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COMISIÓN DE DEFENSA NACIONAL

(Sesión celebrada el día 10 de agosto de 2020).

 Presentación Instituto Antártico Uruguayo

SEÑOR PRESIDENTE.- Habiendo número, está abierta la sesión.

(Son las 14:11).

                –Dese cuenta de los asuntos entrados.

(Se da de los siguientes).

                «Carpeta n.° 241/2020. Mensaje y proyecto de ley del Poder Ejecutivo solicitando autorizar el ingreso al territorio nacional de personal y aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina y la salida de personal y aeronaves de la Fuerza Aérea Uruguaya, para participar del “EJERCICIO RÍO 2020” en el litoral del país. Distribuido n.° 192/2020.

                Carpeta n.° 240/2020. Mensaje y proyecto de ley del Poder Ejecutivo solicitando autorizar el ingreso al territorio nacional  de personal superior y una aeronave con su tripulación de la Fuerza Aérea Argentina, para participar del  “EJERCICIO TANQUE 2020”.

Propuesta de la FAU de visitar la Escuela Militar de Aeronáutica el día viernes 28 de agosto y la Base Aérea Capitán Boiso Lanza | Comando General de la Fuerza Aérea el día miércoles 26 de agosto, ambos en la mañana».

                –Con respecto a las dos solicitudes de permiso para ingresar y salir del territorio nacional en el marco de ejercicios a realizarse por parte de las fuerzas aéreas de Uruguay y Argentina, propongo que se voten ambas iniciativas.

(Apoyados).

–Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.

(Se vota).

–6 en 6. Afirmativa. UNANIMIDAD.

Propongo al señor senador Viera como miembro informante.

(Apoyados).

–El otro punto refiere a las visitas también programadas con la Fuerza Aérea Uruguaya, para lo cual están planteando dos días: miércoles y viernes de la misma semana. En lo personal no tendría mayor inconveniente, pero entiendo que hay señores senadores que sí lo puedan tener porque aprovechan jueves, viernes y sábado, por lo menos de aquí al 27 de setiembre, para recorrer el país. Consulto si alguien tiene alguna dificultad para concurrir el miércoles 26.

SEÑOR VIERA.- Pienso que a fin de mes y en época de campaña electoral existen compromisos en el interior. Yo no podría asistir, pero si los demás pueden, simplemente lo haré otro día.

(Dialogados).

SEÑOR PRESIDENTE.- Justamente, se aprovecha la segunda mitad del mes porque no hay actividad de Senado.

SEÑOR VIERA.- Vayan tranquilos, porque en los cinco años habrá otra oportunidad.

SEÑOR PRESIDENTE.- Propongo coordinar el día miércoles para concurrir a la Base Aérea Boiso Lanza | Comando General de la Fuerza Aérea y, en todo caso, postergar para otra fecha la visita a la Escuela Militar de Aeronáutica, por las razones que se acaban de plantear.

SEÑORA SECRETARIA.- Correspondería fijar la hora.

SEÑOR PRESIDENTE.- Sugiero que sea a la hora 10.

                Quizá podamos combinar para que haya transporte desde aquí.

                Resta, entonces, hacer pasar a la delegación del Instituto Antártico Uruguayo para que haga su presentación.

(Ingresan a sala los representantes del Instituto Antártico Uruguayo).

                –Nos acompañan el contralmirante retirado Manuel Burgos, el embajador Daniel Castillos, el licenciado Carlos María Serrentino y el doctor Juan Cristina.

Bienvenidos.

                Tiene la palabra el contralmirante, presidente del Instituto Antártico Uruguayo.

SEÑOR BURGOS.- Buenas tardes.                      

                Ante todo quiero agradecer, en nombre del Instituto Antártico Uruguayo, la invitación a comparecer. Ya fue presentada la delegación.

                Leímos atentamente la convocatoria. Hablábamos de dos temas que para nosotros, como antárticos, y para Uruguay creo que son fundamentales, que son la plataforma continental y los derechos adquiridos recientemente, además del tema que más nos atañe, que es el de la Antártida.

                Lo primero que quiero plantear es cómo es nuestra situación geográfica. Lo que los señores senadores ven en la pantalla en tono azul más claro es una plataforma más extendida que la del margen Pacífico. En el margen Atlántico, clasificado como volcánico pasivo, tenemos una gran plataforma continental. Ese azul más claro, prácticamente hasta la altura de las Malvinas, tiene una profundidad de unos mil o mil quinientos metros, lo que realmente es muy poca profundidad. Todo esto surge con la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, cuyo artículo 76 básicamente dice que los países tienen derechos económicos sobre lo que es continente sumergido, lo que ahora se interpreta como plataforma continental. Ese es el motivo por el que es importante ver cómo es la geografía local.

                Un tema interesante es el caso, por ejemplo, de esta prolongación de todo lo que es la zona de Malvinas que, en la actualidad, formalmente, es de Reino Unido. Esto le daría  derecho al Reino Unido, prácticamente en toda esta zona –una vez que sea aprobado por las Naciones Unidas para que tenga validez– a la explotación de hidrocarburos, básicamente. O sea, todo lo que sean riquezas de suelo, subsuelo y especies vivas sedentarias, eso es lo que da derecho Naciones Unidas a los países que así lo planteen.

                Tenemos el caso de Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur. Y nosotros tenemos dos bases, una por aquí, en la isla Shetland; me refiero al Archipiélago Shetland, y a la isla Rey Jorge o 25 de Mayo, que es como la denomina Argentina. Y una base continental que está bien en la península. Uruguay constituye un caso bastante especial en el tratado; es un país relativamente chico, con dos bases antárticas.

SEÑOR PRESIDENTE.- Usted dijo «una vez que sea aprobado por las Naciones Unidas». ¿Podría darnos una idea de en qué proceso o etapa está la aprobación de estas cosas?

SEÑOR BURGOS.- De los 193 países que están en Naciones Unidas, unos 160 firmaron o ratificaron la Convención sobre el Derecho del Mar. Los que aparecen en color gris no la han ratificado todavía. Estados Unidos no lo ha hecho. Casos llamativos: Estados Unidos, Perú, Venezuela y Turquía, por ejemplo. Países del norte como Afganistán, Kazajistán y Uzbekistán tampoco lo han hecho. Toda África ratificó la Convención sobre el Derecho del Mar, básicamente. Esto tiene toda una serie de implicaciones; quizás después podemos comentar por qué Estados Unidos, aparentemente, todavía no quiere firmar, así como tampoco Perú.

