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COMISIÓN DE EDUCACIÓN Y CULTURA

(Sesión celebrada el día 7 de agosto de 2019).

(Ocupa la presidencia el señor Rubén Martínez Huelmo).

SEÑOR PRESIDENTE.- Habiendo número, está abierta la sesión.

(Son las 17:17).

                –Dese cuenta de los asuntos entrados.

(Se da del siguiente).

                «El señor senador Pedro Bordaberry presenta con exposición de motivos un proyecto de ley por el que se crean Centros Educativos Públicos de Educación Pública de Gestión Comunitaria. (Carpeta n.º 1381/2019)».

                –Vamos a ingresar en el primer punto del orden del día de esta sesión, correspondiente a la carpeta n.º 1282/2019. Debemos recibir a las delegaciones de Sudei y CUD.

                (Ingresan a sala representantes de la Sociedad Uruguaya de Artistas e Intérpretes y de la Cámara Uruguaya del Disco).

–La Comisión de Educación y Cultura del Senado tiene mucho gusto en recibir a las delegaciones de la Sociedad Uruguaya de Artistas e Intérpretes (Sudei) y a la Cámara Uruguaya del Disco (CUD), representadas por Marihel Barboza, presidenta de Sudei, Mauricio Ubal, presidente de CUD, Gabriela Pintos, directora general de Sudei y Mariano Arsuaga, secretario ejecutivo de CUD.

Como saben, su presencia está vinculada a la carpeta n.º 1282/2019, «Derechos de autor y derechos conexos. Se extienden los plazos establecidos en los artículos14, 15, 17, 18 y 40 de la Ley n.º 9739, del año 1937, con las modificaciones introducidas por los artículos 7.º, 8.º y 9.º de la Ley n.º 17616, de 10 de enero de 2003, que regulan el derecho patrimonial de autores e intérpretes».

SEÑORA PINTOS.- Soy directora general de la Sociedad Uruguaya de Intérpretes, Sudei.

Nosotros estamos involucrados en este proyecto de ley desde hace mucho tiempo; no es de esta legislatura, incluso cuando yo no estaba en este cargo teníamos iniciativas anteriores del mismo tenor, al igual que la Cámara Uruguaya del Disco.

Esto es algo muy sencillo: los intérpretes –que es la sociedad a la que representamos y gestionamos colectivamente– son quienes interpretan los temas, no tiene nada que ver con los autores, que pueden coincidir o no. Sin intérpretes, por más que la obra esté hecha, no se difunde, no se fija, no se interpreta y no se da a conocer.

Entonces, somos una sociedad de gestión, la cual tiene más de 4500 socios y, posiblemente, sean personas que ni se conocen. Son conocidos cuando coinciden con el autor, pero no lo son cuando no coinciden. Hay millones de ejemplos. Pueden existir grupos que tocan con determinadas personas que luego van cambiando. ¿Qué es lo que sucede? Por ejemplo, un determinado intérprete, con veinte años de edad, graba una obra. Pasan cincuenta años, la obra cae en dominio público y el intérprete ya no tiene más el derecho a cobrar. No pasa así con los autores. Hay una interpretación diferente pero eso es así. También ocurre con el productor. El derecho de intérprete proviene de la reproducción, de fijaciones. Por lo tanto, vamos muy de la mano con el derecho de los productores porque si no hay fijación y no hay intérprete, no hay reproducción y no hay derecho.

                Es muy simple lo que estamos pidiendo, que refiere al plazo de protección, que en vez de cincenta años, que sería más o menos una edad promedio de setenta años del intérprete, pase a tener setenta años desde el momento de la fijación. La expectativa de vida ha cambiado, estamos hablando de noventa años.  Posiblemente tendría que ser hasta más porque si hablamos de derechos, nos parece raro que en la cadena productiva –desde que se graba un tema, el estudio de grabación, el que dibuja, el que graba, el que limpia el estudio– todo el mundo cobre, pero llega un momento en que no el intérprete, no. Es un tema que no le saca el dinero a nadie, es solamente una ampliación de los derechos, lo cual me parece que es muy justo. No es un cambio de alguien por otro, esto no tiene costo, sino que es un justo derecho para el intérprete. Esa es la posición más simple y clara.

SEÑORA BARBOZA.- No hay mucho más para agregar a lo que dijo la señora Pintos. Yo soy intérprete, cantante, y esto para mí es primordial más que el de presidente, porque este cargo es eventual y cantante lo seré toda la vida.

(Ocupa la presidencia el señor Carlos Camy).

                Entonces, es importante que quede claro que los intérpretes, si grabamos una obra teniendo veinte años de edad, cuando cumplimos los setenta años ya perdimos ese derecho, independientemente del derecho de autor que tiene ese derecho de por vida y cincuenta años post mortem. Por tanto, es fundamental hacer esa aclaración porque es verdad lo que decía la señora Pintos: cuando uno habla de derechos, poner límites en cuanto a los derechos de las interpretaciones, de las obras, parecería ser algo ilógico. Si me preguntan, pienso que tendría que ser un derecho de por vida y no que caduque a los setenta años.

SEÑOR UBAL.- Soy autor, intérprete, hace cuarenta años estoy vinculado con la producción fonográfica a través del sello Ayuí y desde hace unos años estoy trabajando al frente de la Cámara Uruguaya del Disco.

                Es importante señalar que lo que nosotros cobramos son los derechos de comunicación pública que pagan básicamente los grandes usuarios, como las televisiones, las radios, los cables y los que organizan las fiestas privadas.

                En 1936, cuando se promovió la ley, la titularidad de ese derecho era por cuarenta años y a medida que fueron haciéndose las distintas modificaciones, fue creciendo. Ahora, el panorama a nivel mundial –me refiero a Europa, buena parte de Asia y América–, los setenta años ya están instaurados; en Latinoamérica faltan Bolivia y Uruguay.

