Retorno a página principal

Carátula

COMISIÓN DE ASUNTOS INTERNACIONALES

(Sesión celebrada el día 12 de agosto de 2020.

 

SEÑOR PRESIDENTE.- Habiendo número, está abierta la sesión.

(Son las 17:11).

                –Dese cuenta de los asuntos entrados. 

(Se da de los siguientes).

«Carpeta n.° 259/2020. Convenio Regional de Reconocimiento de Estudios, Títulos y Diplomas de Educación Superior en América Latina y el Caribe – Aprobación. Mensaje y proyecto de ley del Poder Ejecutivo (Distribuido n.° 206/2020).

Carpeta n.°262/2020. Acuerdo sobre el Mecanismo de Cooperación Consular entre los Estados Parte del Mercosur y Estados Asociados – Aprobación. Proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes (Distribuido n.° 216/2020).

Carpeta n.° 263/2020. Acuerdo sobre Reconocimiento de Títulos de Grado de Educación Superior en el Mercosur – Aprobación. Proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes. (Distribuido n.° 217/2020).

Carpeta n.° 265/2020. Acuerdo para la Eliminación del Cobro de Roaming Internacional a los Usuarios Finales del Mercosur – Aprobación. Proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes. (Distribuido n.° 218/2020)».

–De acuerdo con lo conversado, las carpetas se adjudicarían en el siguiente orden: la primera, al señor senador Mahía; la segunda, al señor senador Bergara; la tercera, al señor senador Mahía y, la última, al señor senador Penadés.

                Antes de que ingrese la delegación quiero comentarles que les he repartido una carpeta con los antecedentes sobre este tema de la comunidad armenia. Tienen información sobre Armenia, Azerbaiján, el conflicto que tienen ahora, el mapa, los Tratados de Sèvres y Lausana y la historia del famoso Nagorno Karabaj. Les digo esto porque es una cosa muy interesante y trágica, ya que en medio de todo esto está también el genocidio armenio. El tema es muy importante y complicado, y a veces uno tiene que contribuir a las causas.

(Dialogados).

(Ingresan a sala representantes del Consejo Causa Armenia del Uruguay).

 

                –Buenas tardes. La comisión les da la bienvenida a los integrantes del Consejo  Causa Armenia, a la señora Arpin Hocacanyan y al arquitecto Federico Waneskahian.

SEÑORA HOCACANYAN.- Antes que nada, quisiéramos agradecerles por haber dedicado este rato de su valioso tiempo para recibirnos. La verdad es que nos sorprendió el número de senadores que nos reciben; muchísimas gracias a todos por el tiempo que han dedicado para esto.

                En breves palabras quisiéramos explicar que el Consejo Causa Armenia del Uruguay está dedicado a la defensa de los derechos humanos y, en particular, de los derechos del pueblo armenio y Armenia en sí. Es una organización que funciona con oficinas en los cinco continentes, en Washington, Moscú, Líbano, Bruselas, Buenos Aires, etcétera, y después con filiales donde no están las oficinas. Nosotros hace muchísimos años trabajamos en Uruguay; como ustedes saben, desde los años cuarenta en Uruguay está funcionado el Consejo Causa Armenia del Uruguay y hasta ahora seguimos trabajando en lo mismo. En particular, para los detalles acerca de lo que trabajamos y lo que nosotros vinimos a plantearle corresponde que haga uso de la palabra mi compañero Federico Waneskahian.

