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SEÑORA PRESIDENTA.- Está abierta la sesión.

(Son las 13:40).

                La Cancillería solicita que la Comisión autorice al departamento de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores a estar presente, a fin de recabar material gráfico de la reunión, es decir, filmar y tomar fotografías.

                Se va a votar.

(Se vota).

                –5 en 5. Afirmativa. UNANIMIDAD.

(Ingresan a sala el embajador Rosselli, el Ministro interino de Relaciones Exteriores y el doctor Seré).

                La Comisión de Asuntos Internacionales del Senado tiene mucho gusto en recibir, nuevamente, al señor embajador Rosselli, en esta ocasión ante la solicitud de venia del Poder Ejecutivo para designarlo como representante permanente de la República en la Organización de Naciones Unidas, con sede en Nueva York. Cabe destacar que es la segunda vez en la historia que nuestro país ingresa al Consejo de Seguridad Nacional como miembro no permanente. En esta oportunidad, además, se da la circunstancia de que a partir del 1º de enero ocupará su Presidencia. Asimismo, agradecemos la presencia del Ministro interino de Relaciones Exteriores, señor Cancela, y de quien está a cargo de las relaciones institucionales entre la Cancillería y el Parlamento, doctor Seré.

                Seguramente, en el transcurso de la sesión llegará algún otro señor Senador, lo que no obsta a que ya podamos comenzar a escuchar con todo gusto la presentación que hará el Embajador Rosselli. No me equivoco si señalo que la mayoría de nosotros –si no la unanimidad– está conteste en la importancia que esta responsabilidad tiene, más allá de que en las últimas horas se han escuchado expresiones contrarias. Esta Comisión estará siempre atenta y junto con la Comisión respectiva de la Cámara de Representantes ha definido la creación de un grupo de amistad –y no otras figuras que también fueron planteadas a través de los medios de comunicación– para seguir las diferentes alternativas de una responsabilidad que, sin dudas, nos hará tomar posición y opinar sobre muchos temas acerca de los cuales antes callábamos por conveniencia y por no tener estas exigencias.

SEÑOR ROSSELLI.- Si me permiten una pequeña digresión, debo decir que siempre me genera cierta emoción venir al Parlamento, no solo por el espíritu republicano que tenemos los uruguayos en nuestro ADN ni por formación, sino porque en mi adolescencia y temprana juventud viví esta casa desde adentro pues la ciudadanía de Florida confirió a mi padre el honor de ser representante nacional durante tres períodos. Es así que he visto la otra parte, la que todos ustedes conocen pero la gente no; la de las horas de trabajo, la de las frustraciones, la de los merecimientos, la de los alejamientos familiares, en fin, la de todas las cosas que conlleva el trabajo parlamentario. Por tal motivo, cada vez que vengo al Parlamento tengo muy presente lo que fueron mis vivencias en la adolescencia y temprana juventud.

                Señora Presidenta, señores Senadores: me siento muy honrado por el hecho de que el Poder Ejecutivo haya solicitado al Senado la venia para designarme como representante permanente ante las Naciones Unidas, cargo que me tocó desempeñar entre 2006 y 2008 y al que estoy regresando con el agregado de que el 1º de enero asumiré la Presidencia del Consejo de Seguridad. Realmente, esto es algo que trasciende a un individuo, es una distinción que se ha conferido al país.

                El rol del Uruguay en las Naciones Unidas ha sido más que destacado desde el principio; fuimos signatarios  de la carta de San Francisco y tuvimos participación muy activa en su redacción. A lo largo de los años el trabajo de Uruguay en Naciones Unidas se mantuvo dentro de una actitud principista –por llamarla de alguna forma–, con gran apego a los principios del derecho internacional, al estado de derecho, a la vigencia de los derechos humanos, al fortalecimiento de la democracia y a todo aquello que ha sido su prédica tradicional. Entonces, nuestra presencia será una continuación de setenta  años de historia en el organismo. Más recientemente, Uruguay formó parte del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas –con una presencia muy visible–, entre 2006 y 2012, habiendo tenido una larga presidencia durante 2011 y 2012 porque se juntaron varios meses del cambio de Presidente.