                La preocupación surgió cuando el año pasado se empezó a hablar de que se iba a firmar un acuerdo con la Unión Europea. En esta instancia, los europeos nos decían que Uruguay era de los pocos países que tenían la titularidad del derecho por cincuenta años, y no por setenta años. Los artistas quedaban en peores condiciones a la hora de defender sus interpretaciones y la producción.

                El productor uruguayo tiene una particularidad que prácticamente no se da en ningún lugar de América, y es que la producción de música nacional de la que tanto se habla, casi en un  90 % o 95 % ha sido llevada a cabo por gente uruguaya. Salvo «Los Iracundos», «Los Shakers» y algunos discos aislados –dejando de lado a Gardel que fue anterior a todo esto–, todos los demás son trabajos uruguayos, hecha con inversión uruguaya. Les puedo asegurar que no hay ricos en esta rama. Alguien podría pensar que hay gente que explota a los artistas; podrá haber contratos para negociar, pero eso ha permitido siempre que exista lo que gusta a todo el mundo. Muchos dirán qué buena que es la música uruguaya, cuánta producción tiene, pero eso es porque alguien invirtió en ella. Ahora está cambiando todo, y es aún más importante para el productor porque son los propios artistas los que serán productores de sus obras. En pocos años costará mucho pensar que un tercero vaya a invertir dinero en pagar horas de grabación, músicos, gráfica y fabricación de una cosa u otra, porque al irse abajo la comercialización de discos, de objetos, de formatos, lo que queda lo tiene que hacer el artista que se vuelve productor, a veces es el autor, y el que graba las piezas. Si bien no todo el mundo puede hacerlo, la tendencia va para ese lado. Quiere decir que el derecho que estamos pidiendo con la extensión va a ir directamente, en la mayoría de los casos, a personas físicas. No tiene sentido que en diez años pierda los derechos de «A redoblar» –este año cumple cuarenta años– si yo no le cobro a nadie y el Estado no tiene que pagarme nada especial.  Es más: el Estado –el Canal 5– no paga los derechos, por ejemplo. Ese es otro problema, que no tiene que ver con esto. La radio del Sodre ya empezó a pagarlos pero, en general, se trata de derechos que no afectan directamente al pueblo, a la comunidad. La gente recibe esto, de todas maneras, y nos parece por demás lógico que se entienda así y que se amplíe el derecho. Los Olimareños –que tienen setenta u ochenta años– siguen llenando estadios y hay obras que entran en el dominio público. ¡Es ridículo, no tiene sentido! ¿En beneficio de qué?

Hay, sí, grandes intereses. Las empresas tecnológicas del mundo –Google, Amazon, Facebook– no quieren que se pague el derecho; ellas pelean, hacen lobby y las tenemos acá, en los pasillos, trabajando para eso. Vienen a hablar con los políticos porque no quieren que se pague. Ellas son, repito, las grandes interesadas en que no exista el derecho de autor, en bajarle el perfil, en romperlo; tienen el dinero del mundo y lo pueden hacer. Nosotros, los músicos de acá, las estamos peleando de a una y como podemos.

Además, el valor de las que en un momento fueron grandes compañías, como la EMI, hoy en día es ridículo. El valor que tiene EMI –que  inventó a «Los Beatles»– es ridículo porque se ha bajado de categoría a la música grabada.

                Entonces, ¿qué hacemos con el tema de la construcción si no cuidamos los derechos? Los creadores no hacemos las cosas así, esto da trabajo. ¡Hacer un tema, trabajarlo y que cuaje da mucho trabajo! Parece que se despreciara el trabajo de los creadores cuando se prohíbe, cuando se habla mal de esta cuestión o cuando se dice que no importa su trabajo. Es como si el creador tuviera que trabajar en una oficina y después hacer música. Esta es una cuestión, es un trabajo muy importante, muy pesado, y esto lo confronto con quien sea: cuán pesado es, cuánto cuesta.

Empecé diciendo: los derechos son de comunicación pública pero si hago cien canciones, de repente «pego» con dos y hay noventa y ocho que no tuvieron repercusión y que no van a generar un peso. Hay gente que se ha muerto y que nunca generó nada, como Eduardo Mateo, a quien luego se le reconoció el trabajo. Después hablamos de qué bárbaras son sus canciones y se venden discos y se hacen películas pero, en su ínterin, apenas pudo sostenerse. Digo esto por mencionar un caso. Carlos Molina está en el otro extremo, también está Marcos Velázquez, en fin, tengo muchos casos para citar de creadores que murieron en condiciones horribles y atendidos con los peores resultados.

                Lo que hace Sudei, básicamente –y aquí hablo y me siento como intérprete– es, de algún modo, dar un apoyo. No es un gran sueldo, por supuesto. ¡Ojalá pudiéramos cobrar más! Al menos, la gente hace cola para cobrar ese dinero, pero a veces uno escucha decir que es poca plata. ¿De qué poca plata hablan? ¿Cómo se atreven a hablar así? ¿Cuánto valen los $ 12.000 que voy a cobrar? Tienen valor para mí y eso no lo puede juzgar nadie.

                Perdonen si me pongo un poco mal pero el tema me afecta; son cuarenta años y no dos días que trabajo en esto.  Entonces, eso me parece importante a la hora de venir aquí. No estamos pidiendo nada –ni un cargo, ni plata– sino que por favor extiendan los derechos.

Ahora tenemos este proyecto de ley del senador Mieres. Lo presentamos al Frente Amplio el año pasado pero se trancó, no se aprobó. Existe esta posibilidad y ojalá el Frente Amplio tenga la altura –lo digo públicamente y asumo mis palabras– de votarlo porque es lo que necesitamos. ¡Ojalá la tenga! Cuando yo tenía veinte años creía que era posible que, más allá de las banderas, si había alguna cosa positiva, la pudiéramos votar todos.

Repito que no es mucho lo que pedimos y que no implica ni perjudica a nadie.

                Hace mucho tiempo que estamos mendigando esto. Ojalá se dé, se entienda y podamos salir adelante para atender este asunto que nos parece de justicia. Estamos defendiendo un trabajo.