SEÑOR WANESKAHIAN.- Muchas gracias a todos. Como decía Arpi Hocacanyan es un honor para nosotros que nos reciban. Muchos de ustedes han sido promotores y gestores del buen vínculo que existe entre Uruguay y Armenia y, obviamente, entre nuestra comunidad y el Parlamento. Venimos especialmente en el mes de agosto de 2020 a agradecer al Parlamento uruguayo por un hecho sucedido hace 50 años y que ha tenido poco destaque o poco realce –pero que para nosotros es trascendental y los armenios del mundo no olvidamos–, que es el pronunciamiento que realizó en el año 1970 la Cámara de Representantes y en 1972 la Cámara de Senadores pidiéndole al Ministerio de Relaciones Exteriores del país que trasmitiera en el ámbito de las Naciones Unidas que existía una causa pendiente respecto al cumplimiento del Tratado de Sèvres en lo relativo a Armenia. Nos consta que el país hizo todo lo que estuvo a su disposición para que eso fuera de esa manera, y como siempre esa actitud pionera del Uruguay de 1965 de reconocer el genocidio armenio no quedó en esa anécdota o hito, sino que tuvo una continuidad y, de esto, precisamente, es de lo que queríamos conversar con los señores senadores y lo que veníamos a agradecer. Asimismo, queremos recordar una generación brillante de parlamentarios que adoptó este tema como propio y lo elevó a los ámbitos internacionales, a pesar de que estaba completamente silenciado en esos momentos. Como saben, el Tratado de Sèvres se firmó hace 100 años, exactamente en agosto de 1920, y así como en Europa el Tratado de Versalles puso fin a la Primera Guerra Mundial, en Medio Oriente el Tratado de Sèvres cumplió esa misma función. Por un lado, fue firmado por las potencias aliadas y sus estados asociados –como el Imperio británico, Francia, Italia, Japón, Armenia, entre otros– y, por otro, por el Imperio Otomano derrotado en la guerra; digamos que fue el documento jurídico que, de alguna manera, puso el marco a un nuevo tipo de relación en Oriente Medio.

El documento refería al trazado de límites, obviamente, pero también a otros elementos que nos parecen fundamentales, y que son la protección a las minorías, la sanción a los criminales por los crímenes de lesa humanidad y estipulaciones de carácter económico de reparación a las víctimas de la guerra, todos temas que siguen estando vigentes en la región y que son sumamente importantes. Se trata del único documento en el cual el Imperio otomano reconoce la responsabilidad por la masacre, por el genocidio cometido contra el pueblo armenio; en él comparecen firmando representantes del Imperio otomano que declaran la existencia de masacres contra la población armenia y la necesidad de una reparación de esas víctimas.

Al mismo tiempo, mediante ese documento Turquía reconoce la existencia de la República de Armenia, que había sido fundada en 1918 y que tuvo una breve vida; reconoce la existencia de un Estado a cuyo pueblo había intentado aniquilar, obviamente. A su vez, tanto Turquía como Armenia acuerdan que la delimitación de sus fronteras sobre los territorios en los que había sido cometido el genocidio –que eran histórica y culturalmente armenios– iba a basarse en lo que determinara –así lo acuerdan las partes– el presidente de los Estados Unidos de América –en ese momento, Woodrow Wilson– mediante la fórmula del arbitraje. Además, se iba a establecer la salida al mar para la República de Armenia que estaba directamente vinculada con su futura viabilidad como Estado. Por último –y para nosotros es un elemento trascendental–, el gobierno turco se comprometía entregar a las potencias aliadas a los criminales de guerra, es decir, a los ejecutores del genocidio armenio. Esta es una de las contemplaciones que tiene el tratado y para nosotros es la que reviste mayor actualidad porque un siglo después de su firma ningún tribunal juzgó a quienes cometieron el genocidio armenio.

Poco tiempo después de la firma, en noviembre de 1920, el presidente de los Estados Unidos de América presenta el laudo arbitral sobre las fronteras y determina que corresponden a Armenia, además de los sesenta mil kilómetros cuadrados de los que ya disponía, otros cien mil kilómetros cuadrados que incluían su salida al mar Negro y sobre todo gran parte de las provincias de la Armenia histórica, de donde provienen nuestras familias y que hasta el día de hoy, como saben, permanecen bajo el régimen de ocupación.

Cuando hablamos del Tratado de Sèvres siempre hablamos de un tratado imperfecto porque no llegó a ratificarse; las circunstancias que se produjeron luego de su firma impidieron que se lograse la ratificación y su implementación. Para ponerlo en términos prácticos, señalo que días después de la firma Turquía ataca las fronteras de la República de Armenia con cincuenta mil hombres e inicia una campaña militar que tiene por objetivo la desaparición de la República Armenia y el exterminio de la población remanente y sobreviviente del genocidio. Finalmente, el gobierno de Armenia, presionado en el oeste por Turquía y por el este por las fuerzas soviéticas, accede al único elemento posible para la finalización de la contienda y la salvación del exterminio: la sovietización del país; así es que entrega el gobierno a las fuerzas soviéticas que se hacen cargo del país a partir del 2 de diciembre 1920. Es decir que pocos días después de la firma del tratado, la República Armenia dejaba de existir como tal.

