Poder Legislativo / República Oriental del Uruguay
 

Comisión de Especial
de Equidad y Género

S/C
  Versión Taquigráfica N° 887 de 2017

PRESIDENTE

Elección

VICEPRESIDENTE

Elección

RÉGIMEN DE TRABAJO

Determinación

RED URUGUAYA CONTRA VIOLENCIA DOMÉSTICA Y SEXUAL

Delegación

Versión taquigráfica de la reunión realizada
el día 9 de marzo de 2017


(Sin corregir)


 

PRESIDE:   Señora Representante Gloria Rodríguez.
 
MIEMBROS: Señores Representantes Rosario Alaluf, José Andrés Arocena, Gabriela Barreiro, Margarita Libschitz, Ernesto Pitetta y Stella Viel.
 
INVITADAS: Por la Red Uruguaya Contra la Violencia Doméstica y Sexual, señoras Clyde Lacasa y Andrea Tuana, coordinadoras.
 
SECRETARIO: Señor Francisco J. Ortiz.
 
PROSECRETARIA:   Señora Lylián Carballo.  

 

SEÑOR SECRETARIO.- Está abierto el acto.

 De acuerdo con lo establecido en el artículo 123 del Reglamento de la Cámara de Representantes, corresponde elegir un presidente y un vicepresidente para el Tercer Período de la XLVIII Legislatura.

SEÑOR AROCENA (José Andrés).‑ Corresponde hacer la aclaración de que, en función de lo que hemos hablado con algunos señores diputados, se entiende que le toca la presidencia de la Comisión al Partido Nacional, pero no tenemos la certeza de ello. En este sentido, tenemos el placer y el honor de proponer a nuestra querida compañera y amiga Gloria Rodríguez como presidenta. Llegado el caso de que hubiera un error, será subsanado.

SEÑORA BARREIRO (Gabriela).‑ Tal como decía el señor diputado Arocena, nosotros consideramos que la presidencia le toca a la oposición; si fuera a otro partido, lo subsanaremos en las próximas sesiones.

  En mi caso particular, apoyo el nombre de Gloria Rodríguez porque es una diputada que está muy comprometida en los temas de género y me parece que va a desarrollar un muy buen papel.

SEÑORA VIEL (Stella).‑ Reafirmo lo dicho por mis compañeros, porque venimos de la experiencia de la bicameral y ayer se demostró que podemos transitar todas juntas. Así que doy la bienvenida a Gloria. ¡A seguir metiéndole cabeza a esto!

SEÑOR PITETTA (Ernesto).‑ No conozco mucho a la diputada Rodríguez porque participo poco en la Comisión en virtud de que la titular lo hace activamente y demasiado bien. De todos modos, la he escuchado en la Cámara y en otros medios hablar mucho y defender los temas de género. Me parece una acertada opción que ella sea la presidenta. ¡Ojalá que este año la Comisión funcione más que bien, como lo ha venido haciendo en estos dos últimos años!

SEÑOR SECRETARIO.‑ Se va a votar.

  (Se vota)

——Siete por la afirmativa: AFIRMATIVA. Unanimidad.

  (Ocupa la Presidencia la señora representante Gloria Rodríguez)

SEÑORA PRESIDENTA (Gloria Rodríguez).‑ Habiendo número, está abierta la reunión.

SEÑOR AROCENA (Juan Andrés).‑ Es un placer en lo personal y para el Partido Nacional que la diputada Rodríguez asuma la presidencia de esta Comisión, porque nosotros estamos acá a instancias suyas. Ella nos encaró a todos duramente en la bancada y nos dijo: “Es increíble que no haya ningún varón en la Comisión”. En función de nuestra sensibilidad y también por vergüenza, aceptamos trabajar junto a usted a raíz de su trayectoria en estos temas. De esa forma, nos vinculamos en otros temas, con relación a los derechos humanos, trabajando juntos en la Colonia Etchepare. Hemos elaborado un proyecto de ley sobre la cuota de género y lo hemos firmado los dos, pero es bueno que se diga aquí que el mérito mayor es de la diputada Gloria Rodríguez.

  Para mí, querida Gloria, representas lo mejor que puede tener el Partido Nacional y es un placer haberte propuesto y que todos los compañeros diputados de otros partidos hayan aceptado con alegría este nombramiento.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Agradezco las palabras al señor diputado Arocena, compañero y amigo, y a todos los compañeros de los otros partidos. Mi compromiso con el tema género viene de muchos años, no solamente desde que soy legisladora. Hace mucho que vengo trabajando en ese tema. Siento un compromiso y considero que esto va más allá de los partidos políticos, lo que quedó demostrado ayer, en la marcha que se realizó, donde todas y todos participamos sin mirar a qué partido o a qué sector pertenecemos. Es un tema de Estado.

 Más allá de que no existe la seguridad de que la presidencia le corresponda al Partido Nacional, el hecho de que ustedes hayan depositado en mí su confianza es un honor. Obviamente, les voy a pedir ayuda a todos para realizar la tarea de la mejor manera posible y que no se sienta el cambio. Dejamos una presidencia muy buena, y uno lo debe reconocer. El presidente anterior era un hombre con experiencia parlamentaria y en estos temas. Me interesa hacer un trabajo en equipo. Lo de la presidencia es algo circunstancial, alguien tiene que presidir, pero el trabajo es de todos.

 Corresponde elegir un vicepresidente.

SEÑORA BARREIRO (Gabriela).‑ Solicito que la elección del vicepresidente se pase para la sesión siguiente.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Se va a votar.

   (Se vota)

——Siete por la afirmativa: AFIRMATIVA. Unanimidad.

En consecuencia, la elección de vicepresidente pasa para la próxima sesión.

Se pasa a determinar el régimen de trabajo.

(Se suspende la toma de la versión taquigráfica)

——Se decidió que, como base, el régimen de trabajo para este año 2017 será el primer jueves de cada mes, a la hora 10.

  Se va a votar.

  (Se vota)

——Siete por la afirmativa: AFIRMATIVA. Unanimidad.

 (Ingresa a sala una delegación de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual)

——La Comisión Especial de Equidad y Género tiene el gusto de recibir a una delegación de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual, integrada por las señoras Clyde Lacasa y Andrea Tuana ‑quien aún no ha llegado‑, a fin de abordar un tema que nos preocupa a todos, en especial a esta Comisión, que ha estado siempre muy atenta a esta problemática.

SEÑORA LACASA (Clayde).‑ En primer lugar, quiero aclarar que la compañera Andrea Tuana está al llegar en cualquier momento.

  En segundo término, quiero agradecer por habernos convocado nuevamente. Ya habíamos venido el año pasado, momento en el cual nos escucharon y nos sugirieron ideas.

  Yo traje un material sobre lo que la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual propuso para el período 2015‑ 2020. En el día de ayer estuvimos en la barra del Senado y entregamos otro material a los senadores, a través del cual solicitamos que la ley integral ‑no solo la de femicidio‑ sea votada ya. Ese material también lo vamos a dejar en esta Comisión para que lo repartan.