SEÑORA PINTOS.- Sumado a lo que decía el señor Ubal, quiero señalar que hay muchas cosas. Quizás este tema sea bastante nuevo para los señores senadores, pero no lo es para nosotros, que estamos trabajando en esto desde hace tanto tiempo. El señor Ubal lo expresó de una manera muy gráfica. Deberían conocer el nivel económico que tienen los socios de Sudei. Puede ser que el dos o tres por ciento no vaya a cobrar, que hayan tenido suerte, que hayan pegado con un tema y demás, pero en general es gente de una posición económica muy baja. Cada seis meses, cuando distribuimos los derechos, hacen cola. Los recursos de esos derechos vienen de los usuarios, de las radios, de los canales de cable, de las fiestas privadas, de los boliches, a los que también les ha bajado la recaudación.

                Nosotros cada vez tenemos más socios. Eso se debe a que hay una buena parte de nuestro sistema de distribución que es de fin social. Y en ese fin social estamos hablando de ayudas culturales para que puedan estudiar. Tenemos un programa de becas y un fondo cultural que sale de la recaudación, que es estatutario. También tenemos un fondo que es de ayuda social para ser usado en caso de infortunio. Por ejemplo, el que se quebró un brazo y no puede tocar la guitarra ni cantar, no genera. Entonces, nosotros brindamos ese apoyo. Hemos pagado medicamentos, pensiones, estudios clínicos y estudios médicos a los socios. Tal fue el caso de Caio Vila, quien murió en el hospital Maciel. Es así. Hablamos de Cheché Santos, un grande del carnaval que todo el mundo conoce. Él vivía en una pensión. Sudei le terminó pagando un residencial. Por tanto, me parece que la gestión colectiva, más allá de los derechos, tiene que ser muy importante para dar esa contención al socio y también evitar  a las empresas comerciales –no se las puede llamar sociedades– que vienen y se instalan en el mundo entero. Posiblemente los invitan a ingresar, les digan que les administran el derecho y les cobran el 10 % por esa tarea. Pero si mañana te enfermas, fuiste un cliente. No fuiste una persona, no fuiste un artista. No hay nada. Fuiste un cliente. Ya está. Y eso está ocurriendo.

                El señor Ubal se refería a ese fin social y a la relevancia del derecho de intérprete. Es importante monetariamente.                 A fin de año, a partir del 15 de diciembre, se forman colas en la calle. Hay personas en la calle esperando porque, además de los derechos, les regalamos una canasta. Hay gente que va a buscar la canasta porque es la cena de Navidad.

                Pedimos la extensión de esos derechos por veinte años. Y lo hacemos porque no se los estamos sacando a nadie. Estos no son vasos comunicantes en los que sale de un lado y va para otro. Les corresponde a ellos. Es su trabajo, su industria nacional, su industria propia.

SEÑORA MOREIRA.- El proyecto de ley presentado por el señor senador Mieres contiene varios artículos. Ustedes hacen un planteo muy concreto respecto a los derechos de intérprete.

                Entiendo que hay una demanda específica respecto de la extensión de los derechos de los intérpretes hasta que mueran –como se dice aquí–  o veinte años más. Ese planteo tiene una lógica y es que la persona, en vida, pueda cobrar sus derechos. Esto es clarísimo y estoy totalmente de acuerdo. Creo que es algo distinto a la extensión de los derechos autorales –que ya están extendidos hasta cincuenta años después de la muerte del autor– hasta setenta años; ya es un problema de los herederos. Es otra cosa y quiero diferenciarlo. Me parece que ustedes plantean que los autores cobren durante toda su vida sus derechos de autor, que es algo muy legítimo y específico.

                El proyecto de Mieres incluye todo y extiende en veinte años los derechos de autor, que ya se habían extendido a cincuenta años después de la muerte del autor. Es como extender un derecho a herencia. Ustedes plantean otra cosa –quería tener claro esto–, que son los derechos de los intérpretes.

                El artículo 18 establece que: «Los derechos patrimoniales reconocidos a favor de productores de fonogramas y organismos de radiodifusión serán de cincuenta años a partir:  A) Del 1º de enero del año siguiente al de la publicación, … ». Teniendo claro lo de los derechos de intérprete, quisiera hacer una pregunta al señor Mauricio Ubal sobre este artículo, que refiere a los productores –más allá de que en lo que dijo estén incluidos los productores y los autores, porque una persona puede ser todo eso–: ¿se estaría solicitando que los derechos de los productores de fonogramas pasen de cincuenta a setenta años?

                Quisiera que se dejaran claro estos puntos, porque el derecho de intérprete es más sencillo de entender.

(Dialogados).

SEÑORA BARBOZA.- Como el derecho del intérprete va muy de la mano con el derecho del productor, porque nace por el disco físico y por la fijación, es impensable separar una cosa de la otra. Para nosotros, eso va muy de la mano.

(Dialogados).

SEÑOR PRESIDENTE.- Disculpen. Les voy a pedir que hablen de a uno, que esperen a que les demos la palabra y que se presenten siempre.

SEÑORA MOREIRA.- También quisiera entender la relación entre una cosa y la otra, porque me parecía que remitían a artículos distintos y a problemáticas diferentes. Creo que la invitada trataba de contestarme por qué el derecho de la producción de fonogramas estaba pegado al derecho de intérprete. Eso es lo que estoy tratando de entender.

SEÑORA BARBOZA.- En realidad, creo que está todo dicho.

Nos interesaría saber cuál es el inconveniente para que este proyecto de ley esté a estudio desde hace tanto tiempo y no pueda salir. Sería un reconocimiento al artista, al productor y a todos los que trabajamos en este lindo camino de la música tener la extensión de veinte años de derechos, o de por vida. ¡Ojalá tengamos ese reconocimiento de por vida, tanto los artistas y los intérpretes como los productores!

Lo fundamental es conocer cuál sería la barrera que no nos permite avanzar en este tema.

