, en primer término, las mujeres, que son las maestras naturales del género humano.

Aquí estamos luchando contra una mentalidad patriarcal que está en la cabeza de hombres y de mujeres. Cuando uno se pone a construir una lista, el mayor obstáculo para que haya mujeres son las propias mujeres. Esto hay que decirlo con claridad; es así. He participado largamente en algunas discusiones al respecto y me siento responsable, sin cuota y sin nada, de haber ayudado a que muchas mujeres llegaran al Parlamento y de que Montevideo tuviera una intendenta. ¡Vaya que puse para eso! Hace muchos años, desde mi época de militancia clandestina, que estoy convencido de la importancia política de la participación de la mujer; así que esto no lo estoy descubriendo hoy, es muy viejo. También aprendí una cosa en las cárceles: las únicas que resistían la prepotencia insultante de los militares eran las mujeres, fundamentalmente las viejas.

Por eso, no creo en la igualdad del hombre y la mujer sino en la igualdad de derechos y en la diversidad complementaria de papeles. No quiero una guerra de hombres contra mujeres; por el contrario, pero debemos darnos la discusión de que el futuro debe incluir al género femenino como tal, no por una condescendencia caballeresca de los señores hombres, sino por una conveniencia global del género humano. Ni siquiera es por cuestiones de derecho; lo más importante es la humanidad, la especie. Si estamos dominados por una mentalidad y una cultura patriarcal, es lógico que estén embebidos nuestro sistema jurídico, nuestro sistema electoral y todo lo demás. Debemos ser conscientes de ello porque no cayó del espíritu santo, no cayó de los cielos, es una construcción histórica. Zorrilla de San Martín, el poeta de la patria, dijo en este ámbito que no se podía educar a las mujeres porque iban a perder la dulzura del hogar. Esa mentalidad ha atravesado la historia nacional. Si bien es cierto que ha habido sociedades de matriarcado, hace mucho que nuestra cultura es patriarcal y el problema de fondo es ese cambio cultural que necesita un paso civilizatorio, ni patriarcal ni matriarcal sino del género humano. Esa reformulación es para las generaciones que vienen, pero nosotros tenemos que ser conscientes de ello porque, en definitiva, los ciudadanos que hoy se están formando son educados por mujeres y esa educación tiene que ver con cómo vemos la vida después y es determinante desde el punto de vista cultural.

Por lo tanto, este es un paso. No se puede arreglar un problema cultural que ha construido la historia, pero por lo menos podemos ser conscientes de la cultura a la cual pertenecemos y de que tal vez haya que luchar para que la podamos reformular. No sé si dentro de cincuenta años va a haber Parlamento; no me aventuro a vaticinarlo. No acompaño la idea de que este sea el fin de la historia y que esto que hemos logrado institucionalmente sea de una vez para siempre. No sé si esta humanidad digital de Internet no va a crear otros ámbitos institucionales; no lo sé. Mi cabeza está formada en este tiempo y no sé lo que van a hacer las generaciones que vienen, pero lo que tengo claro es que para que haya próximas generaciones deberá haber hombres y mujeres, y que estas deberán tener un papel que no han tenido en esta etapa de la historia, pero no porque sean mejores sino porque traen otra cosa. Hay mujeres buenas y hay mujeres malas; hay mujeres brujas y hay mujeres heroicas; hay mujeres tiránicas y aplastadoras y hay mujeres embebedoras. Es como todo, no idealicemos. El género humano es así y por eso es hermoso y hay que quererlo. Es evidente que traen algo imprescindible y que su presencia ha estado negada en buena parte de la historia contemporánea. En la medida en que el trabajo se está haciendo cada vez más intelectual y menos físico, no existe ninguna justificación para que la mujer no ocupe los lugares que está ocupando el hombre, pero hay que abrir cauces institucionales para que sea así.