  Por suerte tenemos políticas públicas que nos han ayudado a transitar todos estos momentos, sobre todo en lo que se refiere a violencia doméstica o basada en género. El tema es que las políticas públicas están pero no dan abasto para la situación. ¿Qué es lo que ocurre? Que hay dificultades para que se puedan concretar estas políticas públicas y para dar respuesta. Últimamente hemos tenido bastantes dificultades que son de público conocimiento como los hechos que sucedieron en Soriano o con Valeria Sosa, que lamentablemente falleció. Estos son indicadores de que todavía la política pública no está instalada. Hay muy buena voluntad y tenemos el apoyo de todas las instituciones, pero debemos seguir trabajando en lo que tiene que ver con el cambio cultural. La marcha de ayer fue una demostración clara de que necesitamos un cambio cultural no para ya, sino para ayer. Y fuimos acompañadas por hombres. A veces uno escucha en la prensa o en otros ámbitos que estamos en contra de los hombres. En realidad no vamos contra los hombres, sino hacia la igualdad entre varones y mujeres y mujeres y varones, que es una realidad que al Uruguay le falta a todo nivel.

 Por otra parte, cuando hablamos de respuesta, todavía a nivel del Poder Judicial o del Ministerio del Interior, nos encontramos con cabezas que limitan el poder cumplir lo que está en la ley. Eso nos preocupa y mucho, porque cuando se instala una política pública tenemos que saber dar una respuesta, porque de lo contrario las mujeres comentan aquello de que hacen la denuncia y no pasa nada. Casos como el de Valeria Sosa, que la denuncia se encajonó ‑como se dice vulgarmente‑, hay muchos; por suerte no tienen el final de esta muchacha.

 Yo trabajo en una ONG de infancia y en la Comuna Mujer y cuando se plantea a las mujeres hacer la denuncia nos dicen que si la hacen se ponen más en riesgo. Y esto es porque denuncian hoy y pasan seis o siete días y no tienen una respuesta o porque la Policía no la pasó o no informó a la víctima.

 Y tengo copias que documentan que ante una denuncia de violencia doméstica, la respuesta es: “Se insta a las partes a una convivencia en paz, bajo apercibimiento”. Si voy a denunciar una situación de violencia doméstica, es imposible que pueda vivir en paz; si estoy ahí es porque no estoy viviendo en paz.

 Entonces, todo esto implica un trabajo cultural y lo entiendo, pero, en este caso, también hay una responsabilidad de la Suprema Corte de Justicia en cuanto a trabajar con sus jueces y juezas para que no se den estas órdenes o mandatos porque la mujer que lo recibe, se siente decepcionada y, encima, el varón después le dice: “Viste lo que dijo el juez, la que buscás sos vos”. O sea que eso aumenta la violencia, con el respaldo de la justicia. Por tanto, la mujer y los niños se sienten en una situación de total vulnerabilidad y esa es nuestra gran preocupación en este momento.

 También hay que decir que muchas veces estas mujeres víctimas de violencia doméstica son de contexto crítico y en los barrios donde viven la droga juega un papel muy importante, pero no hay una solución inmediata para sacar a la mujer del lugar porque faltan refugios. Entonces, de repente, si van a puerta con un niño, hasta les llegan a sugerir que deje al hijo en el INAU y ella vaya a un refugio de adultos. Eso hace que las mujeres digan que prefieren quedarse en la calle porque lo que no quieren es separarse de sus hijos.

  (Ingresa a sala la señora Andrea Tuana)

——También con los jueces muchas veces nos pasa que cuando hay denuncias de abuso sexual, los chicos quedan expuestos porque no hay una “prueba” ‑entre comillas‑, porque la palabra del niño no cotiza en bolsa; esa es la realidad. Entonces, además de la palabra del niño, se necesita un informe técnico del equipo de los juzgados. Y a pesar de eso, muchas veces, igual se permiten visitas; hay cosas que no se toman en cuenta. Tenemos padres con tobilleras a los que se les permite la visita a los niños porque dicen que la violencia es ejercida solo contra la mujer. Pero hay que tener en cuenta que esa violencia ejercida ante la mujer tuvo lugar delante de los hijos.

  Vuelvo al caso de Valeria Sosa porque ha sido el que ha tenido más prensa. Cuando la jueza no quiere otorgar la tenencia a los abuelos maternos, una de las razones que esgrime es que el padre no ejercía violencia sobre los niños y le descerrajó a Valeria dos balazos delante de los hijos. Si eso no es violencia, no sé de qué estamos hablando cuando nos referimos a la violencia intrafamiliar.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Damos la bienvenida a la señora Andrea Tuana y le cedemos la palabra.

SEÑORA TUANA (Andrea).‑ En los diferentes organismos del Estado hay un tema muy notorio a trabajar que es el de la especialización y la capacitación. A su vez, dentro del Poder Judicial, hay una falta de especialización de los magistrados, pero además muchos de ellos no toman en cuenta el asesoramiento de sus peritos cuando es fundamental contar con otras herramientas disciplinarias para entender una problemática que es multicausal y que no puede ser dirimida solamente con las herramientas que un abogado pueda tener.

 A diario vemos en las sentencias judiciales la falta de conocimiento cabal sobre la dinámica de la violencia, la falta de una perspectiva de género, lo que hace que las resoluciones terminen revictimizando a las personas y, de alguna forma, tolerando o encubriendo situaciones de violencia.

 Ese es otro de los grandes problemas que tenemos con el Poder Judicial específicamente.

SEÑOR AROCENA (José Andrés).‑ Acá estamos hablando de las consecuencias de la violencia doméstica y de cómo trabaja la justicia.

La señora Tuana acaba de decir que este es un fenómeno multicausal. Quisiera que ahondara sobre las causas de la violencia doméstica, porque mientras no eliminemos las causas, seguirá habiendo violencia doméstica y hablaremos más o menos de los jueces, de los abogados o de los niños.

 Quiero que la señora Tuana me enumere las causas que entiende que tiene nuestra sociedad y por qué llegamos a esto para que todo eso quede registrado para nosotros.

 Respecto de la casa de acogida, recién se decía que no recibían a los niños con las madres. Lamentablemente, no tengo acá un pedido de informes que realicé. El Ministerio me respondió que sí los reciben a todos. Quería que se rectificara claramente eso porque no es menor que se responda que sí se reciben a las madres con sus hijos y acá se me diga otra cosa. Realmente hay una discordancia enorme en eso.

  Por otra parte, si no entendí mal, hay una sola casa de acogida en todo el país. Quería que se detallara exactamente de cuántos lugares dispone la víctima de violencia doméstica como respuesta del Estado para darle cobijo.

SEÑORA TUANA (Andrea).‑ La literatura y los estudios a nivel internacional acuerdan en comprender a la problemática de violencia doméstica como un sistema de dominación de una persona sobre otra. Digo esto porque hay múltiples interpretaciones o formas de entender por qué se produce la violencia doméstica, pero se han ido superando algunas concepciones reduccionistas como la patológica, según la cual, la persona tenía una determinada patología y por eso generaba esta situación, o las concepciones en las que miraban a la familia como un problema de comunicación, de falta de respeto entre las partes.

 Se ha avanzado mucho en la casuística, en el análisis de todo el fenómeno complejo y se ha acordado a nivel internacional ‑en distintas expresiones y asociaciones de profesionales que trabajan en este tema‑ que la raíz de las situaciones de violencia tienen que ver con situaciones de desequilibrio y abuso de poder.