Ciertamente, un elemento que ha contribuido enormemente a que Uruguay vuelva al Consejo de Seguridad ha sido su larga, activa y correcta participación en operaciones de mantenimiento de la paz. Esto no es algo nuevo, sino que tiene su comienzo en 1952 con los observadores en la frontera de Cachemira, entre Pakistán e India. De todos modos, si nos retrotraemos más al pasado encontramos participación en el episodio del Chaco, en Bolivia, en 1937. Quiere decir que nuestras Fuerzas Armadas han tenido buenas cosas; pecados cometemos casi todos. El hecho es que la participación en las misiones de paz de Naciones Unidas ha sido un factor fundamental para nuestra visibilidad dentro del sistema. Vale simplemente reconocer que en este momento estamos participando activamente en siete de las dieciséis misiones que tiene en curso actualmente Naciones Unidas. Además, los contingentes uruguayos se han destacado por su profesionalismo, por su adecuación al rol que deben cumplir y en determinado momento por su coraje, cuando han tenido que participar en operaciones bajo fuego.

                Al día de hoy, Uruguay continua siendo uno de los principales contribuyentes de personal; ocupa el puesto 20 o 21 –la ubicación oscila todos los meses–, habiendo estado anteriormente mucho más visible todavía. Ciertamente, ese factor –contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, que es el principal elemento que recoge el artículo 23 de la carta en cuanto a discernir las calidades que deben tener los miembros– ha sido, yo diría, fundamental, para que Uruguay haya obtenido una excelente votación en Naciones Unidas. Tengamos en cuenta que de 191 votos válidos emitidos el 15 de octubre recibió 185, con apenas 6 abstenciones; solamente Senegal tuvo un voto más que nosotros, quedando por detrás Japón, Egipto y Ucrania.

                La señora Presidenta señalaba que es la segunda vez que Uruguay está presente en el Consejo de Seguridad, en setenta años de historia. Por consiguiente, eso nos plantea un desafío inicial. Nuestro país estuvo muy bien representado cincuenta años atrás. Se alternaron personalidades de la talla de Carlos María Velázquez, Héctor Payssé Reyes y Pedro P. Berro. Los tres actuaron con brillantez en diferentes períodos, en momentos particularmente difíciles como cuando, por ejemplo, ocurrió la invasión de Estados Unidos en República Dominicana. En esa instancia Velázquez realmente brilló desde el punto de vista de la cátedra de derecho internacional en su alocución con relación al rol que correspondía jugar a los organismos regionales. En consecuencia, el desafío está planteado porque nos van a estar comparando continuamente con aquel trío que se desempeñó tan bien. Y siempre es bueno tener con quien compararse muy para arriba porque será un acicate para todos nosotros.

                Por otro lado, la complejidad y vastedad de los temas actuales nos lleva a advertir que no veremos el trabajo de una sola persona, de una estrella fulgurante, sino de un equipo que está jugando desde hace un par de años en la Cancillería, de un equipo que está instalado en Nueva York, de un equipo que integrarán los embajadores del Uruguay en los distintos países representados en el Consejo de Seguridad, en particular en los llamados «P5», los cinco permanentes. Algún colega ya nos ha hecho saber que de la cancillería local lo contactaron porque quieren saber tal detalle de lo que Uruguay va a hacer o no. Reitero que el trabajo de equipo es fundamental, tal como se ha venido haciendo y se continuará realizando.

                En cuanto a cuáles podrían ser las áreas preferidas de nuestro trabajo en el Consejo de Seguridad, apuntaría a los dos elementos con los que hemos venido trabajando durante muchos años. El actual Ministro interino Cancela también fue representante permanente ante Naciones Unidas hasta hace muy poco. Los dos grandes ámbitos de trabajo han sido todo lo concerniente a las operaciones de mantenimiento de la paz y a los métodos de trabajo del Consejo de Seguridad. Esto último es algo discutido más que nada a la interna de Naciones Unidas, no un tema que llegue a los titulares de los diarios. Guarda relación con lo que es el gran desequilibrio de Naciones Unidas, que no está solamente en el hecho de que hay cinco miembros privilegiados con el veto, sino en que el Consejo de Seguridad es el único organismo cuyas decisiones son obligatorias para la totalidad de los miembros de Naciones Unidas; tiene capacidad para hacerlas cumplir y no hay control sobre sus resoluciones. Quiere decir que la Asamblea General no puede corregir las decisiones del Consejo de Seguridad. Hay un desbalance que surge del origen propio de la carta de San Francisco al término de la Segunda Guerra Mundial, donde un conjunto de potencias vencedoras, ante la inseguridad de cómo iban a desarrollarse las cosas, quiso asegurarse la posibilidad de incidir de manera sustancial sobre el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Fue así que asignaron al Consejo de Seguridad el rol de primus, de ser el primero en el sistema. Entonces, el método de trabajo viene siendo la insistencia del resto de la membresía de transparentar la labor del Consejo de Seguridad. Este ha tenido un gran oscurantismo al principio en cuanto a la toma de decisiones, a la forma de adoptarlas y a la manera de trabajar, muchas veces a distancia de los demás organismos del sistema. Hace más de veinte años que se viene trabajando en esto y, ciertamente, en la medida en que la reforma del Consejo de Seguridad parece ser algo distante, se le ha ido asignando cada vez más importancia al hecho de poder ir transparentando sus tareas, haciéndolas más visibles, permitiendo un mayor acercamiento de los miembros. En tal sentido, se han generado debates cerrados pero abiertos a la no membresía. Repito, se trata de buscar una mayor transparencia. Uruguay viene formando parte de un grupo que en la jerga de Naciones Unidas –todos los organismos internacionales tienen su jerga– se denomina ACT, Accountability, Coherence, Transparency, es decir, responsabilidad, coherencia y transparencia. Este grupo está formado por veintisiete países, en general medianos y pequeños. Se viene trabajando con mucha firmeza para mejorar el relacionamiento del Consejo de Seguridad, con participación cada vez más activa de los miembros de Naciones Unidas.