Por eso me parece que nosotros tenemos que dar una discusión mucho más grande sobre si no tenemos que plantearnos reformas de carácter institucional que aseguren, sin destruir a los partidos sino fortificándolos, que definitivamente la mitad de la representación de este Parlamento esté compuesta por mujeres. Me van a decir que es muy audaz. Más audaz fue la manifestación del otro día y si se deja pasar la oportunidad de esta gigantesca movilización para revisar una cosa, no sé si no vendrá otra, porque las movilizaciones contemporáneas son a golpes de Internet, no son estructuraciones conscientes; son brutos actos emotivos que tienen las sociedades por momentos.

De los datos que se estuvieron leyendo, se puede concluir que la mayoría del pueblo uruguayo quiere que haya más representación de mujeres. Y, ¿cuándo vamos a ser más audaces? ¿Cuando eso cambie? ¿Cuando algún opinólogo de la opinión pública nos diga que hay un 72 % que está convencido de esto? Supongo que los que hay acá son políticos que deben tener nariz para apreciar el mensaje que nos están dando.

Por eso me parece interesante y oportuna la discusión que ha tirado el presidente del Directorio del Partido Nacional; no dejes pasar el carro.

En el fondo, lo que estamos votando es un escaloncito en la larga peripecia por la igualdad, el sueño del género humano.

Gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Ha finalizado la lista de oradores.

Tiene la palabra la miembro informante, señora senadora Moreira.

SEÑORA MOREIRA.- Señor presidente: ha sido una larga y muy fructífera jornada. Creo que todos hemos celebrado el debate y el cambio de los tiempos.

Se ha planteado reiteradamente aquí el tema de si se encaminará naturalmente el cambio social y algún día no precisaremos más la cuota. Personalmente, me afilio a la teoría que dice que de natural ya no tenemos nada pues todo lo hemos construido. Nos dedicamos a la política porque creemos en la construcción política; justamente, pensamos que construimos políticamente nuestros sueños de igualdad social.

Considero que la desigualdad de género es tan estructural como la desigualdad de clase y se superpone con esta, pero la de género es absolutamente específica. Mientras haya desigualdad de género vamos a tener desigualdad en el acceso al mercado de trabajo, en la presencia de mujeres en la política, en la Suprema Corte de Justicia, en los sindicatos y habrá discriminación salarial. Sé que todos apelamos a la cultura, pero, sin ponerme marxista, esta tiene una base material y en el caso de la estructura de la desigualdad de género, la base material se llama: división sexual del trabajo. Esta división sexual del trabajo, que nos hizo presas de nuestra biología durante los siglos de los siglos, se expresa hoy de muchas complejas maneras. Aumentan las jefaturas femeninas sin cónyuges en los hogares; se incrementa el número de hogares monomaternales, como decía el senador Bordaberry, y los cuidados están casi enteramente a cargo de las mujeres, y conste que no me refiero al de los niños y ancianos, sino a todos. En política, las mujeres tienen tres jornadas: la de trabajo, la de los cuidados y la política. Por ese motivo luchamos tanto contra los horarios del sistema político patriarcal.

Además, hay otra discriminación que tal vez aquí no se advierta, pero lo cierto es que todas las mujeres ingresan a la política formal con más edad que los hombres. Esto es así por el tema del cuidado y de la familia. Esta ya es una diferencia que limita la renovación generacional y la de género.

Por si fuera poco, a la base material del patriarcado se le agrega la cultura que la señora senadora Alonso llamaba culposa, de las mujeres que se dedican a la política. Siempre he dicho que para los hombres la política tiene un componente libidinal poderoso: los hombres aman la política, quieren hacer política, se sienten bien con el poder. El poder es un objeto de deseo para los hombres y las mujeres viven todavía la política como un sacrificio. Las mujeres repiten menos que los hombres y sienten más culpa que los hombres; no forma parte de su cálculo de felicidad ser presidenta de la república ni presidenta del club de fútbol. El poder formó parte del cálculo de la felicidad del hombre durante siglos.