SEÑORA PINTOS.- Quisiera contestar a la señora senadora Moreira: el derecho de intérprete se genera con la reproducción de las obras. Por ejemplo, Mauricio Ubal compuso A redoblar, que es una canción divina, espectacular, pero, si no la reproducen en un usuario, en un medio, en una radio o en un boliche –en las actuaciones en vivo el derecho de intérprete no cuenta–, no cobra, porque el derecho de intérprete se genera con la reproducción. Ahora bien, esa reproducción no existe si no hay un productor o alguien que difunda la obra; por lo tanto, si no se graba el disco o el soporte –sea cual sea, porque actualmente el disco está en desuso–, la radio no lo reproduce, y si la radio no lo reproduce, el derecho de intérprete no existe. Entonces, el productor y el intérprete nacen juntos en el derecho: uno le da el cómo y el otro lo reparte. Por eso van juntos.

SEÑOR UBAL.- Lo que decía la senadora Moreira sobre el tema de la herencia, es verdad, es post mortem, y va a ser para mis herederos. No obstante, como autor –lo que he hecho son canciones–, lo que le voy a dejar a mis hijos, mis nietos, etcétera, son los derechos de esas canciones. Entonces, si todo el mundo tiene una protección de derechos de setenta años, no veo por qué nuestro caso es distinto. Hay que tener en cuenta que no molesta a nadie, que ese dinerillo se destina, a lo sumo, al dominio público; de otra forma, serviría para que hicieran negocio terceras compañías que nada tienen que ver con esto, como pasa con El Principito: algunas ediciones son una vergüenza. Lo que hay es una búsqueda de lucro, tratando de explotar esa situación.

El tema de si son cincuenta o setenta años puede ser discutible, pero, ¿por qué no puedo tener yo el derecho de extender a mis herederos veinte años más? No son mil años.

SEÑORA MOREIRA.- Lo que se quería era diferenciar el derecho de intérprete que afecta en vida y entender la conexión con el derecho de producción y el de autor, que tiene otra evolución en relación a la vida del artista. Era solamente eso.

SEÑOR MIERES.- Señor presidente: agradezco a los directivos de Sudei y de la Cámara Uruguaya del Disco, porque han hecho una presentación mucho más potente que todo lo que uno hubiera dicho. Además, ellos lo viven y lo sienten y es de estricta justicia.

                Si yo no conozco mal, en todas las legislaciones del mundo se mantienen los mismos plazos para los dos tipos de derecho: los de intérprete y los de autor, es decir, los herederos de autores. Por lo tanto, uno se pregunta por qué la herencia de bienes no tiene límite y la de creaciones, la de cultura y la de arte sí tiene que tener una limitación de ese tipo para los herederos. Ese es un tema que, en todo caso, lo va a defender Agadu. Creo que lo que el señor Mauricio Ubal dijo fue muy contundente, incluso en este segundo punto. Sería un caso absolutamente raro que la legislación uruguaya

–probablemente la única en el mundo– tenga un plazo para intérpretes y uno diferencial menor para los herederos de los autores. En todas las legislaciones esos plazos van juntos, como bien decía la delegación.

                Muchas gracias por la presentación.

SEÑORA BARBOZA.- Estamos a la espera porque queremos que esto funcione. Se han publicado muchos artículos de prensa y nos han acompañado artistas como Rubén Rada y Hugo Fattoruso.  Todos están apoyando. Queremos que esto sea algo unánime y estemos todos contentos. ¿Por qué no?

SEÑOR PRESIDENTE.- Les agradecemos mucho la presencia y sus aportes.

(Se retiran los representantes de Sudei).

 

(Ingresan a sala los representantes de Agadu).

                –Damos la bienvenida a la delegación de la Asociación General de Autores del Uruguay, Agadu, integrada por el presidente, Alexis Buenseñor; el presecretario, Jorge Nasser, y el asesor legal doctor Hugo Di Carlo.

                Agradecemos su presencia y la opinión que nos van dar sobre un tema que, como es de su conocimiento, está en tratamiento parlamentario en esta comisión. Es un proyecto de ley presentado por el senador Pablo Mieres que promueve la extensión de los plazos que establecen las leyes vigentes con referencia a derechos de autor y derechos conexos.

                Tienen la palabra.

SEÑOR BUENSEÑOR.- Los que tenemos que agradecer somos nosotros, agradecer al señor senador Mieres por la iniciativa de presentar este proyecto y a la comisión por recibirnos y permitirnos expresar.

                Es obvio que entre los autores la extensión del plazo a setenta años es bien recibida; en mi calidad de presidente de la asociación digo que es un justo reconocimiento.

                Me gustaría hacer una breve reseña de cómo fue en nuestro país la protección de los derechos. La Ley n.º 9739, de 1937, establece una protección de cuarenta años.

La segunda instancia es en 1967 –treinta años después– cuando Uruguay adhiere al Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas y la protección se extiende a cincuenta años, que es lo que marcaba la convención. Desde ese momento hasta el año 2003 hubo por parte de los titulares de derecho iniciativas para tratar de modificar y elevar la protección a setenta años y no se obtuvo resultado alguno. En ese año se toma la iniciativa –hubo un proyecto– de modificar toda la ley de derechos de autor, pero solo se llevó adelante una modificación parcial mediante la Ley n.º 17616. El artículo 14, que se reitera en la Ley n.º 9739, no modifica los cincuenta años. Quiere decir que hubo otros artículos que se modificaron, pero no se cambió la extensión del plazo de los cincuenta años. Del 2003 hasta hoy, Agadu hizo gestiones que tampoco dieron resultado, así como también lo hicieron otros titulares de derecho como los intérpretes y productores de fonograma –que nos precedieron en la visita del día de hoy–procurando también la extensión del plazo, y no se logró.