 Las principales víctimas de violencia doméstica son mujeres y los niños, niñas y adolescentes precisamente porque en esta sociedad, por una cuestión cultural, son los grupos sociales que están en mayor riesgo de sufrir situaciones de abuso de poder o vulnerabilidad.

 Entonces, cuando definimos y miramos la violencia no tenemos que verla como un problema de desborde. Es decir que no lo podemos atribuir a que la mamá se desbordó, porque estaba con mucha problemática laboral y entonces aplica la violencia en el niño, o a que el señor se descontroló por un rapto de pasión, porque vio a su señora hablando por teléfono con otra persona. Tenemos que entender que en esa pareja o en esa familia se establece un sistema de dominación en el cual a través de la violencia simbólica y psicológica se va estableciendo este patrón en el que la violencia física es una expresión.

 Cuando hablamos de multicausalidad, nos referimos a que en cada persona ese sistema de pensamiento y de dominación se encarna distinto, según las propias historias. Si uno crece en un familia donde ese modelo estuvo presente, seguramente va a tender a reproducirlo porque, además, hay un sistema que legitima ese modelo fuertemente patriarcal, sexista pero también adultocéntrico, porque nosotros seguimos viviendo en una sociedad que tolera, de alguna forma, que la manera de poner límites y educar a los hijos sea a través del maltrato, del castigo o de la violencia psicológica. Vivimos en una sociedad que todavía tolera, por lo menos, la brecha de género que existe entre varones y mujeres. Ayer tuvimos una expresión muy importante en ese sentido. Entonces, cuando decimos que es multicausal hay que mirar el contexto social y cultural, y ver cómo en cada ser humano ‑por cuestiones personales, individuales‑ encarna diferente.

 Por eso, todos y todas estamos siendo socializados en una cultura que tiene un sesgo patriarcal importante, pero no todas las personas ejercemos violencia. Ejercer violencia hacia un hijo o hija por parte de una persona que tiene más poder es una decisión que las personas tomamos. Eso lo podemos ver en las distintas relaciones sociales; tener poder no implica que uno abuse de él.

  Cuando estamos frente a situaciones de violencia vemos personas ‑en su gran mayoría varones y lamentablemente está en la cultura todavía establecido‑ que ejercen esa violencia hacia su pareja. Por eso, las principales víctimas de violencia son las mujeres y no por un tema biológico de que las mujeres sean más débiles, más frágiles o que los varones, por naturaleza, sean agresivos. No compartimos esas hipótesis, sino que decimos que esto tiene que ver con un aprendizaje cultural sobre cómo vamos aprendiendo los roles; no tiene que ver con lo biológico ni con la naturaleza.

SEÑOR AROCENA (José Andrés).‑ Me resultó muy interesante la exposición, pero entiendo que es un desarrollo muy teórico, sin ahondar en la realidad uruguaya.

Yo pretendía que se me explicara la causalidad de la violencia en Uruguay y no solo los patrones internacionales que se acaban de mencionar.

Es muy difícil medir el aumento o no de la violencia doméstica, porque se supone que la violencia anteriormente estaba oculta en el hogar y que ahora hay más denuncias porque hay más valor para denunciar, pero el único patrón que tenemos claro hoy es el asesinato de mujeres ‑eso es una realidad‑ por violencia doméstica. Eso viene aumentando.

Entonces, estamos en una sociedad que se viene degradando. Yo querría que se me especificara la causalidad según el territorio en Uruguay, ya sea en Montevideo como en el interior y no que se hable sobre patrones internacionales que si bien son muy interesantes de escuchar, no nos aportan herramientas para poder trabajar. Si no, nos quedamos en la teoría y no en la práctica.

SEÑORA TUANA (Andrea).‑ En nuestras organizaciones trabajamos directamente con las víctimas uruguayas. En mi caso, trabajo con niños, niñas y adolescentes y mujeres adultas y en el caso de la señora Lacasa también.

 Sería importante recordar que en el año 2002, cuando se votó la Ley Nº 17.514, teníamos un promedio de que cada nueve días asesinaban a una mujer uruguaya por violencia doméstica en nuestro país. Esa proporción se ha ido manteniendo; en algunos años ha sido cada doce días, en otros, vuelve a ser cada nueve días. Es decir que, por lo menos, desde el año 2002 a esta parte mantenemos una situación que por momentos tiene picos y por otros, vuelve.

 En este sentido, yo por ahora no podría decir que vienen aumentando los femicidios o que es una realidad que viene aumentando y recrudeciendo. Sí podemos decir que en el año 2002 teníamos ocho mil denuncias por violencia doméstica al año y hoy tenemos veinticuatro mil. La lectura que nosotros hacemos y que interpretamos, a partir de la casuística y de que acompañamos a las mujeres en el proceso de denuncia y de salida de la violencia, es que no está habiendo más violencia ahora, sino que las mujeres que no denunciaban en el año 2002 hoy lo hacen, porque hemos tenido un avance en cuanto a la apertura del tema, a la colocación en la agenda, en la opinión pública y en la difusión de los servicios de atención.

 En el año 2002 teníamos un solo servicio de atención del Instituto Nacional de las Mujeres ‑en aquel entonces era el Instituto Nacional de la Familia y la Mujer‑ y hoy tenemos servicios de atención en todos los departamentos del país. A nuestro juicio, estos servicios de atención son insuficientes, porque las mujeres del medio rural no llegan a los servicios que están en las capitales departamentales. Aún así, el hecho de que haya un servicio de atención en cada departamento del país ha permitido que mujeres que antes no salían a pedir ayuda, hoy lo hagan. Lo mismo sucede con las organizaciones especializadas en violencia doméstica, que se han extendido a lo largo de nuestro país y, a nuestro entender, también se necesita seguir profundizando en la capacitación y en la especialización porque las respuestas son dispares; algunas son muy buenas y otras muy malas.

 Entonces, desde nuestra realidad las mujeres uruguayas sufren violencia producto de una cultura machista que, lamentablemente, todavía persiste en nuestra sociedad y que las políticas públicas no han logrado trabajar en su transformación. Han avanzado en el sistema de respuesta una vez que la violencia ‑coincido con el señor diputado‑ está instalada. Creemos muy acertada la respuesta de las tobilleras; nos parece que ha prevenido algunas muertes, no todas, pero nos parece que es una medida acertada.

 De todos modos, creo que no hemos logrado entender que si no hacemos una transformación cultural y si no trabajamos en la transformación de esos valores conservadores e históricos, que son los generadores de estas situaciones de desigualdad, no vamos a transformar las situaciones de violencia.

 En este aspecto, mirando la realidad de los niños y las niñas que recibimos permanentemente en nuestras organizaciones vemos que esa socialización se sigue reproduciendo y que el sexismo y el patriarcado siguen siendo las normas y continúan naturalizando estas relaciones de subordinación y de sometimiento de las mujeres en relación a los varones y de los niños, niñas y adolescentes. Si además a esto lo cruzamos con otros factores de discriminación como la pobreza, vemos que se agudiza muchísimo más.