                Uruguay ahora está en este panorama. Estas son las 200 millas. Con la Convención sobre el Derecho del Mar fue cuando surgió el tema de los espacios marítimos. Los espacios marítimos del mar territorial: zona contigua, mar territorial 12,  zona contigua 24, zona económica exclusiva 200 millas náuticas. Todo eso está en la Convención sobre el Derecho del Mar. Y Uruguay esto lo incorpora por la Ley n.º 17033 del año 1998. Por eso Uruguay establece el tema de las 200 millas zona económica exclusiva. Lo que se hizo ahora, en un proceso que se extendió desde 1996 al 2015, fue interactuar con la comisión de límites de Naciones Unidas para establecer el límite del margen de la plataforma continental extendida. Llegamos hasta aquí. Este límite de 350 millas es lo máximo, que es nuestro caso. En realidad, a esto deberíamos llegar cuando se negocie con la República Argentina un par de temas. El primero es este límite lateral que no está trazado; exactamente no está demarcado. O sea, demarcar es cuando técnicamente uno dice cómo es el límite; delimitar es cuando uno dice qué criterio va a usar. La delimitación está en el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo; allí se dice que nuestro límite lateral con la República Argentina es por la equidistancia de costas adyacentes. O sea que todos estos puntos equidistan entre Uruguay y Argentina.

                Por un anexo de la Ley n.º 17033, tenemos hasta aquí, las 200 millas.

                Esto no está trazado, está sí delimitado por el tratado. En realidad, este punto es argentino. No está hecha todavía la negociación para unir nuestro último punto al primer punto argentino. No está hecho el trazado. Y hay un detalle interesante a tener en cuenta que es este escalón, que no debería existir. Cuando se trazó el límite lateral con Argentina, en el año  1973, hubo un error en el trazado que favorece a Uruguay en unos 10 u 11 kilómetros. Y las zonas de Ancap, las más codiciadas, están por aquí. O sea, Uruguay está con una licitación para esta zona.

                Argentina ha dicho varias veces que se avendría a trazar lo que falta si se hace el trazado desde el inicio; sin embargo, aparentemente, desde el punto de vista legal –y disculpen que me meta en lo que es el derecho internacional; soy un poco atrevido–, los límites, las fronteras entre países no se tocan. Entonces, tenemos este tema que nos preocupa. Argentina no quiere hacer un trazado y mostrar a los argentinos que tienen un error de legislación.

                Eso que aparece en rojo en la proyección es lo que hemos, no reclamado sino planteado; tratamos de evitar usar la palabra reclamo porque, en realidad, no es un reclamo del país sino una presentación a una comisión de límites que tiene una tarea técnica y que hace una recomendación; luego eso va al pleno de las Naciones Unidas y se adopta la recomendación. Eso le da a nuestra aspiración la calidad erga omnes, es decir, que todos los países que ratificaron la Convemar, o sea, la Convención sobre el Derecho del Mar, reconocerían lo que Uruguay planteó. Este es el tema.

                Reitero que lo que está en color rojo es lo que ha sido planteado; y hay zonas como, por ejemplo, el caso de Malvinas, que ha sido planteado por el Reino Unido y por Argentina.

                Esto, entonces, en base a la Convención sobre el Derecho del Mar que entró en vigor en el año 1994, es decir, treinta años después de la firma del Tratado Antártico que entró en vigor en 1961. Hay una crítica importante a los países que, siendo signatarios originales del Tratado Antártico de 1961, que no reconoce, por supuesto, soberanía sobre el territorio antártico, aun hoy, por la Convención sobre el Derecho del Mar reclaman territorio antártico. O sea, es una clara contradicción. Los casos más típicos son: Argentina, Reino Unido y Australia.

                Esto que estoy señalando acá en la proyección es lo que pide Argentina: todo lo que corresponde por aquí, por supuesto, también Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y, después, Península Antártica hasta el Polo. Esta es la posición de Argentina. Lo que hizo la comisión de Naciones Unidas fue actuar en base a lo establecido en los procedimientos, según los cuales no se consideran ni se estudian propuestas que impliquen litigios entre dos países. Si hay litigio entre dos países no se estudia. Generalmente, a Argentina, le estudiaron prácticamente hasta por ahí, y se señala en la proyección hasta dónde es.

                Esto que señalo es lo que pide Reino Unido; pide también lo mismo, sobre Malvinas, Georgias y Sándwich y presenta una nota diciendo que no tiene estudios suficientes por la Antártida pero se reserva el derecho de hacerlo.

                Esto es lo que pide Australia, que también es un país signatario original del Tratado Antártico; reclama todas estas millas que figuran en la proyección en color verde, es el pedido de soberanía de Australia sobre la Antártida.

                O sea que el Tratado Antártico del año 1961 lo que vino a establecer es un convenio de paz y ciencia en el continente antártico porque en ese momento había muchos problemas, una escalada de violencia y muchos países declarando mar territorial. De acuerdo con la terminología, el mar territorial rige absolutamente todo lo que es la norma jurídica nacional. En nuestro caso el frente marítimo son 12 millas, ahí es como si fuera territorio firme. Ahora bien; en el año 1952 se firmó el Tratado de Santiago, entre Perú, Chile y Ecuador, que dijeron: 200 millas mar territorial. A raíz de esto se generaron problemas, inclusive hubo hundimientos de pesqueros, o sea, iban buques de guerra a hundir pesqueros porque era soberanía plena. Uruguay en el año 1969 tuvo una ley similar, la conocida –y famosa– Ley de Pesca, cuando declaró mar territorial 200 millas.

                Estos son los países que hoy son signatarios del Tratado Antártico.  Hay dos grandes bloques de países: los Estados Parte Consultivos  y los Adherentes. Los consultivos tenemos voz y voto; son 29 países que deciden lo que pasa en la Antártida. Todo lo que se hace en la Antártida –donde no hay reconocimiento de soberanía de nadie– se hace en función de una votación por consenso entre esos 29 Estados.

SEÑOR PRESIDENTE.- ¿Solo vale el consenso?

SEÑOR BURGOS.- Sí, solo el consenso.

                               Los dos primeros círculos son los países signatarios originales, es decir, doce y los otros diecisiete, entre los que está Uruguay, son los que han ido adhiriéndose al tratado a lo largo de los años.

                               Hoy veintinueve países son Estados consultivos y hay veinticinco países más que son Estados adherentes, que solamente tienen voz en cualquier resolución de la Antártida. Muchos de ellos están trabajando fuertemente para ser consultivos, para lo cual tienen que cumplir una serie de requisitos y, además, ser aceptados por unanimidad en la reunión consultiva del Tratado Antártico.

                                A modo de ilustración, vemos en pantalla las zonas cuya soberanía está siendo reclamada por los Estados. Hay siete países en el mundo que son signatarios originales y que, además, reclaman soberanía: Argentina, Chile, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Francia y Noruega. Algunos la reclaman por proyección geográfica y otros por historia; por ejemplo, los noruegos dicen que tienen sus cementerios ahí desde la época de la caza de focas y ballenas, ya que son de los pioneros en la Antártida.

                                Como ven, en la parte donde está Uruguay están superpuestos Argentina, Chile y Reino Unido.