La caída de la República Armenia también implicó una sucesión de tratados que delinearon las actuales fronteras, en los cuales Armenia no estuvo debidamente representada y sus representantes legítimos no tuvieron voz ni participación. Esto sucedió tanto en el Tratado de Alexandropol como en el Tratado de Kars, a partir de los cuales Turquía legitimó de alguna manera su ocupación de los territorios armenios, como así también en el Tratado de Lausana firmado en 1923, el que muchas veces se plantea como un sustituto del de Sèvres, pero que no fue convocado con ese fin y que tampoco fue firmado por los mismos estados parte; por lo tanto, es un tratado independiente del que nos ocupa hoy.

Para los armenios del mundo Sèvres tiene una importancia fundamental porque, a pesar de no haber sido aplicado, es el único documento válido firmado por Turquía y Armenia que determina las fronteras entre ambos. Es decir que la frontera que existe hoy entre esos países es de hecho y no está reconocida de iure por ningún tratado internacional válido para las dos partes. 

Como entenderán, el tratado representaba, a su vez, el cumplimiento de las aspiraciones más profundas del pueblo armenio para poder tener justicia tras el genocidio. Era necesario que hubiera justicia para las víctimas y una debida reparación de los perjuicios ocasionados, pero, sobre todo, que estuvieran las condiciones para que un Estado armenio viable fuera el hogar de todos los armenios que habían sido forzados al exilio y, entre ellos están, obviamente, nuestros antepasados.

Cincuenta años después de este hecho, el Parlamento de Uruguay recoge el silencio que había en torno a este tema a nivel internacional y en 1970 la Cámara de Representantes dirige una minuta de comunicación al Ministerio de Relaciones Exteriores que plantea una exhortación para que, en nombre del país y en la oportunidad que estime adecuada, exponga ante las Naciones Unidas y reclame de la organización internacional disposiciones para el cumplimiento del contenido del tratado de Sèvres en el cincuentenario de su firma, que se cumplió el 10 de agosto de 1970. 

Esa moción fue presentada y respaldada en dicha cámara por parlamentarios de todos los partidos políticos como, por ejemplo, Héctor Gutiérrez Ruiz, Humberto Ciganda, Hugo Batalla, Nasim Ache Echart y Ángel Rath, entre otros. Es decir que el respaldo, transversal al sistema político, de las reclamaciones del pueblo armenio viene de larga data.

Posteriormente, el 9 de agosto de 1972, la Cámara de Senadores también aprueba una moción en el mismo sentido y con términos muy similares. Allí, el respaldo y la aprobación se producen a partir de la participación de los señores senadores Zelmar Michelini, Dardo Ortiz, Enrique Erro, Luis Hierro Gambardella, Juan Pablo Terra, Alejandro Zorrilla de San Martín y Washington Beltrán, entre otros.

La aspiración de Uruguay de trasladar este tema a las Naciones Unidas generó una repercusión impresionante en toda la diáspora armenia; todas las comunidades del mundo armenio se vieron sacudidas por este hecho. Tenemos testimonios de prensa de todos los diarios armenios de la diáspora que reflejan en su portada el hecho de que un pequeño país, Uruguay, no solo había reconocido el genocidio armenio cinco años antes, en un momento en el que nadie había dado un paso de ese tipo, sino que además estaba dispuesto a llevar la causa del pueblo armenio a las Naciones Unidas. Como un reflejo de esta conmoción, quinientos armenios se manifestaron espontáneamente frente a la embajada de Uruguay en Beirut, Líbano. Obviamente es un hecho que recordamos hasta el día de hoy todos los armenios. 

Cumpliendo con la solicitud del Parlamento, finalmente el Ministerio de Relaciones Exteriores instruye a la delegación que participa de la Asamblea General de las Naciones Unidas entre setiembre y diciembre de 1971 para que analice la disposición, de los restantes países que participan de la asamblea, de aprobar una moción vinculada a las reivindicaciones de los derechos vulnerados del pueblo armenio. Junto a esa delegación oficial también asistieron dos integrantes de nuestra institución que contribuyeron y colaboraron con la delegación del Ministerio de Relaciones Exteriores en la difusión de este tema.