  Esto ocurre en todas las clases sociales, pero el problema que tenemos desde el punto de vista de las políticas públicas cuando vemos las situaciones de pobreza es que el sistema de respuesta y las alternativas que tenemos para mujeres que sufren violencia doméstica y que están en situación de pobreza son bastante paupérrimas y terminan profundizando la victimización y la vulnerabilidad.

  La señora Lacasa se va a referir más al tema de las respuestas habitacionales, pero nosotros vemos mujeres viviendo y conviviendo en refugios y esa no es la respuesta. Otras mujeres, que tienen una vida económicamente más holgada y que tienden otras redes pueden salir de la situaciones de violencia de una manera más digna y pueden sostener la salida. Sin embargo, las mujeres pobres profundizan esa vulnerabilidad igual que los niños y las niñas.

  Esta es una situación bastante amplia; hay que tomar medidas muy diversas, pero hay que atender algunos sectores que están mucho más vulnerables.

SEÑORA LACASA (Clyde).‑ Tal como comentaba Andrea Tuana, creo que cuando se crearon estas políticas públicas ni la sociedad civil ni el propio Estado imaginamos la realidad con la que nos íbamos a enfrentar. Hoy llegamos a lugares a los que hace muchísimos años no se llegaba pero tenemos que dar la misma respuesta.

  En el caso de las mujeres pobres se da un mensaje a través de los distintos medios o programas ‑como Socat, Comunas, u organizaciones que trabajamos en el tema‑, pero después la respuesta no es eficaz. Nosotros desde la teoría planteamos los casos y parece que fuera un mundo de rosas pero la realidad es otra: se trata de mujeres con muchos hijos y hay dificultades habitacionales.

  El señor diputado Arocena hizo una pregunta acerca de las casas de acogida y podemos decir que hay una casa de breve estadía que es para que las mujeres estén dos meses o un poco más, como máximo. Allí van mujeres que una vez que entran deben dejar de comunicarse ‑es decir que deben dejar su celular‑ y también de trabajar y sus niños tienen que dejar de ir a la escuela. Entonces, más de un mes o dos no pueden permanecer allí porque las familias estarían como encarceladas. En ese período el grupo disciplinario de esa casa trabaja con la mujer apuntando a su salida junto a sus hijos. ¿Pero quiénes llegan allí? Quienes están transitando por un límite entre la vida y la muerte que se puede quebrar en cualquier momento. Se hace un estudio muy profundo para decidir si se las lleva allí o no, ya que cuando a muchas mujeres se les plantea esa opción porque los técnicos vemos que realmente en cualquier momento les puede pasar algo a ellas o sus hijos, nos dicen: “Yo no voy a dejar de trabajar, porque si vuelvo dentro de quince días o un mes no tengo trabajo. No sé cómo haré, pero necesito trabajar”, y es verdad. Inclusive, el número de mujeres no es muy alto porque debemos acotarlo debido a esa situación.

  Por otra parte, los refugios de veinticuatro horas o de medio camino, que son los otros lugares a los que van mujeres con niños, en los que se trabaja la inserción laboral de la mujeres y se atiende a los niños con un equipo multidisciplinario, no dan abasto. Cada vez que nosotros necesitamos un lugar desde la Comuna o la organización en la que estemos, nos dicen que no lo hay. Sabemos que Inmujeres va a inaugurar una casa en la Costa de Oro y que está en conversaciones con el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente para conseguir un edificio en el que se alojaría a estas personas pero de todos modos no va a dar abasto aunque tenga diez pisos y dos apartamentos en cada uno porque las mujeres que deben recurrir a esos lugares no tienen uno o dos hijos sino en muchos casos cinco o seis.

  Como dije al inicio, la voluntad y la política pública están y bienvenidas sean pero tenemos que enfrentarla a la realidad. El informe que mencionó el diputado Arocena expresa que se dan respuestas pero lo invitaría a que sin decir quién es llame y diga que necesita un lugar para una mujer con tres hijos para ver qué respuesta obtiene.

  Antes de entrar aquí estaba tratando de solucionar la situación de una muchacha con un niño y no hay refugios. Entonces, no hay respuesta y las mujeres quedan en la calle; esa es la realidad. Cuando van a la puerta de entrada del Mides, en la calle Convención, y dicen que son víctimas de violencia y están allí para que les den un lugar en un refugio, la respuesta es que si son víctimas de violencia deben ir a Inmujeres. Entonces, van a la calle Florida, donde funciona el área de violencia de Inmujeres y allí se les trata de buscar un refugio de veinticuatro horas, de calle, que no sería el lugar adecuado para una mujer con niños que está viviendo una situación de violencia doméstica por todo el entorno que hay en ellos, y tampoco hay lugar en los hogares de medio camino. Se empezó a implementar la solución de que estén en pensiones u hoteles pero se satura inmediatamente. Por tanto, la situación real indica que hoy tenemos mujeres que si no siguieran en el lugar en el que les ejercen violencia estarían en la calle; esa es la realidad.

  Insisto en que estamos hablando de poblaciones totalmente vulnerables, de mujeres sin trabajo o con trabajos muy precarios. También tenemos soluciones habitacionales que son una muy buena política, pero para acceder a ellas la mujer debe tener un trabajo estable por el que esté en caja o no. Este elemento al principio era una limitante pero después se cedió, por lo que si la mujer tiene un trabajo estable pero está aportando puede ser tenida en cuenta. Además, debe ganar más de $ 15.000 y estamos hablando de mujeres que con limpiezas no llegan a esa cifra. Entonces, esa tampoco es una solución para ellas sino para mujeres de clase media o media‑ baja, con determinado sueldo que, a la vez, puedan hacerse cargo de una casa, porque no podemos olvidar que estas mujeres vienen de un sometimiento que quizás no les haya permitido tener contacto con el hecho de pagar una factura porque quien la paga es el hombre. Yo atiendo a una señora desde hace un año y medio y cuando se presentó me dijo: “Mi esposo me deja $ 120 por día para que cocine y si viene y no tengo la comida pronta sé que tengo un problema”. Esa señora trabaja, aunque el esposo no lo sabe; se movió, cobra la asignación por su hija y con eso le está tapando el ojo ‑porque no es más que eso‑ a este señor que cree que con ese dinero por día pueden comer él, su esposa y su hija de 11 años, que además va a la escuela y se le deben pagar las cosas que necesita, etcétera.

  Por lo tanto, también es difícil encontrar a estas mujeres e instalarlas en un lugar y decirles que por dos años, con opción a tres, el Ministerio de Vivienda y el Mides le van a pagar el alquiler de la casa pero ellas deben hacerse cargo de pagar la luz, el impuesto de puerta y el agua, porque tal vez no están acostumbradas a manejar esos importes o se pueden marear. Quizás ustedes piensen con qué mujeres tratamos, pero tratamos con la realidad; no tratamos con mujeres de clase media, con educación, sino con mujeres que quizás no tienen la escuela terminada y han vivido este sometimiento desde su infancia o adolescencia y creyeron encontrar en una pareja la solución y salida para sus vidas pero se metieron en más problemas.