                                La Base Científica Antártica Artigas, en la isla Rey Jorge o 25 de Mayo, en las Shetland del Sur, fue fundada en el 84 –hay que reconocer que se fundó gracias a la ayuda enorme de Rusia y Chile, las bases más cercanas–, luego volvieron al continente, hasta que en diciembre del año 85 se ocupó la base y hasta el día de hoy, en forma ininterrumpida, está dotada.

                                Vemos una foto del año 86. La base actualmente es algo así. Lo que se mantiene de la anterior es esta edificación del año 84. La última fue construida en 2006.

                Uruguay tiene esa base anual. En toda la Antártida hay cuarenta bases anuales de los veintinueve Estados consultivos. Muchos países como, por ejemplo, Argentina y Chile, tienen cinco o seis bases cada uno; Inglaterra tiene tres y Estados Unidos tiene tres permanentes. Uruguay tiene una base permanente y una estacional. Esta es la base permanente.

                               Tenemos una base que fue cedida por el Reino Unido en el año 97. La exestación inglesa fue donada a Uruguay y recibió el nombre de Estación Científica Antártica Ruperto Elichiribehety, que fue el que intentó rescatar a Shackleton en 1916. Se estableció en el 97 y, lamentablemente, por un tema de medios y de recursos, no la hemos podido dotar todos los años. Desde el 97, o sea, hace veintitrés años, se debe haber dotado en el verano en diez años, nada más.

                               Haré los últimos comentarios.

                               Nuestra misión fundamental en la Antártida es la paz y la ciencia. Para la ciencia seguimos los lineamientos básicos en investigación que define SCAR, el Comité Científico para la Investigación en la Antártida, que tiene varias áreas: humanísticas, de la historia de la Antártida, científicas y físicas. Lo que ellos piden a los países es que tengamos un comité nacional paralelo, que sería el SCAR uruguayo. El doctor Cristina, que nos acompaña hoy, es el presidente del SCAR Uruguay.

                               Esa es la estructura que tenemos. El Instituto Antártico Uruguayo se maneja por un consejo compuesto por cuatro ministerios. Uno de ellos es el Ministerio de Relaciones Exteriores, ya que nuestra política exterior es una herramienta fundamental en un ámbito que se cogobierna en un continente de catorce millones de kilómetros cuadrados. Para ponerlo en términos relativos, toda América del Sur son diecisiete millones. La Antártida tiene catorce millones de kilómetros cuadrados cogobernados por veintinueve Estados que deciden por consenso, y por eso consideramos la política exterior como herramienta fundamental.

                               Después tenemos ciencia, tecnología y logística. El Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial está coordinando la ciencia; la tecnología la coordina el Ministerio de Industria, Energía y Minería, y la logística el Ministerio de Defensa Nacional.

SEÑOR PRESIDENTE.- Entiendo que la parte de ciencia tiene más que ver con temas ambientales que de vivienda y ordenamiento territorial. ¿Está previsto que eso pase a ser coordinado por el nuevo Ministerio de Ambiente?

SEÑOR BURGOS.- Sí, seguramente va a pasar a ese ministerio.

                               Tenemos una reunión del gabinete interministerial –que se reúne periódicamente– el próximo martes 18 y, justamente, uno de los temas que trataremos será cómo cambiar la estructura, es  decir, cómo cambiar el Decreto n.º 60/018. Eso en cuanto a cómo se administra el Programa Nacional Antártico.

                               Los objetivos político-estratégicos serían: gabinete interministerial –lo comenté anteriormente–; dirección estratégica, que es el Consejo Directivo del Instituto Antártico –nos reunimos como mínimo cada dos semanas–, y dirección ejecutiva –refiere al día a día, a todo lo que tiene que ver con la base–, que ahí sí es directamente el Instituto Antártico Uruguayo.

                               En cuanto a la logística –llamo logística al apoyo de los proyectos científicos, tecnológicos y de mantenimiento–, es lo que requiere más presupuesto, sin duda. Todos los años la base cuenta con unos 160.000 litros de gasoil antártico; llevamos unas 40 toneladas entre víveres y repuestos y extraemos 20 toneladas. El tema de los residuos es fundamental en el Tratado Antártico; hay que incinerar lo que es orgánico y traer los demás residuos que generemos: vidrios, latas, el lodo de las cámaras. Todo eso vuelve.

                               La dotación de invierno normalmente es de nueve o diez personas –hoy hay nueve en la base–, y cuando vuelve el C-130 de la Fuerza Aérea trasladamos científicos, ya sea para que permanezcan una semana, que es la duración del vuelo, o para que vayan al final de vuelo y se queden en el período intervuelos, que es de unos veinte días. Eso con respecto a la logística.

                               Finalmente, queríamos comentar cuáles son los objetivos del Programa Nacional Antártico a mediano plazo.

                               Queremos establecer la Base Científica Antártica como una base científica y logística. A veces se critica mucho el tema de que la Isla Rey Jorge, o Isla 25 de Mayo –abarca unos 1000 kilómetros cuadrados, es una isla relativamente chica– ya ha sido muy explorada. Debido al cambio climático, excepto en los glaciares, en el resto hay muy poca nieve. Incluso, la gente de los proyectos de investigación está buscando algo más del clima antártico. A pesar de que nuestra base en la isla está en el paralelo 62 y la base del continente en el 63, aun así la meteorología es absolutamente diferente. La base que está en el continente tiene una meteorología totalmente distinta, donde la nieve es una constante, y para la investigación es muy diferente.

                               Debemos mejorar los alojamientos y la infraestructura. Lo que estamos haciendo año a año es, literalmente, hacer lo mínimo de mantenimiento. Con el presupuesto actual no nos da para realizar proyectos de inversiones.

                               Establecer el ECARE –esa base que tenemos en el continente– como una base estacional y poder operar allí al menos un mes al año.

                               Cuidar al máximo todo lo que es el medio ambiente, que es uno de los grandes objetivos de todas las bases. Estamos tendiendo a ser una base verde; es decir, una base que no consuma combustibles fósiles. Actualmente, una de las que más se aproxima es Bélgica, pero Uruguay, de lo que consume, no llega a un 10 % de energías renovables. Estamos esperando que se instale un aerogenerador, y al respecto hay un proyecto de UTE muy interesante.

                               Disminuir la huella humana es otro de los objetivos de todos los países que estamos involucrados en el tema. Se estima que, entre todas las bases, no llegamos a 1 kilómetro cuadrado de edificaciones, pero la idea es no aumentarlo. O sea, de 14 millones, tenemos un kilómetro cuadrado. Calculando todo lo que es caminería y demás, llegaríamos a 5 kilómetros.

                               Por último, queremos tener presencia en los foros y ámbitos del Tratado Antártico.