Nosotras queremos más poder, pero esta es una discusión sobre ceder poder. Creo, señor presidente, que la democracia la construyó el ceder poder y no el ganar poder; de otro modo seguiríamos en la monarquía. Hay que saber ceder poder: los viejos a los jóvenes, los hombres a las mujeres, Montevideo al interior del país, y podría seguir. Este es un debate sobre cómo cedemos poder para construir una política de igualdad. ¡Está difícil ceder poder! Los economistas dicen que nada hace sufrir tanto a la humanidad como el sentimiento de que puede verse privada de un beneficio. Las mujeres, pero fundamentalmente los hombres, sufren más la pérdida posible de un beneficio que lo que disfrutan de uno que se les agregue. Así que ceder poder es una pérdida y por ello ha llevado veinte años que el Uruguay, con su estable democracia, adopte un sistema que en el resto de América Latina está implementado desde hace más tiempo.

SEÑOR LARRAÑAGA.- ¿Me permite una interrupción, señora senadora?

SEÑORA MOREIRA.- Con mucho gusto.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede interrumpir el señor senador Larrañaga.

SEÑOR LARRAÑAGA.- Respeto la inteligencia de la señora senadora Moreira y ella lo sabe; no preciso hacer una confesión pública para así definirlo.

Comparto buena parte de sus expresiones, pero algo me rechina y no puedo dejarlo pasar; con toda franqueza, no sería yo si lo hiciera. No creo en esa visión dicotómica que la senadora describió en cuanto a que los hombres amamos el poder, nos regodeamos con el poder, nos sentamos arriba del poder y con esa omnipotencia lo cedemos o no, mientras que la mujer, por el contrario, tiene una relación con el poder más aprensiva, menos soberbia y menos «empoderante», si vale el término. Con toda franqueza, discrepo con esa visión. Puedo confesar que en mi actuación política siempre he temido al poder. Le temo al poder. El político o el gobernante que no le tema al poder, seguramente termine siendo víctima de excesos y de enormes equivocaciones. El poder es suficientemente embriagante como para que, además, uno «se la crea».

Por lo tanto, rechazo en parte esa visión porque, además, paralelamente, en el mundo han existido –y está bien– mujeres que aman el poder. Vamos a no crear una visión de dos caras. Los hombres somos una suerte de individuos, de personas, que queremos tomar el poder para usufructuarlo, para regodearnos y, desde su cúspide, hacer lo que nos antoje. Reitero que nunca disfruté del poder –lo confieso claramente–, le temo y creo que hay que ejercerlo de esa forma, porque en tanto no sea así, el político se equivoca, y lo que vale para el hombre también vale para la mujer.

No podía dejar pasar la oportunidad de hacer esta puntualización, más allá de que la señora senadora Moreira va a tener la última palabra, que gentilmente escucharemos.

SEÑOR PRESIDENTE.- Puede continuar la señora senadora Moreira.

SEÑORA MOREIRA.- Me explico. No estoy acusando a la mitad de la humanidad de algo que haga porque es perversa, sino que digo que el cálculo de poder forma parte de la vida del hombre, en la civilización occidental por lo menos –me estoy refiriendo a los últimos dos mil años–, y no en la de la mujer, que accedió y ejerció más tardíamente los derechos políticos. También aludo a esta imagen que hombres y mujeres tenemos de nuestra felicidad, de lo que nos completa y hace plenos. Para la mujer la política aún sigue siendo sacrificial, más allá de que comparto plenamente lo que dijo el señor senador Larrañaga en cuanto a que al poder hay que tenerle miedo y que, por supuesto, hay muchos que sienten temor y prudencia frente al poder. También habrá muchos hombres que lo viven sacrificialmente. Todo indicaría que para las mujeres el ejercicio del poder tiene un costo muy superior que para los hombres.