Para poner sobre la mesa toda la información, quiero decir que hay dos países en la región que no tienen la protección de setenta años: estos son Uruguay y Bolivia. Después, fuera de la región, está Canadá que también tiene cincuenta años de protección. Me viene a la memoria Venezuela con sesenta años y México, que tiene cien años. Es decir que hay distintos años de protección.

                Personalmente, sin ser político, creo que hay dos palabras mágicas: voluntad política. Ojalá en esta instancia –sé que los plazos en este año son escasos–, en este poco tiempo, se pueda dar la voluntad política del reconocimiento de los setenta años porque sería muy justo no solo para los autores uruguayos, sino para los 4:000.000 de creadores que Agadu representa en Uruguay mediante la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores, Cisac, a la cual estamos confederados desde hace muchísimos años.

SEÑOR MIERES.- Como la delegación anterior se refirió particularmente a los derechos de intérprete y productores y se estableció una suerte de preguntas en torno a si la legislación comparada distingue entre la extensión del derecho del intérprete y la de los autores o, mejor dicho, los herederos de los autores sería, bueno que nos ilustraran sobre cuál es el estado de la situación. Yo entiendo que van juntos, que las legislaciones modifican simultáneamente a ambos y por eso la propuesta viene en el mismo sentido de que los herederos de los autores también reciban la extensión correspondiente a la de los intérpretes y productores.

SEÑOR BUENSEÑOR.- Me gustaría agregar que en Uruguay la protección es de cincuenta años a partir de la muerte del autor, y para intérpretes y productores es de cincuenta años, pero a partir de la primera edición del fonograma.

                No conozco ningún caso en el mundo donde la protección esté distinta, en años, entre autores y derechos conexos. De darse ese caso –obviamente, la palabra la tendrá el Poder Legislativo–, sería el único en el mundo. Como dijo el señor senador Mieres, la protección es homogénea para todos los derechos.

                Si el señor presidente lo permite, quisiera ceder el uso de la palabra al doctor Di Carlo.

SEÑOR DI CARLO.- Creo que el profesor Buenseñor ha respondido muy bien a la pregunta. Simplemente voy a agregar que la diferencia está en el punto de partida del cómputo de la protección y por eso puede suceder que haya obras donde la titularidad aún la tiene el autor, pero el fonograma ya pasó al dominio público. Esto se generó a raíz de todo el reclamo de obras de Tótem y otros conjuntos de la época, donde el fonograma ya pasó al dominio público, pero no los derechos de autor; en este caso es obvio que el titular sigue siendo Rubén Rada. Por eso siempre se compatibiliza y se armoniza entre los dos derechos, independientemente del punto de partida de cada uno de ellos. De todas formas, queda claro que no puede darse el caso de que un derecho se adquiera a los treinta años y otro a los setenta, porque eso no existe en ningún lugar del mundo. 

                Si no hay más preguntas, me voy a presentar. Mi nombre es Hugo Di Carlo y soy asesor legal de Agadu. Quiero reiterar el agradecimiento por la convocatoria para analizar un tema tan sensible para nosotros y por el cual estamos peleando desde hace tantos años.

                Me gustaría dar una breve visión del tema, porque se habla de cincuenta o de setenta años, pero queremos plantear, desde el punto de vista de nuestra institución, dónde se genera el inconveniente. Somos una sociedad de gestión colectiva que administra los derechos de autor y, en función de ello, otorgamos licencias, cobramos los derechos y luego los distribuimos. A partir de esta premisa formamos parte de Cisac –Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores–, al igual que otros 250 miembros. Como miembro integrante participamos de acuerdos bilaterales con los otros países que conforman la Cisac y ahí es donde se origina el problema; es decir, cuando hay una desarmonía entre los años de protección que tiene un país y los años que tenemos nosotros. Por ejemplo –¡vean la contradicción!–, sucede que cruzando el charco una obra de Jorge Nasser estará protegida durante toda la vida del autor y setenta años post mortem, mientras que de este lado del Río de la Plata lo estará tan solo por cincuenta años.

                En definitiva, parece que se es más realista que el rey, porque si en tu propio país hay un nivel de protección de cincuenta años cuando en otro hay setenta, a veces parece que nos están diciendo: «¡Che, pará y aggiornate un poco!», por lo menos, para contar con el mismo nivel de protección. Ahí, cuando vamos a firmar los acuerdos bilaterales, es cuando se genera el inconveniente.

                Antes, todas las protecciones estaban en cincuenta años y no había problema, pero después todas las legislaciones se fueron aggiornando, tanto a nivel regional como mundial, y nosotros hemos quedado un escalón atrás.

                A fin de que quede constancia en la versión taquigráfica me gustaría leer cuáles son algunos de los países que cuentan con una protección de setenta años. En la región podemos mencionar a Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Perú; después tenemos a Estados Unidos y obviamente a la Comunidad Económica Europea.

                Cuando se creó la Comunidad Económica Europea los niveles de protección eran diferentes en cada uno de los países. En algún momento, se establecieron directivas y se unificaron. El numeral 2) de esas directivas –que son resoluciones– hace referencia a la existencia de los plazos de protección diferentes. Dice así: «Considerando que esta situación acarrea disparidades entre las legislaciones nacionales que establecen los plazos de protección del derecho de autor y de los derechos afines, disparidades que pueden obstaculizar la libre circulación de mercancías y la libre prestación de servicios y falsear las condiciones de la competencia en el mercado común; que, para el correcto funcionamiento del mercado interior es necesario, por tanto, armonizar las legislaciones de los Estados miembros a fin de que el plazo de protección sea idéntico en toda la Comunidad… ».

La resolución tiene 27 numerales y si bien ahora no los voy a leer todos, por un tema de tiempo, me voy a detener en uno de ellos que trata de la esencia. Dice: considerando «que la armonización del derecho de autor y de los derechos afines deberá realizarse sobre la base de un nivel de protección elevado, ya que dichos derechos son indispensables para la creación intelectual, y hace hincapié en que su protección permite garantizar el mantenimiento y el desarrollo de la creatividad en interés de los autores, de las industrias culturales, de los consumidores y de toda la colectividad en general… ».