                               Hasta aquí hablé solamente del Tratado Antártico del 61 pero, en realidad, son cuatro protocolos y convenios los que tenemos que atender. Uno de ellos, la Convención para la Conservación de las Focas Antárticas, ha quedado un poco en desuso, porque se firmó cuando se cazaban focas y ballenas por el aceite; eso ha decaído. El otro es el protocolo medioambiental, conocido como Protocolo de Madrid, que es fundamental pues nos dice cómo tratar los residuos, cómo incinerarlos y cómo hacer los estudios de impacto ambiental para cada obra que se hace en la Antártida.

                               El último es el CCRVMA, que es la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos. Cuando uno habla de áreas del Tratado Antártico, estamos haciendo referencia al paralelo 60 sur hacia el polo. Ese casquete es el área del Tratado Antártico. El área CCRVMA casi coincide con esa zona y no coincide exactamente por un tema de especies migratorias. Ahí se regulan los permisos de pesca, básicamente merluza negra y krill anualmente.  Actualmente, hay tres uruguayos en el área CCRVMA. Un dato interesante es que todo lo que se pesca, no en la Antártida pero sí en la zona de Malvinas, que también es CCRVMA, Argentina lo considera pesca ilegal. O sea, un buque de bandera uruguaya, si está pescando ahí es ilegal y, llegado el caso, se nos puede decomisar pesca. Es decir, todo lo que sea cualquier otra bandera, nos aplican a nosotros el uso.

SEÑOR CASTILLOS.- Con respecto al tema del tratado, que es algo poco conocido, tal como señalaba muy bien el contralmirante Burgos, debo decir que Uruguay pertenece a un club realmente selecto. Junto a otros 28 países, somos los que participamos en la cogobernanza del continente, con todo lo que ello implica desde el punto de vista de derechos y obligaciones. Un elemento importante a destacar es que el sistema antártico, el sistema del tratado, funciona en base a dos principios fundamentales. Uno de esos principios es el del consenso, como decía el contralmirante, pues no se puede tomar ninguna decisión si no hay voluntad afirmativa de todos los Estados miembro. Esto significa que Uruguay, como los otros 28 países, tiene de hecho una capacidad de veto de las decisiones que se tomen. El otro principio rector fundamental de funcionamiento del sistema es el de la cooperación internacional. No solamente es importante estar en la Antártida, sino que lo que más interesa es lo que hacemos allí, que fundamentalmente se centra en tratar de desarrollar cooperación que permita impulsar investigación, desarrollo científico y tecnológico. El doctor Juan Cristina podrá explicar esto mucho mejor que yo y con más autoridad, en cuanto a lo que es la formación de investigadores y el desarrollo de capacidades nacionales. Otro punto para nada menor que tiene que ver con el tratado es que desde el 2017 el secretario ejecutivo del tratado antártico es un compatriota, Albert Lluberas, que el año que viene culmina su primer período y estamos impulsando, lógicamente, con el apoyo de otros países como Argentina y Chile, que pueda ser reelecto. Eso da un plus de visibilidad al país y también de responsabilidad, al tener al frente del tratado en el más alto cargo profesional del sistema antártico, a un ilustre compatriota.

                               Con respecto a la CCRVMA, comisión que regula sobre todo lo que tiene que ver con la explotación de los recursos y de la pesca, hay un punto que es más importante  que trata esa comisión y que tiene que ver con la aprobación o no de lo que se denominan áreas marinas protegidas, que son aquellas áreas que, según las ciencias relevantes, se considera que deben tener una regulación especial para evitar la depredación y el impacto en el ecosistema antártico, que es de una gran riqueza y biodiversidad. En los últimos años lo que se ha evidenciado, como nota más importante, en las reuniones de la CCRVMA, es una resistencia de algunos países –en la CCRVMA también funciona el principio del consenso, por lo que basta la opinión contraria de uno para que no avancen las decisiones– y falta de éxito en la aprobación de nuevas áreas marinas protegidas. Concretamente, una de ellas, que se denomina el Dominio 1, el Mar de Weddell, propuesta por Argentina y Chile, con el apoyo de Uruguay –que fue presentada hace cinco o seis años, con una base científica muy sólida, muy firme–, fue reconocida por todas las delegaciones pero por cuestiones de geopolítica y porque algunos países quieren evitar que se adopten esas áreas marinas para seguir pescando, lamentablemente no ha podido ser aprobada.

                Básicamente, eso sería lo más importante.

                               Muchas gracias.

SEÑOR CRISTINA.- Antes que nada quiero agradecer que nos reciban. Leí las versiones taquigráficas y para resumir quiero decir que la Antártida tiene tres cosas importantísimas para Uruguay como país y como nación; algunas ya las hemos comentado. Me refiero a la importancia política. No debe haber muchos lugares en los que Uruguay se siente con los delegados de Estados Unidos, de Rusia y de China y se necesite nuestro voto.

                                Otra cosa muy importante para nosotros como nación pequeña es que podamos decir algo sobre 14 millones de kilómetros cuadrados del planeta Tierra.

                               Como decía el señor senador Abreu en la exposición anterior, está la importancia diplomática. Esa es la segunda cosa importantísima y lo que decía el señor representante de relaciones exteriores recién; hay países muy importantes para nosotros desde el punto de vista económico y por las relaciones de cooperación, pero que son nuestros vecinos de al lado en la Antártida. La base está al lado de las bases de la Federación de Rusia, de la  República Popular China, más la base chilena y la base polaca del otro lado del glaciar, que de por sí hablan de la importancia que tiene para nosotros.

                               Quiero agregar la importancia científica de este asunto. La Antártida es un laboratorio natural no explorado, del cual nosotros podemos sacar cosas no solo para comprender la historia de la vida en el planeta sino también las derivaciones médicas y las derivaciones industriales que puede haber. Por ejemplo, dentro de poco vamos  a tener la primera patente que compartimos en la universidad con el Instituto Antártico Uruguayo en el campo de la bioquímica.

                               Todo eso no se puede hacer sin una política de Estado común que nos permita desarrollar la Antártida. Nosotros estamos haciendo todo esto por los uruguayos que hoy están en preescolar, en las escuelas de nuestro país. Personalmente, pienso que es probable que el tratado se revise antes. Nosotros nos hemos  posicionado bien como país en el sentido de que no somos reclamantes de territorio pero nos reservamos los derechos. Eso mismo han hecho Estados Unidos, Rusia y China, y no creo que en un contexto internacional como este, si se va a realizar el tratado, no hagan valer sus derechos.

                Me parece que por todas estas razones es sumamente importante tener una política que todos apoyemos. Recibimos la noticia de que no se van a recortar los fondos del Instituto Antártico Uruguayo y eso es un alivio para nosotros; sinceramente, si no hubiera sido así, en nombre de los científicos, simbólicamente veníamos a entregarles la llave de la base. Francamente, es una situación que hay que describir con todas las letras. No olvidemos que más allá –lo digo con total sinceridad– del apoyo de todos los ministerios que integran el directorio y en especial el  Ministerio de Defensa Nacional, que siempre han hecho esfuerzos por apoyarnos, hay que pensar que la logística y la investigación son dos caras de la misma moneda, y que la letra chica del artículo 2 del Tratado Antártico dice que uno se posiciona en el tratado por la calidad de las investigaciones científicas que realiza allí.