SEÑOR AROCENA (José Andrés).‑ Quisiera saber si tienen determinados en el país focos más preocupantes que otros en cuanto a violencia o la situación es homogénea. Por los números una ciudad como Montevideo siempre va a tener más casos que un pueblo chico pero me gustaría saber si tienen los datos de violencia discriminados por población o departamento.

SEÑORA TUANA (Andrea).‑ No tenemos ese mapeo realizado a conciencia. En nuestras organizaciones vemos que en algunos barrios nos llegan más demandas que en otros, pero no podríamos dar una respuesta cabal sobre qué zonas o qué departamentos tienen más prioridad o más emergencia.

SEÑORA LACASA (Clyde).‑ Con respecto a las zonas ‑como hablaba hoy mi compañera Andrea Tuana‑, el tema de la ruralidad es muy importante. Hablamos de que las dependencias del Estado que dan respuesta a estas situaciones están en las capitales y no en pueblos chicos. Sabemos que en Canelones se ha creado más de una oficina especializada. Antes solo existía en Pando o en Las Piedras, y sabemos que ahora hay en Toledo. Si bien va creciendo, no es la respuesta ideal.

  En cuanto a los números, si hablamos de violencias basadas en género, donde incluimos la doméstica, el maltrato infantil, el abuso sexual y la explotación, podemos decir que hay zonas calientes ‑sobre todo en explotación‑, que son las fronteras, ya sea secas o no. Ese es un tema que nos preocupa, porque hace años que trabajamos con estas situaciones y desde hace muy poco tiempo estamos teniendo respuestas del Estado.

  El tema de explotación sexual infantil adolescente en Uruguay está en pañales, porque esto comienza en el año 1996, cuando exigen a Uruguay que tengamos una política pública al respecto. Y cuando decimos desde el año 1996, estamos hablando de ayer.

  Tenemos leyes que cuesta mucho que se implementen. Tenemos una comisión nacional para la erradicación de la explotación sexual con integrantes de todos los actores del Estado que corresponden y la sociedad civil, pero no se puede dar la respuesta que de verdad necesitaríamos para estas situaciones y para erradicar este tema que, cuando hablamos de la violencia doméstica, también es un tema cultural. También nos cuesta comenzar a trabajar todo lo que es cultural. Recuerden el caso de Punta del Este ‑que fue emblemático‑, donde este señor explotaba menores de la ciudad de Melo.

  La ley integral habla de todas las violencia basadas en género. Por eso nuestro interés de que se vote ya, no femicidio, porque femicidio sería responder al grito de la tribuna. Murieron ocho mujeres en cincuenta días en Uruguay; entonces, ponemos femicidio. No; pongamos una ley ‑como está presentada desde el año 2016‑ integral de violencia basada en género con una mirada generacional. Hacia eso tenemos que apuntar. ¿Por qué? Porque esta ley está hecha desde la mirada de la sanción, de la atención y de la recuperación de todos los actores, también varones. Y no habla solo de la violencia doméstica sino también de la violencia a la que muchas veces las mujeres estamos expuestas como es la violencia obstétrica. Ese es otro tema al que se ven expuestas ‑los números lo dicen‑, es decir, a la cantidad de cesáreas que le son realizadas por un interés médico, porque todos sabemos que eso lo cobran como un acto médico. A esto son expuestas las mujeres y los niños que nacen, porque el parto natural es lo más sano, lo más rápido y a nada se expone.

SEÑOR PITETTA (Ernesto).‑ En primer lugar, quiero darles las gracias por arrimarse hasta aquí para conversar.

  Estoy viendo que ustedes atacan varios frentes, es decir, que tienen un montón de trabajo. En realidad, me parece que políticas de Estado para atender el tema de violencia doméstica últimamente hay muchas; sin duda, son pocas ‑tal como han dicho‑, pero hay unas cuantas.

  Vengo de Paysandú, y coincido con ustedes en que en el interior es muy difícil para una mujer ir a denunciar a su pareja, por un montón de razones. En Guichón ‑que es la segunda ciudad del departamento‑ y en Quebracho ‑si bien son denominadas ciudades, todavía son pueblos chicos del interior‑ hay unidades del Ministerio del Interior con personal especializado en violencia doméstica, que se inauguraron el año pasado. Es un local pequeño para atender la denuncia de la persona que llega, pero creo que es un avance que no había. Y no es solo la estructura sino que cuenta con un personal policial que se especializó en este tema. Creo que es importante destacarlo, porque no en todos los departamentos sucede esto. Montevideo es otra historia y Canelones es más o menos lo mismo.

  Quisiera preguntar y reflexionar juntos sobre la prevención, porque si no hacemos nada para prevenir este flagelo, en un par de años nos vamos a encontrar con que esto va a ser un caos total, y va a explotar al lado de nuestra casa, enfrente o puede que el día de mañana nuestros hijos pasen por la misma situación.

  El año pasado hubo una campaña ‑probablemente ustedes estuvieron involucrados en esto‑ que se llamó “Noviazgos libres de violencia. 50 días de reflexión”. Por lo que pudimos ver, allí se detectaron graves problemas de violencia en los adolescentes menores de edad que ya son violentadas o que violentan. Ahí está el foco de todo lo demás, porque el día de mañana esos adolescentes van a pasar por una situación igual a la que actualmente pasan adultos. Muchos de ellos ‑o, quizás todos‑ ni siquiera se dan cuenta de lo que están haciendo ni de lo que les está haciendo el novio.

  Sé que hay muchos institutos que están trabajando con esos adolescentes en demostrarles con hechos que están pasando por esta situación e intentar que cambien. Eso está pasando con jóvenes en los liceos; ojalá que no lleguemos a que eso ocurra en la escuela, y tengamos que empezar a trabajar sobre este tema con los niños chiquitos. No recuerdo las cifras, pero creo que fueron más de veinte mil adolescentes a quienes se llegó con esto, para que se dieran cuenta de lo que ocurría. ¿Eso es un inicio en el trabajo de reflexión y de ir cambiando la cabeza a la sociedad de que esto no suceda? Estoy hablando de la prevención, de la denuncia, de animarse a denunciar; el acompañamiento y demás es lo que se está trabajando hoy.

  Otro dato importante que es bueno que lo sepan es que en el día de ayer, la Intendencia de Paysandú entregó una casa muy linda, que históricamente fue del intendente y que se construyó en la época de la dictadura, para que la Unidad de Género, Generaciones y Derechos Humanos de la Intendencia e Inmujeres del Mides trabaje con víctimas de violencia que tienen que abandonar sus hogares y se puedan instalar allí. Es un dato importante para que conozcan todos los diputados, porque fue una noticia que nos llenó de satisfacción cuando el lunes pasado el intendente nos dijo que esto iba a ocurrir en el día de ayer.

  La interrogante es si con la prevención ya se está dando un paso importante y si hay que profundizar en ese sentido.

SEÑORA TUANA (Andrea).‑ La campaña “Nunca más a mi lado”, viene siendo llevada adelante desde hace muchos años por la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual ‑que estamos representando hoy‑, la banda de música No Te Va Gustar y la bancada bicameral femenina. Esta campaña, con la que desde el año 2010 estamos haciendo un trabajo de prevención de la violencia en el noviazgo en talleres con jóvenes en diferentes puntos del país, confluyó en algo mucho más grande cuando se involucra el Consejo Nacional de Género, logrando llegar a cincuenta mil jóvenes, desarrollándose actividades a lo largo de todo el país.