Los señores senadores se preguntarán por qué traigo esto a colación. Porque estamos en tratativas de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea y lo que acabo de leer es un requisito que en algún momento nos van a exigir. Tenemos colegas en el exterior con quienes intercambiamos información y sabemos que desde los países miembros de la Unión Europea nos van a hacer esa solicitud, esa imposición o nos van a plantear ese requerimiento.

Hoy nos encontramos frente a la clase política que va a tener la alternativa de conceder por sí esta prórroga de protección como una iniciativa propia. De lo contrario,  quizás el día de mañana deba aceptarla ya no por iniciativa propia, sino porque esas son las reglas de juego que se oponen de la otra parte.

Ahora, si el señor presidente lo permite, el señor Jorge Nasser –prestigioso autor y compositor, creador de varios himnos, como el Candombe de la aduana– continuará la exposición.

Muchas gracias.

SEÑOR NASSER.- Buenas tardes a todos los señores senadores.      Es una alegría estar acá.

                Me voy a dirigir a ustedes más en mi carácter de artista y autor que de la investidura que tengo ocasionalmente en Agadu. Voy a hablar más por mi experiencia personal que por la parte técnica, que no domino mucho.

                Finalizada la dictadura regreso desesperadamente a vivir en mi país; me fui un poco escapando. Me trajo el aire de la democracia y en ese viaje de libertad, de apertura a la uruguaya, decanté por el rock, por la música y el arte.

Venía de Buenos Aires, Argentina, manijeado con todo lo que era la movida cultural de ese país –que fue muy fuerte–, como la banda de rock los Redonditos de ricota. No sé, en ese momento muchas cosas importantes pasaron a nivel cultural. Habían vivido la guerra de las Malvinas y la música en castellano de su propio país tenía un impulso muy fuerte. Yo venía con toda esa impronta y me encontré con que acá pasaban la música disco, anglosajona, que me hacía sentir un poco incómodo. Pensaba que la creación nacional necesitaba un empuje –por suerte ya había gente como Jaime Roos, como Rada, que nunca se fue en el sentido artístico de la palabra– y humildemente fuimos haciendo  camino, «el camino de siempre».

                Cuando regresé mi padre me ofreció –para achicar– que fuera a vivir a su casa en la Aduana –a esa altura ya se había divorciado de mi madre y vivía solo–, entre las calles Cerrito y Guaraní.  Entonces, viviendo yo allí, resultó que los ómnibus no iban más a la Aduana. No sé si alguien se acuerda, pero los ómnibus tenían como destino la Aduana y cuando quedaban uno o dos pasajeros lo cambiaban por Plaza Independencia. Y en aquella época uno era joven y no estaba en la disposición de discutir la autoridad, por lo que me bajaba y hacía el camino de siempre: Plaza Independencia, Sarandí, Plaza Matriz, 25 de Mayo, Rincón, Zabala, y llegaba al boliche donde alguno ya estaba empezando a tomar. El canario una vez me dijo que allí él se tomaba una antes de entrar a trabajar. Justamente, en ese boliche escribí esa canción que me cambió la vida, aunque eso no es lo más importante, como sí lo es que cambió la vida de mi familia, de mi hijo, Francisco Nasser, que en aquel momento era un bebé de un año y hoy es tecladista de No te va a gustar. También cambió la vida a mi hijo Simón, que nació en 1996, cuando yo ya estaba en Níquel con una banda constituida, haciendo rock en castellano, con éxito, experimentando lo que en otros momentos era impensable. De la mano del éxito vino la gestión colectiva. Yo era de los que no cobraba nada y repetía aquello de que se la llevan toda. Pero la realidad es que mis obras no se ejecutaban, por eso no cobraba. En el momento en que mis obras –como el Candombe de la Aduana, Amo este lugar– se empezaron a ejecutar empecé a recibir lo que me correspondía, al igual que Jaime Ross, Rada o Brancciari y todos los muchachos que saben que nuestra sociedad es dirigida por autores y no por tecnócratas o editores. Nuestra sociedad está dirigida por autores reales, y en este caso por alguien como yo, lamentablemente, aunque en realidad no dirijo demasiado, por suerte.

(Hilaridad).

–Entonces, pienso en una palabra clave, como tranquilidad. ¡Qué importante es para el artista tener tranquilidad! Se puede argumentar que cincuenta años es un plazo que da tranquilidad, y la verdad es que más tranquilidad me da setenta años. Si uno tiene la suerte de comprar una casa, no es propietario por el plazo de setenta años. Por eso me pregunto por qué se hace esa diferencia entre la propiedad intelectual y la propiedad privada. Creo que esa es una buena pregunta para nosotros los progresistas. Se puede decir que se trata del intangible, que recibimos todo esto del saber mundial, que es como un acopio. Al respecto hay dos bibliotecas: una incipiente que inventó Google y otra histórica europea que concede al creador la mayor protección.

                Lo cierto es que para los autores nunca van a ser suficientes las protecciones, y basta ver el caso de Mateo. Los martes atendemos situaciones increíbles de gente que cae y no es sostenida porque carecemos de esa trama cultural; me refiero, fundamentalmente, a los compositores de música.

                Por consiguiente, todas las protecciones para mí, como artista y como testigo de cargo, son pocas. Setenta años está bien y si los señores senadores, que saben más que yo, así lo consideran, entonces es perfecto y no tengo más que agregar en ese sentido.

SEÑORA MOREIRA.- El cuento que hace Nasser es fantástico; muchos seguimos su recorrido y sabemos cómo ha sido. Pero creo que eso habla de la vida de Nasser y aquí estamos hablando de setenta años después de la muerte del autor, es decir que estamos hablando de agregar veinte años más al plazo actual luego del fallecimiento. Me parece que la sociedad uruguaya, en todos estos años ha cambiado, como también ha cambiado ese recorrido de la Plaza Independencia que mencionaba el señor Nasser, que es distinto, más lindo y más amigable.