En conclusión, lo que resultó evidente fue que la posición uruguaya –basada, como siempre, en principios éticos y de solidaridad profunda muy sólidos– era en extremo vanguardista para la época y recién varias décadas después otros países del mundo estarían dispuestos a defenderla y a promoverla en el ámbito de las Naciones Unidas.

Por último y a partir de algunas precisiones, queremos comentar por qué este tema sigue siendo de extrema actualidad para Armenia y sobre todo para los armenios. Por un lado, el 10 de agosto –hace pocos días–, el presidente de la República de Armenia, Armén Sarkissian, estableció que el Tratado de Sèvres, incluso hoy, permanecía como un documento esencial para el derecho del pueblo armenio a alcanzar una solución justa a la cuestión armenia. Por su parte, el primer ministro de la República de Armenia planteó que el Tratado de Sèvres reafirma la asociación histórica e indiscutible de la nación armenia con la Meseta de Armenia, en la que este pueblo se originó, vivió y desarrollo su estatalidad y cultura.    El rol que le asignan las autoridades de Armenia al tratado no está vinculado directamente con las posibilidades de su aplicación, sino más bien con lo que representa: una inspiración ética respecto a la necesidad de una reparación por los crímenes cometidos contra el pueblo armenio, sobre todo porque, después de un siglo, algunas cuestiones que el tratado pretendía resolver y laudar entre las partes continúan presentes y se han recrudecido, como la impunidad de Turquía de no reconocer hasta el día de hoy el genocidio armenio, de no haber reparado a las víctimas y de mantener una  actitud hostil hacia Armenia.

Por otro lado, quisiera mencionar la ocupación y el espolio de los territorios históricamente armenios no ricos en recursos naturales sino culturales que, para nuestra nación, son el resguardo de nuestro patrimonio cultural y de muchísimas joyas de la arquitectura armenia que están hoy allí. También, es el lugar en donde se encuentran los cementerios que guardan los restos de todos nuestros antepasados.

Hasta el día de hoy, la salida al mar de Armenia no es una realidad. Armenia es un Estado que no solo no tiene salida al mar, sino que se encuentra bloqueado por dos de sus vecinos principales: Turquía y Azerbaiyán.

A su vez, en los últimos días hemos recibido, con gran estupor, amenazas de nuevos ataques contra la nación armenia. La comunidad se ha pronunciado al respecto en varios comunicados y también lo han hecho las fuerzas políticas de nuestro país, lo que aprovechamos para agradecer. Esto nos preocupa y se lo queríamos mencionar. El presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, manifestó días atrás que terminarán con la misión que sus antepasados han llevado a cabo durante siglos en el Cáucaso. Eso es una referencia directa a las sistemáticas matanzas implementadas por los otomanos contra los armenios desde su asentamiento en la región hasta 1923. Por otra parte, el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán amenazó públicamente con un ataque misilístico dirigido a la Central Nuclear de Metsamor, una central nuclear de 408 megavatios que abastece de energía eléctrica a Armenia. Por lo tanto, cualquier ataque a una central de estas características representa, en palabras del Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia, un acto genocida con consecuencias letales no solo para Armenia, sino también para Azerbaiyán, Turquía, Georgia, Irán y Europa del este.

¿En qué contexto se producen estas declaraciones que, como les decía, nos producen escalofríos a todos? Lo hacen en el marco de un recrudecimiento de la agresión militar de Azerbaiyán contra Armenia, que el 12 de julio pasado atacó posiciones fronterizas de la República de Armenia en territorio soberano reconocido internacionalmente. Este ataque se produce en un contexto en el que existe un llamado internacional –que nuestro país, Uruguay, también ha respaldado– del secretario general de las Naciones Unidas para una tregua global durante la pandemia. Este llamamiento que contó con el respaldo unánime de todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y 170 Estados Miembros no contó con el respaldo de Azerbaiyán, que días después inició el ataque contra Armenia. El presidente de Azerbaiyán declaró el 6 de julio, es decir, seis días antes del inicio de los ataques, que las negociaciones que mantiene con Armenia carecían de sentido debido a que los mediadores entendían que el conflicto no podía ser resuelto militarmente y pidió, en tono amenazante, que nadie se olvide de la guerra de abril, en referencia a un intento anterior de invasión de Azerbaiyán a las fronteras de la República de Nagorno Karabaj en el año 2016. Es decir que tenemos razones de sobra para preocuparnos.