                En el ámbito de operaciones de mantenimiento de la paz, Uruguay puede tener mucha incidencia, no tanto por el hecho de seguir aportando personal –tema que se irá definiendo en su momento– sino por la propia experiencia ganada. Nuestro país tiene una escuela de operaciones de paz y ha trabajado en la formación de muchos oficiales de otros países. Asimismo, cuenta con la experiencia de haber participado en lugares altamente difíciles y del manejo de situaciones complejas. Quiérase o no, puede, de esa manera, contribuir a una mejora en la toma de decisiones de todas las cosas concernientes a las operaciones de mantenimiento de paz.

                Por consiguiente, tenemos dos grandes áreas de trabajo, independientemente del cronograma y la vida propia del Consejo de Seguridad que nos llevará buena parte de nuestros días.

                Para terminar, señora Presidenta –no quiero abusar del tiempo de los señores Senadores–, quiero señalar que esta presencia de Uruguay en el Consejo de Seguridad es algo muy grato para muchos de nosotros porque responde a un trabajo que se inició hace más de ocho años con una propuesta a la Cancillería de parte de quienes en aquel entonces estábamos en Nueva York. El Ministerio la estudia y la presenta. Hablamos del fin del período de gobierno y de un cargo que estaba previsto ocupar no en el siguiente período sino en el posterior. Hubo un trabajo que no fue partidario de parte de la Cancillería. Se planteó, estudió y llevó adelante algo que no iba a beneficiar al gobierno de turno ni al siguiente, sino que sería responsabilidad del tercero. Si eso hubiera sido todo no hubiéramos hecho mucho. Lo cierto es que desde hace cuatro años se viene trabajando en formación de personal, en información, en estudios, en la realización de cursos y seminarios, y en la asignación de personal a la sede de Nueva York.

                Como profesional del servicio exterior siento una enorme satisfacción de ver a la Cancillería habiendo cumplido esta etapa. Ahora nos queda el ciclo en sí y luego, ciertamente, trasvasar hacia la institución las experiencias que ganemos en el transcurso de nuestra presidencia en el Consejo de Seguridad durante 2016 y 2017.

                Quedo a las órdenes de los señores Senadores para responder consultas o intercambiar comentarios.

SEÑOR OTHEGUY.- Agradezco al embajador Rosselli por su comparecencia ante esta Comisión y lo felicito por esta distinción. Sin dudas, Uruguay deposita una enorme confianza y muchísimas expectativas en la tarea que le tocará desempeñar. Le deseo mucho éxito porque en ello va el éxito del país.

                Me gustaría saber con qué equipo cuenta la cancillería en Nueva York.