                Precisamente, ayer y hoy, aprobamos la Ley Teatro Independiente y la ley para la jubilación de los artistas. La idea es, justamente, que los artistas vivan dignamente y que además tengan derecho a una jubilación, que son cuestiones básicas.

                Después está ese tema que redunda como en una discusión de los derechos de herencia. Entonces planteo –simplemente para chivear un poco–, ¿cuál es la diferencia entre una casa y la música del señor Nasser? Hay una diferencia divina para el autor: su música es pública y es un tesoro del mundo. Creo que esa es la diferencia.

SEÑOR NASSER.- La verdad es que me trabé y decidí parar; cuando eso pasa es mejor cortar. En realidad, la historia la estaba haciendo a partir de mis hijos. En un momento les estaba hablando de Francisco –quedó trunco mi pensamiento; con esto termino y disculpen que les robe un par de minutos más–  que ya está colocado, pero que está en la máquina de que si no trabaja, no come. Ahora está tocando en Buenos Aires con «No te va a gustar», grupo que vive lo que yo experimenté hace veinte años, pero mucho mejor –dorado, the sky– como dice la señora senadora Moreira. Luego está Simón, de veintitrés, que está viendo qué hace con el hip hop, y que trabaja como editor. Él me dice «¿qué hago, papa?; ¿largo todo?». Yo, que quemé las naves en los ochenta  y en los noventa, por momentos me dan ganas de decirle: «quemá las naves y jugátela», y por momentos «aguantá con el laburo». Entonces, no se trata solo de mi historia personal, sino la de mi familia. Tengo también un niño de trece años, Martín.

A propósito, quiero decir que todos mis hijos fueron educados en escuelas y liceos públicos, lo cual me honra y quería transmitírselos. Además, esto se dio en varios Gobiernos. Creo que hoy recorrer el camino de siempre es realmente mucho más agradable y, sin ninguna clase de dudas,  es un logro del partido de Gobierno de estos últimos años, pero también de los partidos que trajeron la democracia. Yo soy muy hincha de esta horizontalidad y muy hincha de la democracia uruguaya, más allá de a quién le toque gobernar y de mi propia simpatía.

Cuando digo setenta, defiendo esa postura, porque pienso en Martín que tiene trece; yo soy un padre abuelo casi, porque tengo sesenta y tres años. En diez, quince o veinte años estaré fuera de juego y el tendrá veinte y pico. Creo que la expectativa de vida ha cambiado. Tengo una madre de ochenta y seis que está bien y la tengo que alimentar. Supongo que eso se seguirá reproduciendo. Por supuesto que entiendo y es de recibo lo que dice la senadora, pero quería aportar ese otro costado porque me parece importante la sucesión, en el caso de mis hijos que son continuadores y en el caso, por ejemplo,  de la familia Zitarrosa, que son personas que bregan por un quehacer cultural y por mantener la memoria y el repertorio de esos artistas muertos. Aunque les parezca mentira, José Carvajal no morirá jamás porque tiene unas obras increíbles, pero puedo asegurarles que cuando te morís te empiezan a pasar menos. Tu recaudación cae bastante. Entonces, tu descendencia, tu herencia, tiene que hacer una fundación e ir atrás de la obra para defenderla, porque a rey muerto, rey puesto.

Como decía la senadora, esto es de todos y hoy le toca a uno y mañana a otro.

Nada más y disculpen. 

SEÑOR BUENSEÑOR.- Creo que escuchamos a un autor vigente, quien ha puesto sobre la mesa temas que son realmente muy importantes; hoy lo dice el señor Nasser, pero si estuviesen aquí muchos otros autores que conocemos, todos dirían lo mismo. En definitiva Jorge se refirió a dar tranquilidad, porque todos queremos que la familia esté bien y cuanto más tiempo lo esté, mejor. También hizo una apreciación muy importante: nadie sabe cuántas veces se van a pasar las obras de Jorge Nasser. Quiere decir que de lo que se trata es de aportar  una continuidad de más años –sin saber si se van a difundir o no las obras– y esto genera tranquilidad al autor.

Quiero mencionar como ciudadano, ni siquiera como presidente de Agadu aunque también me involucra –el próximo año vendrá un nuevo gobierno y los integrantes del Parlamento van a cambiar–, que a veces veo con escepticismo que lo que se pone sobre la mesa son cambios de la ley de derecho de autor en cuanto a limitaciones y excepciones. Nunca he visto una modificación…

SEÑORA MOREIRA.- En el año 2004 hubo una modificación.

SEÑOR BUENSEÑOR.-  Está bien, la senadora podrá contestar, pero yo digo lo que siento.

Creo que sería muy justo si empezamos a hablar sobre lo primero que es la propiedad privada, más allá de que en algún momento se pueda hablar de la intelectual. Me parece que la propiedad más sana es la del intelecto; no hay otra más sana.

Agradezco esta oportunidad.

SEÑOR DI CARLO.- Con referencia a lo que mencionaba la señora senadora Moreira, obviamente hay dos bibliotecas. Hay quienes sostienen que el derecho de autor debería ser perpetuo y hay quienes lo limitan más en el tiempo.

Tal vez en esta reunión no dé para hacer una exposición en ese sentido porque quienes hasta pensaban que tenía que ser perpetuo, y quienes lo criticaban, decían que ese era un derecho que no pagaba ningún tipo de impuesto. Hoy sabemos que el derecho de autor paga IRPF. No quiero entrar en polémicas, pero quiero establecer que hay diferentes posiciones respecto al tema, obviamente respeto la que cada uno tenga.

                Muchas gracias.

SEÑOR PRESIDENTE.- Si les parece bien, voy a solicitar que se envíe a secretaría el material del cual se leyeron dos artículos y se aludió a que son veintisiete, porque me interesa leerlo.