                Entonces, la ciencia en la Antártida pasa a ser también un elemento estratégico. Sinceramente, nos consta que se ha hecho un enorme esfuerzo, tanto por parte de la Armada Nacional con su buque, como por la Fuerza Aérea Uruguaya, que nos lleva con los Hércules, y el Ejército Nacional, con el mantenimiento logístico en la base. Eso nos da un mínimo que nos permite trabajar con los escasos rubros para proyectos universitarios que tenemos. En realidad, no son solo de la Universidad de la República, pero el 80 % de la investigación científica que se realiza en el país es llevada a cabo por nuestra universidad. Creo que es importante dejar claro que estamos trabajando con lo mínimo, por lo cual algunas cosas, por lo menos al comité SCAR –ya que lo mencionó el contralmirante– nos llaman la atención. Si tenemos en cuenta que el 40 % del presupuesto de un instituto que está para apoyarnos se destina a combustible, debería tratar de buscarse una solución a ese tema. Créanme que cuatro vuelos del Hércules y un viaje de un buque de la Armada Nacional –sea del Vanguardia o del ROU 04– es lo mínimo que necesitamos para realizar científicamente una campaña en la que apenas podemos decir: «Acá estamos».

SEÑORA LAZO.- Ante todo, les agradezco la presencia y el clarísimo informe que nos han brindado, sobre todo considerando el valor estratégico –como señalaron– que tiene la presencia de nuestro país en este territorio.

Yendo a lo que recién hacían referencia, en materia política, diplomática y científica, queda claro el rol que está cumpliendo Uruguay. Pero me interesa saber lo siguiente. Ya que la pesca es la única actividad extractiva comercial que se realiza por parte de nuestro país allí, ¿por qué en el gabinete ministerial no está integrado el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca?

SEÑOR BURGOS.- El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca está integrado indirectamente; hay una especie de red de organismos y comisiones. En 1997 se generó la CICU –que es la Comisión Interministerial CCRVMA Uruguay–, integrada por tres ministerios: Relaciones Exteriores –que la preside–, Ganadería, Agricultura y Pesca –justamente por el tema de captura y permisos– y Defensa Nacional, que le corresponde por ser un lugar antártico; o sea que, indirectamente, está integrado, aunque no en el consejo directivo.

                Dentro del Instituto Antártico Uruguayo hay varios subinstitutos. Uno de ellos es el Comité Científico Nacional, que es una institución asesora. En paralelo funciona la Comisión Nacional SCAR; también tenemos un miembro en la CICU para definir precisamente los temas vinculados con la CICU CCRVMA Uruguay.

SEÑOR ABREU.- Quiero agradecer la visita de la delegación.

                Sabemos que Uruguay administra y participa de la actividad en la Antártida y tiene una larga historia en este tema. Además, la bioprospección es muy importante, ya que allí hay varios aspectos que se van definiendo. Entre ellos está –como decía el doctor Cristina– el tema de las patentes, que es muy delicado desde el punto de vista del comercio internacional, y no solo con relación a los tratados, sino además dentro de lo que fue la resolución de la Organización Mundial del Comercio, porque todavía están en discusión muchos aspectos de este tipo.

Hay una patente que Uruguay ha conseguido –como también afirmó el doctor Cristina–, pero hay que ver cuál es la política general con respecto a ella, en función de que hay un criterio por ahí que afirma que todo esto es algo así como un patrimonio común de la humanidad. Entonces, tendríamos que ver cuáles son nuestros aspectos científicos de innovación que podemos asegurar, de modo que la innovación y la investigación se incluyan dentro del reconocimiento y la compensación al esfuerzo de un país con los recursos menguados que hay para ello.

Asimismo, existe un convenio –si no me equivoco– sobre la diversidad biológica que también se ha firmado y es muy importante tenerlo en cuenta.

Por otro lado, hay un plan nacional –creo que es el PNA, Plan Nacional Antártico– vinculado con la hoja de ruta 45 –si no recuerdo mal–; si tomamos esto como tronco, me gustaría vincular los tres aspectos: la investigación científica, la estrategia del país y, sobre todo, los aspectos logísticos limitados por el tratado que no reconoce soberanía. Disculpen que haga esta introducción, pero es un tema que me apasiona y, como sabrán, soy miembro de la Liga Marítima.

Después voy a hacer otra consulta un poco más complicada, acerca de los límites morfológicos de las 350 millas con Argentina, que son distintos. Si bien coincidimos con Brasil, deberíamos tener una negociación en materia de límites con Argentina. Supongo que se dará en su momento, sobre todo teniendo en cuenta la sensibilidad y los problemas que tienen.

Simplemente quiero agradecerles, porque lo cierto es que se trata de un tema importante, pero con limitaciones –obviamente– en materia de jurisdicción, aunque la jurisdicción existe igual. En realidad, la jurisdicción existe en las bases –como en el caso uruguayo–, pero no en materia de soberanía, que está limitada por el tratado.

Muchas gracias, señor presidente.

SEÑOR BURGOS.- Muchas gracias por la pregunta que, por cierto, es bastante extensa.

En cuanto a la bioprospección, se puede decir que hay mucho trabajo sobre el tema. Lo primero que hay que destacar es que en casi todos los trabajos –en el abstract ya lo comentan– a nivel del tratado antártico aún no se ha definido exactamente qué es la bioprospección; con ese nivel de nebulosa podemos empezar.

Lo que el Tratado Antártico atiende primero en el aspecto medioambiental es el Protocolo de Madrid. Este Protocolo entró en vigor en el año 1998. Algo que omití por un tema de tiempo es de qué hablamos cuando abrimos el tratado.

SEÑOR ABREU.- En 1989.

SEÑOR BURGOS.- No, señor senador, es de 1998.

En realidad, el Tratado Antártico es del año 1961 y ya decía que después de treinta años, por consenso, los países podrían abrirlo para reconsiderarlo. Esto era posible ya en 1991, pero difícilmente se conseguiría un consenso para ello. Sin embargo, en 1998 entró en vigor el Protocolo de Madrid sobre medioambiente. Aquí se establece que a los cincuenta años se va a abrir –o se puede abrir– para su reconsideración.

Hay varios aspectos que están inhibidos y uno de ellos, por supuesto, es la prospección de minerales; no se puede, está absolutamente prohibido por el Protocolo de Madrid hasta 2048. En el año 1998 no estaba tan presente el tema de las patentes y la bioprospección tal como la consideramos hoy en día; ahora imaginamos estudios de microorganismos, ya sea para fines medicinales, industriales, etcétera.