  En cuanto a la pregunta sobre la prevención, creemos que hay acciones que deben caminar en paralelo. Reconocemos los grandes avances en las respuestas; por eso hoy señalábamos que de aquellas ocho mil denuncias hoy llegamos a veinticuatro mil, lo que para nosotras es un avance que tiene que ver con las políticas que se han generado, si bien consideramos que aun no alcanzan. Hoy hablábamos de la problemática del medio rural pero también hay situaciones que se dan aquí.

  Digo que tenemos que ir en paralelo porque cuando terminamos de dar un taller para noventa gurises en Nuevo Berlín sobre prevención de violencia en el noviazgo, se nos acercaron tres o cuatro chiquilinas con problemáticas de vida muy trágicas, con situaciones presentes de violencia, y nos encontramos con que no teníamos una respuesta especializada para derivarlas a fin de que fueran atendidas en Nuevo Berlín hoy. Yo me vuelvo a Montevideo y no puedo pedirles que viajen a atenderse.

  Entonces, hay que trabajar en prevención, pero sabiendo que empiezan a emerger todas estas situaciones; por lo tanto, hay que reforzar los sistemas de protección. Hay que trabajar en prevención en muchos sentidos y sin duda en la educación los gurises están dispuestos. Cuando se trabaja con chiquilines uno se da cuenta de que ellos se cuestionan, que están dispuestos a pensar si determinando concepto que tienen está promoviendo violencia. Están muchos más dispuestos que los adultos y que las adultas a reconocer ese machismo, ese patriarcado; nosotros trabajamos con ellos trasmitiéndoles que el control del celular de su pareja no es una expresión de amor, sino que es una situación de violencia y es la base para que luego se termine consolidando una pareja donde la violencia llegue a ámbitos mayores. Trabajamos con ellos en el sentido de que los celos no es una expresión de amor, sino puro control, y de que los varones no tienen más deseo sexual que las mujeres; por lo tanto, no hay que aceptar un montón de prácticas sexuales que no queremos o con las que no estamos de acuerdo. Trabajamos con ellos acerca de que el deseo sexual depende de la persona, del momento y de muchas circunstancias y que, si una adolescente de catorce años tiene relaciones sexuales con varios compañeros no es una “trola” ‑con perdón de la expresión‑, sino una chica que está haciendo uso de su libertad sexual y que tiene que ser vista de la misma manera que ese varón al que no se lo cataloga como promiscuo por tener relaciones sexuales a los catorce años con varias chicas. O sea que trabajamos con ellos derribando mitos que parecen superados; sin embargo, estamos hablando con gurises de catorce años que tienen fuertemente arraigados esos pensamientos generadores de violencia.

  Entonces, sí hay que trabajar en la educación; pero para eso hay que conseguir la voluntad política de la ANEP para que introduzca este tema en la currícula de grado y no en un taller por el hecho de que un docente fue a un curso, tiene compromiso y lo quiera hacer.

  También debemos trabajar en la publicidad: ya no podemos seguir soportando una publicidad tremendamente sexista que sigue dando a nuestros chiquilines esos modelos donde mamá es la que cocina, papá es el que sale; o esa publicidad donde las mujeres somos objetos sexuales para vender cosas; las propagandas sobre la limpieza, etcétera. En fin, puedo citar muchos estereotipos tremendamente representativos de esa masculinidad machista y hegemónica y ahí es donde debemos poner un coto, un límite.

  Asimismo, es preciso trabajar en el sistema de salud. Los pediatras y las pediatras, además de decirnos que les debemos dar a los niños la vacuna contra el tétano, nos tienen que decir que para que nuestros hijos crezcan sanos, hemos de generar igualdad entre varones y mujeres. No tenemos que generar subordinación; no los podemos castigar; en fin: todos estos temas no están presentes donde en definitiva se reproduce y se teje esa socialización.

  Nosotros diríamos que hay que comenzar a trabajar en materia de prevención: todavía no se ha empezado. Se está empujando desde distintos lados con personas comprometidas y preocupadas, pero la prevención de la violencia y la promoción de la igualdad de género no están institucionalizadas. A nuestro juicio, hacia allí debemos apuntar las baterías, porque si fortalecemos en derechos a las mujeres, a las niñas, a las adolescentes, estamos previniendo que no se verifique ese futuro de violencia al que le tememos, y estamos transformando las situaciones actuales.

SEÑORA VIEL (Stella).‑ Evidentemente esto pega mal y no es de ahora, sino de siempre; es verdad que ahora hay más denuncias: totalmente de acuerdo. Y creo que el Estado ha hecho mucho, pero aun tiene muchos deberes. Yo pertenezco a este gobierno, pero reconozco que no podemos seguir escondiendo un montón de cosas debajo de la alfombra, que pasan por una ley integral, respecto de la cual hay urgencia pero recién está en Comisión y está considerando el artículo 24 o el 25 con un montón de “peros” legales de por medio y un montón de “peros” que tienen que ver con la enseñanza. Eso se tiene que votar: se debe educar desde los chiquitos. Y se tiene que educar hasta sobre la violación desde los chiquitos: el cuerpo es de ellos.

  Recién se hablaba de las niñas que no tienen dónde ir: esas niñas antes fueron violadas, fueron maltratadas emocionalmente, maltratadas en la violación. Ellas mismas, emocionalmente, son cualquier cosa.

  Como mujer a mí me cuesta muchísimo todo este tema. Yo provengo de una familia patriarcal, con el papá en la cabecera de la mesa; mi mamá nos daba el palo a nosotros, por no dárselo a mi papá y todo eso hay que superarlo. Yo lo pude superar porque estuve dentro de una clase social que me lo permitió. Y yo pude superarlo como mujer.

  Entonces, más allá de la prevención ¿con qué herramientas contamos cuando no tenemos la respuesta para estas chicas, para estas mujeres?

  Yo vivo en la Ciudad de la Costa y estoy en una comisión de mujeres, con otras tres compañeras de la cual ya salimos ‑una edila, una psicóloga y una socióloga‑ porque la teoría nos mata, nos liquida. Entonces, vamos a territorio. Comisión fomento o comisión barrial que nos necesite, allá vamos, pero con esta experiencia: la vivida acá, en la departamental de Canelones, en el territorio.

  Yo creo que estamos metidos dentro, que no salimos, que ustedes tienen una responsabilidad: no articulamos; le tiramos al Mides, a Inmujeres: ¿y qué estamos haciendo nosotros?

  Vuelvo a decir que estoy harta de que se esconda todo debajo de la alfombra o que, como se dice, se tape el sol con un dedo, porque la situación está; está en el interior del país. Nosotros hemos salido con esta Comisión y hemos vivido, junto a la diputada Gabriela Barreiro cosas muy embromadas en Paysandú el día en que llegamos. Entonces, no podemos seguir escondiendo más nada: la violencia existe y está instalada desde la escuela, desde la casa. No escondamos que no hay violencia porque existe en todas las capas sociales. Lo que pasa es que la situación de clases sigue prendida y pasan estas cosas.