SEÑOR DI CARLO.- Para la semana que viene tenemos previsto enviar un dosier con todos estos temas, tal vez con algún aporte legislativo a determinado artículo que pueda llegar a modificarse y que entiendan que pueda ser de recibo. Si les parece bien, agregamos a ese informe los artículos de la directiva europea que se refiere a los setenta años y algún otro aspecto legislativo que nos parezca importante.

SEÑOR PRESIDENTE.- Es de recibo y lo agradecemos.

SEÑORA MOREIRA.- Respecto al proyecto de ley actual todas las sugerencias que quieran hacernos llegar, serán bienvenidas.

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Tengo una consulta puntual que no se refiere a este proyecto de ley, pero quizá tenga algo que ver.

                He notado que algunas bandas pagan para grabar y luego eso lo suben a Youtube o a las redes, pero no es un disco o un antiguo CD que obviamente tenía una ganancia con su venta. En lo referente al derecho de autor ¿cómo se materializa eso a su favor o en favor de la obra?

SEÑOR BUENSEÑOR.- Estando el doctor Di Carlo, que es el gerente del área de documentación y distribución, prefiero que él haga uso de la palabra porque lo tiene perfectamente claro el tema.

SEÑOR DI CARLO.- Lo que plantea el señor senador tiene relación con el advenimiento de las nuevas tecnologías. Ya el soporte físico de aquel viejo CD se trasladó al ámbito digital. Eso hace que hoy por hoy tengamos convenios con las grandes plataformas de comercialización digital de música, como ser Spotify, Deezer o Google Play. Con todas ellas tenemos un convenio por intermedio de Latinautor, que es la confederación que nuclea todas las sociedades de Latinoamérica. Y a partir de cada streaming o descarga en el supuesto caso de que se permite el downloading, se cobra una regalía que luego va a la cuenta corriente de cada titular. Se reparte en función de la ficha internacional.

SEÑOR PRESIDENTE.- Agradecemos a la delegación su presencia.

(Se retiran de sala los delegados de Agadu).

                –Estamos con el análisis del proyecto de ley que figura en la Carpeta n.º 1282,  presentado por el señor senador Mieres; hemos terminado lo comprometido en cuanto al recibimiento de delegaciones.

SEÑORA MOREIRA.- Si me permite, señor Presidente, quiero informar que la bancada del Frente Amplio va a solicitar la comparecencia del Consejo de Derechos de Autor del  Ministerio de Educación y Cultura.

SEÑOR PRESIDENTE.- La secretaría se comunicará con el Consejo de Derechos de Autor del Ministerio de Educación y Cultura a efectos de solicitar su presencia, si es posible, en la próxima sesión.

SEÑOR CARDOSO.- Señor presidente: a consideración de esta comisión hay un proyecto de ley que viene de la Cámara de Representantes, referido a una iniciativa similar presentada por mí, que tiene ver con alumnos que tienen altas habilidades y superdotación, chicos que desde mi punto de vista deberían tener una consideración especial en el sistema educativo. Así como Uruguay tiene una larga tradición con los niños que tienen déficits, e incluso nos hemos jactado de tener un sistema para esos niños y alumnos que tienen dificultades, he presentado un proyecto para aquellos niños con especiales habilidades, superdotados, de manera que también sean tenidos en cuenta. Actualmente, el sistema lleva a que los maestros dejemos de lado a estos niños, que se aburren, y están esperando a que termine la clase, porque no son atendidos adecuadamente.

En definitiva, este proyecto de ley busca que los niños y los jóvenes superdotados que tienen habilidades especiales, reciban una atención diferencial y puedan culminar el proceso educativo para el que están superpreparados y son tremendamente capaces. Sucede que nuestra tendencia es la de aplanar el sistema, que nadie sobresalga en nada, y me parece que ese es un tema que nos afecta como sociedad.

                En este sentido, propongo que este proyecto que ya cuenta con media sanción en la Cámara de Representantes sea analizado en la comisión. Como es un proyecto similar al que yo había presentado y está en la misma línea, solicito que se ponga en discusión y si es posible que sea aprobado. 

SEÑOR PRESIDENTE.- El proyecto de ley al que se refiere el señor senador Cardoso fue presentado por el diputado Mario García y efectivamente ha sido aprobado por la Cámara de Representantes. Si los señores senadores están de acuerdo,  como tenemos otros temas en carpeta, podríamos incorporarlo en el orden del día de la próxima sesión e iremos analizándolo en la medida que el tiempo nos lo permita.

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Con respecto al proyecto de ley que viene aprobado por la Cámara de Diputados, quiero decir que la bancada del Frente Amplio está interiorizándose sobre el mismo, y si lo ponen en el orden del día, vendremos con algunas propuestas para su tratamiento.

SEÑOR PRESIDENTE.- Entonces, el miércoles que viene recibiríamos a la delegación sugerida por la señora senadora Moreira, el Consejo de Derechos de Autor del Ministerio de Educación y Cultura y, seguramente, ya contemos con la información complementaria que Agadu se comprometió a enviar.  En función de eso, analizaremos el comienzo o no de la votación de ese proyecto de ley.

                El segundo tema pendiente, la Carpeta n.º 999/2017,  establece la creación de la Universidad de Educación, proyecto de ley remitido por el Poder Ejecutivo.

SEÑOR AMORÍN.- Nosotros estamos en condiciones de votarlo.

SEÑOR PRESIDENTE.- Quiero trasmitir una información a la que quedé comprometido, y es que la bancada del Partido Nacional analizó el tema el lunes pasado, pero todavía no tenemos una opinión formada al respecto. Si bien está pendiente su tratamiento en las próximas semanas, fundamentalmente llevando una propuesta que surgió aquí, de analizar una alternativa similar a la de la UTEC, el Partido Nacional no tiene una posición consensuada. Por lo tanto, junto con el señor senador Cardoso, la volveré a plantear la semana próxima, y si hay una respuesta definitiva la haremos conocer en la próxima sesión o, de lo contrario, daremos la opinión que tenemos los miembros de la comisión.

                No habiendo más asuntos, se levanta la sesión.

(Es la hora 18:34).

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Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.