SEÑOR ROSSELLI.- Vamos a conformar un conjunto de dieciséis funcionarios diplomáticos, si mi cuenta no está equivocada. En pocos días llegará el Embajador Bermúdez, que será el primer segundo, y tenemos otros catorce colegas de distintos rangos: Ministros, Ministros consejeros, consejeros y secretarios. A esto debemos sumar un funcionario del Ministerio de Defensa Nacional, un oficial del Ejército que representa a las tres armas. Es un número que de inicio parece muy grande, pero debemos recordar que Naciones Unidas continúa con sus tareas en la Asamblea General, en las comisiones, etcétera, y que el Consejo de Seguridad tiene una capacidad de absorción infinita: cuenta con sus propios órganos subsidiarios, sus comités y distintas comisiones, a lo que hay que agregar sus consultas formales e informales más o menos transparentes sobre todos los temas. Los representantes permanentes asumen, gradualmente, determinadas posiciones que circulan de continuo en conjunto con otro gran número de colegas que absorben la tarea cotidiana de los distintos comités, subcomités, etcétera. En este trabajo de preparación que mencioné, la Cancillería ha hecho el esfuerzo de trasladar a Nueva York un contingente inusual en su historia porque somos conscientes de las necesidades.

SEÑOR MIERES.- En primer lugar me alegra que la Cancillería haya propuesto el nombre del Embajador Rosselli para este cargo. Su valiosa trayectoria nos da tranquilidad y garantía. Vamos a estar en un cargo de extrema importancia. Uruguay no está acostumbrado a tener un cierto nivel de significación y protagonismo en los temas centrales de la agenda internacional. En tal sentido, me parece bien que esto implique una dotación de recursos y de apoyos acordes a la significación del cargo.

                Más allá de manifestar la satisfacción por esta solicitud y adelantar nuestro voto a la propuesta, tengo preguntas más bien referidas al Ministerio y no tanto al Embajador; tienen que ver con los mecanismos que el Gobierno está pensando instrumentar con relación al procedimiento de toma de decisiones y de consultas sobre los numerosísimos temas de alto nivel, algunos de los cuales seguramente sean reservados y confidenciales. En cualquier caso, los planteos serán permanentes y sumarán horas al Gobierno en la toma de decisiones que no siempre serán fáciles; todos sabemos lo que eso significa. Recuerdo hace poco tiempo la participación de Chile en el Consejo de Seguridad. La agenda internacional tiene las cosas que uno imagina y un número muy grande de imprevisibles que ocurrirán en dos años; es mucho tiempo, particularmente en épocas tan dinámicas.

                En definitiva, con independencia del apoyo a la candidatura del Embajador Rosselli, me parece importante saber qué está pensando la Cancillería con relación al procedimiento de decisión y eventualmente de consultas sobre posiciones casi diarias.

SEÑOR ROSSELLI.- Desde el punto de vista de quienes vamos a estar sobre el terreno, ya señalé que mantendremos una actitud principista. Uruguay siempre ha mantenido un conjunto de principios sobre los cuales nunca ha claudicado. Eso nos ha llevado, en muchas otras instancias, a tener que adoptar decisiones más o menos difíciles. Cuando tenemos un conjunto de principios claros es más fácil moverse. Hay toda una historia que avala esa postura de haber mantenido dichos principios. Está claro que habrá temas que coyunturalmente puedan dificultar más o menos la toma de decisiones. Abundando sobre lo que preguntaba el señor Senador, diré que vamos a tener un canal seguro para videoconferencias, llamadas telefónicas, etcétera, porque sabemos que vamos a necesitar un continuo ir y venir en algunos temas.

SEÑOR MINISTRO INTERINO.- Señora Presidenta, señores Senadores: permítanme, en primer lugar, decir que siento una gran alegría por estar acompañando al Embajador Rosselli, como jerarca pero también como colega y amigo. Es con especial satisfacción que estoy aquí. Ustedes han venido a escuchar al Embajador Rosselli y no a mí. En lo personal he comparecido para testimoniar no solo el apoyo profesional y personal –en mi nombre y en el del canciller Nin Novoa, quien así me lo pidió expresamente– sino también el reconocimiento institucional del ministerio. Dado que se trata de un cargo de primera importancia, reivindicamos la expresión de nuestro sentido de política nacional de Estado. Tal como hemos expresado junto con el señor canciller desde el inicio de la gestión, entendemos la política exterior como una política de Estado y así hemos encarado nuestra tarea al frente de la Cancillería desde marzo de este año. Muchos de ustedes han participado de distintas instancias convocadas por el Ministerio para discutir diferentes aspectos de la política exterior. Mi presencia aquí también testimonia ese sentir, lo cual se une a lo que mencionaba el Embajador con respecto a todo el proceso de gestación y gestión de esta candidatura a través de largos años. Me parece que eso también da buena cuenta del espíritu que anima y respalda todo este desarrollo.

                Sin duda que el proceso de decisiones es complejo; muchas veces hay que tomar resoluciones en tiempo real y eso requiere un esfuerzo mayor al que nuestra Cancillería y nuestro país –si me permiten– están acostumbrados.