En estos comentarios finales debo decir que el artículo 5.º de la ley de cuotas que se votó en 2009 establecía que esta legislatura debía revisar los resultados. Estos, para decirlo brevemente, indican que la culpa de que no ingresen más mujeres, aun aplicando la ley de cuotas, no es del sistema electoral. Los sistemas electorales proporcionales, como el nuestro, son mucho mejores para las mujeres que los sistemas mayoritarios; veamos lo que le ocurrió a Hilary Clinton. Podemos discutir mucho acerca de si los sistemas de listas cerradas y bloqueadas son buenos o malos. Personalmente pienso que han ayudado a consolidar a los partidos políticos en el Uruguay; no tengo dudas de ello. Los sistemas de listas cerradas y bloqueadas pueden violar la libertad del elector, pero favorecen mucho más la aplicación de la cuota que los sistemas abiertos. Quiere decir que nuestro sistema electoral ofrece un montón de beneficios para aplicar la cuota, más allá del tema del tamaño de la circunscripción. Lo que sí queda claro de los estudios que se han hecho desde la aplicación de la cuota hasta ahora es que el minimalismo en este caso es lo que determina en mayor medida la baja representación política de las mujeres, aun cuando exista la cuota. Y ¿dónde se ve el minimalismo? Por un lado, en el mandato de posición. Mujeres en cabeza de lista hay muy poquitas. Por supuesto que cada uno va a tener un ejemplo de su propio partido, pero en el conjunto, en la ley de los grandes números, mujeres cabeza de lista en listas ganadoras hay muy poquitas. Al mismo tiempo, la aplicación minimalista implica que en la terna siempre hay una mujer y dos hombres, y la mujer va tercera. Esto es la aplicación minimalista de la cuota. La señora senadora Argimón se refirió a esto. Sí, por supuesto que con voluntad política se puede hacer, ya no digo una aplicación maximalista, pero sí una mejor aplicación de la cuota que la que tenemos ahora, y por eso estamos estudiando, en la comisión especial de partidos políticos, incentivos positivos para que las mujeres encabecen listas y tengan una participación más decidida.

Yo celebro que hay discusiones que hacen parte del pasado, y voy a empezar por la más insospechada: la discusión académica. En mi caso empecé a estudiar estos temas antes de hacer parte de ellos, de manera que era cómplice de la Bancada Bicameral Femenina. Trabajando en la Universidad de la República, en el año 2000, presenté un trabajo que se llamaba ¿Democracia restringida en Uruguay?, por la bajísima participación política de las mujeres, y quienes dirigían la Revista de Ciencia Política en su momento me cuestionaron el concepto de democracia restringida. Hoy nadie cuestiona que cuando hay baja participación política de las mujeres, hay una restricción en la vida democrática, pero en aquel momento a los politólogos les pareció un escándalo el uso de la expresión.

Yo celebro que no se hable más de las mujeres capaces, ¡por Dios! Capaces somos todos. De cosas buenas y malas, pero capaces somos todos. Yo celebro que ya no se discuta si la cuota es necesaria o no. La cuota es necesaria y hay un antes y un después de la cuota en este país. Yo celebro que ya no se diga que la política es cosa de hombres, que las mujeres no votan mujeres o que las mujeres que entran a la política son machistas, porque independientemente de cómo entren, la política las transforma y las leyes de violencia de género, las leyes de licencias maternales y esta propia ley son producto, en buena medida, de las mujeres. Y esto es así no porque no haya hombres que las acompañen, pero quiero reivindicar el rol de la Bancada Bicameral Femenina, de esta y de las otras, las primeras bancadas bicamerales femeninas, aquellas de las que hacían parte Beatriz, Margarita, Glenda. Por supuesto también quiero reivindicar a Alba Cassina, que hizo el primer proyecto de cuotas para las mujeres y, sin duda, a Martha Montaner.

Creo que el 8 de marzo nos interpela profundamente, porque las luchas por la conquista de los derechos son luchas políticas y sociales. Hay movilización y organización, hay arena política y arena social. También creo que la lucha contra la desigualdad de género es la gran lucha de este último medio siglo. Y voy a parafrasear a Artigas. Está muy bien la voluntad política. En mi caso presenté listas paritarias, encabezadas por mujeres, y encontré un montón de mujeres disponibles para la política. Solo hacía falta abrirles la puerta. El problema no está ni estuvo nunca en que las mujeres no quieran hacer política. Ahora bien, sobre la voluntad política voy a decir lo de Artigas: es veleidosa la voluntad de los hombres; solo el freno de la ley puede afirmarla. En realidad, la frase de Artigas era sobre la probidad y sobre la Constitución, pero yo la cambio para estos fines. Creo que la voluntad política es veleidosa, y por eso hay que tener normas que la reafirmen.