Armenia y los armenios del  mundo han hecho un esfuerzo sostenido por el mantenimiento de la paz en la región y por intentar crear un Estado democrático en una región en la que la democracia aún está en pañales. Armenia ha hecho los máximos esfuerzos para bajar las tensiones en la región, se ha apegado al marco de negociación establecido por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y ha aceptado la creación de mecanismos de monitoreo de las violaciones a los ceses del fuego acordados para poder determinar claramente quiénes son los que inician las agresiones militares y romper con la falsa paridad que se produce frente a cada ataque en el que, muchas veces, no es posible determinar quién es el agresor y, por lo tanto, no existe la condena internacional de estos hechos.

Por último, queríamos trasmitir también nuestra preocupación porque este tipo de amenazas que manifiestan el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, y el presidente de Azerbaiyán,  Ilham Aliyev, representan una actitud xenófoba en contra del pueblo armenio que se ha trasladado también al Uruguay, pues representantes diplomáticos de Azerbaiyán se dirigen en ese mismo tono hacia la comunidad armenia. Este es un hecho inédito, nunca visto. En los más de cien años de presencia armenia en el Uruguay jamás había habido amenazas en este tono hacia los ciudadanos uruguayos de origen armenio por parte de un representante diplomático extranjero. Es un hecho que, obviamente, nos preocupa, porque entendemos que la disputa por cuestiones territoriales pasó a ser una cuestión de sobrevivencia que está referida a la eliminación directamente de Armenia, y no solo de Armenia, dado el ataque a las comunidades de toda la diáspora. 

Sin ánimo de robarles más tiempo a los señores senadores y sin querer incursionar en la especialidad del senador Mahía, que es la historia –y volviendo al presente–, quiero decir que el Tratado de Sèvres representa para los armenios un recordatorio de que todavía existe un camino pendiente a recorrer, que es el camino de la justicia, el camino del derecho internacional, con el cual tanto los armenios como nuestros Estados están plenamente comprometidos.

Por último, entendemos que esta es una oportunidad más para destacar y reconocer la actitud que ha tenido Uruguay desde 1919 –en ese año fue uno de los pocos países que dio su voto para que Armenia se integrara a la Sociedad de las Naciones– hasta 1965, con el reconocimiento del genocidio contra el pueblo armenio. Obviamente que durante la década del veinte recibió a nuestros abuelos y abuelas que llegaron como refugiados del genocidio y, también, en 1970 y en 1972 recordó que el Tratado de Sèvres permanecía pendiente de cumplimiento.

Desde el retorno a la democracia hasta el presente, el camino –seguramente los señores senadores lo conocen– ha sido siempre de respaldo y de profundización de las relaciones con Armenia. Es algo que debemos agradecer y destacar porque  los armenios del mundo así se lo reconocen a Uruguay. En fin, queríamos trasmitir la admiración que se siente en el mundo por la posición que ha adoptado el Uruguay con respecto a este tema.

Muchas gracias.

SEÑOR MAHÍA.- Simplemente quiero agradecer la visita de la delegación, con quienes hace varios años venimos dialogando, y también el reconocimiento que han realizado.

Las posiciones que han expresado sobre la situación de la región y, en particular, de la República Democrática de Armenia, expresan lo que ha sido una política de Estado del Uruguay al respecto. Además, la sucesión de definiciones por las cuales han pasado tantas administraciones a lo largo de este largo tiempo indican que hay una consistencia sobre un relato histórico y sobre una posición política que ha sido la que nuestro país ha suscrito.

Obviamente, quiero también reivindicar otro rol que ha caracterizado al Uruguay a través de muchos años en su política exterior, que no solo ha sido el de pronunciarse en temas centrales, como en este caso, sino que en distintas circunstancias ha intentado actuar como facilitador en conflictos, en tender hacia la solución pacífica y dialogada cada vez que ha sido puesto de manifiesto en regiones conflictivas del mundo. Creo que nuestro país va a seguir trabajando en la materia por ese mismo camino. Como acabo de señalar, este camino no tiene fronteras político-partidarias, porque conocemos a distintos integrantes de diversos partidos que suscriben este lineamiento. Quería señalar estas cuestiones a título personal.