                Deseo resaltar algo que creo es fundamental y a lo que hacía referencia el Embajador. Tenemos un conjunto de principios y lineamientos generales tradicionales en materia de política exterior uruguaya, inscriptos en la piedra, que de alguna manera nos dan un marco de referencia y seguridad para la adopción de distintas decisiones. Naturalmente, enfocar posiciones puntuales en la política internacional exigirá, muchas veces, tomar decisiones difíciles y con escasez de tiempo.

                Anteriormente se comentó cuál es el equipo que está en Nueva York, pero tengamos en cuenta que eso requiere un espejo en Montevideo. Así como tenemos esta misión de dieciséis personas en Nueva York, la Cancillería tiene un equipo integrado por las máximas responsabilidades ministeriales en los distintos departamentos o direcciones que tienen que ver con estos temas, que estará en permanente contacto con la misión y hará una especie de seguimiento de lo que vaya sucediendo en Nueva York. A su vez, como también decía el Embajador, nuestras misiones principalmente en los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad tienen un canal de comunicación directa con este equipo a los efectos de facilitar la tramitación y el seguimiento de los distintos temas que puedan ir surgiendo. Evidentemente, hay un canal de comunicación permanente entre el Embajador Rosselli y el Poder Ejecutivo a través del Ministro de Relaciones Exteriores. La actividad del Consejo de Seguridad no conoce fines de semana, licencias, días ni noches; es prácticamente permanente. Por lo tanto, el Embajador tendrá una tarea muy ardua de contacto casi permanente con el señor Ministro y, por su intermedio, con el Poder Ejecutivo. Desde la Cancillería tenemos el más firme propósito de –fieles a lo que hemos anunciado el 1º de marzo– reafirmar y mantener las instancias de consulta con los distintos partidos cuando sea necesario encarar decisiones que hagan a los aspectos sustanciales de la política exterior nacional.

SEÑOR LACALLE POU.- Si alguna duda tenía de hacer uso de la palabra, estas últimas afirmaciones me terminaron por decidir. Representar a nuestro país siempre es un orgullo y un honor, sobre todo para alguien que tiene una vasta experiencia y es un funcionario de carrera. La dedicación a la función pública a través de las relaciones exteriores requiere una línea de pensamiento y acción sin perjuicio de los ciclos electorales, que no sé si se ha dado así pero no es momento de discutirlo. Cuando  se accede a un estrado de este tipo y se participa en las decisiones que ya no solo afectarán a nuestro país sino al conjunto de naciones, podemos decir que entramos al área chica. Esa carga debe ser superior; ese orgullo es directamente proporcional a la responsabilidad que va a asumir en nombre de nuestro país pero defendiendo un organismo en círculos más exclusivos. Por eso nos parece muy bueno el anticipo de coordinación de política exterior y esperamos que tenga una cadencia no solo en lo discursivo –que en general es más fácil de obtener– sino en la acción, que no esté sujeta a sorpresas. En este mundo moderno, las declaraciones de un jerarca hechas en el viejo continente enseguida generan efectos en lo interno –con discusiones de aldea– y en otros estados. ¿Por qué traigo esto a colación? Porque el Embajador Rosselli nos va a representar en estrados que, repito, no solamente afectarán nuestra política interna; su pericia, su delicadeza y su visión ya no comprometen únicamente a los intereses de nuestro país. El ingresar en este ámbito requerirá discusiones muy profundas y no unanimidades porque la vida no está hecha de unanimidades; y a veces ni siquiera hay mayoría. En términos poco diplomáticos considero que decir «agua va» es muy importante para nosotros, para discrepar –tal vez esto sea más resorte de la Cancillería que del señor Embajador– y para saber. Desde el ofrecimiento a incrementar nuestro contingente en las misiones de paz a declaraciones recientes del señor canciller –no terminamos de entender cuál es el real alcance de sus palabras– con respecto al terrorismo y la participación de Uruguay, en este caso particular cobran una especial relevancia.

                No me cabe ninguna duda de que el señor Embajador sabe que muchos colores políticos estaban convencidos de que era un buen representante. Y es reconocido en todos lados; no necesita de mi elogio para saberlo. Además, en realidad no lo estoy elogiando sino comprometiendo. Del que mucho es, mucho se espera y como accede a este cargo mucho esperamos de usted en nombre del país y no de un gobierno; y esto no es simplemente un giro idiomático.