Actualmente, en los hechos, la bioprospección está permitida. Hay una cláusula en el Tratado Antártico que establece que nada que se investigue en la Antártida puede ser reservado; tiene que ser público. Aquí surge una controversia; imaginemos, por ejemplo, una empresa que tiene fines comerciales y hace prospección imaginando una patente, ¿cómo puede tener eso en reserva? Lo que se hace en la actualidad –de hecho, también lo hicimos nosotros– es tomar el compromiso no escrito de patentar; incluso para la patente internacional, uno de los requisitos es que exista un compromiso comercial atrás. O sea que en materia nacional solo podríamos patentar por el valor altruista de decir: «Esto lo descubrí yo», y nadie puede venir a decir que tiene derechos sobre ello. Ahora bien, para hacer una patente internacional, debe existir un agente económico detrás que esté dispuesto a solventar. Nuestra patente, actualmente, es internacional.

Ese compromiso no escrito que mencioné refleja que estudiamos, patentamos y publicamos. Eso es lo que está establecido.

Con respecto a la bioprospección, y ya pensando en los temas de soberanía, se notan dos bloques: uno compuesto por los países con reclamo territorial y otro por los países que no lo tenemos. Uno de los países que tiene reclamo territorial es, por ejemplo, Chile, que es un país muy activo.

Hay un trabajo argentino que habla de la bioprospección y el derecho de soberanía sobre la Antártida. Después le voy a pedir al doctor Cristina que amplíe, pero la patente puede ser sobre un microorganismo o sobre un procedimiento. Nosotros trabajamos sobre el procedimiento y Argentina lo hace sobre el microorganismo. Este trabajo argentino dice que, por tener soberanía, el microorganismo patentado en un lugar de la Antártida argentina es válido para todo el continente.

SEÑOR ABREU.- Pero no tiene soberanía.

SEÑOR BURGOS.- Sí, pero ahora se da un paso más.

Es más, dentro de los países que no tenemos soberanía hay dos grandes bloques; nosotros no hemos discutido a fondo el tema, pero resulta casi filosófico decir: «La Antártida no es de nadie» o «La Antártida es de todos». ¡Ese es el otro gran tema! Actuaríamos de manera diferente si decimos que la Antártida es de todos y debemos repartir entre todos un beneficio económico o si decimos que la Antártida no es de nadie y yo voy y hago la patente.

SEÑOR CRISTINA.- Quiero decirle al señor senador Abreu que nosotros no patentamos el microorganismo como tal; incluso, eso es contrario a la filosofía que tenemos en nuestra universidad y en nuestro organismo. Este es un debate mundial, que no se da solo en la Antártida. En realidad lo que patentamos son procedimientos que se pueden hacer con ciertas moléculas extraídas de microorganismos que solo existen en la Antártida. Eso en cuanto a la patente en sí.

Me gustaría recalcar que cuando hablamos de los países que tienen intereses se notan también los volúmenes de inversión en ciencia. Yo no puedo brindar los datos actuales exactos, sino los de hace unos años. Si ustedes tienen en cuenta que el Instituto Antártico Chileno –para no compararnos con las grandes potencias–, además de las bases, invertía USD 5:000.000 en proyectos de investigación y que nuestro Instituto Antártico Uruguayo para todo –incluyendo barcos, aviones, etcétera– disponía de USD 1:200.000, aproximadamente, pueden tener una idea de las condiciones en las que estamos compitiendo. Aun así, como bien señaló el contralmirante, tenemos proyectos muy interesantes y los trabajos que corrientemente realizamos en ciencias se publican. Quería resaltar que –hablando en un lenguaje coloquial– eso forma parte de la letra chica de un tratado. Por ejemplo, en materia de logística estamos trabajando con un mínimo gracias a un enorme esfuerzo del Ministerio de Defensa Nacional; los investigadores no cobramos viático y llevamos instrumental de la Universidad de la República para hacer las investigaciones y lo volvemos a traer. De todas maneras, el Instituto Antártico Uruguayo ha hecho un enorme esfuerzo, porque hace dos años ha inaugurado por primera vez una infraestructura de laboratorio en la base antártica. Esto revela las diferencias de magnitud de cómo nos podemos situar. Indudablemente, ha sido un enorme sacrificio de todos en aras, como decía anteriormente, de que los que hoy están en preescolar mañana puedan decir qué bien que tuvimos esta política de Estado. Pero realmente si no tenemos un refuerzo presupuestal en las actividades de ciencia, va a ser difícil sostener esto a largo plazo.

                Nosotros formamos investigadores antárticos, eso es parte de nuestra universidad. Ya hemos hecho tres escuelas antárticas y hemos formado a alrededor de sesenta jóvenes científicos antárticos con un enorme sacrificio; se imaginarán lo que implica realizar esa formación. La formación de esos sesenta jóvenes investigadores la pagó el pueblo uruguayo con los impuestos, con lo que se le asigna a la universidad, y si no tenemos la capacidad de integrar dentro del Estado a esos investigadores, va a haber otros países que los van a usar, pero que no «pagaron» –entre comillas– esa formación. Entonces, de ahí la importancia de comprender que, si bien este ha sido un esfuerzo de todos, para el significado estratégico que tiene para nosotros como país, es todavía poco lo que invertimos.

SEÑOR SERRENTINO.- Antes que nada, quiero agradecer a los señores senadores que nos hayan invitado el día de hoy para tratar esta temática.

                Simplemente para recordarlo, quiero decir que la ley de protección ambiental fue suscrita por usted, senador Abreu, en el año 1994 y entró en vigor en el año 1998.

                Nosotros nos hemos encontrado en el Instituto Antártico creando grupos de trabajo sobre el aerogenerador –que se piensa incorporar en breve–, sobre el tratamiento de efluentes de la propia base, sobre el conocimiento del medioambiente circundante. Lamentablemente, la meteorología después del año 2016 dejó de prestar servicios. Como se decía, las tres ciencias cuasifundadoras del componente científico de la base son la meteorológica, la biológica y la geológica; de modo que es interés del instituto que vuelva la meteorología cuanto antes. ¿Por qué? Porque el aerogenerador se sostiene si hay datos. Parece elemental, pero tenemos que tener mejores datos para saber qué sector de viento es el más aprovechable. Con lo que sabemos hasta hoy, gracias al esfuerzo de mujeres y de hombres que han servido a la base desde el año 1984 –o sea que la base está cumpliendo 36 años–, con esos datos, podemos llegar a decir que hay más de un 90 % de horas aprovechables para un aerogenerador. Este es un aerogenerador que va a estar a quince metros de altura, con un aspa de tres metros.