Desde ya les decimos que, desde el punto de vista parlamentario –y desde el rol que nos compete–, estaremos siguiendo atentamente los hechos que acá se han relatado y abogando por la causa que hemos señalado.

                Muchas gracias.

SEÑOR LOZANO.- Agradezco también la presencia de la delegación.

                Sin duda que suscribimos todo lo que se habló y todo lo que se dijo en relación con el tema del genocidio turco.

                Aquí en el país nosotros tenemos una amplia relación con la comunidad armenia. Tanto es así que hemos recibido documentación o informes por parte de la Embajada de Azerbaiyán por este conflicto.

SEÑORA KECHICHIAN.- Todos no. Yo no recibí nada.

SEÑOR LOZANO.- Sé que varios legisladores lo recibieron. Como todo conflicto, tiene sus problemas, máxime en Nagorno Karabaj, enclave que se encuentra dentro de Azerbaiyán. Ahí se dificultan un tanto los límites, como de cualquier país. Por experiencia personal en conflictos sé algo de eso. Y también,  más allá de la problemática que muchas veces hay en este caso, si se quiere, está la religión. En su mayoría los armenios son apostólicos armenios, mientras que los de Azerbaiyán  son, en su gran mayoría, musulmanes. Además, ambos países fueron parte de la ex Unión Soviética. Hemos consultado bibliografía y también a algunos conocidos –porque creo que todos los uruguayos tenemos algún amigo armenio, en lo personal, tengo varios amigos armenios– porque nos interesa el tema, dado todo lo que ha sufrido el pueblo armenio y lo que eso representa para esa nación.

                Uruguay, como bien dijo el senador Mahía, dentro de sus principios en cuanto a la política exterior, está la solución pacífica de controversias. Tanto es así que Uruguay colabora en el mundo con contingentes de operaciones de mantenimiento de la paz y lo que es toda su política exterior. Es decir que deseamos fervientemente que este tipo de conflictos, que ya arrastra años, porque el conflicto mayor fue por el año 1993, con un acuerdo firmado, pueda solucionarse. Pensamos que tanto Armenia como Azerbaiyán deben hacer los máximos esfuerzos como para no dirimir esos problemas que tienen con personas armenias o en Nagorno Karabaj, con la población que en su gran mayoría es armenia; ahí está el problema, que se encuentra dentro del país de Azerbaiyán. Más allá de las riquezas y del problema del petróleo, la experiencia dice que, más allá de ideologías y de todos esos problemas, en todos los conflictos bélicos siempre está atrás la economía. Siempre en los conflictos bélicos está la economía. 

                No quiero extenderme más.

                Muchas gracias por estar acá. Sé que para ustedes también es muy difícil dilucidar quién fue el que tiró la primera piedra, quién fue el que atacó, por eso están las versiones de ambos lados y se echan la culpa unos a otros, como suele suceder en los conflictos bélicos; nosotros estamos a unos cuantos kilómetros de distancia, por lo cual realmente es difícil llegar a saber quién lo hizo primero.

SEÑORA KECHICHIAN.- No soy miembro de la comisión pero me sentí en la necesidad de estar presente en el día de hoy.

                Agradezco a los compañeros y amigos que vienen a plantear, una vez más, una realidad en una zona del mundo con muchos problemas, lo que creo que Uruguay tiene que mirar con la mirada que siempre ha tenido. Pienso que no debe existir una sola persona en el mundo que no reconozca que en los 3000 años de historia de los armenios, estos tienen derecho a vivir en paz en esa parte del planeta. Y hay acuerdos firmados que se han violado, que es lo que me preocupa en este momento. Considero que los parlamentos del mundo deberían expresarse, que es lo que quiero plantear hoy aquí. Se han violado acuerdos de no agresión y, realmente, en estos últimos tiempos, en estos últimos quince o veinte días hemos visto muertos de un lado y del otro, bombardeos, en fin. No podemos mirar para el costado en ese sentido. Uruguay, en el período pasado abrió un consulado en Armenia, haciendo un esfuerzo. Obviamente, tiene relaciones con Turquía y con Azerbaiyán, como tiene que ser en un país que debe relacionarse con todo el mundo. Pero siento la necesidad de decir que me parece que el Parlamento uruguayo debería expresarse en el sentido de trabajar una vez más condenando ataques que fueron unilaterales y que hicieron que Armenia se defendiera, porque Armenia es un pueblo de gente muy valiente que no va a dejar que la ataquen sin responder. Sin embargo, ese es un camino que a veces no tiene retorno. Deberemos trabajar para que eso no siga sucediendo.