                Muchas gracias.

SEÑOR PINTADO.- No pude estar en la presentación del Embajador Rosselli pero ya conocemos desde hace muchos años su capacidad y experiencia; no iba a llamarnos la atención porque tenemos una confianza muy grande en lo que será su tarea. Por lo tanto, queremos felicitarlo. Como se ha dicho acá, es representativo de todas las voces.

                Hay algunas cuestiones que me interesa aclarar. Tengo muchos años de construcción de política exterior de Estado, desde la oposición y desde el Gobierno, casi mitad y mitad. En este caso no podemos obviar que la construcción del conjunto de decisiones que hay que tomar requiere de distintas miradas: una interna y otra de políticas de Estado, sin que eso signifique cogobernar. Esto lo aprendí con un canciller que no era de mi partido porque yo estaba en la oposición. Una cosa es tener grandes líneas y otra es estar tomando decisiones con la rapidez que se requiere. A esto se suma el espacio de representación que tenemos con la región y eso también implica construir una cantidad de consensos lo más amplios posibles, pero sin esperar unanimidad puesto que se expresan posturas distintas no solo de política exterior sino de la ideología que nos respalda en la acción del derecho internacional. El Uruguay tiene una larga tradición de la cual nadie ha planteado que se aparte, que es la de la promoción de que el derecho y no la fuerza sea el que prevalezca a la hora de la toma de decisiones, cuando sabemos que en el contexto internacional y mucho más en el Consejo de Seguridad hay visiones totalmente distintas por el papel que tienen los países y el que rol juegan en el escenario mundial. Nosotros optamos por vocación y por obligación, mientras que otros pueden tener espacio para la aplicación de otro tipo de política.

                ¡Ojalá al final del período podamos decir que fue una buena decisión! A veces estar en estos organismos representa un dolor de cabeza porque implica una permanente tensión a la hora de adoptar decisiones, que siempre tienen consecuencias de acuerdo con el camino que uno tome.

Creo que lo demás lo vamos a poder conversar con la Cancillería. Solamente quería dejar planteado que el hecho de tener una política de Estado no significa el cogobierno. Nadie lo dijo, pero en estos momentos en que a veces se confunden todos los términos es bueno aclararlo.

SEÑOR MIERES.- Me parece que sería conveniente que antes de fin de año la Cancillería pudiera informarnos sobre los temas principales que están en la agenda del Consejo de Seguridad, sobre todo sabiendo que asumiremos la Presidencia. Por supuesto que hay imprevistos y que habrá puntos que ingresarán repentinamente, pero para esta Comisión sería importante tener una primera información con el carácter que la Cancillería entienda pertinente.

SEÑOR ROSSELLI.- No voy a abusar de la paciencia y el tiempo de los señores Senadores, que sé es lo que menos tienen en estos días, particularmente, pero quiero agradecer a la Comisión esta oportunidad.

                Reitero la idea de que esto no es tarea de un solo hombre sino de un equipo. Lo que este solo hombre sí puede reafirmar es su total compromiso con el país, con la nación, con el servicio exterior y con el trabajo profesional serio y dedicado dando siempre su visión de las cosas a través de los canales que correspondan, como así también poniendo absolutamente todo el esfuerzo para el mejor desempeño del cargo.

                Muchas gracias.

SEÑORA PRESIDENTA.- Le agradecemos especialmente porque sabemos que vino del exterior aunque ofrecimos a la Cancillería que pudiera enviar la presentación por correo electrónico. Sin embargo, se tomó el trabajo de venir a nuestro país.

                Por otro lado, deseo comentar que en el día de hoy la Comisión no puede votar la venia porque la solicitud todavía no ha ingresado formalmente. Entonces, cuando se cite a una sesión del Senado pediremos que se trate este asunto como urgente, sabiendo que tendremos la mayoría de todo el espectro político que conforma esta Comisión. Aun no podemos determinar exactamente qué día será, pero sí que ocurrirá a la brevedad.

                Confiamos en que su profesionalismo y competencia dejarán muy bien parado al país. Como dije anteriormente, esta Comisión –independientemente del pedido que hizo el señor Senador Mieres– formará un grupo de amistad, que puede representar un elemento de facilitación para ir trabajando temas que sabemos que ya deberá abordar en enero.

                Al señor canciller interino, al responsable de la relación institucional del Parlamento con la Cancillería y al señor Embajador Rosselli les agradecemos su presencia.

                Se levanta la sesión.

(Son las 14:35).

               

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Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.