  Todos debemos articular. Ustedes cuentan conmigo. Me preocupa mucho el embarazo adolescente. ¿Quién las protege a las chiquilinas? ¿Dónde van? Nosotros tuvimos la posibilidad de acurrucarnos con nuestros hijos, tuvimos una pareja ¿pero quién protege a esas chiquilinas que ahora tienen algo de ellas y no tienen más nada? Van a Inmujeres, van al Mides; si no articulamos, los poquitos no sirven. Estoy muy enojada con este tema porque es un poquito acá, otro poquito acá y otro poquito acá.

SEÑORA BARREIRO (Gabriela).‑ Sabemos del compromiso que siempre han tenido las invitadas. Lamentablemente, hemos avanzado muy poco desde la última vez que han estado aquí.

  Hago acuerdo en que es necesario que se vote la ley integral. Pero no solo con la ley se resuelven los problemas. No solo hace falta un cambio cultural, sino que la sociedad en su conjunto se involucre con estos temas.

  En alguna oportunidad me he tenido que enfrentar a muchas de las cosas que aquí se han planteado. Antes de estar en esta Casa, fui edila departamental y trabajé años en la comisión de asentamientos, que atiende la población más vulnerable, por lo que sabemos la realidad que viven esas mujeres y lo difícil que es denunciar a alguien cuando no cuentan con un ingreso, tienen muchos hijos, saben que el Estado no les dará una solución rápida y sus lugares en el futuro seguirán siendo al lado de los golpeadores.

  Más allá de que se ha hecho mucho en este tema que nos sensibiliza a todos, se ha fallado en no trabajar interinstitucionalmente. Nos hace falta trabajar ‑quizás en eso podamos ayudar‑ en tener una ventanilla única en la que todos los ministerios que tienen que ver con la temática puedan coordinar entre sí. Hay mujeres que denuncian violencia doméstica y no tienen vivienda, trabajo, ni pueden dejar a sus hijos en un lugar para salir a trabajar. Ahora comenzará el Sistema Nacional Integrado de Cuidados que también debería estar en esa articulación global.

  Tenemos en la agenda el tema de la ley integral. Seguiremos bregando para que salga lo antes posible. Podemos tener las mejores leyes, pero después nos enfrentamos a que la sociedad no se involucra en estos temas. Todos tenemos que remar y poner de nosotros. Hay cosas que transversalizan y nos interesan a todos, independientemente del partido al que pertenezcamos. Este tema nos llama a la reflexión como sociedad. Cada uno, trabajando desde su lugar, militando donde uno considera, debe aportar un grano de arena para que las mujeres tan vulnerables tengan herramientas, que a veces están, pero no logramos la articulación necesaria para dar una rápida respuesta; tiene que ser para ayer.

  Con respecto a lo que ustedes plantean de las causas, lamentablemente no solo es un tema que pasa en nuestro país; la violencia se ha instalado en las sociedades del mundo. Nuestro país, que es tan chiquito, tiene muchas posibilidades de seguir avanzando. Desde el Estado se deben crear políticas para prevenir la violencia. Si no logramos llevar este tema a las nuevas generaciones, estaremos repitiendo que esos hijos se críen en ambientes de violencia y habrá otras generaciones de gente violenta. El Estado tiene que comprometer a la sociedad en su conjunto.

SEÑORA ALALUF (Rosario).‑ Estoy conmocionada.

  Lo que aquí se ha dicho con respecto a la contención es importante; podemos repetir cien mil veces esos discursos. Hay una parte, con la que casi no se ha comenzado, que tiene que ver con la prevención y la educación. Hay una ley de medios que está trancada. La educación formal es muy importante, pero la informal, que es la de nuestra casa, lo es más. Cuando llega el día del niño venden cosas rosadas o celestes. Eso entra todos los días a nuestras casas. Todos los días nos venden las diferencias, no la diversidad, que refuerzan el poder para un lado y la debilidad para el otro.

  Hay mucho discurso, pero no compromiso. La ley de medios ‑aun agujereada como está‑ debería formar parte del compromiso y la obligación para ir educando a los más chiquitos en el tema de la igualdad y de cómo nadie tiene derecho a doblegar a nadie.

  Este tema que viene cargado de mucha impunidad es especialmente de la educación no formal. Los medios entran a las casas de los pobres. Ellos tienen conocimiento en cuanto a ejercer el derecho de que si yo quiero me exponen y me vuelven a victimizar, pero no en el otro sentido. Además, como tienen otras satisfacciones, no necesitan ser famosos por la televisión; son famosos por otras cosas.

  Entonces, creo que es importantísimo educar, formal, pero también informalmente, todos los días metida en nuestras casas. Exigiría más compromiso real en lo que tiene que ver con lo que llega todos los días a nuestros hogares.

SEÑORA LACASA (Clyde).‑ Agradezco todos los aportes de la Comisión, que también son muy importantes.

  Por supuesto, la ley de medios es muy importante. Uruguay también se caracteriza por ser un país que firma todas las convenciones internacionales habidas y por haber, pero después, nada se traslada a nuestra realidad. El ejemplo fue el Código del Niño: catorce años después de haber firmado la Convención de los Derechos del Niños tuvimos un código.

  Con respecto a la ventanilla única, la Red la ha propuesto en todos los ámbitos interinstitucionales que integra, entre ellos, el Consejo Nacional Consultivo, porque consideramos que las mujeres no pueden ir de un lado a otro y repitiendo siempre la misma historia: es desgastante y viola sus derechos.

  Por otra parte, conocemos todas las campañas que existen para prevenir el embarazo adolescente: la pregunta es qué pasa. Hay preservativos en todas las policlínicas, pastillas, la pastillas del día después, la aplicación subdérmica ‑que es lo último en anticoncepción‑ y me consta, por trabajar en el territorio, que las gurisas están al tanto y las madres también, pero la cosa no pasa por ahí, sino porque, en determinados ámbitos, si soy mamá, tengo un lugar y voy a ser vista de otra manera, es decir, no voy a ser la trolita ‑disculpen la expresión‑, sino la mamá. Entonces, en función de eso, voy a crecer y mis derechos van a quedar subsumidos a ser mamá y no a crecer como mujer, como ciudadana o persona.

  Entonces, no podemos decir que los medios están, porque tenemos que trabajar en lo que venimos diciendo desde que nos sentamos por primera vez acá y todos concordamos: a nivel cultural, no a partir de los niños del jardín de infantes, sino desde la panza. Cuando sabemos que vamos a tener un nene o una nena, no deberíamos comprar rosadito, celestito, muñequita, superhéroes; los pañales son para superhéroes y para princesas. Sabemos que por las características fisiológicas las nenas necesitan un tipo de pañal y los varones otro, pero no debemos ponerlos en ese lugar.

  Por otra parte, lamentablemente, desde enero, han muerto ocho mujeres por violencia doméstica. El año pasado hubo dos muertes en el fútbol: paró el fútbol por no sé cuánto tiempo, se esperó respuesta del presidente de la República, pero acá nadie hizo nada ante estas ocho muertes. En su momento, la Red solicitó a Presidencia que se declarara el estado de emergencia por la situación.

  Dejo planteada esta reflexión: la comparación entre las muertes en el fútbol y las muertes de mujeres por violencia doméstica.