SEÑOR PRESIDENTE.- Por mi parte, quiero agradecerles la visita y también seguir esa historia, que es muy importante desde el punto de vista diplomático, desde el punto de vista étnico y desde el punto de vista histórico en cuanto a lo que es el pueblo armenio. Ya la capital de Armenia constituye una de las más antiguas del mundo en el sentido de su patrimonio histórico. Y también se ha hecho referencia al Tratado de Sèvres y al de Lausana. Precisamente, como bien se dijo, Turquía se levantó contra el Tratado de Sèvres y no lo cumplió, y es el antecedente más importante respecto del reconocimiento de los límites y del territorio armenio. Lamentablemente, esto no ha tenido una solución final. Es obvio que también es un área que se vio muy convulsionada con la caída de la Unión Soviética, de manera que cada uno de esos lugares que eran provincias de la Unión Soviética declararon su independencia y reivindicaron sus «soberanías territoriales», entre comillas.

                Acá es muy importante el antecedente del genocidio armenio. Un millón y medio de armenios muertos de esa manera tan miserable, como fue el ataque de Turquía en esos tiempos. Incluso, llegamos a recordar que cuando Hitler invade Polonia dice: «Pero vamos a terminar con toda esta gente. Vamos a matarlos a todos». ¿Quién se acuerda del genocidio armenio? Comento esto para que ustedes vean lo que es el grado de exterminio, de violencia y de intolerancia desde el punto de vista racial.

                Se ha hecho un esfuerzo muy importante en la comunidad internacional. Todo viene arrastrado, también, desde el propio Tratado de Versalles. Yo recomiendo mucho la crítica que le hizo Keynes al Tratado de Versalles, cuando describe a todos los integrantes: al presidente de los Estados Unidos lo describe como un Don Quijote ciego y sordo; a Clemenceau lo describe como una persona que tenía una gran ilusión, que era Francia, y una gran desilusión, que era la humanidad, y no digo como describía a Lloyd George. Una cosa terrible. Eso era lo que Keynes, de alguna manera, anunciaba: que todos estos tratados de paz que se celebraban sobre la base de la imposición de alguno sobre otro, terminaban teniendo corta vida, y eso fue lo que sucedió. Turquía no aceptó el tratado de Sèvres, pero eso es a la inversa porque, en realidad, es la violación del derecho internacional. Esto es muy importante porque la comunidad armenia está distribuida en el mundo. Nosotros tenemos una comunidad armenia muy fuerte, muy trabajadora –es un orgullo para nosotros– y somos, también, un crisol de nacionalidades migrantes que es muy fuerte. Los esfuerzos llegaron hasta que en 1992 se creó el Grupo de Minsk, que es el grupo que, de alguna forma, va tratando de llevar, de congelar la situación, sin tener todavía un resultado nato.

                Pero estos días –es cierto– recibimos la amenaza sobre la planta nuclear, que no es poca cosa. Además, los bombardeos que se han hecho por parte de Azerbaiyán a las poblaciones armenias que están cerca de la frontera se hicieron buscando una respuesta.

SEÑORA KECHICHIAN.- ¿Me permite una interrupción?

SEÑOR PRESIDENTE.- Con mucho gusto.

SEÑORA KECHICHIAN.- Creo que debemos darle la dimensión de la gravedad que tiene, porque los armenios hace cien años que esperamos que el mundo reconozca el genocidio. Escuchar en el siglo xxi que se inicia el camino final para eliminar a los armenios del mundo –discúlpenme, señores senadores– es una cosa gravísima; absolutamente grave. Y eso ha sido declarado: «Este es el camino final para terminar lo que empezamos hace cien años». Me parece que es algo realmente inaceptable.

SEÑOR PRESIDENTE.- En esa dirección, en el año 2013 o 2014 –si no me equivoco–, con el canciller decidimos proponer declarar ante Naciones Unidas –no sé si los señores senadores lo recordarán– el día del genocidio, recordando el armenio, pero no tuvimos suerte debido a la diversidad de apoyos que existen.