Dicho esto, señor presidente, estoy muy contenta de que se vote este proyecto de ley. Felicito a los compañeros que trabajaron conmigo en la subcomisión en estos últimos meses y al logro de un acuerdo unánime. Espero que el tema de la vacancia –ya lo he discutido con el señor senador Larrañaga– entre en la Cámara de Diputados y podamos tener una buena discusión sobre el régimen de suplencias y las vacancias. Espero que también entren los incentivos económicos para que las mujeres, además de que se les reserve el lugar, tengan incentivos para ser cabeza de lista, armar sus propias listas, ser sus propias jefas políticas, y esto último lo digo con simpatía.

Por último, estaría pidiendo, dado que hay unanimidad en este tema, que se vote en bloque el proyecto de ley, puesto que no hay ningún pedido de desglose sobre los tres artículos que lo integran, y que se suprima la lectura.

SEÑOR BORDABERRY.- Pido la palabra para una alusión.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tiene la palabra el señor senador.

SEÑOR BORDABERRY.- En mi condición de hombre, señor presidente, quiero decir cómo me siento. Es como que me arrepiento de ser hombre. Esa es la verdad. Así me he sentido hoy.

He puesto de mí, en este proyecto de ley, lo mejor, lo más que he podido. Comprometí mi voto el primer día. Formamos la subcomisión y trabajamos, con aciertos y con errores, como trabajamos todos. Pero cuando uno llega acá, se encuentra con que hablan de nuestro ego, de nuestro apego por el poder y de no sé cuántas cosas más, haciendo generalizaciones que creo que son injustas, porque hay hombres buenos y hombres malos, y hay mujeres buenas y mujeres malas. Me parece que quizás terminamos planteando, como bien señalaba el señor senador Larrañaga, un mundo dividido, cuando estamos todos de acuerdo, todos vamos a votar el proyecto de ley y queremos sacarlo adelante. Uno no espera que le agradezcan, ni corresponde que se haga, pero me dan ganas de irme y ponerme una peluca, por todas esas acusaciones que he sufrido. Sé que ha habido hombres muy malos y los hay, pero vaya si hemos peleado por esto que hoy se está votando.

No me voy a poner peluca –quédense tranquilos–, pero seguiremos peleando por que haya las mismas oportunidades para los hombres y para las mujeres en el Uruguay. Como decía el gran José Martí, haremos lo correcto, conscientes de que rara vez da sombra el árbol a aquel que lo planta.

Gracias, señor presidente.

SEÑOR PRESIDENTE.- Si no se hace uso de la palabra, se va a votar en general el proyecto de ley.

(Se vota).

–30 en 30. Afirmativa. UNANIMIDAD.

En discusión particular.

Se va a votar la moción de la señora senadora Moreira en el sentido de que se suprima la lectura y se vote en bloque el proyecto de ley.

(Se vota).

–30 en 30. Afirmativa. UNANIMIDAD.

En consideración los artículos 1.º a 3.º.

Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.

(Se vota).

–30 en 30. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Queda aprobado el proyecto de ley, que se comunicará a la Cámara de Representantes.

(No se publica el texto del proyecto de ley aprobado, por ser igual al considerado).

24) LEVANTAMIENTO DE LA SESIÓN

SEÑOR PRESIDENTE.- El segundo punto del orden del día se va a considerar, como habíamos resuelto, en la sesión extraordinaria de la próxima semana.

Se levanta la sesión.

(Así se hace, a las 17:23, presidiendo el señor Raúl Sendic y estando presentes los señores senadores Alonso, Argimón, Aviaga, Ayala, Bianchi, Bordaberry, Camy, Carámbula, De León, García, Garín, Heber, Lacalle Pou, Larrañaga, Martínez Huelmo, Michelini, Mieres, Moreira, Mujica, Otheguy, Pardiñas, Passada, Payssé, Pesce, Piñeyrúa, Pintado, Saravia, Topolansky y Tourné).

RAÚL SENDIC Presidente

José Pedro Montero Secretario

Hebert Paguas Secretario

Adriana Carissimi Canzani Directora general del Cuerpo de Taquígrafos

Control División Diario de Sesiones del Senado

Diseño División Imprenta del Senado

Linea del pie de página
Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.