                Entonces, cuando se convoca a esos grupos de trabajo, a veces uno tiene la sensación de que le dicen «le estamos dando una mano al instituto». Yo creo que se parte de lo que justamente el senador Abreu mencionaba hace unos minutos relativo a si esto es o no una política de Estado, a si estamos o no ante una política de Estado, porque no se trata de darle una mano al Instituto Antártico. Al Instituto Antártico lo siento como un gran mediocampista, no voy a decir de qué colores.

                Pero ¿la presencia de Uruguay en la Antártida no es una política de Estado? Sinceramente les confieso que estoy muy contento de que estén todos los partidos políticos presentes, porque esa es la democracia más pura que podemos exhibir. Ustedes van a poder hablar y comentar hacia dentro de sus partidos para tratar de que esto sea más permeable y que la actitud de la política uruguaya cuando mire la Antártida contemple, además, un posicionamiento del país. Si lo hacemos aquí, no es posible que no lo hagamos más allá del paralelo 60. Por ejemplo, hay menos distancia de este escritorio a la Base Antártica que de este escritorio a Puerto Cáceres, en Brasil. Y el señor senador conoce lo que es la hidrovía Paraguay-Paraná, como yo. De Montevideo a Puerto Cáceres, en Brasil, hay 3442 kilómetros. De Montevideo a la Base Artigas hay 3012.

                Entonces, este no es un tema de considerar a la Antártida como demasiado lejos, porque en ese caso no hemos entendido bien la película. Aquí se trata de si a la Antártida la tenemos incorporada como un tema lírico o de enamorados de la naturaleza, o si la tenemos incorporada, como decía el contraalmirante, como un tema de responsabilidad generacional. Justamente sobre esto charlábamos antes de entrar con el expresidente Mujica.

                ¿Es o no un tema de política de Estado? Esa es la pregunta que tenemos que hacer. Y esto no solamente pasa por los presupuestos que se le brinden al Instituto Antártico. En el tema de la ciencia se trata de asegurar que estén presentes, como quiere el Instituto Antártico, todos los que pueden opinar. Por ejemplo, la Facultad de Química ha casi desaparecido, y una de las voluntades nuestras es que vuelva. La primera acción que tomamos fue distribuir a todos los decanos una invitación para que participen en la ciencia. ¿Cómo no invitar al Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, si fue uno de los fundadores? Permitió, a través de la Dinara, que la Base Científica Antártica Artigas comenzara a proyectarse desde el punto de vista de la ciencia. Me acuerdo del proyecto del doctor Bartolomé Grillo, que muchos lo deben recordar, con su Vital Krill.

                De modo que quería motivarlos y agradecerles. Recuerdo mi pasaje por Dinama, cuando, junto con senadores, elaboramos la ley de áreas protegidas. No había una invitación a Dinama a rendir cuentas, sino que todos los martes nos reuníamos con los senadores, y la ley salió muy bien, porque tomó en cuenta lo planteado por la Dinama más la opinión de todos los partidos políticos en su momento.

                Para terminar, entonces, quiero agradecerles nuevamente desde el punto de vista de la ciencia en sí misma y de los grupos que tenemos por delante. No se trata, insisto, de darle una mano al Instituto Antártico. Son los ministerios y los partidos políticos que pueden acercarse al Instituto Antártico. Desde ya, señor presidente, le pido que transmita, para ayudar a aclarar esto, que el Instituto Antártico está completamente receptivo a toda iniciativa que tengan los partidos políticos. Este es un tema verdaderamente de Estado. Si el Frente Amplio, el Partido Nacional, Cabildo Abierto, el Partido Colorado, nos marcan que la política de ciencia tenga determinado perfil, el Instituto Antártico solo tiene que darle forma y cumplirlo.

                Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Tomamos, obviamente, nota de todos los planteos.

                En lo personal agrego la experiencia vivida hace unos diez u once años por haber visitado la Base Artigas. Estuve cuatro días allá y vi cosas muy curiosas, no solamente las cuestiones de rutina, la medición del ozono. Yo fui en diciembre, pero me imagino lo que debe ser salir a medir el ozono en julio. Y recuerdo que había también un grupo de tres científicas, dos de las cuales tenían como actividad recoger materia fecal de ciertos pájaros. Entonces –perdóneseme la irreverencia–, era bastante divertido ver cómo miraban los pájaros y cuando veían que un pájaro defecaba, salían corriendo a ver si identificaban la materia fecal. Esto después redunda en este tipo de análisis de microorganismos, etcétera, como nuestros invitados dijeron.

SEÑOR ABREU.- Quiero hacer una sola pregunta y agregar algo que me había quedado pendiente.

                La generación de energía en la Antártida es muy importante, porque eventualmente, para la generación eólica renovable, pueden existir vientos de 200 kilómetros por hora a veces. Y hay un generador solar desde hace poco. Pero también hay generación que se hace a través del diésel, lo que, obviamente, no es recomendable desde el punto de vista ambiental. Quizá sea un paso que se pueda ir adelantando para que la generación de energía renovable sea un esfuerzo más.

                La última pregunta es por qué los Estados Unidos no ratificaron la convención del mar de 200 millas. Yo tengo alguna interpretación. Quizás esto esté muy vinculado con el Mar Ártico. Los Estados Unidos no quieren tener ningún tipo de obligación porque el Ártico es otro problema estratégico y no tiene reivindicación de soberanía ni tiene tratado. Entonces, ahí es una lucha paso por paso entre cada una de las grandes potencias. Rusia llegó a poner a 4000 metros de profundidad una bandera rusa de amianto para reivindicar soberanía, simplemente en un juego que es muy importante, porque la Antártida es tierra, digamos, cubierta de nieve, y el Ártico es otra cosa. Digo esto porque hay en los Estados Unidos e incluso en China una visión de que en estos momentos se puede estar analizando cuáles son los criterios sobre las 200 millas que están establecidas en la convención del mar.

SEÑOR BURGOS.- Voy a tratar de responder por partes.

                Respecto de la pregunta sobre por qué Estados Unidos no ratifica la convención del mar, escuché dos versiones que me parecen bastante creíbles.

                Una de ellas es que eso limitaría, obviamente, la alta mar. Hoy la convención del mar establece que el mar territorial son las 200 millas y todo el resto es alta mar, patrimonio común de la humanidad. Ese patrimonio común se vería reducido, obviamente, si Estados Unidos reconoce que cada uno tiene 200 millas. Esa es una opción.

                La otra surge a partir de una conversación que tuve una vez con un americano del Departamento de Estado. En aquel momento le pregunté por qué no ratificaban, y la respuesta de él fue distinta. Me dijo que era por algunos artículos de la convención del mar. Concretamente, uno es el artículo 82, que dice que si un país, en función de la plataforma continental extendida, toma riqueza de minerales, del subsuelo, etcétera; es autosuficiente, y exporta, ese valor de exportación tiene una quita, a partir de una escala que allí se determina, destinada a un fondo común que se distribuirá entre los Estados teniendo en cuenta –y esto es bastante peculiar– los países menos favorecidos. Y después me terminó diciendo que en aquel momento, en que el gran conflicto era Sudán, Estados Unidos no le quería dar dinero a Sudán.