SEÑORA TUANA (Andrea).‑ Cuando decimos que la violencia está instalada, me parece importante aclarar que lo que se instaló fue un nombre a una práctica que está naturalizada. Actualmente, hablamos de violencia doméstica porque las mujeres y los movimientos feministas pusieron nombre a lo que era natural: la mujer debía obediencia al marido, y eso estaba institucionalizado. Creo que es importante tener en cuenta este aspecto para saber de dónde viene.

  Por otro lado, si no lo jerarquizamos, este tema seguirá siendo de segunda. Los jueces no quieren ir a violencia doméstica, porque es prácticamente un castigo atender esta problemática, aunque después en los discursos aparezca como un problema muy importante. Los abogados no quieren trabajar en los ONG que abordan estos temas porque ganan cinco veces menos que si patrocinaran otro tipo de problemáticas. Si los trabajadores y psicólogos deciden trabajar en estos temas, lo hacen por un compromiso militante, porque con lo que se gana en este ámbito, no se puede mantener una familia.

  Entonces, si de verdad queremos jerarquizar este problema, tenemos que formar, especializar, incluirlo en la currícula de la Universidad, que está absolutamente omisa. Por otra parte, así como pagamos muy bien a determinados gerentes porque se entiende que tienen una responsabilidad muy importante, si la salud mental de las mujeres y de los niños se entendiera como importante, habría que jerarquizar este tema, porque de lo contrario, no salimos.

  Acá se vota el presupuesto y el compromiso se ve en la inversión; es una cuestión de plata. Si no invertimos para que las políticas obtengan respuestas adecuadas y a la altura, no saldremos adelante. No se trata solo de un problema de coordinación ‑que sí es importante‑ y de compromiso, sino también de plata.

  Para nosotros, la ley es un punto de partida, y de ahí en más, hay que seguir.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Coincidimos en muchos aspectos con las integrantes de la Red.

  A nuestro entender, el problema no pasa por votar nuevas leyes, que sí son necesarias, sino también por aplicar todas las herramientas que tenemos, que no fueron bien aprovechadas.

  Situaciones similares a las que planteó la Red las vivimos prácticamente todos los días. Por ejemplo, hoy tengo que hacer una gestión por una mujer ‑seguramente la conozcan todos, porque salió en Canal 10 o 12‑ que está escondida, con tres niños, víctima de una persona violenta que, inclusive, le puso un revólver en la cabeza a uno de los chicos. Esta mujer no tiene adónde ir; está deambulando de un lado a otro. Los familiares y los vecinos no la pueden socorrer porque el señor se entera de dónde está y la va a buscar. Conocemos esta situación porque se publicó en la prensa, pero hay muchas mujeres viviendo lo mismo y no lo sabemos.

  Sin duda, los chicos no van a la escuela; esta mujer no está trabajando y no tiene contención de ningún tipo. Como ella, hay muchas.

  Lamentablemente, no se concretan las políticas públicas y la violencia está instalada; nos ha desbordado y no encontramos la solución.

  Este problema requiere el compromiso de todos, empezando por los legisladores que tenemos que seguir trabajando, conscienciar al resto de los parlamentarios, a la sociedad civil y a la educación. En ese sentido, coincido con que hay que educar desde la panza.

  Agradezco enormemente a la Red, porque ha sido muy enriquecedor lo que manifestaron sus integrantes.

  Reitero: prácticamente coincidimos en todo. Apoyamos la ley integral de violencia basada en género, pero tenemos que utilizar las herramientas, porque todo viene muy lento y mientras tanto, no sabemos qué va a pasar. Tenemos que comenzar a trabajar todos coordinadamente. Este no es un tema de partidos políticos ni de sociedad civil ni solamente de Estado; si no trabajamos coordinadamente, las mujeres van a seguir siendo violentadas, maltratadas y las estadísticas van a ir en aumento, porque muchas no denuncian. Hoy sabemos del caso de Valeria Sosa porque el esposo era funcionario del Ministerio del Interior y nos enteramos de que los trámites no se realizaron como correspondía. ¿Cuántas Valerias Sosa, que no llegaron a la muerte, tenemos? Tenemos que trabajar todos coordinadamente.

  Les agradecemos enormemente la presencia. Cuentan con la colaboración de los legisladores ‑estoy segura de que ese es el sentir de todos‑ para participar y ayudar a revertir esta situación. Estoy segura de que esta no será la última visita que nos van a realizar, esperemos que con noticias más favorables.

  (Se retira de Sala la delegación de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual)

SEÑORA BARREIRO (Gabriela).‑ Antes que nada, quiero dar la bienvenida a los nuevos integrantes de la secretaría, que nos van a acompañar en este Período.

  Quiero preguntar sobre una nota que se envió a Antel por un problema que tenía pueblo Ceballos y de la que nunca recibimos contestación. Nosotros fuimos a visitar a unas mujeres rurales que trabajan en una cooperativa, que tenían un problema de aislamiento, porque faltaba internet. No tenían antena y estaban lejos de todo. Quiero saber en qué fecha fue enviada y, en todo caso, volver a enviarla.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Vamos a recabar la información con la secretaría y esperamos tenerla para la próxima sesión.

SEÑOR AROCENA (Juan Andrés).‑ El pasado 10 de febrero, la diputada Bianchi solicitó al anterior presidente que fuera recibida en la Comisión la señora ministra Arismendi, precisamente, para tratar los temas que acabamos de considerar. En este momento no está el diputado Puig ‑el presidente anterior‑ como para saber en qué quedo eso, pero independientemente de ello, quiero solicitar la presencia de la ministra para hablar directamente sobre la problemática que relataron las señoras que nos acompañaron, más allá de la situación nacional, que todos conocemos. La intención es que no quede en una marcha ni en una conversación y que podamos trabajar directamente con el Poder Ejecutivo de nuestro país.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Del mismo modo, vamos a recabar la información correspondiente de la anterior secretaria. A su vez, vamos a realizar las gestiones pertinentes sobre este tema y el anterior, una vez que hemos asumido nosotros.

SEÑORA BARREIRO (Gabriela).‑ Estoy tomando conocimiento en este momento de lo que plantea el diputado Arocena; se ve que fue una conversación personal con el presidente. En el período anterior, participó en esta Comisión Inmujeres, precisamente, por esta temática, y nos dio un informe. Debido a que también el diputado Pitetta está planteando el tema de la casa en Paysandú y que seguramente haya avances en las políticas que se vienen llevando a cabo, no estaría mal llamar a las autoridades, a la ministra ‑que podrá delegar en quién ella considere pertinente‑, como forma de hacernos una agenda completa y ver desde nuestro lugar cómo podemos colaborar en un tema sensible para todos.

SEÑORA PRESIDENTE.‑ Realizaremos ambas solicitudes en forma conjunta.

SEÑORA ALALUF (Rosario).‑ El diputado Puig, expresidente de la Comisión, me dijo que, en realidad, la diputada Bianchi nunca habló con él, sino que mandó una nota y salió a informar que lo había hecho.

SEÑORA PRESIDENTA.‑ Se levanta la reunión.

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Montevideo, Uruguay. Poder Legislativo.