                Digo esto porque es muy importante asumir una posición verdaderamente firme, no sólo contra los enfrentamientos armados, sino también ante las reivindicaciones sin base jurídica que se están haciendo. La base real es el Tratado de Sévres.

Además, está el apoyo –como estamos viendo aquí– que tiene Azerbaiyán del viejo imperio turco, que también está vinculado a estas circunstancias, como se ha manifestado.

SEÑOR WANESKAHIAN.- Del nuevo sultán.

SEÑOR PRESIDENTE.- Quería compartir con ustedes esta preocupación y, además, agradecer a los señores senadores y, en particular, a quienes nos visitan, porque aunque nos parezca que los temas son externos y ajenos, se trata de seres humanos. A veces, lo que nos parece lejano e imposible se transforma en probable –o en improbable–; y, cuando se transforma en probable, cada uno termina viéndolo en su propia casa.

                Digo esto como una especie de lección y de solidaridad con el derecho internacional: necesitamos la solución pacífica de las controversias y, sobre todo, la no discriminación, no imperios que, por el derecho del imperium, creen que la fuerza vale más que los derechos humanos vigentes en todo el mundo.

                Les agradezco la visita. Si quieren agregar algo más, los escuchamos con mucho gusto, al igual que a los señores senadores que quieran hacer uso de la palabra.

SEÑOR WANESKAHIAN.- Si me lo permiten, quisiera agradecer a todos quienes hicieron uso de la palabra y decir que –obviamente– compartimos los conceptos.

También quisiera trasladar las palabras del presidente de Armenia. No las citaré textualmente, pero estoy seguro de que nosotros, al igual que la señora senadora Kechichian, las entenderemos perfectamente.

Cuando nos enfrentamos a estos hechos y no sabemos de quién es la responsabilidad o quiénes son los que iniciaron una agresión –quiero recordar simplemente un hecho de la realidad: el presupuesto militar de Azerbaiyán supera todo el gasto público de Armenia; el señor senador Bergara, que es economista, nos puede explicar lo que representa eso en términos de un país–, puedo decir que nadie más que los armenios deseamos que se resuelvan de acuerdo a los principios que Uruguay tiene como rectores de la política internacional. Obviamente, se busca una solución pacífica. Ahora sí vuelvo a las palabras del presidente de Armenia. Hace unos días en una entrevista planteaba que nuestro pueblo –que atravesó un genocidio y sabe las consecuencias que cualquier conflicto armado y cualquier crimen de lesa humanidad produce, no solo sobre la generación que lo sufre, sino sobre las siguientes– de ninguna manera va a emprender una acción armada contra otro pueblo porque ha transitado por eso.

Quizás yo pertenezco a una generación más joven, pero reconozco el dolor en mis abuelos y en mis padres, y por ese motivo siento el deber de trasladar a mis hijas la importancia de seguir trabajando por estos temas. Entendemos que eso hace que en lugares lejanos como el Uruguay la semilla del respeto por los derechos humanos y por el diálogo siga floreciendo en nuestra comunidad, y no es por los embajadores que golpean los despachos como hace el señor embajador de Azerbaiyán, sino por los que tiene Armenia que son los bolicheros, los almaceneros, los taxistas, los profesionales, los parlamentarios y los zapateros. Esa es nuestra representación diplomática y la cultura que queremos seguir aportando al Uruguay.

                Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Agradecemos la presencia de la delegación del Consejo Causa Armenia.

(Se retira de sala la delegación del Consejo Causa Armenia).

                –Hay un asunto entrado fuera de hora presentado por los señores senadores Lozano, Domenech y Manini Ríos referida a un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que dice lo siguiente: «Los señores senadores Guido Manini Ríos, Raúl Lozano y Guillermo Domenech presentan una declaración por la cual el Senado de la República expresa su rechazo al comunicado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de fecha 5 de agosto del corriente, referente al proyecto de ley presentado por los suscritos, por el que se deroga la Ley n° 18.331, de 27 de octubre de 2011, restablecimiento de la pretensión punitiva del Estado para los delitos cometidos en aplicación del terrorismo de Estado hasta el 1.° de marzo de 1985».

Si los señores senadores están de acuerdo, con mucho gusto, discutiremos el tema en la próxima sesión.

(Apoyados.)

                –Se levanta la sesión.

(Son las 17:57).

Linea del pie de página
Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.