                La otra pregunta estaba referida al tema de la generación eólica. Nosotros tenemos hoy en la base paneles fotovoltaicos que en el momento de máxima insolación –o sea, al mediodía de un día totalmente soleado– generarían 6 kilovatios. La base usa 80, o sea, no llegamos a un 10 % con fotovoltaica. Y el generador que vamos a poner es de 6 kilovatios, es decir, que entre los dos llegaríamos a 12. Este generador es un plan piloto, una experiencia que quiere hacer UTE, concretamente de eficiencia energética. El modelo que ellos usan, cuando uno le fija el criterio de optimalidad, le dice cuántos generadores, cuántos fotovoltaicos y cuántas baterías se necesitan. Yo he visto algunos que son con más de veinte generadores eólicos, generadores chicos. Con veinte, por supuesto, tendríamos una base verde y no dependeríamos del fósil. Hoy estamos consumiendo 160.000 litros, que representan un monto muy importante: $ 4:000.000 anuales se nos van en eso.

                Quiero agregar un comentario sobre el Ártico. En este caso lo que quieren es hacer por proyecciones, que es distinto al tema antártico. Lo que se pretende es que cada país que tenga costa sobre el Ártico, desde los meridianos de sus límites hasta el polo, tenga una zona propia. Hoy están Estados Unidos, por Alaska; Canadá; Dinamarca, por Groenlandia; Noruega; Rusia, e Islandia. Aquí el régimen es distinto y muy curioso. Si las islas que están en esa zona no están habitadas, no generan 200 millas, sino solo mar territorial de 12. E incluso se deja la puerta abierta a que las habitadas extiendan hasta 350. Es un gran problema.

SEÑOR ABREU.- Los recursos allí ya son gas y petróleo. No es lo mismo.

SEÑOR BURGOS.- Claro. El caso más cercano fue el de Noruega y Rusia. Estos dos países tienen problemas de límites laterales, pero no en la plataforma. Y eso está previsto en la convención, que habilita a que dos países pidan que se considere el exterior y no el lateral. Fue lo que hizo Argentina con Uruguay. Cuando Uruguay se presentó en 2009, Argentina dijo que no le constaba que ese punto que Uruguay señaló estuviera en el límite no demarcado. Pero no tenemos litigio y le pedimos a Naciones Unidas que considere a los dos países.

SEÑORA LAZO.- Quisiera saber si la información que tengo es correcta y, en todo caso, si está en ustedes responder la consulta.

Teníamos entendido que el buque de la Armada «General Artigas», el ROU 04, estaba sufriendo algunas modificaciones con el objeto de que pueda brindar apoyo. Y también, ligado a esto, hoy se manifestaba que desde el punto de vista presupuestal se iba a mantener el trabajo de los convenios y todo lo que se hace desde el punto de vista de la investigación con Udelar. Creo que está ligada una cosa con la otra, a los efectos de saber si se va a contar en 2021 con este buque adaptado para estas actividades.

SEÑOR VIERA.- Brevemente, como veterano también de la Antártica –aunque hace ya como veinte años que tuve esa enorme experiencia de conocer el territorio antártico–, quiero felicitar a los que a través de todos estos años han hecho este gran sacrificio. Quienes hemos conocido el trabajo del Instituto Antártico sabemos todo el sacrificio que en estos años han hecho. Es una labor pionera, realmente. En lo personal tuve esa oportunidad cuando inauguramos con Antel las comunicaciones a la Antártida como llamada local.

                Mi pregunta es qué proyectos científicos hay en este momento en marcha.

SEÑOR BURGOS.- En primer lugar voy a responder la pregunta de la señora senadora.

                Efectivamente, la Armada cuenta con dos buques aptos para el tema antártico: el Vanguardia, que es el que va a ir ahora, y el Artigas, que es el buque mayor. Lamentablemente, no contamos con él ahora por un tema de reparación mayor, de cambio de motores. Realmente es una lástima, porque el Artigas puede salir de Montevideo, ir a la Antártida y volver sin reabastecer. Esa sería la diferencia. Hoy sería fundamental. Pero no contamos con él. Tenemos que ir con el Vanguardia, reaprovisionar en Punta Arenas y atenernos a los protocolos chilenos, que nos piden 14 días desde la zarpada de Montevideo, cuando la navegación son cinco días.

SEÑOR ABREU.- ¿Y el Oyarbide?

SEÑOR BURGOS.-            El Oyarbide no puede. Tiene la misma capacidad de tanques –o menor– que el Vanguardia, es más lento y sé que tiene muchos problemas de motores también actualmente.

                O sea que lamentablemente no contamos con el Artigas para la campaña 2020-2021. Recién lo vamos a tener para la siguiente. El Artigas tiene capacidad sobrada: el combustible para uso propio le sobra para ir y volver, lo que implica que compramos combustible a precio nacional. Pagamos casi el doble de combustible en Punta Arenas que en Montevideo. Y en este caso las dos terceras partes de lo que consumimos de combustible para ir y volver de la Antártida, ya sea en avión o en el buque chico, se pagan en Punta Arenas. Para que los señores senadores tengan una idea de la magnitud, se gastan unos $ 24.000.000 de combustible por año: $ 10.0000 en cuatro vuelos; $ 10.000.000 en el buque y $ 4.000.000 de aprovisionamiento de la base.

                La pregunta del señor senador Viera era sobre los proyectos en los que actualmente estamos. Tenemos dos entidades. El Instituto Antártico Uruguayo tiene una Dirección de Coordinación Científica. Nosotros hacemos el nexo con todos los jefes de proyecto, vemos necesidades logísticas: trasladarlos, darles alojamiento en la base, etcétera. Y después el Comité Nacional SCAR dice cuáles son las líneas de proyectos que deberíamos apoyar.

SEÑOR PRESIDENTE.- El último comentario que quisiera realizar tiene que ver con enfatizar otra dimensión de la actividad en la Antártida: la solidaridad.

                No sé si recuerdan que cuando se disolvió Unión Soviética había un astronauta que estaba girando alrededor de la Tierra y nadie lo bajaba, porque nadie se hacía responsable. En la base pasó lo mismo: nadie se hacía responsable, y sobrevivir sin víveres, sin apoyo, sin logística en la Antártida es bastante complicado. Ahí se vio una buena muestra de solidaridad, porque las personas que estaban en la base soviética sobrevivieron, justamente, gracias a la solidaridad de las bases amigas y las bases vecinas. Entonces, creo que hay una cuestión de espíritu de solidaridad que bien vale destacar.

                Si no hay más preguntas, agradecemos a los representantes del Instituto Antártico Uruguayo por su presencia en la sesión de hoy.

                No habiendo más asuntos, se levanta la sesión.

(Son las 15:30)

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Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.